Hay un movimiento de personas que han decidido dejar el feminismo. Valeria Angola reflexiona en este texto lo que para ella fue decir «ya no soy feminista».
En marzo de este año, hice una declaración que para muchos fue controversial y para otros, esperada: ya no era feminista. Fue tan liberador gritarlo a los cuatro vientos que sentí la euforia de quien prueba una golosina por primera vez o se sube a una montaña rusa en un parque de diversiones.
Amigas y conocidas me han escrito preocupadas porque ya no se sienten cómodas con la etiqueta de «feministas». Temen ser relacionadas con la transfobia, el racismo, entre otras violencias que han tomado lugar últimamente dentro de los feminismos en México y en otros países de Latinoamérica y el Caribe.
¿Qué alternativas tenemos frente al auge discursivo de la transfobia, el racismo, el capacitismo, entre otros, en el movimiento feminista? ¿Es necesario dejar de llamarse feminista? ¿Será viable colocarle un apellido al feminismo para evitar que nos relacionen con el feminismo radical trans excluyente?
Dejar el feminismo: tú decisión
En un ensayo que titulé No soy feminista declaré que aunque decidía en este instante de mi vida abandonar el feminismo, en años pasados lo había abrazado con total frescura.
Las decisiones que tomamos todos los días frente a nuestras reivindicaciones políticas no sólo están influenciadas por nuestros deseos más profundos sino también por todas las circunstancias que nos rodean, por las personas —familiares, amistades y parejas— que compartimos, nuestro trabajo y hasta el dinero que tenemos en la cuenta del banco.
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En el pasado había decidido gritar frente a todo el mundo que era feminista porque una serie de hechos muy violentos con una expareja me colocaron ahí. El feminismo salvó mi vida en la medida que me brindó las herramientas necesarias para comprender que el amor romántico me llevaba directo al precipicio.
Pero después, el feminismo fue insuficiente para entender la violencia racista que yo y otras mujeres vivíamos por ser afrodescendientes.
Acercamiento a otras teorías
Es importante reconocer que nuestro acercamiento a diferentes teorías se da a partir no sólo de las vivencias personales que nos atraviesan, sino también por las coyunturas actuales del mundo.
Por ejemplo, la preocupación generalizada de la gente por el racismo no se hubiera dado sin el asesinato de George Floyd en junio de 2020.
Y eso no es todo. De la misma forma, las lecturas que hacemos de las teorías, es decir, nuestras interpretaciones, están permeadas por nuestra experiencia corporal situada en una geopolítica. No pensamos ni vivimos sin el cuerpo.
Así que si sientes que el feminismo ya no te da respuesta sobre las preguntas que hoy te haces sobre los problemas del mundo, no te restrinjas la posibilidad de ser y pensar desde otras posibilidades teóricas. A tu cuerpo dale lo que te pide. Fluye.
Feminismos con s
Ante la mirada unilateral del feminismo hegemónico que coloca a las mujeres, sin importar su clase, raza, ubicación geográfica, circunstancia histórica, etcétera, en una misma condición, han surgido muchas otras teorías. Muchos feminismos cuestionan la universalidad de la categoría mujer.
Mujeres negras y afrodescendientes en los Estados Unidos, Europa y en el Sur global, mujeres del Medio Oriente, mujeres asiáticas, indígenas, mestizas, chicanas, migrantes, trabajadoras, racializadas han elaborado extenuantes críticas a ese feminismo que se resiste a incluir en sus análisis perspectivas que no sólo sean de género.
El feminismo no es consenso. Así como hay varias corrientes desarrolladas por distintos grupos sociales y culturales de mujeres, frente a un tema, por ejemplo si los hombres pueden ser feministas o no, existen diversas opiniones. Incluso, dentro de una misma teoría, hay respuestas divergentes. Esto no es necesariamente una característica negativa, todo lo contrario.
Es un error creer que las teorías no están en movimiento y que ya se dieron todos los debates sobre todos los temas. Las feministas siguen en constante discusión, dialogan con los postulados teóricos de años anteriores, confrontan esas ideas con el presente, actualizan el análisis y abonan a la construcción del conocimiento.
El conocimiento es un proceso constructivo que debe mantenerse vivo. Si esto no sucede dentro del espacio feminista en el que estás, preocúpate, porque puede que hagas parte de una secta y no de un movimiento político.
Más allá del feminismo
Una de las más grandes lecciones que me ha dejado conocer el trabajo de mujeres como Aura Cumes, Valethia Watkins, entre otras autoras negras y de color, es que se puede tener una lucha activamente antipatriarcal sin necesidad de autodeterminarse feminista.
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El feminismo no lo es todo. Tener vulva y útero no es igual a ser mujer, pero tampoco a ser feminista. ¡Y atención aquí! No ser feminista no siempre significa ser antifeminista o ser apática a los asuntos que tienen que ver con la eliminación de la violencia hacia las mujeres y niñas.
Tampoco se puede nombrar como feminismo a todas las luchas de las mujeres que tienen una práctica política contrapatriarcal, porque en palabras de Aura Cumes, sería un acto de superioridad epistémica.
Desechemos la idea de que la única posibilidad existente de pelear contra la matriz de dominación es el feminismo.
El feminismo no lo es todo
Muchas mujeres, sin conocer ni necesitar la teoría feminista, resisten a la opresión sexista, racista y colonialista en sus territorios y comunidades. Resisten y construyen epistemologías no occidentales, teoría y conocimiento, sobre su propia condición de oprimidas.
Si decides dejar el feminismo no tienes prohibido nunca más volver a citar a una autora feminista. Puedes leer, citar, retomar ideas feministas y reconocer los puntos de convergencia con las distintas corrientes feministas. También puedes reunirte con mujeres feministas y establecer alianzas políticas con ellas.
El feminismo en algunas circunstancias puede ser una perspectiva que aporte miradas sobre la participación de las mujeres, sin embargo, en otras ocasiones puede ser un sesgo importante que reste o fragmente la realidad de las mujeres que no se piensan sin su comunidad.
Renunciemos a la necesidad de encontrar una sola teoría que explique cómo funciona la opresión. Reconozcamos la finitud teórica no sólo del feminismo sino de todos los movimientos sociales.
Las teorías tienen límites explicativos porque surgen de un lugar determinado, de un cuerpo, una experiencia y una subjetividad.
Sintámonos libres de entrar y salir de las teorías con mayor flexibilidad. Más allá del nombre que utilicemos para reivindicar nuestras luchas políticas, preocupémonos por trabajar de manera comprometida y organizada con las personas que tenemos cerca, con las amigas, vecinxs, compañerxs de clase, de trabajo, etcétera.
Procuremos que nuestros espacios colectivos siempre estén vivos a través del debate, las preguntas, la lectura, la discusión y el movimiento.