Hablemos de la historia del corset porque, sí, amistades, está de vuelta. Y no podemos negar que es una tendencia llamativa y sensual que se antoja.
Y aunque amamos que el corset esté de regreso (gracias, Bridgerton), hay muchos mitos alrededor de esta clásica pieza indumentaria: que si deforma el cuerpo, que no permite respirar, que si es de mal gusto e incluso hay debates sobre si es un símbolo de opresión.
Pues bien, hablemos. ¡Y cuéntanos si lo has usado!
La historia del corset
Se cree que el corset proviene de Grecia, concretamente de Creta, donde era utilizado por hombres y mujeres desde la niñez porque formaba parte de los estándares de belleza de la antigua época.
Aunque el corset se mantuvo presente durante muchos siglos, fue más visto y usado a partir del siglo XVI, gracias a Catalina de Medici, quien prohibió las cinturas anchas en su corte (sí, así como lo lees: prohibidas. Una libra de cadera era demasiada cadera).
Después, la pieza se fue modificando conforme a los estándares de cada época. Un tiempo para mostrar un pecho más prominente, después más escondido, formas de triángulo invertido, de metal, de madera y de mil formas más.
Algunos corsets estaban hechos principalmente de tela y barbas de ballena (parecidos a los huesos). Aunque parece doloroso, en realidad las barbas son delgadas y flexibles. Se les daba la forma del cuerpo usando calor y era personalizado.
¿Por qué modificar el cuerpo?
Bueno y a todo esto ¿por qué las mujeres modificaban su cuerpo? La respuesta es sencilla y a la vez no.
Las modificaciones del cuerpo siempre han existido, no necesariamente son algo «bueno» o «malo», sino un reflejo de cada época y cultura, así como de la tecnología disponible en el momento.
Por ejemplo, ahora nos pintamos el pelo (aunque lo daña) de diferentes colores o con la ropa mostramos nuestra personalidad, usando prendas oversize que también cambian por completo nuestra silueta.
¿Qué tan opresivo e incómodo es un corset?
Cuando piensas en un corset seguro imaginas el estilo tight-lacing, que se ajusta con listones en la espalda para apretar e ir reduciendo poco a poco la cintura. Pero no es el único modelo que existe.
En otros tiempos, esta prenda también era usada para dar soporte en la espalda, sobre todo porque era común realizar más labores físicas que ahora, y y no tanto por un lado estético.
Además, el corset no solo se usó para hacer pequeña la cintura. Durante la primera década del siglo XX, era utilizado para reducir el tamaño de la cintura y caderas y así hacer más prominente el busto, pero en la época victoriana (finales del XIX) se buscaba realzar más la cadera.
También hay que tener en cuenta que, cuando eran hechos a la medida de cada persona, no eran tan incómodos como ahora los imaginamos.
En la actualidad usamos el corset porque se nos pega la gana, porque a algunas les gusta usar ropa pegada y que se note su bonito cuerpo y lo combinan con mom jeans aguaditos y botines y es un statement.
Pensar que una prenda es necesariamente opresiva es olvidar que es parte de la historia y que no siempre queremos apegarnos a un solo estándar de belleza, sino experimentar con diferentes formas de presentarnos ante el mundo.
Todas las tendencias regresan (aunque esperamos que los pantalones a la cadera nunca lo hagan), pero también se adaptan a la nueva época. El corset no es la excepción.
Esta pieza dejó de ser como tal una estructura rígida y pasó a formar parte de nuestros clósets en forma de bustier, body y fajillas inspirados en los modelos del pasado.
Lo mejor de esta evolución es que se adapta a nuestro estilo de vida, que busca la comodidad y al mismo tiempo seguir viéndote súper cool. Por eso aquí hay 3 ideas para usarlo:
Layering: Puedes usar una playera o suéter debajo, combínalo con unos pantalones ligeramente holgados y botines.
Formal: Con pantalón de vestir y un blazer, puedes ponerte taconcitos. Si no quieres que se vea tan formal, puedes cambiar el pantalón de vestir por unos jeans rectos y los tacones por tenis.
Romántico: Con una minifalda y un suéter. También puedes usar una falda midi y botines.
Por último, te recomendamos estas 3 tiendas mexicanas donde puedes encontrar estos tipos de corset, pero recuerda que siempre puedes buscar en tiendas vintage y second hand.
Supersticionmx: Sus piezas en muchos colores (no sólo neutros) y tienen más piezas con las que podrás combinarlos usando algunas de las ideas que te dimos, además hacen envíos a toda la República.
Generar ingresos a través del contenido que generamos en redes sociales e internet es una realidad que quizá para nuestros padres y abuelos es difícil de comprender. «¿Pero a qué te dedicas realmente?» es una pregunta aún frecuente para los creadores de contenido que forman parte de la llamada passion economy. Sin embargo, no todo lo que brilla es oro a la hora monetizar contenidos y comunidades en redes y plataformas online.
«Desde sus orígenes internet estuvo siempre lleno de promesas. A finales de la década del 90 nos prometió conectarnos sin intermediarios y sin demoras; a comienzos del nuevo siglo nos dijo que cualquiera podía ser un medio de comunicación y en los últimos años nos aseguró que todos podíamos monetizar nuestra presencia en las redes», dice Tomás Balmaceda, filósofo y periodista especializado en cultura pop, quien además produce diversos podcasts y estudia la cultura de los creadores desde su espacio de investigación, Cultura de la Influencia.
Sin embargo, ganar dinero en redes y plataformas como como Instagram, TikTok, Patreon, Buy me a Coffee o Cafecito, Mailchimp, Substack, Only fans, Twitch, Clubhouse y otras más «implica una serie de desafíos muy concretos, ya que es un terreno que vive cambiando sus reglas, cuyos algoritmos para aumentar la visualización son totalmente opacos y en las que se toman decisiones que pueden determinar la clausura sin motivos concretos de una cuenta o la reducción drástica de su exposición», agrega Balmaceda.
Si bien desde hace unos años ya se venía hablando del fenómeno que representaba la economía de la pasión, la pandemia, con todos recluidos en nuestras casas y un excedente de tiempo libre, pareció venir a enfatizar la posibilidad de que crear en medios digitales y tener una comunidad de nicho podría traducirse en un ingreso para el prosumer (un consumidor que también produce) promedio.
«Es un terreno que vive cambiando sus reglas, cuyos algoritmos para aumentar la visualización son totalmente opacos y en las que se toman decisiones que pueden determinar la clausura sin motivos concretos de una cuenta o la reducción drástica de su exposición»
Tomás Balmaceda
Según la empresa de capital de riesgo SignalFire, más de 50 millones de personas se consideran creadores de contenido, y esa industria es el segmento de pequeñas empresas con más rápido crecimiento gracias en parte a que la vida migró a espacios online y muchos terminaron confinados en casa o desempleados. Pero un nuevo informe global publicado a finales del año pasado, viene a poner negro sobre blanco aportando información crucial respecto de cuán rentable es este trabajo, cuáles son los costos en salud, cómo se sienten estos creadores realmente, y cuestionando los límites de este modelo económico y creativo de producción.
El informe realizado por Nonfiction Research y Bodacious Strategy Studio titulado #IndependentCreator, es el más extenso realizado sobre creadores de contenidos de EU, con 1624 casos de distintas redes sociales e intereses, revelando datos concretos sobre los contenidos que producen y los ingresos que generan.
Una mirada rápida muestra que el 93% aseguró que ser un creador ha tenido un impacto negativo en sus vidas, el 65% se siente demasiado exigido y/o mal pago, y solo el 35% siente que su esfuerzo se ve recompensado con ingreso razonable por el tiempo y trabajo que invierte. Si bien a continuación el informe, que puedes descargar y tiene varios calculadores automáticos, explica que «los caminos tradicionales para ganar un salario decente son confusos, inconsistentes y están fuera del alcance para muchos». ¿A qué se refieren con esto? A que por ejemplo para ganar 1000 dólares al mes deberías tener al menos 100.000 seguidores en Instagram, 2 millones de vistas en Youtube y 25 millones en TikTok.
¿Creadores al poder?
Ok, ¿pero qué pasa en cuanto el usuario/creador comienza a tomar el mando? Quizás solo necesitas 250 suscriptores en Only Fans, 400 suscriptores en Twitch o 225 aportantes en Patreon. Hasta aquí nada nuevo, sabemos que tratar de ganarle al sistema en sus propias plataformas sin perder la cordura (no olvidemos el creciente impacto en la salud mental que generan estas plataformas) es casi imposible.
«La creación de contenidos tiene aún mucho de práctica artesanal y su naturaleza más intuitiva choca con la realidad algorítmica de Instagram, Twitch o YouTube, que siguen sus propias reglas (que no son públicas) y que generan atractivas promesas que no pueden cumplir»
Tomás Balmaceda
Pero tampoco parecería consuelo suficiente basarnos en el relato de algunos pocos suertudos. Aunque un 57% de los encuestados por Nonfiction admite que tener contacto directo con la audiencia puede ser crucial para sus ingresos a futuro, solo el 21% de los creadores encuestados percibe dinero de una comunidad online donde seguidores pagan por interactuar con otros, no sólo con el creador.
Para dar perspectiva, una reciente filtración en Twitch reveló que apenas el 1% de la base de sus usuarios se lleva la mitad de los ingresos de la plataforma, mientras que el resto lucha por llegar a los 120 dólares anuales. Por si estabas fantaseando con ser uno de los casos de éxito de esa plataforma…u otras. Una suerte parecida corren los podcasts y newsletters según datos recientes de Axios: sólo el 1% de los podcasts en los Estados Unidos concentra el 99% de las descargas, y solo los 10 newsletters más populares de Substack generan más de 20 millones al año en ingresos por suscripción, mientras que a la gran mayoría apenas llegan a los 100 USD anuales.
«La creación de contenidos tiene aún mucho de práctica artesanal y su naturaleza más intuitiva choca con la realidad algorítmica de Instagram, Twitch o YouTube, que siguen sus propias reglas (que no son públicas) y que generan atractivas promesas que no pueden cumplir. El viejo mantra ‘sé tu propio jefe’ se convirtió en ‘crea tus propios contenidos’ pero sin decir que no hay verdadera libertad ni creatividad cuando quienes mandan son fórmulas matemáticas», sigue Balmaceda.
Lo cierto es que la inmensa mayoría de los creadores que pueden monetizar contenidos o comunidades logran pequeñas cantidades al año, y si este es el futuro que les espera a los trabajadores digitales de la creciente #gigeconomy, vale la pena echarle un vistazo más de cerca.
Creadores de contenido y salud mental, el alto costo del que tenemos que hablar
Otra de las cosas que llama la atención del informe es el costo psicológico de producir contenidos online hoy. Y es que tal vez más allá de la competencia entre métricas y caminos tradicionales vs otros en que el usuario tiene más control, no tiene tanto sentido cuando al final del día los costos psicológicos son similares. «La tesis que defendemos y que sigue vigente, es que crear contenidos es una tarea muy demandante y que presenta dificultades únicas. La salud mental de los influencers parece, entonces, ser un tema del que deberíamos hablar más», aporta Tomás.
No es necesario pensar en casos recientes de influencers con burnout como Charli D’Amelio, ya que está lleno de relatos de nuevos creadores digitales contando lo complejo del día a día, en donde siempre prevalece la lógica productiva sobre la humana. «Lo que es bueno para una plataforma no es bueno para una persona, tratar de tener un negocio online sin explotarme a mí mismo para hacer feliz a los dioses del algoritmo es tan difícil», reza una de las frases destacadas en el estudio citado. «Siento que las redes sociales están diseñadas para desgastar a las personas», dice otro.
Muchas plataformas y empresas están empezando a notar esto y ofrecer asistencia psicológica, programas de salud mental para influencers y más, pero incluso los más solidarios no pueden aliviar una precariedad inherente al trabajo de un creador digital hoy. De acuerdo con otros estudio un realizado por la Johns Hopkins University y publicado en la revista médica JAMA Psychiatry, los jóvenes que pasan más de 3 horas al día en las plataformas sociales, pueden tener mayor riesgo a enfermedades de salud mental, tales como trastornos de ansiedad, angustias y depresión.
¿Qué hacer? No estamos diciendo que renuncies a tus sueños y proyectos, o a crear y nutrir tu comunidad, pero siempre conociendo cuáles son las reglas del juego, qué estamos ganando y perdiendo en este intercambio desigual con las plataformas, y relativizando un poco los que nos venden respecto del sueño del entrepreneur de las redes.
«El vaso de la economía de creadores está tardando mucho en llenarse hasta el tope y derramar su contenido hacia más personas. La promesa de que podría ser una fuente de financiamiento para muchos influencers es, por ahora, solo una promesa. Las asimetrías y concentraciones de poder e intereses parecen darse de manera más o menos similar a como sucede en los medios tradicionales», cierra Balmaceda.
¡La primavera ya está aquí! Con el calor del solecito, los crop tops, blusas y bodies primaverales, con transparencias y de colores vibrantes se antojan para salir a gozar.
Por eso hicimos una selección con nuestras marcas mexicanas favoritas que amamos porque tienen prendas originales, con estampados gráficos súper cool y variedad de cortes y formas. ¡Vamos con todo esta primavera, Malvestidas!
¡Tops y bodies de mesh súper chulos, sensuales, psicodélicos y frescos para esta temporada! No tienen tienda física, pero puedes hacer tu pedido a través de Instagram.
Hay desde tops y trajes de baño hasta chamarras y pantalones de colores y formas únicas. En esta marca solo trabajan mujeres y tienen una filosofía ‘zero waste’ por lo que la ropa no es por colecciones ni por temporada.
¡Sus sets y trajes de baño son una fiestita de colores! Y no necesitas playa para usarlos, acá la idea es que te funcionen también para tus looks fabulosos de estos días de primavera.
Crecí rodeada de mensajes que todo el tiempo me decían cómo debería ser para considerarme bella. Esos estándares inalcanzables hicieron más difícil aceptar mi cuerpo, especialmente mis ojos que han vivido la discapacidad desde que tengo memoria.
Las inseguridades comenzaron desde niña. Durante toda mi infancia usé lentes con mucho aumento, de esos que la gente llama de «fondo de botella». Me apenaba usarlos. Una vez, me negué a ponerlos y me estampé contra un vidrio de mi casa.
Cuando tenía 12 años intenté usar lentes de contacto para despedirme de mis gruesos vidrios pero el intento fue fallido, no logré acostumbrarme, me ardían muchos los ojos y a la hora de retirarlos me pellizcaba terriblemente
La enfermedad con la que vivo, el Síndrome de Stickler, ha afectado mis ojos con el paso de los años, en especial el izquierdo, el cual perdió la visión y solo conserva percepción de luz (solo cuando es intensa).
La pérdida visual fue un gran duelo que me sumergió en una depresión profunda. Pero en medio de esa tristeza tuve que aprender a vivir valiéndome solo de la visión de mi ojo derecho, la cual también es reducida.
Hubo una temporada en la que verme al espejo era un reto y para compensar esa inconformidad me enfoqué en la apariencia del resto de mi cuerpo.
Galle Audelo
Pero no solo eso, mi ojo izquierdo también se ha visto afectado estéticamente. Se ha hecho más pequeño, ha cambiado de color a un gris que a veces parece verde y mi pupila ha ido desapareciendo, además mis pestañas son muy pequeñas en comparación a las de mi ojo derecho.
Hubo una temporada en la que verme al espejo era un reto y para compensar esa inconformidad me enfoqué en la apariencia del resto de mi cuerpo.
Después de la pérdida visual he recibido toda clase de comentarios acerca de la apariencia de mi ojo. Desde «¡qué lindo ojo, tiene una nubecita», «te pareces a Bob Marley» hasta uno de los que más me molesta: «¿Que te pasó en tu ojito?». Estos comentarios hicieron crecer mis inseguridades y decidí buscar una alternativa. Bajo el consejo de mi doctor de entonces probé un lente estético para encajar en el estándar pero el resultado fue fatal, jamás me pude adaptar.
¡Ya me cansé!
Hace poco me puse muy emotiva cuando una mujer que amo se abrió en redes sociales para hablar de cómo los juicios sobre su cuerpo le han causado mucho dolor e inseguridad llevándola a no estar en buenas condiciones con su corporalidad. Llegué a la conclusión de que muchas mujeres compartimos el mismo sentimiento de inseguridad.
Los comentarios acerca de mi ojo me han llevado a lugares oscuros del terror, a querer hacerlo parecer «normal» usando productos caros para que me crezcan las pestañas, a seguir consejos de maquillaje para camuflar las diferencias o de plano a usar lentes obscuros en las fotos para esconderlo.
¡Pero ya me cansé! Me dí cuenta de que ese no es el camino para sanar la relación con mi cuerpo. Aunque el camino de la aceptación corporal es largo y está lleno de baches vale la pena transitarlo, me gustaría compartir unas reflexiones que me han dado luz en este proceso.
Reflexiones finales para transitar el camino de la aceptación corporal
1. Hacer una limpieza en tus redes sociales.
Habrá quienes no estén de acuerdo con esta idea pero en mi experiencia puedo decir que mientras menos cuentas de personas de cuerpos normativos sigas, y te acerques más a los perfiles que muestren la diversidad, el camino de habitar tu propia piel desde el amor será más sencillo.
2. Hacerte consciente de tus inseguridades corporales.
Es importante hacer conciencia de lo que no nos gusta de nuestro cuerpo para poder cambiar la perspectiva de «los ojos con los que nos vemos». No necesitamos cambiar nuestras piernas, ojos, abdomen, cara, etcétera. Lo que en realidad necesitamos es hacer un cambio de perspectiva. En la actualidad he comenzado a generar un discurso interno que va más o menos así: «Muchas gracias ojo porque a pesar de todo lo que has pasado aún conservas un resto visual».
4. Háblalo con otras mujeres.
No es que te motive a contarle tus inseguridades corporales a todo mundo todo el tiempo. Pero es sanador hablarlo en tu círculo de confianza, ser escuchada y escuchar cómo se sienten otras mujeres al respecto. Te darás cuenta de que «no eres la única» y que puedes vivirlo como una experiencia compartida bajo el cobijo de una red de apoyo.
5. Abraza tus diferencias.
A veces pienso en lo aburrida y plana que sería la vida si todos los cuerpos y mentes fueran iguales. Las diferencias entre los seres que habitamos este planeta nos enriquecen y los cánones de belleza encasillan, limitan y lastiman
Con las experiencias de la vida he aprendido que la belleza se encuentra directamente relacionada a la diversidad humana y a la capacidad de la mente para abrirse a un nuevo y amplio significado de la palabra «belleza».
Hace un rato abandoné el feminismo. Decidí hacerlo, a partir de mis reflexiones y experiencias, principalmente porque creo es una teoría que nació blanca, burguesa y moderna, por solidaridad con los hombres y otras identidades no binarias, racializadas, probres, desclazadas, desbordadas, feminizadas, marginalizadas, porque —al igual que la Colectiva Río Combahee— estoy convencida de que la apuesta no es por la fragmentación de las opresiones ni por políticas separatistas, casi intrínsecas al feminismo blanco, y porque en los feminismos mi cuerpo siempre fue sospechoso. Durante el texto, iré desarrollando cada punto.
Para mí, el feminismo es un programa de liberación de las humanas blancas, quienes, basándose en una relación saber-poder-eurocentrado, se constituyen «modernas y avanzadas» frente a otros sujetos, al mismo tiempo que les excluyen.
Pero una de las razones más poderosas por las que decidí dejar de llamarme feminista es porque la idea de un feminismo donde solo las mujeres son el sujeto político central de la transformación me parece sumamente limitada.
«Siempre me sentí observada por la cisvigilancia de «las sujetas auténticas-reales», quienes me consideraban un cuerpo sospechoso. Casi siempre se me dejaba claro que mi cuerpo no era propio para estar, ser y hablar desde el feminismo»
Waquel Drullard
Vivimos en un mundo donde la descolonización implica necesariamente el involucramiento de todas las vidas y subjetividades que reciben los embates de los múltiples sistemas de opresión, como el heterosexismo, el racismo, la transfobia, el capitalismo, el adultocentrismo, etcétera.
Creo que el problema es estructuralmente colonial y por ello más complejo que el patriarcado donde, como dijo Ochy Curiel, convergen los sistemas de opresión. Entonces, es fundamental que nuestra propuesta política sea tan compleja como lo demanda la violencia sistémica que vivimos.
Abandoné el feminismo porque mi cuerpo era «sospechoso»
Les confieso que la principal razón que me llevó a dejar el feminismo fueron las múltiples violencias que viví allí. Mi cuerpo nunca encajó en la lógica dicotómica de la opresión desde la cual partía ese feminismo que concibe al patriarcado como el mayor sistema de opresión en el mundo, ese feminismo que siempre hablaba de la mujer, ignorando las violencias cis-hetero-patriarcales-racistas que sufren los cuerpos marikas-afrotravestis-nobinaries.
Siempre me sentí observada por la cisvigilancia de «las sujetas auténticas-reales», quienes me consideraban un cuerpo sospechoso. Casi siempre se me dejaba claro que mi cuerpo no era propio para estar, ser y hablar desde el feminismo, se me repetía que mi rol era callar y escuchar a las mujeres por ser «las más oprimidas». Estaba bajo el ojo de la «adecuada visibilidad-apariencia binaria de occidente»; me sentía como una pieza en un rompecabezas que no pertenecía a ningún lado.
Casi siempre sentía un amargo sabor por saberme no aceptada por «mi biología» y mi ser travesti, marika y trans no binarie, por escapar del constructo colonial de la ciencia como destino y resistir a la dictadura heterosexual y a la lógica dicotómica de las categorías occidentales mujer-hombre.
«Hay feminismos abiertamente terfistas y transodiantes, también los hay racistas en donde solo se reconoce la teoría occidental como válida para la politización».
Waquel Drullard
No creo en un feminismo reformado y menos en uno en donde las personas travestis, negras, trans y no hegemónicas representamos «el anexo interseccional» de los feminismos. Desde su origen, estos espacios nunca comprendieron la lógica cimarrona de la fuga a una identidad otra, donde, pensando en Gloria Anzaldúa, pude construir mi otra casa con mi propia argamasa. Esta idea de la transitividad y el no encarnar el cuerpo idílico del feminismo nunca fue una vivencia válida para estos espacios feministas que se juraban ser seguros y libres de violencia.
Hay feminismos abiertamente terfistas y transodiantes, también los hay racistas en donde solo se reconoce la teoría occidental como válida para la politización. También me topé con un feminismo «transincluyente» pero con restricciones: te reconozco mientras te veas como una «verdadera mujer» o lo que se le conoce como cispassing.
Yo les hablaba y les decía que venía de un contexto del Caribe, de República Dominicana, donde nunca había escuchado sobre feminismo, pero me resonaba el concepto de patriarcado y la feminización del cuerpo, ya que me acababa de alejar de un territorio específico (no peor que México) marcado por un agudo fundamentalismo evángelico pentecostal, donde me despertaba casi todos los días a las seis de la mañana, con una vigilia, que reza: «tú, hombre afeminado que te echas con otros hombres, te recuerdo que Cristo viene pronto y el diablo te va a llevar”, contexto que durante 17 años de mi vida (tengo 29) me llevó a ser evangélica, adventista del séptimo día, católica y testigo de jehová.
Entonces, al escuchar sobre feminismo por primera vez cuando tenía 19 años, sentí un alivio profundo. Pero a pesar de que les conté mi historia y el porqué me sentía convocada a pensarme y deconstruirme desde ahí, fui vista con sospecha por la biología forzada inscrita en mí por el régimen médico-clínico-colonial. Entonces nunca tuve derecho a la palabra, sentía que mi rol era estar callada en una posición de genuflexión y escucha ante las verdaderas víctimas: las mujeres.
«Sentirse criminal en el feminismo»
Me hacían sentir que les debía algo, sentía culpa y vergüenza. Sentirse criminal en el feminismo es siempre cargar con una culpa, es un delito que estaba entre mis piernas, es una forma inconsciente de transfobia y esencialismo biológico que reproducen muchos feminismos a la par que reconocen que las mujeres trans son mujeres.
Y aunque yo no soy un hombre, me percaté de otras violencias que me atravesaron, porque contra mi voluntad así me leian, y es que muchos feminismos hablan y teorizan de los hombres sin invitarles a la conversación, ejercen una violencia brutal al hablar de y sobre ellos, desde un programa occidental feminista que equipara a todos los hombres como opresores-victimarios y a todas las mujeres como victímas-orprimidas.
«Me di cuenta de que el feminismo no es un espacio seguro para una marika travesti, negra, tercermundista y trans no binaria como yo»
Waquel Drullard
Yo les conté muchas cosas que no fueron escuchadas. De cuando me decían en el barrio «mujercita» por caminar de cierta forma, de los golpes que recibí en las muñecas por poner las manos de cierta forma, hasta la negación de mi existencia por construirme fuera de la matriz binario -heterosexual. Esto fue ignorado, y ahí me di cuenta que el feminismo no es un espacio seguro para una marika travesti, negra, tercermundista y trans no binaria como yo.
Otro momento en el que fui un cuerpo criminal fue en las filas feministas de las marchas del 8M. Hay dos situaciones muy concretas que recuerdo. Una me pasó en el 2018 en la Glorieta Diana cuando un grupo de feministas radicales encapuchadas me persiguieron con un bate gritando «¡aquí no queremos vatos violadores!».
Esta experiencia me llevó a reflexionar esa lógica reduccionista, antagónica y profundamente punitiva que construye a todos los cuerpos con penes como violadores en potencia, culpables hasta que demostremos lo contrario. Es una lógica injusta, transfóbica y colonial por definición.
El segundo momento que recuerdo fue en la última marcha del 8M que asistí en Ciudad de México en el 2020. Estando con compañeras feministas negras y prietas, me encontré frente a muchas violencias en el transcurso de toda la marcha, debido a ser un cuerpo criminal, y que gracias a las mujeres negras y racializadas con quienes marchaban, impidieron que haya sido expuesta y sacado de ese espacio que se proclamó seguro.
«Creo más que nunca que podemos ser activamente antipatriarcales sin enunciarnos desde el pedestal occidental de la colonialidad feminista»
Waquel Drullard
Lo cual me lleva a pensar que estar convencida de que el feminismo o los feminismos son espacios seguros evidencia un privilegio cis-heterosexual-blanco que casi nadie desea admitir.
No quiero despedirme, sin antes reafirmar lo que hemos venido pensando en colectivo y que hemos retomado de luchas antirracistas y anticoloniales, creo más que nunca que podemos ser activamente antipatriarcales sin enunciarnos desde el pedestal occidental de la colonialidad feminista. Y que abandonar las teorías occidentales y blancas es una opción descolonial.
Hace tres años, Matsuko se compró unos patines. De inmediato se dio cuenta de que en la ciudad aún faltan espacios para patinar, así que le surgió la idea de crear un club para hacerlo en grupo. Lo platicó con sus amigas, se unieron y entonces surgió Ráfaga, un club de rollerskate y rollerdance en Ciudad de México donde hoy hacen posible lo imposible, se apoyan e inspiran colectivamente.
Cuando comenzaron, poquito antes de que iniciara la pandemia de Covid, patinaban donde fuera: en la calle, parques, casas, estudios. Aprendían viendo tutoriales en YouTube. Después, consiguieron un lugar en donde hacerlo y un instructor. A partir de ese momento, la comunidad no ha dejado de crecer.
Fotografía. Diana Caballero
En Ráfaga no solamente dan clases para aprender a andar y bailar en patines, sino que se ha formado una comunidad en donde cada persona es un soporte para la otra. Juntas superan sus límites y no hay imposibles.
«Lo más gratificante de Ráfaga es poder crear juntas otra realidad. No competir, sino acompañarnos», dice Ivania, otra de las fundadoras del club.
Fotografía. Diana Caballero
Ambas opinan que una de las cosas más bonitas que han vivido en el club es ver el cambio en las mujeres, observar cómo se inspiran entre sí. «Cuando veo a alguien que entra y no podía patinar y ahora puede dar vueltas y ser libre con su cuerpo es una super satisfacción», cuenta Matsuko.
Y justo de eso trata la nueva campaña de adidas, «Hacer posible lo imposible», del poder de superar nuestros límites.
Ráfaga: morras patinando y tomando los espacios de la ciudad
Al principio, no imaginaban que Ráfaga sería un grupo mayoritariamente de mujeres. Matsuko dice que eso se fue dando de forma muy natural hasta convertirse en «un lugar que es muy de morras, de mucha libertad, donde nadie critica a nadie y el cuerpo es libre».
Fotografía. Diana Caballero
Pero el camino no ha sido sencillo, han enfrentado varios obstáculos. El primero fue la pandemia. Pero también la dificultad para encontrar espacios para patinar, pues necesitan ciertas condiciones para hacerlo.
Matsu dice que por eso necesitan que más gente sepa de la existencia de Ráfaga, para que así la comunidad crezca y tengan más posibilidades de tener mejores espacios para patinar. Y también difundir el proyecto porque aún existen ideas o límites que se pone la gente al creer que no podrían patinar.
Fotografía. Diana Caballero
A pesar de todo esto, lo que han conquistado en Ráfaga son cosas que imaginaban imposibles, como sus primeras fiestas en patines que ya son una realidad. Pero también «la comunidad que hemos logrado, ver el apoyo de todas con todas, hasta en cosas que no son Ráfaga, sino ya en un nivel personal», dice Ivania.
Un espacio de sororidad, oportunidades e inspiración para más mujeres
En Ráfaga, la sororidad que se ha creado entre las integrantes del club lo es todo, comenta Ivania: «si no hay sororidad, no hay comunidad».
Cuando patinan juntas, dice Matsuko, «todas somos un cuerpo que está bailando, sudando, disfrutando, riendo, cayendo y aprendiendo. No hay diferencias entre las demás y no hay límites, llegas ahí y ya eres parte del crew».
Fotografía. Diana Caballero
Las dos fundadoras de Ráfaga dicen que ven el patinaje como un lugar muy simbólico a través del cual existe una oportunidad de trascender los límites al reconocer tus capacidades día tras día.
«Poder aceptar que te vas a caer y que te van salir moretones y que sÍ duele, pero que luego te vas a parar y se te va a quitar el miedo porque la próxima vez te vas a caer mejor, para mí eso es algo que me ha inspirado», dice Matsuko y cuenta que lo que también la motiva es que hay personas que les han dicho que en el patinaje encontraron el ejercicio que les gusta y en donde son buenas.
Fotografía. Diana Caballero
Ivania encuentra inspiración en «crear juntas, desde las coreografías, hasta aprender pasos nuevos. Es creación continua y eso me parece muy iluminador».
Ráfaga es un espacio para todes. Si quieres unirte y tomar clases para aprender a patinar o a bailar en patines, búscalas en Instagram.
Rosalía Trujano Ortega recuerda vívidamente la vez que la llevaron a ella y a las otras infancias de su kínder a una panadería que estaba cerca de la tienda de su familia nuclear, que en ese entonces eran comerciantes. El aroma de las galletas quedó presente en su memoria y el tema de aprender a hacer pan estaba ahí en sus deseos. Nunca se imaginó que esta labor se convertiría en un pretexto para tejer redes de apoyo a mujeres en Las Panas.
En 2016 fundó Las Panas como un espacio seguro para acompañar a mujeres de escasos recursos que sufren de diferentes violencias y con el cual, a la fecha, han apoyado a más de 500.
A través de estos años han trabajado en diferentes espacios físicos, de La Merced a la Santa María la Ribera y ahora en Iztapalapa, algunos han sido tiempos más complicados que otros. En su devenir han estado diversas personas y organizaciones que las han apoyado. Han tenido cambios, errores, aprendizajes y descubrimientos, pero su misión sigue intacta.
«Además de proporcionar acompañamiento psicológico y emocional, Las Panas buscan fortalecer la autonomía económica de las mujeres a través de su capacitación en el oficio de panadería»
Además de proporcionar acompañamiento psicológico y emocional, Las Panas buscan fortalecer la autonomía económica de las mujeres a través de su capacitación en el oficio de panadería, que les permita emplearse o autoemplearse como una estrategia para salir de entornos de riesgo. El pan es una herramienta tangible para salir de situaciones de violencia y dependencia económica.
El 82% de las que han participado en algún momento en sus talleres gratuitos ahora tienen alternativas para salir de situaciones de violencia, además de que para el 74% de ellas el pan es una manera para generar ingresos propios. El proyecto está enfocado por ahora, en las que provienen, sobre todo, de zonas socialmente vulnerables de la Ciudad de México y el Estado de México, en los que se registran altos índices de feminicidios y desapariciones. En su fase actual, ya comienzan a trabajar con migrantes y con mujeres con discapacidad visual o que acaban de salir de la privación de su libertad.
Previo a comenzar este proyecto, en 2015, Rosalía y dos amigas jaraneras comenzaron a entrarle al mundo del pan como pasatiempo lo que luego se fue convirtiendo en una manera de conocerse entre amasada, leudada y horneada. Ella iba saliendo de una mala relación de pareja y todavía no tenía acuerpado e interiorizado el feminismo en su vida. Pero este pasatiempo se volvió algo que le gusto más y más por lo que provocaba.
Ella estudió psicología y una maestría en trabajo social, trabajó con violencias y juventudes. Las Panas es consecuencia de que, en su búsqueda por hacer lazos vecinales convocó a las mujeres del edificio en el que vivía a que, con su hornito, lograrán algunos panes sencillos. Si bien su primera intención era hacer un mapa de riesgos de la zona, no era eso lo que ellas necesitaban sino que estos encuentros se volvieron un momento para conversar de problemáticas y desigualdades como acoso callejero y violencia intrafamiliar.
Rosalía decidió entonces desarrollar una metodología: proponía los temas, se aceptaban comunitariamente, se organizaban, se escuchaban. Ella establece sus principios de forma clara: pertenece a la escuela de las intervenciones sociales comunitarias en las que vas al barrio e invitas cara a cara, esto permite que haya cohesión, que la gente se reconozca, se ayude, que no sea ajena y que si en algún punto corren peligro, haya cobijo. Algo vital es que en sus talleres no se busca aleccionar con teoría sino que se dan herramientas y las mujeres son las expertas en sus vidas:
«Cada quien tiene una historia y no les podemos decir ve y deja a tu marido. Justo hay que ir cachando eso y no juzgar»
Rosalía Trujano
«Cada quien tiene una historia y no les podemos decir ve y deja a tu marido. Justo hay que ir cachando eso y no juzgar. Ya tenía experiencia porque trabajaba en espacios comunitarios y fue más claro con eso detrás, pero se nos da fácil querer irnos por otro lado, así que hicimos reglas básicas como hablar desde el yo, evitar juicios y todas las que las mujeres quieran ir agregando para crear espacios de convivencia respetuosos».
Cómo funcionan Las Panas
Los talleres de Las Panas constan de siete sesiones y se realizan cada 15 días, a fin de que las mujeres tengan oportunidad de organizarse con sus actividades cotidianas. Estos duran seis horas y se enseña una técnica diferente de pan, así como temas que van desde el auto cuidado hasta tipos de violencias. Además, hay dos sesiones más de acompañamiento con otras mujeres que tienen negocios y que les comparten conocimientos que puedan ayudarlas.
También hay compañeras que reciben terapias individuales con perspectiva feminista: «se abren cosas y aunque ya hay cierto nivel de sensibilización, otras nunca se han acercado a procesos psicológicos y tienen la creencia de que solo se va a terapia cuando se está muy mal, de que estoy loca, entonces voy a terapia. Se sigue teniendo ese estigma». Hay casos que a veces se llegan a canalizar por otras vías (cuando necesitan ir a refugios, buscar asesoría legal, entre otros).
«Queremos en un futuro dar espacios de sensibilización con perspectiva de género a las panaderías más grandes»
Rosalía Trujano
Una característica importante es que tienen muy claro que se trabaja desde entornos vulnerables en varios niveles. Es por eso que las técnicas de pan que se enseñan cada año van cambiando. Deben ser panes sencillos y vendibles. Han adaptado recetas para que sean más prácticas y que no solo requieran de hornos sino que se hagan en la estufa, en planchas u ollas a fin de comprender y ser empáticas a las que menos recursos tienen.
Asimismo, promueven voluntariados con otras panaderías militantes y después, algunas mujeres hasta se quedan a trabajar ahí. Lugares como Vendaval cooperativa panera en la San Rafael o Rojo y negro en Pedregal de Santo Domingo son algunas con las que puede haber entendimiento social ya que hay mayor claridad de lo que representa el trabajo digno: «queremos en un futuro dar espacios de sensibilización con perspectiva de género a las panaderías más grandes», añade Rosalía.
Además, hay una opción para que las mujeres que quieran aportar a la causa de Las Panas, y a la vez aprender, entren a la dinámica de Un taller pagado, un taller donado. Con un costo entre 800 y 900 pesos, en ellos se enseñan panes temporada como rosca de reyes, panettone o los que se decidan cada año. Otra acción es que hacen horneadas quincenales en las que se vende pan, y aunque ahora todo lo comunican en redes sociales, suelen pegar carteles en donde estén, pues como ya se mencionó, lo que les importa es que se generen acciones barriales.
Un paso importante para Las Panas en este 2022 es el lanzamiento de su campaña Amasando autonomía con el objetivo recaudar fondos para inaugurar la primera panadería social feminista en México, que es la materialización del espacio que siempre han soñado. Rosalía es enfática: «no podemos seguir dependiendo de instancias gubernamentales que dan apoyos nulos o muy bajos». 2020 acabó con sus ahorros y aunque salieron adelante, necesitan más planes estratégicos.
Quieren un local físico donde las mujeres sean las protagonistas y puedan vender sus alimentos: «lo que este proyecto nos ha dejado claro es la resignificación de la cocina. Tenemos una frase que es Horneamos insurrección y no la creamos nosotras, la vi en un sticker en un bazar y se me grabó pues eso es lo que hacemos. En las cocinas podemos compartir sexualidades, saberes, se da una complicidad muy cabrona. Recuperamos los hornos, los espacios donde las mujeres son libres y pueden practicar, conocerse (…) Las panaderías son de hombres que sí porque hay que cargar los costales, que si la amasada. Hay compañeras que han buscado empleo fuera de esta red y el pero es ‘Ay, no vas a poder’ y hay compas que dicen ‘claro que sí puedo’».
«Somos más que pan: detrás hay un montón de mujeres, ese siempre ha sido el pretexto»
Rosalía Trujano
El tema es que sea 100% de mujeres sin afanes separatistas, pero sí enfáticos. Tener un espacio abierto al público les va a permitir no ser nómadas de horno en horno, les permitirá emplear a más, profesionalizarse, tener más equipo, capacitar más compañeras, tener ingresos justos, ser independientes en colectividad. «Somos más que pan: detrás hay un montón de mujeres, ese siempre ha sido el pretexto», dice Rosalía.
Su meta económica es de dos millones 200 mil pesos a obtener de marzo a junio de 2022 y hay varias maneras de apoyarlas:
Donando en efectivo a BBVA México, cuenta: 0105858879, CLABE: 012180001058588795, a nombre de Las Panas Cohesión Cocción.
Donando en especie (los donativos son deducibles de impuestos).
Entre sus principales alianzas están Kering Foundation, Fondo Semillas e Indesol, así como voceras entre las cuales están la comunicadora Tamara de Anda y la rapera Audry Funk quienes están cercanas al activismo de género. Con Rosalía hay más equipo como Dhira Villanueva Hernández, Karina de la Torre y otres más. Ellas continúan creciendo juntas, están las que fueron y las que van llegando han dado su esfuerzo y trabajo.
Las redes sanan: «a mí me cambió la vida totalmente. Desde la convivencia con mujeres, pude tener sanación con mi propia madre, con mis hermanas, vislumbrar la relación con ellas, con mis tías y con mi padre, con mis parejas sexo afectivas, con mi apertura sexual. En realidad, me espejeo un montón. Cada taller que damos es un espejo, aprendemos, nos reflejamos todas. Cuando estamos frente a grupo es enriquecedor. Nunca hemos pensado que vamos a enseñarles nada. Aprendemos juntas».
Ella está convencida de que las mujeres somos capaces de crear espacios muy sanadores: «si hay que trabajar con masculinos lo hago, pero prefiero estar con mujeres ya que las dinámicas cambian, sin generalizar, se anula la competencia. Conforme me reconocí en las demás compañeras, me sentí apapachada, fortalecida, en un espacio seguro. Nos volvemos compas, hermanas, redes de apoyo. No somos perfectas porque también es cierto que cuando trabajamos violencias y las reconocemos, también somos reproductoras y hay que estar platicando sobre eso».
Rosalía finaliza con algo sumamente político y poderoso: la sanación puede ser vista como un acto de justicia social. Las mujeres tenemos derechos y entre ellos está el vivir mejor —y qué mejor si hay pan en ese camino—.
Si les gusta el chismecito, seguramente también están siguiendo la ceremonia de los Oscars 2022. Acá les contamos qué pasó, quiénes fueron les ganadores que más nos emocionaron y los momentos bonitos de la premiación.
En la alfombra roja vimos muchos look primaverales, arriesgados, de colores vibrantes y mucho amortsssss. En este hilo de Twitter comentamos algunos.
Después de la alfombra roja, Beyoncé fue la encargada de iniciar la premiación y todavía estamos emocionadas. Cantó Be Alive, de la película King Richard, que trata sobre la vida del padre de Venus y Serena Williams, y protagonizada por Will Smith.
Y ya comenzó la premiación, ¡y qué inicio! No estamos superando a Beyoncé 💚💚💚 pic.twitter.com/Kd5vn26YXv
Este año, la ceremonia fue presentada por las comediantes Regina Hall, Wanda Sykes y Amy Schumer 🔥🔥🔥, quienes comenzaron con TODO. «La Academia contrató a tres mujeres porque es más barato que un solo hombre», dijo Schumer.
Y ahora sí, les ganadores de los Oscars 2022 que más nos emocionaron:
Adriana DeBose se convirtió en la primera afrolatina en ganar el #Oscar a Mejor actriz de reparto por su papel de Anita en ‘West Side Story’!💖
El premio a Mejor Documental se lo llevó The Queen Of Basketball, de Ben Proudfoot, que retrata la vida de Lucy Harris, una de las mejores jugadoras de baloncesto de la historia ✨
#Encanto ganó en la categoría de Mejor película animada! 😍
Troy Kotsur se convirtió en el segundo actor sordo en ganar un Óscar. Marlee Matlin es la primera actriz sorda que ganó un Oscar 1987 por el filme ‘Children of a Lesser God’.«Gracias a todos los integrantes de la academia por reconocer mi trabajo. Esto está dedicado a la comunidad de sordos, este es nuestro momento», dijo Troy al recibir su estatuilla.
La directora neozelandesa Jane Campion, de The Power Of The Dog, gana en la categoría de Mejor directora. ✨ Es la tercera mujer que lo logra.
El próximo 25 de marzo será la Huelga Climática Global 2022, convocada por Fridays For Future. Ese día, miles de personas en todo el mundo saldrán a marchar para exigir acciones y soluciones ante la crisis climática.
En México, más de 25 colectivas aliadas se manifestarán el próximo viernes con el lema #VidaContraCapital para pedir una «solución comunitaria, decolonial y anticapitalista». Las protestas se llevarán a cabo en varios puntos del país, acá puedes consultar el mapa de las acciones presenciales que habrán.
«La crisis climática no es sólo el incremento de la temperatura global, huracanes, incendios forestales y contaminación (…) La crisis climática es una crisis ecosocial, cuyos efectos van desde extinciones de especies hasta la violencia racista contra les migrantes…
«(Por eso), esta protesta será conformada por contingentes representantes de diferentes movimientos: infancias y escuelas, LGBTQ+, defensa de territorio, barrios y pueblos, discapacidades y neurodivergencias, antirracismo y antipatriarcal», informaron les organizadores en un comunicado. Acá pueden leer el texto completo.
Activismo climático: un movimiento por la vida que necesita cuestionarse a sí mismo
«No somos solo números. Hemos sido asesinades por años. Y hemos sufrido por este sistema, y por la crisis climática, desde hace años»
Adriani Maffioletti, activista climática indígena del sur de Brasil, durante la COP26
La cantidad de amor que le tengo al movimiento climático es infinita. Aquí he tejido redes de amor en forma de dignidad y vida. En la pasión colectiva de esta lucha he encontrado la esperanza y autoestima que había perdido en ciclos de tristeza profunda.
Los aprendizajes y las redes de cariño nacidas del movimiento climático han podido más que la violencia capacitista, cuerdista, LGTBfóbica, empobrecedora y alienante que durante la mitad de mi vida me prometieron soledad y colapso en lugar de futuro. Me siento agradecide por ello.
Por eso, creo que Viernes por el Futuro y organizaciones similares forman parte de una rebelión genuina que llevaba décadas esperando visibilizarse y crecer. Organizaciones como la mía adquirieron rápidamente efervescencia y apoyo social internacional que ni las antiguas generaciones de ambientalistas occidentales ni las luchas antisistémicas de defensa del territorio habían logrado incitar.
Pero (y es un enorme pero) ocurrió así porque las infancias y juventudes blancas y ricas fundadoras de Fridays for Future eran en su momento el único sujeto político que pudo hablar simultáneamente desde la honestidad y la visibilidad, sin que esto requiriera que el sistema se pusiera en peligro a sí mismo de manera inmediata. Tal como Iván Illich ya describió hace décadas, las instituciones modernas solo confieren el privilegio de disentir a aquelles que han sido comprobades y clasificades como fabricantes de dinero o usurpadores de poder en potencia.
Aquí es donde inicia mi preocupación, pues ahora que conozco mejor la estructura de mi movimiento, lo he descubierto como una máquina. Una industria de extractivismo cultural que convierte al clamor político en un espectáculo. Que toma rapazmente las narrativas antisistémicas de comunidades indígenas y racializadas para convertirlas en pura publicidad que engrandece a dóciles celebridades activistas.
Diga lo que diga cualquiera de los recientes reportajes de medios de comunicación capitalistas, hoy los intereses de las clases dominantes se sobreponen al conocimiento colectivo adquirido por las juventudes.
Mi experiencia en la COP26 de Glasgow, Escocia
«Nuestros cuerpos son del color de la tierra, y no somos nadie. Hemos nacido de tantos Apocalipsis, ¿ya qué importa otro más? (…) No tenemos eco-ansiedad, tenemos estrés postraumático»
Ayisha Siddiqa, activista climática pakistaní, durante la COP26
En noviembre del año pasado, ocurrió la 26a Conferencia de las Partes, COP26, organizada por las Naciones Unidas. Este encuentro se da anualmente desde 1992 y tiene como objetivo oficial sentar frente a frente a representantes de cada Estado-Nación para que determinen entre sí el futuro del mundo.
Los hechos han mostrado que, año con año, generalmente deciden que nuestras vidas valen menos que las acciones de las 100 empresas que son responsables del 70% de la contaminación planetaria. Cuando se me dio la oportunidad de ir, no lo dudé: quería hacer amistades y crear solidaridades con gente que lucha por lo mismo que yo.
De todas las personas que conocí, aprendí que en esta lucha hay esperanza y oportunidades. Sin embargo, al interior, la COP26 era un centro comercial, una gran tienda llena de logotipos de marcas vibrando sobre pálidas luces LED. El futuro del mundo se discutía en forma de préstamos, descuentos, oportunidades de inversión, y sándwiches congelados a tres libras cada uno («con sabor a miseria y desesperación», diría Re Cabrera).
Me dolió mucho verme parade dentro de ese patético lugar. «¿Yo soy parte de eso?», me pregunté. Llevo años luchando por la justicia climática, y mi boleto hacia la COP lo obtuve con esfuerzo: donaciones, venta de latas, talleres. Aprendimos como pudimos el complejo lenguaje institucional de la ONU para finalmente poder enviar a nuestra delegación. Lo hicimos porque nos importa genuinamente el problema, pero ahora que ya estaba allí solo podía preguntarme, «¿donde me guardo mi ansiedad, ira y cansancio si aquí solo cabe mi pesimismo y miedo a cagarla, e incluso a no ser suficiente para una élite que ni siquiera respeto?».
Pero esto iba más allá de quienes formaban parte de las negociaciones. Vi a gran escala cómo el mismo movimiento climático global toma las convicciones de las personas y las hace emular el comportamiento de esa política institucional. Entender eso (sí, entenderlo con el corazón) fue un procedimiento traumático y no exagero. El movimiento se dejaba manipular por medios de comunicación liberales y reglamentos de conducta que nos pusieron en portadas de revistas pero nos arrancaron cualquier poder real para mitigar la crisis climática.
¿Y mientras tanto qué ocurrió fuera de la COP?
«Hago lo que puedo. Y luego, como que miro al otro lado del pasillo y veo gente neurotípica, con cuerpo y mente sin discapacidad, que obtiene mucho más de lo que hacemos y de lo que compartimos ambes. Obtienen mucho más de lo que yo podría jamás»
Meses antes de la COP26, Fridays for Future se comprometió a llevar a Glasgow a la mayor cantidad posible de personas de pueblos y áreas más afectadas por la crisis climática (MAPA, por sus siglas en inglés), pero a pesar de ello la disparidad de representación racial y de clase fue obvia. El racismo se volvió latente.
Comenzaron a ocurrir conflictos entre nuestros núcleos con comunidades indígenas hartas, y con razón: todas las poblaciones vulnerables habían sido invitadas para ningunearles, y que ni siquiera se les viera a los ojos al hablar. Nuestra propia organización tenía responsabilidad.
Mientras que activistas del Norte dormían en Glasgow a pocos minutos de la COP, quienes proveníamos del Sur Global dormíamos a una ciudad de distancia, en Edimburgo. Despertábamos tempranísimo para tomar el tren y llegar a los decepcionantes eventos; regresábamos de nuevo hasta la madrugada, abrumades por el agotamiento.
La interacción entre integrantes de países ricos con los de países colonizados y empobrecidos se volvió mínima, apenas reducida a eventos y manifestaciones. Vivir así, a jaloneos, fue especialmente difícil para integrantes neurodivergentes y discapacitades.
Una forma de catarsis ocurría en las calles de Glasgow durante las grandes manifestaciones. 50 mil personas participaban un día, 150 mil al siguiente, ¡Samir vive!», decían los filipinos, «¡Fora Bolsonaro!», respondíamos les mexicanes. Reíamos, brincábamos, y la comunidad crecía.
Pero luego esto se arruinaba cuando los focos de cientos de cámaras aparecían, y el oportunismo se imponía por sobre la solidaridad. Megáfonos eran arrancados de manos negras para ser tomados por aquellas celebridades que solo querían posar ante los medios, y lo que inició en colectividad se convertía en plataforma para que les activistas más cercanes a la élite se vendieran ante periodistas de Europa como si fueran marginades y no opresores. Esto, por supuesto, incluía a gente de Latinoamérica también.
Ante esto, el movimiento internacional culpó, de nuevo, a la burocracia y a la desorganización. Pero allí había una estructura evidente y era discriminatoria. Era una estructura que, si bien esta vez la sufríamos nosotres, nuestro movimiento la llevaba reproduciendo con otras comunidades desde hace años y en muchas partes del planeta.
Aprendí así que no pensar más allá de las lógicas del sistema es reproducirlo, incluso cuando buscas confrontarlo.
El movimiento climático tal como lo conocemos debe ser abolido y suplantado
«No solucionaremos la crisis climática mediante la COP26, y tampoco la solucionaremos mediante ninguna de las siguientes COPs»
Chito Arceo, activista climático filipino, días después de haber participado en la COP26
A pesar de ahora estar constituido en gran parte por organizaciones jerárquicas y gigantescas, el movimiento climático nació de manera orgánica. Por ejemplo, Fridays for Future se fue estructurando a nivel global mediante colectivas que nacieron de manera mayoritariamente independiente, aunque inspirándose unas a otras.
Hoy ya existen grupos liderados por comunidades indígenas, así como otros que luchan explícitamente desde el anticapitalismo y la solidaridad. Fridays for Future India, por ejemplo, ha apoyado las huelgas de granjeros de su país al punto de que una de sus integrantes, Disha Ravi, de 22 años, vivió persecución y encarcelamiento político a inicios de 2021.
Estos logros existen gracias a impulsar el dinamismo, pluralismo, y descentralización de nuestra acción colectiva. ¡Eso es lo más valioso de los nuevos movimientos sociales, y es algo que debe aprovecharse, no tratar de contenerlo! Carne Ross, autor del libro La Revolución sin Líder, le comentó a The Atlantic hace unos años que las nuevas tecnologías permiten formas de organización que ya no requieren estructuras jerárquicas para diseminar estrategias, pues las estrategias se pueden diseminar solas.
Además, entre más grande es tu organización, más difícil es poder enmarcarla en una estructura estable que funcione, y por ello la burocracia y centralización se convierten en monstruos demasiado fuertes para poderlos eliminar del todo.
Las soluciones ya se conocen, pero para ello deben revisarse experiencias más antiguas. El movimiento feminista hace décadas se encontró con un problema similar y decidió no reproducir esa forma patriarcal de organización y, en su lugar, articuló pequeñas colectivas. «El origen de la preferencia por los pequeños grupos en el movimiento de mujeres –y por pequeños grupos me refiero a colectivos políticos– fue, como lo expuso Joreen, una reacción en contra de la organización jerárquica y sobreestructurada de la sociedad en general y de los grupos masculinos de izquierda en particular», escribió la anarco-feminista Cathy Levine en La Tiranía de la Tiranía (1979) .
Levine concluye diciendo que aunque la desorganización puede ser un problema, no lo es tanto como la falta de estrategia política. Los principios y objetivos en común importan mucho más que cualquier hiper-burocratización de carácter más institucional.
Así que mi propuesta es que el movimiento climático comience a descentralizarse, y comience a tomarse en serio a la gente que lo conforma.
Organizaciones como Fridays for Future deberían renunciar a estructuras jerárquicas y rearticularse de manera confederada, dando libertad de asociación y disociación a sus grupos de trabajo frente a cada proyecto internacional o regional. Las únicas funciones de una estructura tan grande deberían ser la redistribución y democratización de los recursos que hoy monopolizan activistas del Norte, así como impulsar redes más complejas de solidaridad global que eventualmente suplanten a las macro-organizaciones.
Deberíamos de ceder espacios, pues nuestra propia comodidad con la atención mediática nos está dejando aislades. Recordemos que el propósito no es lograr un gran movimiento liderado por las juventudes, sino un gran movimiento de movimientos liderado por muchísimas diversas y complejas poblaciones que hoy son vulneradas por el sistema.
No es suficiente con entender que la crisis climática es una crisis social, también debemos entender que la lucha climática es lucha de clases, y eso implica que siempre debemos elegir el lado de les oprimides y nunca poner en riesgo estas redes solo para lograr avances dentro de proyectos institucionales. ¿Para qué interpelar a negociaciones internacionales o a la los Estados o corporaciones? Podremos boicotearles, ignorarles, y articular alternativas donde los pueblos y áreas más afectadas por la crisis climática tengan la primera y última palabra. Al lograrlo estaremos (por fin) haciendo política, cambiando al mundo, y las portadas de revista perderán importancia.
La primavera llegó. El calorcito y las plantitas con nuevos brotes nos lo indican. Es un periodo cargado de una fuerte dosis de energía solar que puedes aprovechar a través de estos consejitos y rituales para recibir la primavera desde casa… y atraer abundancia, calma y felicidad.
El equinoccio de primavera ocurre cuando el sol alcanza el punto más alto en el cielo. En México ocurrirá el domingo 20 de marzo a las 9:33 (hora centro). El inicio de la primavera representa simbólicamente un resurgimiento y es un momento ideal para recargarte de energía positiva y manifestar buena vibra.
Más allá de la magia, estos rituales para recibir y hacer durante la primavera desde casa representan actividades de autocuidado, amor y reflexión. ¡Menciónanos en redes si haces alguno!
Rituales para recibir la primavera y atraer alegría y calma
1. Baño purificador
Para este ritual necesitas hervir durante cinco minutos una ramita de ruda, eucalipto y salvia en dos litros de agua. Después de dejarlo enfriar un poco (la temperatura que a ti te guste), moja tu cuerpo con esta agua, desde el cuello hasta los pies. Mientras lo haces, respira profundo y expulsa de tu mente todo pensamiento negativo, relájate y continúa respirando hasta terminar el baño. No enjuagues la mezcla, verás que al terminar sentirás tu cuerpecito relajado.
2. Baño de cítricos
En un recipiente de vidrio vierte un litro de agua, los pétalos de una rosa, una cucharadita de miel y esencia de cítricos (estos son para atraer pura cosa buena y bonita). Una vez hecha la mezcla, siéntate en el suelo con el reciente frente a ti y lava tus manos y rostro con la mezcla. Mientras haces esto pronuncia las siguientes palabras «Que se manifieste abundancia y plenitud en mi vida espiritual». Continúa lavando tus manos y tu rostro a la vez que reflexionas sobre las cosas que quieres mejorar y atraer en tu vida. Respira profundo y relájate.
Este ritual se trata de algo muy simple pero elemental: hacer espacio para que cosas bonitas lleguen. Para esto, limpia las superficies de tu casa o habitación, organiza tus cosas, dona todo aquello que pueda tener una segunda vida, cambia de lugar los muebles y la decoración para que el aire, la luz del sol y la energía pueda fluir de nuevas y diferentes formas. Recuerdo que tu casa es el lugar donde pasas más tiempo y es necesario darle atención, cuidado y mucho amor.
4. Sembrar plantitas nuevas
Las plantas son una buena forma de darle la bienvenida a la primavera y recargar tu hogar con energía natural. Son sinónimo de abundancia, vida y pueden ayudarte como una forma de mantenerte en el presente (¿habías escuchado del plantfulness?, acá te contamos qué es). Además, esta es la mejor temporada ideal para trasplantar. Si necesitas inspiración para elegir plantitas para tu casa u oficina, échale un ojo a esto.
5. Ritual de felicidad
Este ritual es para que te animes a disfrutar lo que más te gusta: ya sea pintar, dibujar, cocinar, meditar, jugar con tus mascotas. El punto es que hagas lo que tanto te gusta y disfrutes conscientemente de ello.
Los comienzos y cambios estacionales son un buen pretexto para motivarnos a hacer cosas nuevas, mejorar nuestros hábitos, desear y atraer cambios positivos a nuestras vidas, pero eso no significa que deba ser la única ocasión del año. Ante todo es bueno recordar que debemos tener compasión, paciencia y mucho amor para nosotres mismes, siempre. Y que no estamos obligades a cumplir ninguna expectativa.
Con motivo del Mes de la Historia Negra, en esta ocasión quiero hablar sobre quién es Yemayá: madre de los mundos, protectora de todos los males, cuidadora, reina de los océanos.
Cada año, el 2 de febrero se celebra el día de la Candelaria. Los tamales se sirven y las familias se reúnen. Sin embargo, ese también es el día de la sirena negra Yemayá, respetada por todos los Orishas.
Cuenta la leyenda que cuando la tierra ardía en fuego y no existía vida ni agua, Olofin, ser supremo regidor del cielo, decidió poblar la tierra. Entonces el ardiente vapor que cubría la tierra se convirtió en nubes que reventaron en lluvias torrenciales. Cuando la tierra se inundó de agua profunda y cristalina, Yemayá bajó y la vida germinó, por eso es la madre del mundo, porque con ella surgió la vida.
Conocí a mis Orishas a través de la música. Desde niña, escuché innumerables canciones dedicadas a Yemayá. En la salsa, a Celia Cruz y al Cantante Héctor Lavoe; en el reggaetón, a La Sista y a Tego Calderón.
La música como celebración y espiritualidad
La música ha sido una parte fundamental en mis búsquedas espirituales. No conozco de religiones ni de normas ni rezos ni ritos. Mi espiritualidad es un proceso de autoconocimiento que no sigue ningún tipo de decálogo moral o mandamiento, es un acto que se construye en la experiencia.
La música (siempre presente en mi vida) es lo que me ha brindado todo tipo de conocimiento. Como ya lo he mencionado en anteriores ocasiones, para mí la música es la más increíble de las maestras. Con el tema de la espiritualidad, por supuesto que no ha sido la excepción.
La música ha sido una parte fundamental en mis búsquedas espirituales. No conozco de religiones ni de normas ni rezos ni ritos. Mi espiritualidad es un proceso de autoconocimiento que no sigue ningún tipo de decálogo moral o mandamiento, es un acto que se construye en la experiencia.
Valeria Angola
Cuando celebro a Yemayá en su día y le agradezco por la vida, le dedico canciones festivas como Para Ochún y Yemayá, de Héctor Lavoe, o Changó y Yemayá, de la Orquesta Santera. Sin embargo, cuando mi corazón está inquieto por algún asunto, escucho Canto a Yemayá, de Celia Cruz con la Sonora Matancera, para clamar por tranquilidad.
Así mismo, Yemayá, de La Sista, reggaetón lanzado de 2006 del álbum Su Majestad Negroide, es una canción que suelo utilizar para rezar y suplicar protección cuando el ambiente es hostil y reina el mal de ojo, la envidia y la maldad. El poder del agua de la madre Yemayá sirve para limpiar el alma y también nos protege de las personas que nos quieren causar daño. Recomiendo escuchar esta canción para espantar las malas vibras.
Los festejos de Yemayá
En la religión Yoruba, Yemayá es una figura femenina relacionada con la sexualidad, la abundancia y la fertilidad. Yemayá es la madre, la gestación, representante del agua como un refugio materno, como lugar fecundo de vida, de protección.
A pesar de que la celebración de Yemayá coincide con el día de la Candelaria, en Brasil se le relaciona con la Virgen de la Concepción y en Cuba con la Virgen de Regla. ¿Pero qué tiene que ver una divinidad africana con una virgen católica? Este fenómeno se denomina sincretismo religioso.
La palabra sincretismo es de origen griego y significa mezcla, compuesto. Según antropólogos, el sincretismo es cuando se combinan elementos de dos o más tradiciones históricas en un contexto religioso.
Los especialistas le llaman sincretismo, para nosotres es resistencia. Las personas africanas traídas de forma forzada a América en tiempos de la Colonia, a pesar de la evangelización, se aferraron a sus santos y deidades para sobrevivir el brutal contexto de violencia, dominación, desahucio y muerte.
La práctica de la espiritualidad para las personas negras de la diáspora africana ha sido fundamentalmente un proceso político de resistencia y emancipación. Por eso, las espiritualidades de los pueblos dominados fueron condenadas de brujería, superstición y charlatanería.
Valu Angola
Las personas en condición de esclavitud con sus habilidades espirituales sanaron y curaron, la espiritualidad es un saber medicinal que cura y previene enfermedades y dolencias, pero también dichos poderes mágicos sirven para pelear contra la colonización: pócimas, conjuros y ofrendas a los Orishas para atacar a los amos.
Yemayá me cuida, pero también me recuerda que es necesario organizar la rabia en contra de la matriz de la violencia, en contra de los opresores. Yemayá es resistencia antirracista porque en un mundo de creencias occidentalo-centradas, creer en las cosmogonías africanas es político.
En los últimos cinco años, las búsquedas de la palabra «gordofobia» han ido en aumento en Google, según Google Trends. Esto es un reflejo de cómo se han intensificado los cuestionamientos de las creencias gordofóbicas que aún persisten en la sociedad y que el personal de salud también replica.
Cada día descubrimos más detalles de cómo nos daña el enfoque centrado en el peso en el cuidado de la salud. Por ejemplo, algunas investigaciones periodísticas, como ésta publicada por The New York Times, documentan cómo las personas gordas reciben peor atención médica con doctores que, muchas veces sin escuchar a los pacientes, hacen sus diagnósticos atribuyéndole todo al peso.
Esto ha llevado a que cada vez más profesionales de la salud se cuestionen si su práctica está actualizada. Sin embargo, muchos de ellos caen en el «engaño gordo» (acá cuento un poquito más qué es), es decir, prometen brindar atención «sin estigma de peso» pero no lo cumplen.
Esta es una breve guía de focos rojos para que puedas detectar gordofobia en un personal de la salud y consultorios médicos.
1. Utiliza las palabras «obesidad» o «sobrepeso»
Utilizar la palabra «sobrepeso» es problemática porque parte de la creencia de que hay un peso «correcto», que es ideal y saludable. Mientras que la palabra «obesidad» reafirma el estigma de creer que la gordura es una enfermedad. Ambas premisas totalmente falsas. Te comparto que tengo una entrada del blog completa donde explico por qué no uso esos términos y por qué lo escribo así, entre comillas; puedes leerla aquí.
Utilizar la palabra «sobrepeso» es problemática porque parte de la creencia de que hay un peso «correcto», que es ideal y saludable. Mientras que la palabra «obesidad» reafirma el estigma de creer que la gordura es una enfermedad.
Ana Pau Molina
Que une profesional de la salud utilice estos términos en sus publicaciones, en sus diagnósticos o en su vocabulario regular, generalmente nos indica que está desactualizade o que deliberadamente ha decidido perpetuar el estigma de peso en su práctica.
El uso de estos términos también aplica para la forma en la que le especialista comparte su experiencia y certificaciones. Por ejemplo, si tuviera una especialidad en Obesidad y Trastornos de la Conducta Alimentaria es innecesario continuar replicando el término «obesidad».
2. ¿Usa narrativas sobre «alcanzar tus objetivos»?
Esta narrativa es común en los perfiles de profesionales de nutrición o de entrenamiento deportivo. «¡Te ayudo a conseguir tus objetivos!» «No pierdas de vista tus objetivos». Estas expresiones son una forma de hablar sobre la modificación corporal (que muchas veces es pérdida de peso o aumento de músculo) y es una visión centrada en la apariencia del cuerpo.
Cuando une profesional de la salud habla del cuerpo de esta forma, está perpetuando la idea de que el cuerpo es un «proyecto» que puedes (y debes) modificar para que quepa en algún estándar que sea visible.
Sin embargo, aunque esos mensajes son una excelente forma de vender están cargados de estigmas y además no promueven hábitos sostenibles de salud.
3. ¿Habla del cuerpo como un mérito?
Existe una creencia equivocada de que nuestros cuerpos son un mérito, es decir, quien tiene un cuerpo aceptado y reconocido por la sociedad es porque se ha esforzado por tenerlo y, quien no lo tiene, no se ha esforzado y podría estar haciendo más.
Esta creencia es equivocada. Los cuerpos son distintos porque así funciona la diversidad humana. Las personas (delgadas y gordas) son así por muchísimos factores que están fuera de su control (entre ellos, uno de los más potentes es la genética).
Los cuerpos son distintos porque así funciona la diversidad humana. Las personas (delgadas y gordas) son así por muchísimos factores que están fuera de su control (entre ellos, uno de los más potentes es la genética).
Ana Pau Molina
Algunes profesionales de la salud usan términos como el esfuerzo y el sacrificio cuando hablan sobre los cuerpos. Hablan de que, para tener un cuerpo «saludable» (o sea, delgado), hay que esforzarse y hacer sacrificios. Este pensamiento está completamente alineado con el estigma de peso, porque nos hace creer que, entonces, las personas que se mantienen gordas «no se esfuerzan» (por ende, son flojas o no les importa su salud).
4. ¿Atribuye la gordura a una «desviación»?
Muches profesionales hablan de la gordura «sin estigma» (o sea, con estigma) diciendo que entienden que las personas gordas no somos gordas porque queremos, sino que es un tema «multifactorial» que «se tiene que abordar de forma multidisciplinaria». Entonces, empiezan a decir, básicamente, que hay que buscar dónde se «desvió» esta persona, porque no es normal que sea gorda.
Igual que en el punto anterior, hay que recordar que la gordura es parte de la diversidad humana. Así como hay personas más altas y más bajas, o personas más blancas o más negras, hay personas gordas y delgadas. Por eso, buscar dónde salió «mal», es estigmatizante (como pensar que algo tuvo que haber salido mal para que una persona naciera negra). La búsqueda por un problema hormonal, emocional o fisiológico que «justifique» que alguien sea gorde es estigmatizante en sí mismo (por ejemplo, cuando dicen que si «sanas tus traumas de la infancia, adelgazarás»).
Así como hay personas más altas y más bajas, o personas más blancas o más negras, hay personas gordas y delgadas.
Ana Pau Molina
Espero que, a través de este artículo hayas podido aprender algunos detalles a los que hay que poner atención cuando elijas si quieres o no atenderte con une profesional de la salud. La idea es que vayas desarrollando más pensamiento crítico y que puedas, eventualmente, identificar tú sole al engaño gordo en el ambiente de cuidado de la salud.
Recuerda que tu salud mental y física es tuya y de nadie más. Busca profesionales que te hagan sentido y que vayan de acuerdo a tus valores y creencias, porque eso hará que las recomendaciones te hagan sentido y te ayuden a alcanzar la verdadera salud.
Las relaciones y vínculos afectivos son diversos, como lo es también el espectro sexual. En este texto, hablamos de qué es la asexualidad, los mitos que la rodean y cómo se atraviesa en pareja.
Para Anahí identificarse como una persona asexual fue un camino largo. Implicó todo un proceso de conocimiento y lectura que le permitió conocer más de su orientación sexoafectiva. Ahora, a través de su cuenta de TikTok, comparte información sobre el tema.
«La asexualidad es una orientación sexoafectiva que, en general, se trata de una orientación más afectiva que erótica-sexual. Se dice que el 1% de la población tiene vivencia asexual», dice en entrevista el sexólogo David Moncada.
Aunque se trata como una orientación sexoafectiva también es un espectro, por eso significa diferente para cada quien, es decir, «desde personas que no sienten atracción o deseo sexual (aunque no se limita solamente a esto), hasta personas que sí experimentan atracción o deseo sexual y pueden o no actuar sobre él», agrega el especialista.
Mitos sobre la asexualidad
Para las personas con vivencia asexual, los mitos girando alrededor de su orientación pueden significar un problema desde mucho antes de identificarse como tal. Como la creencia de que han pasado por un trauma y por eso no pueden disfrutar de su sexualidad o que probablemente tienen un problema médico.
«Yo creo que los mayores mitos es que tienes un problema […] que sufriste algún trauma, que viviste alguna experiencia que te hace ser sexo repulsivo, que tienes un problema físico, que estás enfermo de algo, que tienes una deficiencia hormonal o de cualquiera otra índole»
Anahí
El sexólogo David también menciona que un mito latente acerca de la asexualidad es que las personas asexuales no sienten excitación ni orgasmos, lo cual genera esta falsa idea se que ser asexual significa que no sientes un deseo sexual.
También hay mitos morales alrededor de la asexualidad, desde que es un tipo de celibato, hasta el determinar que por la educación y religión que recibiste en la infancia te hacen ser asexual.
Los vínculos van más allá del sexo
Aunque para muchas personas el sexo puede significar una parte importante e incluso esencial de la relación, mantener un vínculo con una persona va mucho más allá de solo eso. Las emociones, sentimientos y el romance son parte importante también.
Y reducir estos vínculos a que en algún punto debe haber relaciones sexuales, puede generar una gran incomodidad para las personas asexuales.
Para la Tía Mey, activista que se dedica a compartir información sobre la asexualidad, el romance dentro de la relación siempre fue más importante, y planear una vida a lado de la persona que amaba significaba mucho para ella, hasta que las personas a su alrededor mencionaban a los hijos.
«Tener hijos involucra sexo y eso no me llama la atención, los hijos no se forman de la nada, como los gremlins que te echan agua en la espalda y te salen. Para mi ese tema era algo incómodo, no me emocionaba ni nada», cuenta la Tía Mey.
Las personas asexuales suelen regirse por la atracción secundaria, en la cual el sexo no esta cómo base de la relación, y no sienten una atracción sexual, sino que pueden sentir atracción intelectual, o platónica. «Nosotros vemos el sexo como como algo de lo que podemos prescindir, porque no es algo que necesite para sentirme plena o completa», dice Anahí.
Asexualidad en pareja: la comunicación es clave
Por muchos lados hemos escuchado que la comunicación es clave de las relaciones, y eso se mantiene dentro de las relaciones asexuales, en donde mantener límites y establecer los acuerdos se dan solamente por medio de la comunicación.
Para Anahí, la comunicación con sus parejas es primordial. Tras una mala experiencia en una relación pasada debido a la falta de comunicación, ha hecho de esta su mejor amiga para siempre llevar un vínculo saludable, sobre todo cuando la persona con la cual estás no se encuentra dentro del espectro asexual.
«Que tú seas asexual o parte del espectro asexual, no quiere decir que tengas que obligar a otras personas a vivir igual que tú, entonces creo yo que si es necesario hablarlo con la pareja si esta no es asexual o no está dentro del umbral asexual, para que ella sepa», cuenta.
La Tía Mey dice que en el proceso de su relación, comunicarse y convivir con su expareja la ayudaron a entender que era asexual, porque siempre creyó que era demisexual, hasta que en su relación cayó en cuenta que sin importar cuánto quería a su pareja, no le atraía sexualmente.
Con su relación actual, su pareja es demisexual, y tras experiencias pasadas, ha aprendido que debe diferenciar entre líbido y deseo sexual, ella no siente un deseo sexual hacia su pareja, pero en ocasiones puede encontrarse con líbido alto. Y la comunicación le ha ayudado a mantener acuerdos con su pareja de cuándo sí y cuándo no las relaciones sexuales se pueden dar.
Anahí siempre remarca que más que acceder o negarse a mantener relaciones sexuales, es siempre comunicar lo que deseas, quieres y buscas.
Históricamente, las universidades son epicentro de resistencia y lucha. En México, como en otros países, estudiantes se han organizado en colectivas universitarias para denunciar y tejer redes de apoyo contra el acoso y abuso sexual en los salones de clases.
En entrevista con Malvestida, integrantes de cuatro colectivas universitarias en distintos puntos del país nos cuentan los contextos en los que surgieron y qué les motivó para agruparse contra diversas violencias y tomar distintas acciones para tejer redes de acompañamiento.
#MeToo, ¿un punto de partida para las colectivas universitarias?
Aunque hay un notorio antes y después del #MeToo, el movimiento de denuncia virtual que demostró que el acoso y la violencia están presentes en todos los ámbitos, la colectiva Acoso en la U, originaria de Nuevo León, tuvo sus inicios antes de que esa bomba explotara.
Pris Palomares, una de las tres cofundadoras de la colectiva, cuenta que el caso icónico que detonó a la colectiva fue en 2016 con Felipe Montes, un profesor del Tecnológico de Monterrey denunciado por abuso sexual con características pedófilas.
«Conocí un caso y dije ‘bueno, pues vamos a reclamar, ¿no?’ Y nos acercamos a otros maestros que admiro mucho y sí nos escuchaban y decían ‘chale esto está horrible, pero como no hay mucho que hacer, nada más no metan en clase con él’. Eso es lo que podían hacer en ese entonces», explica Pris.
Sin embargo, cuando le comentó con sus amigas y cofundadoras, Nínive y Bertha, y posteriormente con más compañeras que habían sido víctimas de acoso por parte de otros profesores, la idea de crear el blog «Felipe me acosó» pasó a ser «Acoso en la U». Pero no fue sino hasta finales de 2017 que lo publicaron en el marco del movimiento Me Too en Estados Unidos.
«Las tres dijimos ‘ahorita van a hablar de esto, ya tenemos el blog, algunos testimonios y el comunicado pidiendo que haya protocolos de denuncia; hay que sacarlo, es ahorita o nunca’. Primero nadie nos peló, cero visitas, pero luego explotó y recibimos más de 100 denuncias, de Monterrey, de Coahuila, del centro… hasta de Colombia», recuerda.
Conforme pasó el tiempo y el movimiento #MeToo se asentaba en México, colectivas en universidades de varios puntos del país surgían en contextos muy distintos.
Rosa Cruz Pech de Mérida, Yucatán, fundó la colectiva UADY sin acoso luego de haber sufrido una agresión sexual, lo cual la llevó a preguntarse qué organizaciones e información existían para personas que atravesaban situaciones similares.
«Aprovechando que el #MeToo estaba en la Ciudad de México, hablé con compañeras a las que las había escuchado hablar del tema o que les había visto en algún lugar relacionado con el feminismo y me acerqué y les dije ‘yo tengo este proyecto para la universidad’. No sabía cómo llamarlo, pero quería hablar sobre el acoso estudiantil considerando que, desde mis reflexiones, el acoso es la primera agresión hacia el feminicidio».
Rosa Cruz Pech
Paulina Mancebo, doctorante e integrante de Unidas Colmex, cuenta que en el marco del #MeToo (noviembre 2018) fue justo cuando las estudiantes de licenciatura convocaron al resto de las compañeras del Colegio de México, ubicado en la Ciudad de México, a compartir sus testimonios.
«Acuerparnos para hacer cosas es muy importante, tejer alianzas es muy importante dentro de la colectiva, nos hemos hecho amigas», explica pues uno de los puntos más importantes dentro del grupo fue promover la creación de un protocolo con perspectiva de género para su universidad.
En el caso del ITAM, también ubicado en la capital mexicana, integrantes de la colectiva Resiliencia Combativa, Alexa Gerez y Sabás Lasnibat, explican que hacer frente a la violencia patriarcal abriendo una nueva trinchera fue un motivo suficiente para organizarse y agruparse.
«Hicimos una asamblea y llegaron más mujeres de las que esperábamos y entre dinámicas de integración y conversación, identificamos varios temas que teníamos todas en conjunto; ahí decidimos varias líneas de acción no trabajar en los temas de violencia, no solamente entre estudiantes temas de discriminación, sino también temas de de acoso y de hostigamiento sexual dentro del ITAM y uno de los temas también más importantes era introducir perspectiva de género en el tronco común».
La colectividad como autocuidado
Las colectivas universitarias muchas veces no limitan su trabajo a recibir y compartir denuncias, sino que brindan el acompañamiento que la víctima necesite. En algunas ocasiones también entablan diálogos con la institución señalada.
Sin embargo, el desgaste puede llegar en cualquier momento y más si constantemente se acuerpa. En Malvestida consultamos a les integrantes de cada colectiva sobre las medidas de autocuidado y coincidieron en una respuesta: la colectividad salva.
Pris comenta que en Acoso en la U buscan alianza con psicólogas que las puedan acompañar cuando están rebasadas, y eso también ayuda a que las víctimas reciban apoyo más especializado.
«Es necesario tener la confianza de decir ‘no puedo’ porque puede ser porque el caso es muy fuerte ya sea porque la carga laboral y estudiantil es muy pesada, o no sabemos cómo dar la contención y eso es sumamente importante para no vulnerar a la víctima. Siempre tratamos de asignar las tareas dependiendo de nuestros perfiles», agrega Rosa Cruz Pech.
«Hemos buscado generar otro tipo de actividades o de confidencias más lúdicas, de vez en cuando nos juntamos, ya sea en picnics o videollamada buscamos darnos un apapacho colectivo para soportar la cotidianidad de alguna manera»
Paulina Mancebo
Colectivas universitarias: los retos del activismo contra las violencias y el acoso
Como todo proceso de activismo, el aprendizaje es constante y éste va acompañado de momentos de todo tipo.
En el caso de UADY sin acoso, Rosa comenta que uno de los problemas que encontró al interior de la colectiva fue que no sabía cómo nombrar las agresiones vividas, lo cual solo llegó con la experiencia y la formación legal.
Mientras que por su activismo fue amenazada de muerte, el auto de su familia fue dañado y sus compañeras fueron presionadas con no ser aprobadas para su graduación.
Para Resiliencia Combativa, casos icónicos como el de Pedro Salmerón o el de Fausto, profesor y estudiante con denuncias respectivas por acoso sexual sin que tuvieran consecuencias, representó un desgaste al exigir que el ITAM respondiera como institución.
Al interior, Alexa comenta que el proceso de aprendizaje también estuvo el cuestionar la falta de inclusión al interior de la colectiva por lo que pasaron por un segundo comité organizador en el que disidencias y personas no binaries participaran en la toma de decisiones.
«La virtualidad (por la pandemia) también puso un reto para las colectivas y el activismo no solo en el ITAM si no en el en México y en todas las universidades en general, poco a poco aprendimos a manejar y que al día de hoy seguimos también aprendiendo», agrega Sabás quien fue une de les participantes en las nuevas estrategias para la colectiva.
Pris subraya como uno de los logros de Acoso en la U la creación de protocolos ante violencia de género en varias universidades del Norte de México; sin embargo, cuando el profesor Felipe Montes inició un procedimiento ante el Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI) para proteger sus derechos y vulneraba a la colectiva por la petición de información de denunciantes, las integrantes de la colectiva tuvieron que aprender más sobre Derecho y aliarse a redes de defensa de derechos digitales para evitar que hubiera un peligroso precedente para las personas y organizaciones que denuncian a sus agresores sexuales.
«Todo el proceso del INAI (de 2019 a 2021) frenó las labores de acompañamiento que dábamos pues fue dinero, tiempo y atención perdidas», resalta.
Mientras que Paulina de Unidas Colmex destaca que el trabajo de la colectiva por tener un protocolo sólido y socializarlo con toda la comunidad, incluyendo a compañeros y profesores para distinguir las desigualdades de la vida académica es un precedente muy importante.
¿Quieres saber cómo encontrar información sobre el Protocolo de @elcolmex ?
Si tú o algún amigue sienten que están pasando por un momento difícil y piensas que fuiste víctima de algún tipo de violencia, en Malvestida te compartimos lo que desde la experiencia de cada colectiva les ha ayudado en estas situaciones.
Confía en ti y en lo que sientes. Cuando algo te duele y te está lastimando, sientes que no es normal o que te violenta, confía en tu proceso y valídalo.
Busca acompañamiento. Acércate a un grupo de apoyo, como tus amigues o una colectiva que te brinde la confianza que necesitas para poder hablar de lo que estás pasando. El mundo no se te cae tan encima si estás acompañada de tu gente.
Tu salud mental es primero. De la mano de tu red de apoyo y de los psicólogos que necesites, vive tu proceso y cuida de ti siempre.
Acude a un médico. Si fuiste víctima de una agresión sexual y decidieras proceder legalmente, asistir con un médico que pueda realizar los estudios correspondientes puede ser una buena opción.
Los tiempos varían, no te compares ni presiones. Cada persona es diferente y los procesos nunca serán iguales, trata de no presionarte por alzar la voz y no permitas que nadie te diga cuándo debes accionar.
Puedes reapropiarte de la narrativa. Tu historia es tuya y poder contarla en tus términos, ya sea que la pongas en un tendedero, blog, Twitter o quedártela tú para sanar tu proceso es algo muy valioso.
No hay un camino incorrecto. Hay un abanico de posibilidades para actuar; recuerda que denunciar es tu derecho más no tu responsabilidad.
Hay distintas formas de reparación. Si te dicen que una denuncia penal es la única manera en que tendrás justicia, ahí no es. La reparación, si tú lo deseas no sólo es la cárcel y puede ir desde una disculpa pública, reparación económica, tomar terapia.
Si eliges vías legales, asesórate. En caso de que elijas denunciar penalmente, trata de no hacerlo sola pues es un proceso sumamente patriarcal y desgastante. Las colectivas usualmente cuentan con abogadas con perspectiva de género, pero en caso de que no, busca en organizaciones, instituciones locales o secretarías que ofrezcan servicio legal bajo una perspectiva no revictimizante.
Alison C. es una joven trans de 17 años que acaba de ingresar a la universidad para estudiar Historia del Arte. Le gusta leer, cantar, dibujar y escribir. Con el apoyo de su familia y el acompañamiento emocional, psicológico y médico que recibió en una clínica para personas trans, inició su transición durante la pandemia.
«Estaba muy emocionada. Hasta entonces no me había dado cuenta de qué era lo que me hacía sentir incómoda o triste sobre mí. Llevar a cabo este proceso fue muy reconfortante», dice.
La Unidad de Salud Integral para Personas Trans, primera clínica pública especializada en personas trans en el país, se inauguró apenas en octubre del 2021 en la Ciudad de México. Sin embargo, durante décadas, organizaciones y colectivos LGBTIQ+ se han organizado para brindar acompañamiento emocional y psicológico a personas trans.
Para que haya más jóvenes trans acompañades como Alison, existen organizaciones como Juventudes Trans, de Jessica Marjane; y la Red de Familias Trans, donde Josef Jason, psicoterapeuta, realiza acompañamientos emocionales para la reintegración familiar en los hogares donde es posible un trabajo de reconciliación o deconstrucción de ciertos prejuicios que pueden ayudar a las personas trans a no sentirse rechazades.
Dice que ver a infancias y adolescencias que se van a graduar con su nombre elegido y que trabajan con sus familias es bellísimo y esperanzador. «No es fácil acompañar a una infancia o adolescencia, (les psicoterapeutas) tenemos que tener esa sensibilidad (…) No están soles, existimos organizaciones y protocolos que estamos haciendo les chiques para les chiques», agrega Josef.
El avance en legislación y políticas públicas para la comunidad LGBTIQ+ es innegable. Hace unos días, por ejemplo, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) determinó que es inconstitucional la exigencia de tener 18 años cumplidos para solicitar una nueva acta de nacimiento para el reconocimiento de la identidad de género autopercibida de las personas trans.
Sin embargo, todavía queda un largo camino por recorrer.
No hay nada que curar: la identidad de género de las niñas, niños y adolescentes trans está protegida por la Constitución. Por un mundo en que la diversidad sea celebrada y no castigada. pic.twitter.com/o76LujC01O
Tanto Alison como Josef reconocen que las noticias y narrativas transodiantes tienen un impacto en el ánimo de la lucha por los derechos de las personas trans.
«Veo un avance constante en cuanto a leyes para el matrimonio igualitario y la modificación de documentos personales. Las personas saben más sobre identidades y ayudan a que las personas se sientan más seguras, pero siguen habiendo obstáculos.
«Las personas homofóbicas y transfóbicas no han desaparecido: siguen agrediéndonos física y psicológicamente a través de espacios físicos y virtuales. Eso nos enoja pero también nos entristece porque nos quita la energía y la esperanza», dice Alison.
Existir sigue siendo una resistencia diaria para la comunidad trans
De acuerdo con el último informe de Sin Violencia LGBTIQ+, el primer sistema de Información sobre violencias contra las poblaciones LGBTIQ+ en América Latina y el Caribe, México cerró 2019 con 117 homicidios a personas de la disidencia sexogenérica y encabezó la lista de los 11 países que conforman el informe, seguido por Colombia que contabilizó 106 víctimas y Honduras con 41.
Del total de 319 víctimas registradas ese año en Bolivia, Brasil, Colombia, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Perú y República Dominicana, la mayoría (138) fueron hombres gay, seguido de mujeres trans (126).
El análisis que hace este documento conformado por 11 organizaciones de América Latina es claro:
En la región los crímenes de odio continúan y las personas trans, en específico las mujeres trans, siguen siendo víctimas letales de la transfobia.
Aunque el informe aclara que 2020 y 2021 pueden ser años no comparables por la dificultad de acceder a la información de algunos países, como Brasil, y los cambios que trajo consigo la crisis sanitaria mundial, sí pudieron registrar un aumento de crímenes de odio en nueve países.
En Colombia aumentó la cifra de adultas mayores de la comunidad asesinadas, de 12% de los casos a 30.66%. Otro perfil que aumentó en las estadísticas fue el de las personas LGBTIQ+ defensoras de derechos humanos. En el 2019, eran el 12.06% y en el 2020, un 20%.
En los casos en los que las víctimas eran mujeres trans hay un elemento común: la mayor visibilidad pública de la víctima y de su orientación sexual o identidad de género aumenta el riesgo de sufrir violencia.
La pandemia recrudeció la violencia a la comunidad LGBTIQ+ en Latinoamérica
La organización Front Line Defenders publicó en diciembre de 2020 un informe detallado sobre cómo la pandemia aumentó el riesgo de violencia hacia personas LGBTIQ+, trabajadoras sexuales y defensores de derechos humanos.
Algunas de las situaciones documentadas fueron:
arrestos violentos por parte de la policía en aras de hacer cumplir el toque de queda o distanciamiento social;
cierres forzosos de clínicas médicas para personas transgénero y cese de los servicios comunitarios para el VIH;
exclusión sistémica de las personas LGBTIQ+ y trabajadoras sexuales de los servicios gubernamentales;
tasas elevadísimas de personas sin hogar;
rechazo generalizado a realizar pruebas y tratar pacientes en los hospitales convencionales, entre otros.
Raúl Caporal, director de Casa Frida, un refugio que nació para atender las emergencias de la comunidad LGBTIQ+ en la pandemia, opina que precisamente ante ese panorama de odio se comprende que los cambios legislativos no son suficientes para garantizar los derechos de las personas LGBTIQ+.
«Tenemos que hablar de pisos equitativos, de la deuda histórica a las personas trans que, contrario a otras identidades, se han quedado rezagadas. Lo vemos en el momento en que queremos apoyarles en su recuperación económica y nos damos cuenta del rezago educativo que enfrentan las personas trans», dice.
En Casa Frida el acompañamiento es integral, es decir, otorgan un espacio seguro para vivir pero también terapia psicológica, ayuda para encontrar trabajo y atravesar procedimientos burocráticos o de salud. Y se han topado con grandes empresas que se dicen aliadas, pero que en sus vacantes para personas LGBTIQ+ solicitan empleades con maestría o doctorado.
Incluso ante avances como la clínica para personas trans, asegura Raúl, siguen habiendo pendientes: la clínica trans trabaja en su mayoría con personas que ya estaban en el programa para personas trans de la Clínica Especializada Condesa en la Ciudad de México. Ahora el equipo busca incidir en las políticas públicas para que puedan recibir nuevos casos.
Iniciaron en el 2020 a partir del paro de actividades económicas por la pandemia del Covid 19. Solo en 19 meses han apoyado a 284 personas en el refugio y se han esforzado en construir un modelo integral que permita a las personas usuarias regresar al círculo social, económico y cultural.
Urge una política pública interseccional para las personas LGBTIQ+
El trabajo constante en Casa Frida, les ha permitido conocer otras prioridades que siguen sin resolverse y ampliar el apoyo a poblaciones de manera interseccional. Poco tiempo después de abrir, atendieron a personas víctimas de las «terapias de conversión» y personas migrantes.
«En esta oleada de crisis migratorias y las caravanas migrantes, muchas veces no se sabe que dentro de ellas vienen colectivos LGBTIQ+. Desde finales del 2020 y todo 2021, un 40% de les usuaries fueron personas migrantes de Centroamérica, Sudamérica y El Caribe. Nos obligó a profesionalizarnos para el acompañamiento de la regularización migratoria», agrega Raúl.
Enero fue difícil porque perdieron a personas muy importantes para elles, y ante el panorama tan complicado, Raúl dice que si los cambios legales no vienen con una política social de inclusión, no sirven de nada.
Alison piensa igual: La educación desde las escuelas es importantísima para enseñar la historia de la comunidad trans, sobre identidades, de manera interseccional. «Muchas personas piensan que es algo nuevo o un tipo de moda, pero es algo que tiene miles de años de historia. La diversidad sexual y de género han estado presentes desde el inicio de nuestra especie».
El informe Sin Violencia LGBT resalta la tendencia preocupante en todos los países de Latinoamérica de la carencia de acciones específicas de los Estados para prevenir, atender y sancionar la violencia en 2020. Las políticas públicas se siguen pensando desde una lógica binaria.
Por ejemplo, cuando en Colombia se implementó por la medida «Pico y Género» por el aislamiento, para que los hombres salgan a la calle los días impares y las mujeres, los días pares, la violencia contra las mujeres trans que salían en los días que les correspondía, terminó en una mujer trans apuñalada por su vecino.
Como a cada revés, la comunidad trans respondió solidaria. En Panamá el gobierno implementó la misma medida que regulaba las salidas por género y varias personas trans fueron detenidas. Pau González, un hombre trans panameño, realizó un informe de los casos de discriminación durante la cuarentena. La presión logró que el gobierno se pronunciara por primera vez a la comunidad trans y exhortó públicamente a respetarles.
La respuesta a la violencia está en la información
Una de las 11 organizaciones que forman parte del sistema de información Sin Violencia LGBT es Trans Siempre Amigas (Transsa) con sede en República Dominicana. Desde el 2006 trabajan por el respeto y los derechos humanos de las personas trans en toda su diversidad (transgénero, travestis, transexuales y no binaries) y desde el 2013 hacen un trabajo puntual de documentación a través de su Observatorio de Derechos Humanos Trans.
Chris King, directore ejecutive de la organización, dice en entrevista que también se han vinculado a otros procesos colectivos de la comunidad LGBTIQ+ y poblaciones afrodescendientes, grupos de apoyo a migrantes y personas con problemas de adicción.
Para elle la información es vital cuando se exigen acciones contundentes. A finales del 2008, participó en un encuentro en Brasil para la formación de activistas de derechos humanos LGBTIQ+ y aprendió que era necesario documentar los casos.
«Hemos visto que la falta de datos afecta en la incidencia. Para que tus demandas sean escuchadas es recomendable tener una información concreta. Las demandas son muy aéreas cuando no tienen el soporte, y eso hace que se pierda el impacto», explica.
Como en muchos países de Latinoamérica, en República Dominicana las personas trans no figuran para el Estado. Al colectivizar y hacer red con otras organizaciones de la región han cobrado fuerza y mayor impacto para los cambios locales. Esta cercanía también les ha permitido comparar y dimensionar la violencia en sus países.
Transsa elabora manuales, cartillas de seguridad y autoprotección; guías para funcionarios, policías y sistema judicial sobre protocolos para personas trans. Para elle, la información también significa sensibilizar.
«Cuando la gente desconoce qué es una persona trans o la comunidad LGBT basándose en los prejuicios que históricamente se han construido tienen reacciones violentas. Hay que responder de manera educativa, sensibilizando. Estas narrativas tienen siglos y por más que existan muchas organizaciones, tenemos menos de cien años de trabajo y hoy ya se habla de la transdiversidad, estamos organizadas y hay países donde la identidad de género y el matrimonio igualitario ya son una realidad. No podemos pensar que todo está terminado, pero estamos luchando con prejuicios que tienen siglos».
«Cuando la gente desconoce qué es una persona trans o la comunidad LGBT basándose en los prejuicios que históricamente se han construido tienen reacciones violentas. Hay que responder de manera educativa, sensibilizando»
Transsa
Otra cosa que hacen en Transsa es compartir historias de vida para que otras mujeres trans puedan reconocerse e inspirarse. En su página cuentan historias como la de Agatha Brooks cuya situación migratoria le impidió entrar a la universidad y conseguir un trabajo formal, entonces se apuntó como voluntaria en la organización y tiempo después fue contratada. O de La Boris, mujer trans y trabajadora sexual, quien a pesar de sufrir maltrato por parte de su familia, después logró su respeto.
«La vida no es color de rosa, pero debemos hacer lo que nos haga sentir plenas y felices. Analizar y entender que estamos preparades para hacerlo», dice Chris.
Este 8 de marzo marchamos en contra de las violencias, opresiones y desigualdades que nos atraviesan. A través de imágenes, les contamos cómo fue la marcha del 8M en Ciudad de México.
Bailamos, cantamos, gritamos con rabia y nos abrazamos con ternura porque soñamos con un mundo en el que podamos ser y existir sin miedo y con libertad.
Marchamos convencidas de que que esta lucha es colectiva, una en donde nadie se quede fuera: mujeres cis, trans, racializadas, trabajadoras sexuales, personas con discapacidad, personas no binarias y todas aquellas que quieren ver un cambio profundo en nuestra sociedad.
Pero también gozamos. El recorrido del Ángel de la Independencia al Zócalo de la Ciudad de México se llenó de cánticos y baile.
«¡No! ¡Que te dije que no! ¡Pendejo, no! Mi cuerpo es mío, yo decido, tengo autonomía. Yo soy mía. ¡Porque no! ¡Que te dije que no!»
«¡Ahora que estamos juntas! ¡Ahora que sí nos ven! ¡Abajo el patriarcado se va a caer, se va a caer! ¡Ahora que estamos todas! ¡Ahora que sí nos ven! ¡Arriba el feminismo que va a vencer, que va a vencer!»
Como en cada marcha del 8M en Ciudad de México, cientos de elementos de la policía estuvieron presentes. Brigada Marabunta, una organización no gubernamental que trabaja por la manifestación libre y pacífica, reportó hubo uso de granadas de gas lacrimógeno por parte de la fuerza policial.
Aunque vuelvan a poner vallas y policías, esta lucha no terminará hasta que los sistemas de opresión colapsen. No importa cuántas vallas pongan, ni cuántos policías manden, no nos vamos a callar. Nunca más silencio.
Marzo es un mes de resistencia y lucha, pero también de protesta a través del arte y actos simbólicos. Este año no es la excepción, y varias colectivas se han organizado para hacer manifestaciones previas a las marchas del 8M.
El arte y las manifestaciones de la creatividad también pueden ser actos políticos. En este texto, iremos recopilando algunas manifestaciones simbólicas y artísticas en medio de las protestas del 8 de marzo.
En 2021, cada día fueron asesinadas 10 mujeres en México. Como homenaje y para que sus asesinatos no queden en el olvido, activistas organizaron este 7 de marzo el sobrevuelo de un zeppelin en la Ciudad de México.
Con la leyenda «10 feminicidios diarios» y «Ninguna en el olvido», esta acción también fue una respuesta al amurallamiento de las calles por donde pasará la marcha del 8 de marzo en CDMX.
«Nos ponen muros, vallas y granaderos. Nos dicen que no se pueden hacer pintas, que no se pueden romper ni quemar cosas: entonces también subimos. Subimos al cielo porque en el cielo no hay límites y porque allí SOMOS TODAS», dijeron en un comunicado.
#FuimosTodas
2. Torti(guerr)illa
La colectiva No voy sola y la artista Marilá Dardot colaboraron para el proyecto Torti(guerr)illa, que consiste en plasmar frases como «Nuestra vida, nuestros cuerpos», «Por la vida y la libertad de las mujeres. Fin al feminicidio» en el papel para envolver las tortillas.
Para esta acción artística en el contexto del 8M, Marilá seleccionó cinco frases de archivos históricos del feminismo en México para imprimirlas en papeles de tortilla y distribuirlas en diferentes tortillerías de la ciudad de México (acá está el mapa para ubicarlas).
Estos papeles también envolverán tortillas y tacos hechos por Colectivo amasijo que serán vendidos en Hamburgo 169, también en Costela restaurante el 8 de marzo.
3. Glorieta de las mujeres que luchan
En septiembre de 2021 se erigió por primera vez la figura que reemplazó la antigua estatua de Colón, en la Ciudad de México, y renombró la glorieta sobre la calle Reforma como la Glorieta de las mujeres que luchan.
La estatua de 1.90 metros de altura es la silueta de una mujer con el puño en alto, en color morado, y la palabra justicia. «Este lugar es desde ahora la Glorieta de las Mujeres que Luchan y estará dedicada a aquellas que en todo el país han enfrentado las violencias, la represión, y la revictimización por luchar contra las injusticias», explicó en ese entonces el colectivo Antimonumenta VivasNosQueremos en su cuenta de Instagram.
Originalmente, la pieza fue hecha en madera. Sin embargo, el 5 de marzo de 2022 se volvió a colocar, ahora en metal, como diciendo «acá me quedo». Colectivas, feministas, madres buscadoras, familiares de víctimas de violencia y mujeres de diferentes luchas se reunieron en la glorieta para inaugurar la nueva estatua previo al 8M e inaugurar el Jardín de la Memoria de las Mujeres que Luchan, junto a un tendedero de denuncias.
4. Incendiarias
Incendiarias está organizando un evento muy chulo abirto para todes; habrá pláticas y talleres gratuitos, una galería de arte, pop up de tiendas y proyectos. También habrá comida rica, open mic y la lectura del segundo manifiesto de Afrontera Colectiva.
Será el 9 de marzo de 14 a 23 horas en Prim 30, colonia Juárez, CDMX. Entrada libre.
Además, para este 8 de marzo, Fieras Fierras está convocando a plasmar con pintura morada las huellas de las personas que asistan a la marcha del 8 de marzo en CDMX. Si quieres participar, puedes llevar un botecito de pintura (no importa si no es morada) para plasmar tus pisadas. La cita es en Ángel de la Independencia, el 8 de marzo a las 15:30.
Si conocen alguna acción de este tipo, pueden escribirnos a [email protected]. ¡Sigamos resistiendo desde el arte y nuestra creatividad, amix!
No hay una mujer cuya experiencia haya sido exactamente igual a la de otra. Las mujeres, además de nuestro género, tenemos una geografía, orientación, identidad, clase, lugar de origen, tránsitos, relaciones personales y un largo etcétera. No hay una forma universal de ser mujer y, por lo tanto, no hay una sola forma de resistir al sistema patriarcal.
Y el feminismo no es ni ha sido el único espacio de lucha. Hablamos con mujeres, activistas y académicas de pueblos originarios y colectivas barriales quienes cuentan cómo las organizaciones de mujeres y las pensadoras indígenas han existido siempre, incluso al margen de los movimientos feministas y aunque no se les cite o mencione en espacios académicos.
Además cuentan las cosas que les resuena desde el feminismo, y también las que no, así como sus experiencias y opiniones sobre el espacio privado, la familia y la comunidad que muchas veces no caben en la teoría del feminismo blanco.
«Las cocinas son lugares de politización y acción de las mujeres». Reivindicar es espacio privado como político
Kupijy Vargas, pedagoga ayuujk, cuyo tuit inspiró este artículo, explica que para la teoría feminista hay una división entre lo público y lo privado.
La teoría feminista supone que las mujeres se convierten invisibles en lo privado,dentro del hogar en la cocina, sin embargo la teoría feminista no contempla que los movimientos de mujeres indígenas como en Cheran lo privado, la cocina era el lugar de toma de decisiones políticas
«Para el feminismo, lo público es a lo que necesitamos aspirar. (Pero) dividirlo de esa manera ha negado las luchas y esta teoría se contradice a partir de los movimientos de mujeres, como el grupo Comité de Amas de Casa, liderado por Domitila Barrios (defensora de la explotación laboral y las fuerzas represivas de dictaduras de Bolivia)», dijo a Malvestida en entrevista.
Como parte de su trabajo, Kupijy ha documentado procesos de comunidades indígenas como las mujeres de Cherán, Michoacán, o las milicianas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en Chiapas. Las primeras fueron mujeres que se movilizaron contra los cárteles que ejercían violencia en su localidad, y eran precisamente las cocinas comunitarias donde se tomaban las decisiones políticas.
Las cocinas, cazuelas u ollas comunitarias en América Latina son, quizá, la muestra más contundente de que la división entre lo público y lo privado no se puede aplicar universalmente.
«Las cocinas son lugares de politización y acción de las mujeres. Desde el feminismo se ha visto a la cocina como un lugar del que deberíamos salir, pero, al contrario, hay que reconocer que son lugares donde siempre ha habido politica», agrega Kerly Garavito, integrante de Ruray, una colectiva feminista barrial en el distrito de San Martín de Porres en Perú.
Fernanda Latani, geógrafa zapoteca, coincide en que las grandes movilizaciones, al menos en Oaxaca, se han construido en espacios privados, sitios donde las mujeres articulan luchas de resistencia comunitaria.
Por su tesis de licenciatura, trabajó con mujeres nahuas de la Sierra de Zongolica, y el lugar donde podían hablar de la violencia de sus parejas era el cuarto de rezo «que se asemeja mucho a otros espacios como la cocina, el lavadero y el dormitorio. Esto es altamente criticado por las feministas blancas que cuestionan cómo las mujeres indígenas organizadas le rezan a un santo o le lavan la ropa al marido».
Separatismo y comunidad
Otra de las críticas recurrentes en los feminismos comunitarios o discursos antirracistas es el separatismo.
Kerly dice que cuando empezó la pandemia, la colectiva de Ruray comenzó a organizar repartos de canastas de comida y, aunque al principio sus acciones estaban centradas en las mujeres, se dieron cuenta de que en esa acción específica necesitaban pensar en las familias, independientemente de si habían hombres o mujeres.
La colectiva forma redes con organizaciones mixtas con compañeros hombres que coinciden en la visión horizontal de la toma de decisiones.
«Nos damos cuenta de que nos apoyamos colectivamente. Hay que señalar el machismo tanto como hay que recuperar el tejido social. No somos aliados, todas las luchas son nuestras, si estamos en una mirada antiaptriarcal, antiracista y anticapitalista».
Para que esto sea comprendido en su totalidad, Latani subraya la importancia de que las narrativas sobre esos contextos e historias vengan de quienes son parte de esas vivencias.
«La academia y los medios de comunicación tienen que identificar una genealogía escrita por nosotras y por las que nos antecedieron. Tenemos que identificar que son contextos diferentes y por tanto somos nosotras las únicas que podemos hablar y narrar en estos territorios», explica.
Hay organizaciones de mujeres más allá del feminismo
El hecho de que otras personas hayan narrado vivencias que no acuerpan ha provocado que las luchas de pueblos originarios barrios y organizaciones que no son las hegemónicasse fuercen en categorías que corresponden a otros contextos.
Latani cuenta cómo hay autoras no indígenas que hablan de las mujeres zapatistas o de la Cooperativa de Tosepan Titaniske como si fuera feminismo.
«Es el error que cometen las académicas no indígenas al clasificar cierta organización de mujeres como si fuera feminista porque pareciera que solo tiene validez con esta categoría. Cuando mucho antes del feminismo, ya existían organizaciones de mujeres en resistencia por bienes comunes».
Y aunque la mayoría de las mujeres entrevistadas se identifican como feministas, su relación con el feminismo no excluye la crítica al movimiento, como explica Aída:
«Mi relación con el feminismo ha sido siempre muy tensa y no lo veo como algo negativo, sino como una posibilidad de repensar algunos discursos. He pasado por etapas en las que el feminismo me ayudó a reconocer cosas de mi propia vida y es algo muy poderoso que te puede aportar y, al mismo tiempo, sentir que en este tipo de cosas no estás sola».
Latani primero se asumió como feminista a partir de una lucha personal por reconocerse y aceptar su fisonomía como mujer indígena a partir del recuerdo de sus abuelas y la nostalgia a su hogar y herencia.
En el 2014 hizo la primera tesis de geografía feminista en la Universidad Veracruzana para la cual trabajó con mujeres nahuas. Con ellas se presentó como una mujer zapoteca y más que ser licenciada, geógrafa o doctora, le ayudó más hablar de su origen para que las mujeres le permitieran entrar a su hogar.
Reconfigurar la identidad y las luchas
Aída Naxhielly, mujer mixteca integrante del Colectivo Juvenil Intercultural “Nuestras Voces”, ha escrito sobre cómo las reflexiones comunitarias son las que construyen respuestas y, en entrevista con Malvestida, dice que ve amigas de su misma generación luchar en sus propios espacios demostrando la capacidad de comprometerse por diferentes cosas:
«Amigas que están en la lucha por la justicia climática.
Amigas que están en la lucha por los procesos pedagógicos y educativos desde la autonomía de los pueblos.
Amigas que están en la lucha en la academia, ciencias duras y genómicas.
Amigas que están en la lucha por la defensa de sus territorios, desde una visión de la juventud.
Hay una gran diversidad que va desde el espacio privado pero en realidad tiene un montón de repercusión a nivel político y espacios que vamos reclamando como nuestros, especialmente para pueblos de naciones originarias».
Aída Naxhielly
La práctica rompe con los discursos paternalistas de «darles voz a las que no tienen voz». Y la historia demuestra que no hay necesidad de nombrarse desde el feminismo para organizarse y luchar de forma antipatriarcal.
Las mujeres indígenas pensadoras y su omisión histórica
En un seminario sobre derechos humanos, educación y mujeres, Kupijy estudió puntualmente la historia del feminismo. Las referencias bibliográficas apuntaban siempre a la Revolución Francesa como el origen de la categoría y se dividía el movimiento en tres olas: la primera articulada por francesas proletarias y aristócratas en esa época; la segunda, la liberal; y la tercera en la que se cita a mujeres afrodescendientes e indígenas.
«Pero ellas siempre estuvieron ahí», aclara.
Entonces habla del libro Si me permiten hablar, una entrevista y documentación sobre Domitila Barrios que compiló la antropóloga Moema Viezzer.
Hay un fragmento en específico en el que Betty Friedman, líder feminista de Estados Unidos, le pide que no hable del sufrimiento del pueblo Boliviano sino de «nosotras … de usted y de mí… de la mujer, pues».
Pero Domitila le respondió con una lista de grandes diferencias de clase para revirarle: «Ahora, señora, dígame: ¿tiene usted algo semejante a mi situación? ¿Tengo yo algo semejante a su situación de usted? Entonces, ¿de qué igualdad vamos a hablar entre nosotras? ¿Si usted y yo no nos parecemos, si usted y yo somos tan diferentes? Nosotras no podemos, en este momento, ser iguales, aún como mujeres, ¿no le parece?».
«El feminismo liberal ha borrado la diversidad de mujeres. En ese momento se consolidaba el feminismo liberal en Estados Unidos y Domitila ya tenía un movimiento de mujeres amas de casa y luchando en las minas por 20 años», agrega Kupijy.
Pero cuando opina sobre eso en Twitter, las respuestas que le llegan a Kupijy son «es que no has leído a Simone de Beauvoir, no has leído a Kate Millett».
«Sí las he leído, pero no caben todas las experiencias. Y hay que citar a Yasnaya Elena, ‘¿alguien ya leyó a Aura Cumes?’ Nos seguimos midiendo por lo que dijo la academia hace 50 años, por lo que dijeron las mujeres de países dominantes. Eso es algo que me preocupa mucho porque digo: ¿Dónde están las experiencias de las mujeres que no se posicionan desde el feminismo?».
Explica que hay un racismo implícito cuando valen más las palabras de mujeres de países dominantes. «La teoría no es la panacea ni la solución pero sí podemos generar conceptos y tesis de nosotras mismas y nuestra experiencia. Como mujeres indígenas podemos ponerle un nombre. Si Kate Millet dio una tesis de que lo personal es político ¿por qué nosotras no podemos?».
La vivencia de las mujeres sin estándares
Las consecuencias de pensar que la experiencia de las mujeres es solo una también ha sido el punto de partida de las posturas transfóbicas. Kupijy dice que a este movimiento le falta madurez política, porque históricamente el feminismo radical nació en Estados Unidos y para entonces ya había fracasado.
«Hay mucha documentación del fracaso de este movimiento. Pero lo preocupante es que ahora hay una concepción de qué es ser feminista, y si no eres de tales maneras entonces eres una oprimida. Y es muy fuerte porque nos sumamos opresiones entre nosotras. Hay muchas formas de ser mujer, y nos estamos midiendo por estándares».
En el testimonio de las entrevistadas hablan de cómo en el camino se han encontrado con mujeres distintas, con quienes comparten mucho, poco o nada. Aída encontró en ello la posibilidad de luchar sin renunciar a la crítica.
«Encontré amigas y compañeras y me quedó claro que es posible, que debe haber una crítica a muchos presupuestos del feminismo hegemónico, pero eso no significa que vayamos a ceder en acabar con las violencias que vivimos en nuestras comunidades de origen», dice.
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Cada #8M se conmemora el Día de la Mujer. Lejos de ser una celebración (ya no más mensajitos de felicitación, por favor 🙄), es un día que reivindica las luchas por la libertad, equidad y por un mundo libre de violencias y opresiones. Acá les contamos un poco sobre el origen del 8 de marzo.
La historia oficial del origen de este día inicia con las manifestaciones de mujeres trabajadoras y sufragistas que, desde Europa hasta Estados Unidos, exigieron libertad, igualdad y condiciones dignas de vida y trabajo.
Aunque la historia del 8 de marzo está cargada de sucesos importantes y la resistencia de las mujeres y disidencias sexogenéricas va más allá del feminismo (blanco), podemos dar cuenta de dos eventos concretos que explican su origen y simbolismo. Ambos tuvieron lugar en Nueva York, Estados Unidos.
Sin embargo, no podemos ignorar que el colonialismo lo atraviesa todo, incluso estas historias que conocemos.
Origen del 8 de marzo y por qué el color morado es un símbolo de lucha
El primero de ellos aconteció el 8 de Marzo de 1875, cuando trabajadoras de una fábrica textil —conocidas como garment workers— marcharon para exigir equidad salarial y mejores condiciones laborales.
Trágicamente, esta manifestación concluyó con la muerte de 120 mujeres en manos de la brutalidad policial. La indignación por este suceso produjo la organización y fundación del primer sindicato femenino.
Posteriormente, el 25 de marzo de 1911, ocurrió un desastre donde 146 mujeres murieron en un incendio dentro de otra fábrica textil.
La causa de este evento fueron las malas condiciones laborales y el desacuerdo con las ideas igualitarias por parte parte de los propietarios. Se piensa que el simbólico uso del color morado está asociado con el color de las telas de las playeras que ahí se fabricaban.
Más allá del origen del 8 de marzo, la lucha por las libertades, la equidad, la no violencia y el existir en un mundo sin opresiones es colectiva, con mujeres, personas trans, no binaries y de la disidencia sexogenérica.
Aquí resistimos desde la ternura y el amor revolucionario.