¡El amor es ilimitado! Cómo repensar el amor de pareja y reforzar todos nuestros vínculos

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El matrimonio o noviazgo no tiene que ser el único o el más importante de nuestros vínculos. Urge repensar el amor de pareja y no pensar en la soltería como soledad.

Por: Erika Romo Romo

Desde hace un tiempo me he cuestionado una idea que el mundo se esfuerza en dejarnos muy clara desde la infancia: el amor de pareja es el centro de nuestra existencia. 

Se nos ha enseñado que este tipo de relación determina otras esferas de la vida como ninguna otra. Por ejemplo, si una de mis amigas se mudara a otro país por cuestiones laborales, seguramente pocas personas esperarían que yo me fuera también a ese lugar. para poder continuar con nuestra relación.

En cambio, si fuera mi pareja quien se mudara, lo más probable es que se asuma que en nuestra relación eso sería algo de gran importancia. Tendríamos que hablar sobre seguir o no, de las implicaciones de una relación a distancia, o de que yo me mudara también. 

Me he sentido amada por mi familia, por mis amistades y hasta por mis mascotas. El amor no viene en una sola forma, aunque nos hayan enseñado que sí. 

Urge cuidar a nuestros otros vínculos

En mi experiencia, es fundamental que volteemos a ver nuestros otros vínculos afectivos más allá de los noviazgos. No olvidar que tenemos amistades y que con ellas también podemos construir y compartir proyectos de vida, hogares, crianzas. En las amistades también podemos encontrar refugios, espacios de contención y apoyo. 

Nos hemos tomado muy en serio la importancia de cuestionar el amor romántico, de no idealizar a nuestras parejas, entender que necesitamos establecer límites y acuerdos, hablar de lo que no nos gusta y dejar claro lo que queremos de la otra persona. Me parece que todo este trabajo de responsabilidad afectiva debe ser llevado a otros espacios. 

Por ejemplo, hablar de que se vale que le diga a mi amiga que me duele que pasemos semanas sin hablar, o comentarle que no la voy a contactar unos días porque no tengo energías, en lugar de seguir una conversación que me está incomodando.

De la misma forma, puedo hacerle saber a mi hermano que me molestó lo que dijo sobre mí o la forma en que me trató, contarle a mi mamá que me gustaría que compartiera conmigo cuando está triste o pedirle que me diga cómo quiere que yo la acompañe durante su dolor. 

Repensar el amor de pareja y la soledad

Mover las relaciones de pareja del centro probablemente nos ayudaría también a vivir los duelos de una ruptura de forma menos desoladora.

Tendríamos la certeza de que, aunque estamos enfrentando una pérdida, tenemos también todo un sistema de apoyo que es constante porque nos hemos esforzado en cultivar nuestras amistades o lazos familiares; porque tenemos con quién hablar, con quién salir, con quien compartir nuestros dolores. No nos hemos quedado solas. 

En otro sentido, romper con esta idea del noviazgo o el matrimonio como clímax de nuestra vida incluso podría permitirnos vivir la soltería como una etapa que no se define solo por la ausencia de otra u otras personas o como un momento que siempre se espera que sea transitorio porque al final, la verdadera meta, la verdadera felicidad y la única realización posible la tendrás al volver a tener pareja, entonces y sólo entonces será cuando al fin todo vuelva a estar bien y completo.

La soltería puede ser también una forma disfrutable de vivir, una decisión y un proyecto de vida.  

El mundo puede ser un lugar muy abrumador. La vida a veces nos hiere profundamente y otras nos llena de alegrías que nos rebasan, tener con quienes compartirla siempre vale la pena. 

No sé bien qué sea el amor, pero dudo mucho que venga en cantidades limitadas que tenemos que concentrar en una sola persona ¿por qué no animarnos a amar más? 

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