Cómo ha sido aceptar mi cuerpo con discapacidad

Galle abre su corazoncito para contarnos cuál ha sido su experiencia de aceptar su cuerpo tras una enfermedad que ha afectado a sus ojos y le ha ocasionado una discapacidad visual.

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Crecí rodeada de mensajes que todo el tiempo me decían cómo debería ser para considerarme bella. Esos estándares inalcanzables hicieron más difícil aceptar mi cuerpo, especialmente mis ojos que han vivido la discapacidad desde que tengo memoria.

Las inseguridades comenzaron desde niña. Durante toda mi infancia usé lentes con mucho aumento, de esos que la gente llama de «fondo de botella». Me apenaba usarlos. Una vez, me negué a ponerlos y me estampé contra un vidrio de mi casa.

Cuando tenía 12 años intenté usar lentes de contacto para despedirme de mis gruesos vidrios pero el intento fue fallido, no logré acostumbrarme, me ardían muchos los ojos y a la hora de retirarlos me pellizcaba terriblemente

Más allá de una inseguridad: la gordofobia como violencia sistémica

Mi ojo izquierdo

La enfermedad con la que vivo, el Síndrome de Stickler, ha afectado mis ojos con el paso de los años, en especial el izquierdo, el cual perdió la visión y solo conserva percepción de luz (solo cuando es intensa).

La pérdida visual fue un gran duelo que me sumergió en una depresión profunda. Pero en medio de esa tristeza tuve que aprender a vivir valiéndome solo de la visión de mi ojo derecho, la cual también es reducida.

Hubo una temporada en la que verme al espejo era un reto y para compensar esa inconformidad me enfoqué en la apariencia del resto de mi cuerpo.

Galle Audelo

Pero no solo eso, mi ojo izquierdo también se ha visto afectado estéticamente. Se ha hecho más pequeño, ha cambiado de color a un gris que a veces parece verde y mi pupila ha ido desapareciendo, además mis pestañas son muy pequeñas en comparación a las de mi ojo derecho.

Hubo una temporada en la que verme al espejo era un reto y para compensar esa inconformidad me enfoqué en la apariencia del resto de mi cuerpo.

Después de la pérdida visual he recibido toda clase de comentarios acerca de la apariencia de mi ojo. Desde «¡qué lindo ojo, tiene una nubecita», «te pareces a Bob Marley» hasta uno de los que más me molesta: «¿Que te pasó en tu ojito?». Estos comentarios hicieron crecer mis inseguridades y decidí buscar una alternativa. Bajo el consejo de mi doctor de entonces probé un lente estético para encajar en el estándar pero el resultado fue fatal, jamás me pude adaptar.

¡Ya me cansé!

Hace poco me puse muy emotiva cuando una mujer que amo se abrió en redes sociales para hablar de cómo los juicios sobre su cuerpo le han causado mucho dolor e inseguridad llevándola a no estar en buenas condiciones con su corporalidad. Llegué a la conclusión de que muchas mujeres compartimos el mismo sentimiento de inseguridad.

Los comentarios acerca de mi ojo me han llevado a lugares oscuros del terror, a querer hacerlo parecer «normal» usando productos caros para que me crezcan las pestañas, a seguir consejos de maquillaje para camuflar las diferencias o de plano a usar lentes obscuros en las fotos para esconderlo.

¡Pero ya me cansé! Me dí cuenta de que ese no es el camino para sanar la relación con mi cuerpo. Aunque el camino de la aceptación corporal es largo y está lleno de baches vale la pena transitarlo, me gustaría compartir unas reflexiones que me han dado luz en este proceso.

Reflexiones finales para transitar el camino de la aceptación corporal

1. Hacer una limpieza en tus redes sociales.

Habrá quienes no estén de acuerdo con esta idea pero en mi experiencia puedo decir que mientras menos cuentas de personas de cuerpos normativos sigas, y te acerques más a los perfiles que muestren la diversidad, el camino de habitar tu propia piel desde el amor será más sencillo.

2. Hacerte consciente de tus inseguridades corporales.

Es importante hacer conciencia de lo que no nos gusta de nuestro cuerpo para poder cambiar la perspectiva de «los ojos con los que nos vemos». No necesitamos cambiar nuestras piernas, ojos, abdomen, cara, etcétera. Lo que en realidad necesitamos es hacer un cambio de perspectiva. En la actualidad he comenzado a generar un discurso interno que va más o menos así: «Muchas gracias ojo porque a pesar de todo lo que has pasado aún conservas un resto visual».

4. Háblalo con otras mujeres.

No es que te motive a contarle tus inseguridades corporales a todo mundo todo el tiempo. Pero es sanador hablarlo en tu círculo de confianza, ser escuchada y escuchar cómo se sienten otras mujeres al respecto. Te darás cuenta de que «no eres la única» y que puedes vivirlo como una experiencia compartida bajo el cobijo de una red de apoyo.

5. Abraza tus diferencias.

A veces pienso en lo aburrida y plana que sería la vida si todos los cuerpos y mentes fueran iguales. Las diferencias entre los seres que habitamos este planeta nos enriquecen y los cánones de belleza encasillan, limitan y lastiman

Con las experiencias de la vida he aprendido que la belleza se encuentra directamente relacionada a la diversidad humana y a la capacidad de la mente para abrirse a un nuevo y amplio significado de la palabra «belleza».

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