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Cómo leer el tarot. Elegir tu baraja, hacer preguntas y activar la intuición

Si siempre has querido saber cómo leer el tarot pero no tienes idea de por dónde empezar, en este texto una experta te cuenta cuáles son los primeros pasos a seguir, desde la elección de tu baraja hasta comenzar a hacer preguntas.

Por: María Cruz, tarotista creadora de 7Tarot. Su visión es compartir la belleza del tarot.

¿Quieres leer y entender las cartas del tarot? Nada podría ser más fácil. De verdad, te prometo que puede ser fácil. Solo sigue algunos consejos básicos y entra con valentía en el mundo de la lectura intuitiva.

Sí, es importante estudiar los significados de las cartas, las combinaciones y la tradición del tarot. Pero sin intuición, todos esos estudios no equivaldrán a mucha habilidad de lectura. Entonces, activemos esa intuición, ¿de acuerdo?

Cómo elegir una baraja de tarot

No es una sorpresa: una parte básica de leer y comprender las cartas del tarot es entender la baraja que estás usando.

Aprender a leer todas las barajas tomaría bastante tiempo y sirve más que nada para hacerse el interesante.

Lo que puedes lograr rápidamente es aprender a leer la baraja más obvia: la Rider Waite Smith. Es tan fácil de leer porque tiene ilustraciones en cada una de las cartas, incluidos los arcanos menores.

¿Encuentras las ilustraciones tradicionales un poco secas? No te preocupes, hay muchas opciones artísticamente más agradables, a solo un clic de distancia: los llamados clones de Rider Waite.

Simplemente haz una búsqueda rápida para “cartas de tarot” y verás cuántas opciones diferentes surgen. ¡Vivimos en la era de abundancia de barajas del tarot!

cómo leer el tarot
Imagen. Soulful Stock para Unsplash

Crea una conexión

La forma más rápida y divertida de aprender a leer y comprender las cartas del tarot es encontrar una baraja que realmente te hable. El punto es que resuenes con la forma en que este artista interpreta e ilustra el significado de la carta.

Cuando encuentres el lenguaje visual correcto, las cartas simplemente tendrán sentido.

Mientras examinas las opciones, no pienses que solo necesitas ir por lo que ves como muestras. Puedes mirar todas y cada una de las cartas de esa baraja.

Simplemente ve a YouTube y escribe en la barra de búsqueda el nombre. La mayoría tienen una gran cantidad de videos, hechos por entusiastas del tarot como tú y yo. Así puedes ver todas las cartas y saber que las imágenes realmente te hablan antes de hacer la compra.

Consigue una baraja con imágenes muy sugerentes para ti. Asegúrate de que también tengan los nombres de las cartas escritos en ellas.

Apenas estás empezando, por lo que necesitas que las cosas sean fáciles de acceder y entender por ahora.

Comienza a explorar

Ahora que tienes una baraja con nombres de cartas y arte muy sugerente, puedes comenzar a explorar y construir un vínculo con tu baraja. Baraja las cartas un par de veces. Míralas y familiarízate con ellas.

Pensando en la lectura, es importante saber que no debes barajar y mirar las tarjetas sin un contexto o pregunta. Puede ser cualquier pregunta relacionada con cualquier tema. Formula una consulta clara antes de barajar, incluso en esta etapa de aprendizaje.

Comienza con algo simple y claro, como «¿Qué tiene que decirme mi baraja en este momento?» o «¿Qué orientación tienes para mí hoy?». Anótala para mantenerla frente a ti durante este proceso, de modo que te puedas centrar menos en recordar la pregunta y más en las respuestas.

Mezcla las tarjetas un par de veces con la consulta en mente y saca una. Mírala de verdad. Deja que esas imágenes sugerentes te hablen, porque si has elegido una buena baraja para ti, te hablarán mucho. Ten en cuenta el contexto de tu pregunta y concéntrate en esa carta.

No hay porqué preocuparse por los spreads (métodos para posicionar las cartas reveladas para ayudar la interpretación) complejos en este momento: está en tu primera cita. Llegarás a la reunión con los padres más adelante – no compliques demasiado las cosas ahora. Simplemente diviértete y disfruta de este paseo.

Imagen. Soulful Stock para Unsplash

Sentir, no racionalizar

La barrera más común en cuanto al entendimiento de las tarjetas es el hecho de que su cerebro está entrenado para racionalizar todo. No te involucres en ese comportamiento entrenado.

Mira esa carta; lo que sea que sientas, lo que sea que pase por tu mente, suene como suene, dilo en voz alta. No te preocupes por hacerlo sonar elegante o coherente. No lo filtres, solo dilo.

Cuando comiences, puede ser difícil concentrarte en los mensajes y prestarles atención al mismo tiempo.

Una manera fácil de familiarizarte con el proceso es grabar un audio en el que hables libremente con la tarjeta, teniendo la pregunta en mente, y después escucharla. Con la práctica, podrás hablar y escuchar el mensaje al mismo tiempo.

Y recuerda…

Cuando se trata de leer y comprender las cartas del tarot, lo más importante es potenciar tu intuición y apoyar tus manifestaciones al enfocarte en el lenguaje visual sugerente de tu baraja.

Con la práctica, tu intuición se volverá cada vez más fuerte, y los mensajes que recibirás a través de ella te sorprenderán incluso a ti.

No te presiones ni presiones a la baraja. Simplemente ábrete a los mensajes y disfruta del proceso: esa es la forma en la que los mensajes fluirán.

“Ser negra me hizo gorda”: la artista Marbella Figueroa sobre racismo y gordofobia

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Nuestra columnista Valeria Angola platica con la artista plástica afromexicana Marbella Figueroa para conocer su perspectiva sobre la relación entre racismo y gordofobia y cómo influyen en su obra.

“Se aplaude el hecho de que mujeres como yo apreciemos nuestro cuerpo y lo queramos muchísimo, pero las personas tienen miedo de tener un cuerpo como el mío”, me dijo mi amiga Mar cuando platicamos, por primera vez, sobre su relación política con su cuerpo.

Marbella Figueroa es mi amiga, mi confidente, mi compañera de lucha. Hablamos horas por teléfono, chismeamos como cualquier par de amigas. En ocasiones estudiamos y leemos, también tenemos un podcast con Scarlet, otra gran amiga, que se llama Afrochingonas

Marbella tiene 28 años y, aunque nació en la Ciudad de México, su familia es de la Costa Chica de Guerrero. Es artista plástica, estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM. Se dedica a hacer exploraciones plásticas y visuales, hace grabado en madera y en linóleo, collage y fotografía y también tiene un canal de YouTube.

Hace un tiempo, le pregunté a Mar (como le digo de cariño) si ella se asumía políticamente gorda, que qué opinaba del movimiento body positive. Me dijo que se distanciaba mucho, no profundizó, tampoco quise preguntarle más. Hace unas semanas, en Afrochingonas realizamos un capítulo sobre este tema y hablar de racismo fue inevitable.

Racismo y gordofobia

La colonialidad y la racialización tienen una relación muy estrecha con la gordofobia, ¿cómo es que ambos sistemas se interseccionan? La aversión por los cuerpos de tallas grandes surge del desprecio por los cuerpos de las personas africanas.

Un ejemplo de esto es el caso de Saartije Baartman, también conocida como la Venus Hotentote, una mujer del pueblo Khoi que fue deshumanizada por el tamaño de su cuerpo: en vida fue expuesta en circos y espectáculos racista.

Cuando murió, fue vendida a Georges Cuvier, uno de los padres de la anatomía moderna, y su cuerpo fue diseccionado y expuesto en un museo de ciencia de París.

El cuerpo hegemónico es blanco occidental, productivo económicamente, delgado. Pocas veces pensamos la gordofobia en relación al racismo.

Establecer un diálogo entre ambas violencias resultó, para mí, revelador. Conversando con Marbella pude comprender que el rechazo hacia los cuerpos gordos tiene el mismo origen que el racismo.

Valeria: ¿Mar, te asumes políticamente como una mujer gorda?

Marbella: Sí, ahora sí, realmente desde hace muy poco que lo hago, pero sí, me asumo políticamente como una mujer gorda negra.

V: ¿Por qué, cómo fue este proceso? 

M: Para mí es importante asumirme como una mujer gorda, porque toda la vida, o la mayor parte de tiempo de mi vida, he tenido problemas con la aceptación y la asimilación de mi cuerpo, por estar buscando un ideal de cuerpo, por tener una idealización de cuerpo.

Esto tiene que ver con los parámetros hegemónicos que se me han introyectado, que yo he introyectado, de cómo debe ser un cuerpo, y debe, lo entrecomillo, porque los cuerpos no deben de ser de ninguna forma, los cuerpos son. Son hermosos como son y hay una diversidad enorme.

He estado comprendiendo que mi cuerpo es así, por muchas razones, por muchas circunstancias, por toda una historia… que es importante que yo aprenda a amarlo y a mostrarlo como es y que lo asuma como esto, como un cuerpo grande.

Me costaba mucho trabajo la palabra gorda, pero ahora no tengo problema en decirla. Me parece importante subrayar esa palabra porque me sucedía también con la palabra “negra”, que ahora es una palabra que reivindico y llevo con mucho respeto y mucho orgullo.

Aunque también es distinto, porque yo siempre he sido negra desde que nací, y no siempre he sido gorda. Hay momentos en los que no soy percibida como gorda, incluso, yo misma no me percibo como gorda, depende del espacio. También lo de ser negra, pero es otro tema.

V: ¿Cómo podrías definir la gordofobia?

M: La gordofobia es el odio y las acciones que se toman en contra de los cuerpos grandes, en contra de los cuerpos no hegemónicos, que no tienen las medidas que estamos acostumbrados y acostumbradas a ver en los medios masivos de comunicación. 

Por lo regular, estamos acostumbrados a ver representaciones de mujeres y hombres delgados, muy fit, que ahora está muy en tendencia lo de ser fit

V: ¿Cómo vinculas tú esa experiencia del racismo con la gordofobia ¿Por qué el movimiento Body Positive debe ser antirracista?

M: Existe una relación muy estrecha entre estas dos partes, entre el racismo y la gordofobia, porque definitivamente es algo que me ha atravesado todo el tiempo, al ser una mujer negra que, además, es gorda. Todo el tiempo he sido señalada, https://malvestida.com/2020/07/necesitamos-la-interseccionalidad-para-entender-el-racismo/es como sumarle puntos a mis desventajas sociales. 

En espacios, por ejemplo, en los que he estado para tratar temas de alimentación no he hablado acerca de esto, de cómo se perciben los cuerpos en las culturas afrodescendientes. 

Se me ha negado esta parte de reconocer esas otras visiones, me dicen “no, aquí todas estamos gordas y no puede ser diferente para ti, no tiene nada que ver que seas negra” y me parece que eso es un error porque, en definitiva, yo creo que sí tiene mucho que ver, porque no es lo mismo una mujer blanca o no negra y gorda, a una mujer negra y gorda.

Incluso ahora que hay este tema de la inclusión, muchas marcas están teniendo tallas extra o curvy, o estos movimientos de Body Postive, las modelos mayoritariamente son blancas, tampoco hay una representación de mujeres negras gordas.

Sigue habiendo este sesgo racial dentro de este movimiento de supuesta inclusión, inclusión entrecomillada, porque sigue habiendo ese sesgo racial que pocas personas se atreven a ver. Es como si estas opresiones atravesaran de forma vertical y unísona a todas las personas y me parece que para nada es así.

V: ¿Tienes alguna obra de arte que hable sobre cómo es percibido tu cuerpo?

M: Sí, pero no han salido al público, en realidad siempre he trabajado desde mi historia y desde lo que me ha lastimado, intento transformarlo y pasarlo del plano del dolor y de lo que me atraviesa, al arte. Creo en el arte como un medio de transformación y sanación. 

He hecho algunos dibujos de mi cuerpo desnudo para poder verme, para poder, de alguna manera, reconocer mi cuerpo y no estar a expensas de lo que los demás puedan decir, sino reconocerlo desde mi propia mirada, conocer sus dimensiones, conocer sus texturas, sus colores, conocer incluso sus capacidades, cómo es, cuál es el espacio que habito, cómo es que me relaciono con el mundo y con lo que está fuera de mí a través de este cuerpo, este espacio que ocupo. 

Sí he trabajado mucho, pero hasta hace muy poco no me atrevía a hablar abiertamente de esto, no son cosas que haya hecho para mostrar sino para mí. Un arte, digamos, para un proceso íntimo y propio, no para que ande por ahí divulgado o algo así, no por ahora.

V: ¿Cómo ser negra te hizo gorda?

M: En la construcción de cómo concebimos los cuerpos muchas veces hay una visión distorsionada, se aplaude el hecho de que mujeres como yo apreciemos nuestro cuerpo y lo queramos muchísimo, pero las personas tienen miedo de tener un cuerpo como el mío.

Por otra parte, [negra y gorda] no son categoría fijas, son móviles, son construcciones médicas, biológicas, psicológicas, sociales y emocionales. 

Esta corporalidad que complementa mi ser, este cuerpo que es etiquetado como gordo y como no deseable, porque no se ajusta a los parámetros hegemónicos, es herencia de mis ancestras y ancestros que desarrollaron sus cuerpos de acuerdo a las condiciones y contextos en los que vivieron. Resistían con su corporalidad la realidad que les tocó vivir.

Yo no soy gorda. Yo resisto en este mundo con este cuerpo y tengo tanto derecho de hacerlo como cualquier otro cuerpo. No tengo porqué modificarlo para hacerlo más agradable para nadie, ni para apegarme a ninguna norma hegemónica ni a ningún estereotipo. Este es mi cuerpo.

Mi cuerpa revoltosa o cómo curar cicatrices más allá de la piel

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Curar cicatrices no es un proceso lineal ni que involucre únicamente a la piel. Una reflexión acerca de la discapacidad, la enfermedad y las diferentes maneras de sanar.

Este texto se trabajó como parte del primer taller de redacción de Malvestida.

«En rigor, es de tu realidad de lo único que puedes hablar». Josefina Vicens

Por: Miranda Campos @titaniumamazon

Llevo una cicatriz de más de 30 cm en mi muslo derecho, resultado de un par de cirugías con las que me trataron un tumor de hueso el cual rompió mi pierna y mi vida. 

Me convertí en una mujer con discapacidad y cáncer a los 21 años; conforme acepté los hechos me he acercado más al universo sumamente invisibilizado que es la discapacidad. 

Responderme la pregunta ¿cómo curar cicatrices? se hizo cada vez más urgente conforme sentía el cúmulo de heridas que provocaba mi enfermedad.

En México, Maryangel García-Ramos, fundadora de Mexicanas con discapacidad, me ha inspirado a hablar sobre lo que vivo, porque como la escuché decir un día, “la narrativa (sobre la discapacidad) tiene que cambiar” y no habrá mejor manera para cambiarla y enfrentar el capacitismo que hacernos visibles contando nuestras historias. 

Muchas facetas, etapas y cicatrices que van más allá de lo visible, hilan mi historia. No sé si puedo decir que he curado todas mis heridas, pero, el body positive y el feminismo han sido grandes aliados en este proceso de reconciliación y de amor propio que renueva mis ganas de vivir.

Mi cuerpa revoltosa y la cicatriz de guerra

Ya ni les cuento cuántas veces han visto feo y con asco mi cicatriz. Además de la marca, por arriba de la rodilla mi pierna muestra la ausencia del músculo perdido, para hacer juego con la flacidez de algunas zonas de mi cuerpa a causa de las cirugías.

Varias de las miradas que he recibido las he considerado exageradas. Pero he aprendido que la falta de visibilización de cuerpas/cicatrices como la mía me convierten en un “cuerpo revoltoso”.

Este es un término que retoma Isaura Leonardo para hablar de mujeres con discapacidad y la importancia de conocer sus historias y que hoy paso al femenino para visibilizar la perspectiva con la que me identifico.

Habito una “cuerpa revoltosa” porque desafía la norma estética y al mismo tiempo es marginal por ser una cuerpa con una discapacidad. En este proceso de aceptación he derramado muchas lágrimas bajo el peso de expectativas estéticas, sexuales, de lo que debe ser y hacer una mujer bajo estándares normativos heteropatriarcales.

Conforme lloraba, consumía contenidos feministas. Así, me fui desprendiendo de estos estándares y hoy puedo decir con mayor soltura… ¡me valen sus normas! 

Mi cuerpa ya ha superado muchas de mis expectativas, como el volver a caminar- Ha cumplido con creces el curar cicatrices, me da un hogar y, aún entre tanto dolor, me permite tener experiencias que me dan energías para seguir. 

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Curar cicatrices, un acto de amor propio 

Entre la escasa representación en medios, la falta de acceso a lugares públicos (lo cual es sumamente importante para que podamos ser visibles) y las ideas de cómo debe ser una cuerpa, trabajar el amor propio habitando una “cuerpa revoltosa” suele tornarse complejo.

Tan sólo si escribes “cicatri…” en tu buscador, la palabra se completará como la famosa crema para borrar cicatrices. 

Así, en vez de curar cicatrices y aceptarlas como parte de nuestro camino por la vida, lo deseable pareciera ser borrarlas como si nunca hubieran pasado. 

Tratamientos para difuminar mi cicatriz ni los contemplo, porque para mí representaría “borrar” parte vital de mi historia. Y para las personas que han mirado con repudio alguna cuerpa, esa es la idea que refuerzan, la desaparición de las cuerpas fuera de la norma o diferentes.

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El lenguaje como cura

Curar mis heridas no ha sido lineal, afirmar que hay una ruta de curación sería reproducir expectativas huecas, ya que sanamos a ritmos diferentes. Sin embargo, podemos coincidir en algunas bases: rodéate de personas que te llenen de amor, consume contenidos respetuosos de otras realidades, y si te sientes lista, comparte tu sentir. 

Hablar es importante porque en el lenguaje nos construimos y nos apropiamos de nuestra narrativa. Para muchas personas, ha sido la forma en que hemos reconstruido nuestras cuerpas, que nos ha llevado a sanar mucho más allá de la piel.

Es lo que más me ha ayudado a curar mis cicatrices: platicar. A quien muestra curiosidad por mi pierna le invito a charlar y trato de evitar que madres o padres censuren el acto empático de la infancia cuando me quieren preguntar qué me pasó.

No quisiera que nuevas generaciones aparten su vista de cuerpas distintas y nos invisibilicen porque no les enseñaron a preguntar con respeto, ni a mirarnos.

Contar tu historia, para mí, se erige como uno de los actos de amor propio más grandes que existen, al hacerlo honras tu camino, lo socializas para conectar con seres humanos, sanas un poco más y cuando menos te des cuenta el curar tus cicatrices dejará de preocuparte, solo restará vivir y lucir tu cuerpa con orgullo.

Foto. Cortesía de la autora

En tiempos de encierro, ¿cómo cambia nuestro estilo personal?

El estilo personal es una forma de mostrarle al mundo quiénes somos, pero ¿cómo cambia cuando no podemos salir de casa?. En esta alianza con Skechers conversamos con 5 mujeres para conocer cómo las ha cambiado el encierro por Covid-19 y si eso se refleja en su forma de vestir.

Este 2020, todas las personas hemos tenido que mirar hacia adentro: sí, dentro de nuestras casas y departamentos, pero también de nosotras mismas. 

Los días de encierro por Covid-19 implican retos, cambios y un momento para reflexionar sobre quiénes somos y quiénes queremos ser, cómo nos queremos presentar ante el mundo. 

Junto con Skechers, quisimos platicar con 5 mujeres creativas para conocer cómo han evolucionado por dentro y por fuera estos meses. Además, la grandiosa fotógrafa Sandra Blow las retrató a distancia con sus tenis Skechers favoritos.

Cómo nos ha cambiado la pandemia

Nicole Horts: «Me volví a inspirar»

Nicole es una cantante que, además de tener una voz de terciopelo y un ritmazo, explora la identidad visual de sus canciones con videos que invitan a crear mundos muy cool y coloridos.

Nic usa Tenis Skechers Go Run Fast

¿Cómo definirías tu estilo personal?

Es muy dual, muy como mi personalidad: muy extra en ciertas cosas pero al mismo tiempo muy simple y chill

En la vida normal siempre estoy en jeans, t-shirt y tenis. Pero al mismo tiempo me encanta ser muy extra en ciertas cosas y momentos. Amo los accesorios enormes, los tacones y las plataformas gigantes, muchos colores y camisitas noventeras.

¿Consideras que este tiempo de pausa te cambió de alguna manera?

La cuarentena me ha cambiado muchísimo. Creo que a todas las personas nos ha hecho tener un enfrentamiento con nosotras mismas. 

Encontré mucha fuerza en mí, me volví a inspirar de muchas cosas y me hizo recordar lo afortunada que soy y cuántas cosas me quedan por aprender, vivir y agradecer. 

¿Qué es lo que más te ha sorprendido de ti misma en estos tiempos?

Me sorprendió mucho lo extremista que soy. Y mi capacidad de observarme y darme cuenta de quién soy. Siempre hay algo nuevo para aprender de nosotras mismas, para darnos amor y darle a quienes nos rodean. 

También me sorprende y me da mucha tristeza la situación que tenemos como país, la desigualdad, la falta de cuidado hacia nuestro planeta y falta de apoyo para tantas personas. Me siento tan impotente de no poder generar ese cambio tan significativo que necesitamos.

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Miroslava Valdovinos: “Quiero observar las cosas bonitas que me rodean”

El Instagram de Miroslava nos fascina, porque siempre está compartiendo tips para tomar fotos. Además, su pelo está constantemente cambiando de color y estilo, siendo una inspiración camaleónica.

Miroslava tiene los Tenis Skechers Sport: Energy – Retro Vision

¿Cómo definirías tu estilo personal? 

Creo que mi estilo es justo que no tengo un estilo. A veces veo la ropa y maquillaje como un disfraz con el que puedo jugar a ser diferentes personas: un día puedo ser un personaje de los 60 y otro una rockstar. 

¿Hay algún nuevo hábito que quieras llevarte a la “nueva normalidad”?

Creo que el hecho de disfrutar más de mi entorno. De repente damos cosas por sentado porque las vemos todos los días, pero, por ejemplo, ahorita cada que salgo, aunque sea al súper, es una aventura.

No sabes cómo tengo de lleno mi carrete con fotos de florecitas o del cielo que antes no me paraba a observar con más detenimiento. Me gustaría justo llevarme el observar más las cosas bonitas que me rodean, sin acostumbrarme.

¿Qué es lo que más te ha sorprendido de ti misma en estos tiempos? 

Sin duda mi responsabilidad. Yo era/soy una persona que le encanta salir, rodearme de gente, ir a eventos, visitar a mi familia etc. Y me sorprendí haciendo todo lo posible por poner mi granito de arena.

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Leila Autrique: “ahora aprovecho cada momento”

Nos encanta el Instagram de Leila Autrique, que logra ser minimalista en los colores pero maximalista en el impacto. Ella es estilista y creadora de contenidos sobre tendencias, además de que ama la astrología y pronto lanzará una línea de velas con este tema. 

Leila está usando los Tenis Skechers Sport: Energy – Retro Vision

¿Cómo definirías tu estilo personal?

Versátil y over the top… Me encanta experimentar y probar cosas nuevas. Amo ir cambiando mi estilo conforme a lo que estoy viviendo y sintiendo, me hace sentir libre.

¿Qué cosas te has replanteado sobre tu estilo personal durante la cuarentena?

Esta cuarentena le he dado una vuelta 180° a mi estilo… ahora uso una paleta de color muy neutral y me apego a los básicos. Esto principalmente para llevar un estilo ecológico y consciente, reutilizar la más ropa posible y no usar color, ya que los tintes son lo que más contamina al elaborar prendas.

¿Qué es algo que aprendiste a valorar o aprovechar gracias a la cuarentena?

Mi salud, definitivamente. Lamentablemente esta cuarentena viví una gran pérdida de la persona más importante en mi vida.

Me hizo valorar, crecer y aprovechar cada momento y cada oportunidad, porque la vida es prestada y no sabemos hasta cuándo la tenemos.

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Jocelin Zuckerman: “Me defino como libre”

Jocelin es una actriz mexicana súper cool, relajada e inspiradora, con un estilo que nos recuerda que la libertad también la podemos encontrar en el encierro.

Jocelin tiene los Tenis Skechers D’Lites 3 – Intense Force

¿Cómo definirías tu estilo personal?

Me gusta sentirme cómoda. Siempre prefiero la comodidad al qué dirán o el “parecer correcta o bonita”. Así que lo definiría como libre.

¿Cómo ha cambiado tu rutina en estos días de encierro?

Siempre me costó trabajo hacer ejercicio en casa, por más que lo intentara no lo lograba. ¡En esta cuarentena lo logré! Y la verdad es que me gustó mucho cómo me sentía. Definitivamente me encantaría quedarme con ese hábito.

¿Qué es algo que aprendiste a valorar o aprovechar gracias a la cuarentena?

Aprendí que estar con mi familia es importante. A veces hay peleas, pero aprendimos a convivir más. Y también a respetar nuestros espacios, porque es súper importante tener un tiempo sola.

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Lucero S. Novaro: “Por primera vez, me acepto como soy”

Lucero es directora y guionista, siempre buscando nuevas historias e impulsando que más mujeres puedan hacer lo mismo. Ella enfermó de Covid y con eso vino una nueva perspectiva.

Lucero lleva Tenis Skechers Mark Nason LA: Neo Block – Carmen 

¿Cómo definirías tu estilo personal?

Para mí el estilo es una herramienta para reflejar lo que somos y queremos ser, la manera en que nos miramos y queremos que nos perciban.

Yo diría que mi estilo ha ido cambiando, tanto como yo misma lo he hecho, a través de los años. En este momento es una búsqueda hacia la expresión y el autodescubrimiento. Siento que por fin me reconozco a través de mi estilo de una manera libre, heterogénea y amorosa.

¿Qué cosas te has replanteado sobre tu estilo personal durante la cuarentena?

Creo que, por primera vez en mi vida, me acepto como soy e intento (aunque no siempre lo logro) no compararme con los cánones de belleza de nuestra sociedad. 

El aislamiento ha hecho que me vista para mí, para gustarme y para sentirme bien. A veces me hace sentir bien ponerme un vestido de verano setentero y un sombrero para escribir en mi terraza bajo el sol. Pero también hay días en que me quedo en pijama toda la mañana con mi hijo. 

El simple hecho de vestirme y mirarme al espejo es una forma de mantenerme en pie, así me sigo construyendo y explorando en mi cotidianidad.

¿Qué es algo que aprendiste a valorar o aprovechar gracias a la cuarentena?

TODO. Suena exagerado pero lo digo con sinceridad. Cosas que extraño, desde lo más pequeñito, como los rituales de poder llevar a mi hijo al parque o caminar por las calles viejas de mi barrio, hasta algo tan importante como la salud. 

Yo me enfermé fuerte de Covid-19 y me recuperé, así que para mí cada respiración profunda significa un regalo, un alivio. 

Mis axilas oscuras me preocuparon toda la adolescencia… así lo dejé ir

Existen decenas de remedios para las axilas oscuras, desde los naturales hasta los comerciales... pero ¿vale la pena dedicar nuestra vida a probarlos todos para ver si alguno funciona?

Este texto se desarrolló como parte del primer taller de redacción de Malvestida.

Por Marisol Ciriano Herrera @oyeciri

En algún punto de la adolescencia, alguien me preguntó qué era lo que menos me gustaba de mi cuerpo, quizá fue una revista, un chismógrafo o alguna amiga. Lo que sí recuerdo fue mi respuesta: mis axilas oscuras, negras. 

Muchas mujeres tienen el vago recuerdo de cuándo comenzaron con ese ritual de quitar el vello de las axilas, yo no lo sé con exactitud, pero para antes de los 15 años ya me avergonzaba subir el brazo y que alguien notara la decoloración que tenía porque parecía mugre

Procuraba no usar muchas blusas, playeras o vestidos de tirantes, o si usaba esas prendas, cuidar que nadie lo notara. Una vez fui a una fiesta de quinceañera y evité una dinámica de baile que implicaba subir las manos. En la foto todos salen muy bien, excepto yo, que parecía estar haciendo el juramento a la bandera con el brazo extendido hacia el frente. 

Le pregunté a mi mamá por qué pasaba eso con mi piel, luego también busqué en internet. Ahí, había artículos de diferentes tipos: en secciones de salud y estilo de vida, en belleza, había  varios en la páginas de los productos que lo “combaten” y otros que parecían tener un acercamiento más médico. 

Poco más de 10 años después me doy cuenta que todos esos textos y videos dedican cierto espacio para describir las probables causas (genética, acumulación de células muertas e irritación por el rasurado, exposición al sol, uso incorrecto de desodorante, alergias) y solo algunos lo relacionan con la salud de tu piel. 

Eso sí, luego viene el mandato: debes quitar ese color, porque ¡qué vergüenza! ¡Qué incomodidad para las mujeres saber que están expuestas! 

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Cómo intenté aclarar mis axilas

Con eso llegó una lista de artículos con “remedios caseros”.  La seguí, porque que eran muy parecidos a los consejos que me había dado mi abuela para mi problema”. 

Cada noche tenía que lavar el área, secar, aplicar el remedio. ¿Qué incluía? Limón con bicarbonato, limón con azúcar, limón solo, limón; dejar toda la noche o enjuagar después de unos minutos. Elección personal o del tutorial que se vea. 

La paciencia se me terminaba antes de ver grandes resultados, además de que ya era incapaz de olvidar la mancha y la veía siempre. 

También estuvo la compra compulsiva de desodorantes, de muchas marcas, creyendo en sus testimonios publicitarios, aunque en el fondo supiera que no funcionaría por completo.

Pero hubo uno que sirvió más que los demás, un producto directo del catálogo de productos que vendía una tía. Lo aplicaba en las axilas cada mañana después de bañarme y esperaba a que secara, porque así decían las reglas.

Usaba playeras interiores de tirantes y me hacía el desayuno con los codos hacia arriba. Era más fácil en las estaciones frías porque el proceso era más rápido y no aguantaba el comentario de mi papá acerca de cómo parecía un pajarito a punto de volar, “con las alitas arriba”. 

El problema con ese producto fue que si no se secaban por completo, no me servía tanto como desodorante y resultaba igual de incómodo. 

Nunca se “blanquearon” por completo.

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La verdadera solución a las axilas oscuras

En algún momento dejé de hacer todo eso, porque dejé de obsesionarme con el color que los demás decían que debía tener esa parte de mi piel.

Hice a un lado el sentido estético y me fui por el cuidado propio, y hice más caso a la parte de que mi piel estaba dañada y tal vez era así era por su sensibilidad, entonces decidí cuidarla de otras maneras. 

Ahora la rutina es no rasurar o depilar excepto en casos muy necesarios para evitar irritaciones por el uso de rastrillo o cera. Además, le pongo tanta crema como al resto del cuerpo y si llego a quitar el vello, aplico  gel con sábila después e intento usar desodorantes para piel sensible o sin alcohol. 

No recuerdo cuándo fue la última vez que me fijé si tenía o no las axilas oscuras y hace por lo menos cinco meses que no veo debajo de mis vellos. Supongo que tendré que replantearme qué es lo que menos me gusta de mi cuerpo. ¿Realmente hay algo?

¿Qué pasó en la SCJN hoy? Te contamos de la resolución sobre aborto en Veracruz

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La sentencia sobre el aborto en Veracruz hubiera tenido un impacto enorme en el acceso de las mujeres a su derecho a decidir. Sin embargo, fue rechazada con 4 votos en contra.

Seguro ya notaste que tus redes sociales se vistieron de verde en estos días, porque este 29 de julio la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) discutió un proyecto de sentencia respecto a las responsabilidades del Estado frente a la violencia contra las mujeres, lo que incluye el aborto legal.

Por desgracia, la resolución no pasó, con 5 votos: 4 en contra y solo uno a favor, del ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá.

Esta es una lucha que lleva ya varios años en Veracruz. Como explica una infografía de Colectiva Colmena Verde y Red de Género, Derechos Humanos y Empoderamiento A.C., en 2016, organizaciones solicitaron la alerta de género mediante un amparo.

Esto porque, argumentaban, en el estado se negaba el acceso al aborto legal (ILE) y había un marco penal discriminatorio, además de que se aprobó una ley para “proteger la vida desde la concepción”.

A finales de 2017, se logró la alerta de género, que viene con recomendaciones de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim), así como de un grupo de activistas y expertas. 

Sin embargo, el Congreso no ha aprobado las iniciativas de ley que incorporan estas recomendaciones y por eso el caso llegó a la SCNJ.

El aborto en Veracruz y el derecho a la vida libre de violencia

El argumento del proyecto de sentencia presentado por el ministro Alcántara Carrancá es que, dado que México ha firmado varios acuerdos internacionales para erradicar la violencia contra las mujeres y que estos incluyen el goce de los derechos sexuales y reproductivos, entonces el Congreso de Veracruz debe hacer las modificaciones necesarias.

Estas modificaciones hubieran sido: 

Esto no sería automático, pero una recomendación de la Suprema Corte tendría un gran peso en el gobierno local.

De acuerdo con información que le dio Católicas por el Derecho a Decidir a Animal Político, solo en 2015 se registraron 400 niñas que no pudieron acceder a su derecho al aborto por violación en ese estado. Además, hasta 90% de los médicos en Veracruz se declararon objetores de conciencia.

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¿Cómo influye en el resto del país?

Algunas personas han mencionado que esta resolución de la Suprema Corte hubiera una “despenalización del aborto en todo el país”. Sin embargo, no es tan fácil. En primera instancia, solo cambia la situación del aborto en Veracruz.

Lo que sí es cierto es que, de tener un precedente positivo, organizaciones de cada estado de la República podrían haber seguir los mismos pasos de Veracruz, con los mismos argumentos, para lograr cambios en sus legislaciones. 

La razón por la que no pasó esta sentencia es un tema técnico, de modo que las organizaciones podrían preparar otro caso. No hay razones para pensar que los ministros están en contra de la despenalización, así que todavía quedan esperanzas.

A pesar de esta resolución negativa, la lucha por el aborto legal en México sigue… sabemos que un día #SeráLey.

Talleres online de sexualidad: BDSM, masturbación y sexo anal a un clic de distancia

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En cuarentena nació una movida que llegó para quedarse: la de hablar de sexo en la virtualidad. De qué se trata este nuevo boom de talleres online de sexualidad que encuentra, entre vinos y contraseñas de Zoom, a muchos especialistas hoy en día.  

Por: Flavia Fiorio

El show empieza con porno animé en las pantallas de las computadoras. Porno animé color violeta, porno animé color azul, porno animé que aparece y desaparece detrás de hashtags en colores fluorescentes mientras suena Karol G, Miss Bolivia, Billie Ellish, la música del momento.

Las palabras “clete”, “forrate”, “alta pandemia”, propias del diccionario de seguidores de la sexóloga argentina Cecilia Ce, pasan en loop y anuncian que pronto comienza Beer and Sex, el show de esta sexóloga, esta vez edición online.

Mientras Cecilia espera a que se conecten todos los participantes a una sala de Internet (previo acceso con contraseña), pasa el tiempo fiel a su esencia: comparte stories en Instagram, su red social predilecta, y muestra cómo y dónde están quiénes la van a escuchar. 

Hay personas conectadas en Inglaterra (“¿Allá ya pueden coger, no?”- bromea Cecilia), mayoría de conectados en Argentina y un fuerte predominio de pantuflas y pijamas acompañadas de un trago, casi condición necesaria para ver el show que está por comenzar.

Quince minutos después de la hora pactada, Cecilia “levanta el telón”: es decir, aparece con un dildo de goma y bromea con que esta vez, solo porque la edición es virtual, no podrá pasarlo por la cara de los participantes. 

El espectáculo en el que mezcla memes, fragmentos de películas, consoladores de goma, almohadones con forma de vulva, información y mucha, pero mucha educación sexual acaba de empezar.

Educación sexual durante la pandemia

Cecilia Ce, sexóloga y psicóloga, autora del libro Sexo ATR, es la sexóloga del momento en Instagram. Famosa por su cercanía con la audiencia, busca hacer llegar, de forma amena y divertida para su público, dosis enteras de sexología e información confiable.

Por eso, desde 2018 hace, de manera presencial, Beer and Sex, un show en bares que bien podría ser definido como un stand up de educación sexual. Este año, por la pandemia, lo hizo por primera vez de manera online y aprovechó, además, la virtualidad para lanzar la primera edición de su nuevo taller: “Orgasmear”.

Pero Cecilia no es la única sexóloga que da talleres en estos tiempos sino que es parte de una movida que nació en cuarentena y que cada vez cobra más fuerza: la de hablar de educación sexual vía talleres online

Una movida que encuentra, entre memes, vinos y contraseñas de Zoom, a muchos especialistas hoy en día. Mariana Kersz y Francesca Gnecchi son algunas de ellas y comparten sus declaraciones sobre este nuevo boom.

“Cuando empezó la cuarentena en Argentina primero me enojé con la situación y decidí que me iba a quedar en pantuflas todo el día pero después, cuando se me fue pasando, descubrí que había un público muy ávido por tener conocimiento de distintos temas de sexualidad y me di cuenta que la pandemia los ayudó a tener el tiempo para pensar en esto”, dice Mariana Kersz, una psicóloga y sexóloga.

El primer taller online que hizo, a Zoom lleno, fue de deseo sexual. 

Un taller online de masturbación

A la tarde de un viernes, exactamente a las 19 pm, Francesca Gnecchi, periodista especializada en sexualidad, da su taller “Cita con unx mismx”, una master class sobre masturbación. 

Horas antes de que empiece el curso, suena la casilla de mail de los inscriptos. Rocío, su asistente, manda el link de acceso a Zoom junto a una breve guía de recomendaciones para vivir la experiencia de autodescubrimiento, autoplacer y liberación sexual.

En el mail las instrucciones son claras: se pide que al encuentro se asista con un cóctel, un vinito, “o lo que prefieran beber”, tengan cerca un espejito y una manta y ambienten el lugar en donde van a estar. Los consejos, acá, son velas, luces bajas, un aroma, privacidad. 

A las 19, la hora exacta pactada para la cita, ya casi todas las asistentes a este taller (en femenino, porque era pensado exclusivamente para mujeres) están listas y cumplen la consigna al pie de la letra. En la pantalla de Zoom se ve a algunas pocas con la cámara apagada. Quizás por vergüenza, quizás porque no les anda bien, como avisan algunas por el chat. 

«No están haciendo nada malo»

Cuando Francesca aparece en pantalla y prende su cámara, invita a las demás a hacer lo propio pero no obliga a ninguna ni hace preguntas dirigidas a alguien en particular. En este encuentro habla quien quiere, se calla quien prefiere: Francesca sabe respetar los tiempos de cada una. Para resguardar a quienes asisten, no saca una foto final.

“Mi único recaudo es ese, que lo tomaba también en los talleres que hacía en bares de manera presencial, pero después yo los invito a prender sus cámaras a todos porque no están haciendo nada malo. Estos encuentros siempre fueron pensados como una salida, no como una escuelita entonces vos vas y te ves con las otras personas”, me cuenta.

En el único taller que dicta desde su boutique erótica (Erotique Pink) y que sí tiene un espacio definido de cámaras apagadas es en el de sexo tántrico, en el que, después de una parte teórica de cámaras encendidas, hay un momento entre parejas guiado. Ese queda en la intimidad.

https://www.instagram.com/p/CCUfySznGOq/

¿Cómo funcionan estos talleres?

Para entrar a estos talleres de sexualidad online, la dinámica, aunque varía el especialista, suele ser más o menos la misma.

Los talleristas acotan sus temáticas a un contenido específico (hay talleres tan variados como sexo tántrico, comunicación de pareja, relaciones abiertas, entre otros), difunden la convocatoria vía redes sociales y comparten un enlace para abonar el costo total. 

Eligen la hora pensando en la audiencia, esperan que del otro lado esté listo el público y, minutos antes de comenzar, mandan un mail con instrucciones para acceder al encuentro virtual.

El mail suele contener, además del enlace de Zoom, alguna que otra recomendación breve para que la experiencia sea completa. La recomendación, por lo general: armar un clima relax, generar un ambiente ameno y distendido.

Un ambiente que suele verse reflejado en la charla con especialistas: si bien todos dan información confiable, estudiada y certificada, lo hacen de una manera muy casual

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Los talleres online de sexualidad también son divertidos

“Cada influencer que habla de sexo o sexólogo y sexóloga tiene su propia comunidad, sus propios códigos pero son solo formas diferentes de poder explicar conceptos que son difíciles o complejos de y bajarlos a un nivel en el que todos lo podamos entender” dice Mariana Kersz.

Un lenguaje ameno que se ve, también, en las diapositivas de los shows o talleres online de sexualidad. Las especialistas, hablan de sexo anal con memes de bananas y dulce de leche, grafican los conceptos con imágenes de películas y te acercan educación sexual mediante porno animé en las pantallas de las computadoras. 

Porno animé color violeta, porno animé color azul, porno animé que aparece y desaparece detrás de hashtags en colores fluorescentes mientras suena Karol G, Miss Bolivia, Billie Ellish, la música del momento.

Qué es el feminismo descolonial, el feminismo de las ciguapas

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El feminismo descolonial mira hacia atrás y también hacia el futuro. Este texto te explica sus orígenes y diferencias con el feminismo Occidental.

Por: Jennifer Rubio (Ciguapa)

Cuando pienso en todos los caminos que he podido tomar en la vida y los comparo con las decisiones que tomé, me veo haciendo una revisión del pasado. Algo así como un estudio antropológico de la memoria. 

A partir de ahí, se me hace fácil pensar todo lo que hago ahora como un repaso de lo que ya hice e hicieron las mujeres y hombres que me antecedieron:

Recito poemas para marcar mi territorio y toco la música de otros compositores para devolverme en el tiempo. Por eso mi seudónimo es Ciguapa.

El feminismo descolonial

La ciguapa es un ser mitológico del folklore dominicano, una mujer taína con pies al revés: mientras avanza en su camino, sus huellas hacen creer que van en dirección contraria. La ciguapa se conjuga en dos tiempos simultáneamente. Está en el pasado y el presente. 

Para mí el feminismo descolonial es eso: buscar el futuro del pasado que realmente nos pertenece, porque si algo tenemos en común las personas racizadas (negras e indígenas) de Abya Yala((el nombre que le daba el pueblo guna a nuestro continente)) es el despojo.

Nos han despojado de nuestras tierras o nuestras tierras han sido despojadas de nosotres. Y, en el proceso, quieren hacerse de nuestra memoria.

El feminismo descolonial es un desandar. Como escribió Yuderkys Espinosa Miñoso, “es un hacer cuyo gesto es el giro de cabeza, una política centrada en la memoria y en la consciencia del lazo de la vida. Busca hacia atrás lo desechado por la modernidad y con esto reconstruye la posibilidad del buen vivir”. La metáfora que utiliza es la ciguapa. 

Una producción colectiva

En esa misma cadencia, el feminismo descolonial es un momento. Me gusta pensarlo como una mirada hacia el pasado y el futuro, una herramienta en constante construcción y maduración. 

Como un movimiento que hereda de les ancestres, se sigue formulando y creciendo. Es una producción colectiva, del pasado y del presente, que inició con las cimarronas y continúa hoy. Hay demasiado que pensar y descubrir. 

El Manifiesto Indígena Antifuturista dice “vivimos el futuro de un pasado que no es nuestro”, así que me gusta definir al feminismo en su complicidad con la apuesta descolonial como un rescate de la memoria y la agencia que fueron arrebatadas de esas mujeres otras e inapropiables.

El feminismo descolonial también es una crítica. Cuestiona y reconstruye elementos y conceptos cruciales para el pensamiento feminista hegemónico (y hegemonizante). 

Como bien lo explicó Celia Amorós, se intuye que el feminismo clásico es un “fenómeno progresivo, que se produciría a medida que la Ilustración fuera desarrollando y explicitando sus propios presupuestos”. 

O sea que es un producto cultural, revolucionario y político de la modernidad, que para Occidente supuso (y supone) el marco del desarrollo global y el progreso. 

Sin embargo, para los pueblos racizados, la modernidad deja en el camino huella de muerte, tanto de manera concreta como en el pensamiento.

La modernidad no solo trajo consigo la devastación a los pueblos originarios de América y la esclavización de las personas negras, sino también el epistemicidio: el borrado de la memoria, filosofía, formas de pensamiento y producción de conocimiento de esos pueblos.

El feminismo y la colonialidad

No se puede separar al feminismo de la modernidad de la colonialidad, primero porque es algo que distribuyen activamente (negar una matriz de opresiones múltiples y la universalización de una única opresión: el género), y segundo porque es un fruto directo de esos procesos de borrado y subordinación. 

Se sabe, por ejemplo, que las sufragistas británicas se negaron rotundamente a trabajar con las mujeres negras, o que durante el movimiento abolicionista en Norteamérica muchas de ellas, las mujeres blancas, se aliaron con sus maridos contra el pueblo negro en su lucha en contra de la esclavitud.

Por eso a muchas ya no nos basta (o no nos interesa) encontrar un lugar en el feminismo con marca de agua, porque partimos de una mirada radicalmente opuesta. Como dice la maestra María Lugones, entendemos al género y la heterosexualidad como una imposición moderna y colonial. 

Desde el feminismo descolonial, “no solo nos oponemos a la pretensión salvacionista del feminismo en su forma clásica, sino que podemos demostrar cómo esta herencia colonial es perversa,” como manifestó Yuderkys Espinosa Miñoso.

De esas intenciones nace el feminismo descolonial, que se nutre del feminismo negro, el feminismo de color, el feminismo autónomo, el feminismo postcolonial, el feminismo materialista francés y el feminismo postestructuralista.

¿El género también es colonial?

El feminismo descolonial es una propuesta que revisa, cuestiona y rearticula la teoría feminista clásica y su sesgo racista y clasista. El nombre fue propuesto por la maestra Lugones, feminista migrante de origen argentino. 

Lugones recoge y formula un diálogo con el pensamiento anticolonial de mujeres afrodescendientes e indígenas, feministas o no, de Abya Yala.

El feminismo descolonial es heredero de un recorrido que comienza con las cimarronas que luchaban contra la Conquista de América y continúa formulándose hasta el día de hoy.

La maestra Lugones complejizó la teoría crítica de Aníbal Quijano, quien articuló la raza como una categoría de clasificación producto de la colonización. 

Desde su perspectiva feminista, teoriza que el género es también una inyección de la colonia y propone el sistema moderno colonial de género, en oposición al Patriarcado universal. 

Mediante este sistema, el colonizador construye un régimen en el que se diferencia entre lo humano y lo no humano mediante las categorías de raza y género. En otras palabras, hay cuerpos que tienen poder y derecho a reclamar el género y otros a quienes se les impone como método de sumisión. 

Por lo tanto, la feminización y la racialización son procesos modernos y la categoría de género, es decir, mujer y hombre, según lo propuesto por Lugones, solo corresponde a los sujetos humanos, mientras que a los no humanos se les impone una diferenciación dimórfica: macho y hembra.

Según esta teoría, la raza y el género son fuerzas sinérgicas a favor del capital y para derrocar a uno es necesario acabar con el resto. En palabras de Valeria Angola, “si ‘se va a caer’ tendremos que tumbar todo: el patriarcado, el colonialismo, el capitalismo y el racismo”.

https://www.instagram.com/p/CCBSzNap6tG/

Un eterno desandar

Comprendo que en el pasado existían problemáticas y otras formas de jerarquizar, así que el desandar no se trata de idealizar, sino de recuperar y, a partir de ahí, construirnos. Pero para lograrlo es necesario complejizar sobre las dinámicas del mundo que nos rodea.

Veo en el feminismo descolonial la posibilidad de recuperar el mundo que llevamos en nuestras memorias ancestrales, de imaginar el proyecto alternativo como algo que hacemos fuera de los márgenes civilizatorios del eurocentrismo. Y nos veo a todes en él, porque no hay paredes donde se ciñan puertas cerradas. 

Quiero un proceso de construcción comunitaria, donde nuestro conocimiento no comienza con nosotros y que nuestros cuerpos son traspasables y portadores de nuestres antecesores como nos enseñó la madre yoruba. Veo la política del desandar, el feminismo de las ciguapas.

Cómo aceptar mi cuerpo me ayudó a sanar mi relación con la ropa

Para muchas personas, un probador es un escenario de batalla que solo muestra defectos, imperfecciones y necesidad de cambio. Así que es normal que nos preguntemos «¿Cómo aceptar mi cuerpo?» En este texto, la autora nos cuenta su camino.

Este texto se trabajó como parte del primer taller de redacción de Malvestida.

Por: Verónica Guzmán Enríquez

“¿Este color me hace ver gorda?, ¿este estilo de prenda disimula mi panza?, ¿el largo de este vestido deja asomar la celulitis de mis muslos?”

Este tipo de preguntas y muchas inseguridades más se manifestaban en una escena que pudiera parecer tan trivial como pasar al probador de una tienda de ropa. 

Para mí, comprar ropa no se limitaba a seleccionar prendas que necesitara o deseara, sino que me conducía a muchas otras cuestiones y dudas. Algo que podría parecer tan sencillo como elegir la vestimenta para cubrir el cuerpo que me sostiene se convertía en una lucha que derivaba en momentos de tristeza, de odio y de frustración.

El probador de ropa como un escenario de angustia

Como sé que ocurre con muchas mujeres, para mí, la escena de pasar a probarse ropa representaba un momento de confrontación conmigo misma. 

Ver mi cuerpo tan de cerca, sintiendo la iluminación del probador como una luz inquisitoria sobre mi cabeza, me hacía focalizar todo lo que estaba mal conmigo. Porque la realidad es que por muchos años creí que lo que yo era por naturaleza estaba mal y necesitaba ser corregido u ocultado. 

Mis anchas caderas, celulitis, estrías, pecas, brazos anchos, baja estatura: todo fue un error de la genética, que no me quiso privilegiar con un cuerpo más parecido al de las actrices y otras celebridades que veía en los medios, o de los maniquíes que portaban orgullosamente la ropa que a mí, en la soledad del probador, me hacía sentir inadecuada. 

Cuando iba a probarme ropa, sabía que iba a salir triste, decepcionada y quizá hasta enojada. Lo más doloroso de lo que me doy cuenta ahora es que ese patrón era lo normal para mí. No sabía que había otra forma de ser y sentirme.

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Disimular y corregir(me) vs. aceptar mi cuerpo

Todas las personas tenemos una historia con nuestros cuerpos. 

En ella puede vislumbrarse la manera en que comenzamos a ser conscientes de él, cuando empezamos a compararlo con los otros que veíamos a nuestro alrededor, cuando entramos en guerra con él, cuando comenzamos a aceptarlo, entre muchos otros momentos que pudieron ser tan diversos como cada persona lo es. 

De la relación con mi cuerpo se desprende la relación y la historia que tengo con la ropa. 

Disimular, (des)favorecer, ocultar, corregir son algunos de los verbos que usaba mucho en el proceso de comprar ropa. Yo tenía tres reglas para adquirir una prenda: debía ser algo que iba a usar frecuentemente, debía cumplir con una buena relación calidad-precio y debía gustarme cómo se me veía puesta. 

Esta última característica era una forma de decir que no tenía que hacerme lucir gorda ni resaltar alguna de las que yo consideraba imperfecciones. Entraba al probador con muchísimas prendas porque sabía que, de ellas, iba a elegir máximo un par. 

Cuando se popularizaron las compras por internet, ni siquiera pensé en la posibilidad de adquirir ropa por ese medio, pues sería imposible cumplir con la tercera regla.

Además, manifestaba otras conductas en las que ahora me entristece pensar: Siempre me rondaba por la mente la idea de que tenía que perder peso. Cuando veía una prenda muy bonita, me la compraba de una talla más chica a la que era en ese momento, porque quería adelgazar para usarla. O me compraba ropa de acuerdo con la talla que se supone que debía ser. Si me apretaba o molestaba, iba a ser una motivación para bajar de peso. 

En cambio, la ropa de la talla que era en ese momento no era particularmente bonita ni de calidad. Era funcional y, por lo general, oscura, para disimular mi sobrepeso. Quizá tenía inconscientemente asimilada la idea de que no merecía ropa linda porque mi cuerpo no era lindo.

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Sentirnos mejor es posible

Empecé a aceptar mi cuerpo hace aproximadamente cuatro años, gracias a algunas publicaciones en redes sociales que promovían la autoaceptación y que explicaban cómo funcionan los estándares de belleza, que se fijan en un periodo y tiempo específicos. 

Una idea se hizo presente en mi mente: “¿quién dice que mi cuerpo debe ser de tal o cual manera? Existo como soy, a pesar de cualquier estándar o estereotipo que pretendan imponerme”. Esto me llevó a cuestionar todo lo que hasta entonces conocía y daba por cierto sobre la apariencia física. 

Así, entré en el proceso de modificar conductas y pensamientos respecto a mi propio cuerpo y el de las demás. Busqué rodearme de personas, cuentas en redes sociales y medios que promovieran la diversidad de los cuerpos y de las distintas formas que existen de habitarlo.

Eso me ha ayudado en este camino que, en definitiva, no es una línea recta en que avance siempre hacia adelante, pero que me ha llevado a aceptar y a percibir mi cuerpo más digna y amorosamente.

Dentro de este proceso, he reconocido la narrativa que tenía sobre mi apariencia física, así como el origen de ella. 

Muchas de las actitudes las aprendí en mi familia y las reforcé en la escuela. Nunca vi en los medios representación de un cuerpo como el mío. Los anuncios con modelos que tenían cuerpos normativos anunciaban productos para corregir rasgos que yo tenía. 

Hace un año tuve que comprar ropa interior y me sorprendí eligiendo lo que me gustaba y era de mi talla. Me celebré mucho. Fue el primer momento en que me sentí libre de elegir lo que yo quería, lo que me parecía lindo, lo que me iba a hacer sentir cómoda porque era de mi talla. 

Y después, incluso decidí comprarme un bikini por internet. La experiencia resultó bien: lo amé y lo usé con seguridad. Sé que esto no se trata del bikini en sí mismo, ni de la experiencia de la compra en línea, sino de mi actitud, mi percepción y el trabajo de aceptación hacia mí misma. 

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Mi cuerpo es mi resistencia

Cada día agradezco por mi cuerpo, que es el sostén y el vehículo para moverme al ritmo de mis ideas y sueños. Y también le doy gracias a mi yo del pasado por haber llegado hasta este punto. 

No le reprocho el haberse odiado y despreciado por mucho tiempo, porque sé que lo hizo por lo que observó y aprendió de su alrededor durante años. Al contrario de reclamarle, la abrazo por lo que sufrió, por haber sido fuerte a pesar del dolor y por haber resistido. 

Ahora sé que mi cuerpo es mi resistencia. Que nada de lo que mi cuerpo es por naturaleza está errado. 

Mi historia y mi relación con la ropa es esta: aprender a elegir una prenda porque me gusta, de la talla que necesito. Sin la frustración de sentirme inadecuada, porque no lo soy. Sin el dolor de creer que mi cuerpo es defectuoso, porque no lo es. 

Mi cuerpo es el primer lugar que habito, desde el cual resisto y me rebelo contra un mundo que me dice que debo odiarlo. Lo repito cuantas veces sean necesarias para mí y para las demás.

Trastornos alimenticios y Covid. Cómo vivimos la dismorfia durante la cuarentena

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Una de las posibles consecuencias del encierro es el regreso de algunas condiciones de salud mental. Este texto analiza la relación entre trastornos alimenticios y Covid-19 y algunas estrategias que podemos usar para evitar recaídas.

Este texto se trabajó como parte del primer taller de redacción de Malvestida.

Por: Sara Castañón

La cuarentena trajo consigo la obligación de estar con nuestros pensamientos, de enfrentar la soledad, la adicción al trabajo, la convivencia diaria con la familia y sobre todo, encontrarnos frente a frente con nuestras cuerpas.

Para quienes tenemos una larga historia de dismorfia corporal y trastornos alimenticios, se avecinó una ola gigantesca de terrores.

El miedo a recaer

El temor a recaer o empeorar su relación con la comida y su cuerpa se intensificó con la llegada de la pandemia. Y no eran temores infundados: sí parece haber una relación entre trastornos alimenticios y Covid.

Un primer estudio confirma que ha habido un aumento en las recaídas de aquellas personas con trastornos alimenticios. Las causas van desde estrés por la pandemia hasta ansiedad por la incertidumbre y cambios drásticos en las rutinas y horarios.

En una entrevista para PaperMag, la directora y cofundadora del centro de tratamientos para trastornos alimenticios Orri, Kerri Jones, dice que “Los desórdenes alimenticios crecen en el aislamiento. Cuando nos separamos de nuestros seres queridos y de nuestras rutinas diarias que nos ayudan a sentir seguridad y control en nuestra recuperación, ‘la voz’ del desorden puede sentirse ampliada.”

Platiqué con diversas mujeres sobre su experiencia en estos meses y la gran mayoría concuerda en que ya no encuentran suficientes distracciones para ignorar esa presión por ser de un tamaño específico o de cambiar alguna parte de ellas.

Han tenido más tiempo libre para juzgar qué y cuánto comen, llevándolas a saltarse comidas y tener constantes atracones.

Presión, memes y redes sociales

Nuestro uso diario de las redes sociales, por otro lado, ha incrementado y con ello también la cantidad de contenido que consumimos. 

El internet siempre ha sido un lugar terrorífico para las personas con trastornos y dismorfia. La constante presión por encasillar en un molde imposible es nuestro pan de cada día.

“Ahora hay una tendencia de comentarios, memes y recursos que únicamente se están concentrando en mensajes sobre el miedo por subir de peso”, menciona Claire Mysko, CEO de la Asociación Nacional de Trastornos Alimenticios en Estados Unidos, a la revista Insider.

Al inicio de la pandemia, las redes se inundaron de chistes sobre cómo subiríamos de peso, y entre broma y broma (como diría mi mamá) se fue asomando la gordofobia y aumentando la presión por mantenernos en una talla de ropa específica.

Instagram y recientemente Tik Tok son redes basadas en mostrar perfección, estilos de vida y cuerpas prácticamente inalcanzables. Las mujeres con las que platiqué coincidieron en que en algún punto las redes sociales fueron una fuente muy grande de inseguridad consigo mismas.

Ahora han limpiado sus feeds, dejando de seguir aquello que les afectaba mentalmente. Han optado por consumir cuentas que muestren cuerpas diversas, que hablen de la salud mental, del amor propio y del body positive.

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Consejos para navegar trastornos alimenticios y Covid

Encontrar maneras de liberarnos del peso que conlleva existir con dismorfia y problemas alimenticios es fundamental para poder sobrellevar los altos y los bajos. 

En el tema de trastornos alimenticios y Covid, estos son algunos puntos importantes que platiqué con varias mujeres que han encontrado maneras de sobrellevar estos días.

1.- Déjate sentir

Algunas entrevistadas me dijeron que lo que más les ha funcionado para intentar mantenerse en pie, es permitirse sentir. Enojo, frustración, tristeza, incluso esa falsa satisfacción. Negar tus sentires solo hará que lo que se acumule te carcoma desde adentro.

“Estar encerrada y no ver a mucha gente me ha permitido crear un espacio seguro donde me puedo decir que está bien comer tal cosa y si me siento mal no pasa nada, es válido”, me comentó una de ellas.

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2.- La comida no es un enemigo

Recuerda siempre: la comida no es un enemigo, las dietas y la prohibición no son un estilo de vida sostenible, no necesitas ganarte el derecho de alimentarte.

Estamos en constante cambio y ser gordas no es el infierno del que se nos ha querido convencer, porque sólo son distintos tipos de cuerpas.

“Creo que la mejor manera para mí, para estar bien conmigo, es recordarme que mi cuerpo y cómo me siento con él es algo solo mío, no debe importarme lo que digan o piensen los demás”, me comentó otra chica. 

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3.- Actividad física

Otras mujeres han optado por conocerse a través de ejercicios que realmente les gustan y no con la finalidad de quemar calorías. Desde clases de baile, twerk y perreo, hasta yoga, etc.

Como me comentó una de mis entrevistadas: “La conexión con mi cuerpo la encontré esta cuarentena en hacer ejercicio para encontrar salud, y no con la intención de ‘ponerme buenísima para cuando todo acabe’. Me inscribí a clases de twerk y perreo donde aprendí a divertirme a través del cuerpo”.

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4.- Hablar

Todas las personas necesitamos hablar de lo que sentimos y de lo que vivimos. Es sorprendente la cantidad de cosas en las que coincidimos de persona a persona cuando se habla de nuestras luchas internas.

“Me ayuda muchísimo hablar sobre cómo me siento con mis amistades y saber que no soy la única que se siente así respecto a su cuerpo. Ya aprendí que la comida no es mala, que es normal que haya subido de peso durante la cuarentena”. 

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5.- Abrázalo todo: 

No es solo seguir adelante, amarnos y comer sanamente. Es aceptar que con esta lucha vivimos, pero que hay un camino lleno de amor al comunicarnos con nuestros amigues, familia y doctores. 

Esto me contó una chica de su proceso: “Para mí nada ha sido tan importante como aceptar que el momento perfecto para amarme es todos los días, que no existe un solo camino para la autoaceptación y que no tengo que cumplir un estándar físico o de estilo de vida para merecer ser feliz.”

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La reapropiación de nuestras cuerpas es un proceso difícil y agotador, pero no olvidemos que podemos hacerlo en compañía. 

Por mucho tiempo la dismorfia y los problemas alimenticios se han querido mantener como tabú, una vergüenza que sólo se mide en tu talla de jeans, un secreto con el que tienes que lidiar en soledad.

La realidad debe ser muy distinta. No podemos olvidar la importancia de crear redes seguras, donde hablar de nuestros sentires, de nuestras experiencias y de nuestras reflexiones. No sabemos cuántas personas a nuestro alrededor están viviendo lo mismo y lo qué significa estar acompañado.

La unión a través de nuestras distintas cuerpas es resistencia. La lucha contra el canon impuesto y la gordofobia es resistencia.

El cuerpo como resistencia. La contribución del feminismo comunitario

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¿Cuál es la relación del feminismo y el cuerpo?, ¿cómo lo han entendido los diferentes feminismos y qué podemos aprender? Este texto nos da una introducción a las teorías y prácticas feministas al rededor de el cuerpo que habitamos.

Por: Regina Gómez Iturribarria, de Mujeres Incendiarias.

Actualmente existen muchos debates dentro del movimiento feminista, pero quizás la pregunta sería: ¿cuándo no ha sido así? 

Ser feminista es una posición política, lo que implica que estemos en constante debate y construcción, con nosotras mismas y con las demás. Es decir, el conflicto es parte de todo esto. 

Tenemos que empezar a reconocer las diferencias y delimitar límites, o alianzas, con quiénes queramos luchar, saber en qué coyunturas queremos poner el cuerpo y también decir cuándo no queramos entrarle. 

El feminismo y el cuerpo

Si algo he aprendido durante este camino es que los debates y los múltiples postulados teóricos no son otra cosa que las experiencias de vida de cada una de nosotras. Son las historias de mujeres que nunca fueron escuchadas, son sus reflexiones, son sus dolores.

Por ello, dentro de todos las discusiones actuales, me parece fundamental hablar del cuerpo. 

El cuerpo, particularmente el de las mujeres, ha sido ese espacio físico y material que ha sido objeto de disputas a lo largo del tiempo.

Es en nuestros cuerpos, como dice la feminista Rita Segato ((Rita es antropóloga y feminista argentina que tiene un amplio trabajo sobre la violencia de género y feminismo, es ella quien propuso el término de “femigenocidio” para entender el fenómeno particular que se vive en América Latina)), donde han escrito con rabia discursos y mensajes de poder desde la disputa patriarcal. También Silvia Federici tiene un impresionante trabajo sobre el disciplinamiento del cuerpo para transformarlo en fuerza de trabajo. ((Federici es escritora y feminista italo-estadounidense, sus aportes han sido fundamentales para realizar una crítica a los trabajos sobre el capitalismo y reconocer el trabajo doméstico y de cuidados no reconocidos (ni remunerados) de las mujeres))

Hay muchas feministas que han teorizado y reflexionado sobre el papel central que tiene el cuerpo para el patriarcado y cómo se atraviesan las violencias en él.

La propuesta del feminismo comunitario

El feminismo comunitario es un movimiento orgánico, una práctica de lucha que se genera y articula desde la autonomía de construcción política de las mujeres en los pueblos del Abya Yala («tierra de sangre vital», el nombre que le dio el pueblo guna a nuestro continente).

Cuando leí y escuché las grandes aportaciones de feministas comunitarias, empecé a pensar el cuerpo como un espacio más allá de las violencias y relaciones de poder.

Sí, ellas no niegan que el cuerpo es un territorio histórico en disputa con el poder patriarcal y colonial pero también lo conciben como un espacio vital para la recuperación de la vida y la resistencia.

Lorena Cabnal, feminista y defensora comunitaria del pueblo Xinca-maya de Guatemala, habla mucho de recuperar el cuerpo para dignificar nuestra vida y la alegría como una apuesta política de emancipación.

Ella coloca la sanación como un acto personal y político que las mujeres tenemos que hacer para cuidar nuestro cuerpo y llevarnos por caminos que nos revitalicen.

Un espacio de sanación

Desde el feminismo comunitario, el cuerpo se enuncia como lugar de resistencias porque el sanar se vuelve político. 

Entender el cuerpo como espacio de sanación y resistencia cambió mucho la forma en que estaba llevando mi proceso corporal y mi reconocimiento en un trastorno alimenticio.

Pero, sobre todo, entenderlo de forma política me hizo reconocer que la sanación es un camino de doble sentido: es personal pero también tiene que ser colectivo y politizar la sanación implica eso, acompañar procesos de otras y compartir el mío.

Eso significa politizar el autocuidado y sobre todo, las relaciones entre mujeres, que con diferencias y rupturas, aún estamos muchas que estamos dispuestas a poner el cuerpo en la lucha por la autonomía de todas.

Si te gusta, póntelo: un cómic sobre disfrutar nuestro cuerpo

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Por: Dersdepanian

En su cómic de esta quincena, Dersdepanian reflexiona sobre esas prendas que nunca nos ponemos porque «no nos quedan» o porque «muestran demasiado».

Ahora que es verano, tenemos derecho de sentir la brisa que levanta una falda o el sol en nuestros hombros (¡con bloqueador!)

Las reglas respecto a quiénes pueden usar qué son totalmente inventadas y solo sirven para darnos vergüenza y hacernos chiquitas. ¡Elijamos expandirnos y abrazarnos!

¿Maquillaje con cubrebocas? Así puedes lograr que dure más

Ya es suficientemente difícil lograr un look flawless, pero cuando el reto es un maquillaje con cubrebocas se pone más complicado. Estos son algunos consejos de personas expertas.

¿Maquillaje? Siento que ya ni conozco a ese Pokémon, porque en estos días (semanas, meses) de encierro me la he pasado disfrutando de mi carita al natural, aunque sieeempre con bloqueador. 

Cuando saco mis sombras y demás, son para tomarme fotos súper thirsty en Instagram, pero la verdad es que en algún momento vamos a tener que salir de nuevo al mundo y enfrentarnos a como son las cosas ahora: llevar un cubrebocas es tan básico como acordarnos de la cartera o las llaves.

Así que me di a la tarea de buscar algunos tips dados por profesionales para todavía poder jugar con nuestro maquillaje.

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Tips para maquillaje con cubrebocas

A los gurús de belleza de YouTube no se les escapa nada, y ya podemos encontrar decenas de videos que nos sugieren varias soluciones para el problema “un pedazo de tela me cubre la mitad de la cara”. 

Hay quienes sugieren practicidad: lo mejor es hacer un look que se centre en los ojos y olvidarnos de ponernos base, usando solo corrector al rededor de los ojos.

Esta opción nos dice que nos enfoquemos en unas cejas definidas y en jugar con delineadores de colores u ojos ahumados. Incluso se vale combinar los tonos y el estilo del cubrebocas con nuestro maquillaje.

Si no puedes vivir sin base, estos son algunos consejos:

– Usar productos en acabado mate, que prometan alta duración y/o sean contra agua Esto le sugirió la maquillista profesional Keanda Snagg al diario británico The Independent.

– Hacer del spray fijador nuestro mejor amigo, aconseja Keita Moore en el mismo artículo.

– Habrá que regresar a los labiales líquidos indelebles de hace unos años, aunque la moda sean unos labios más jugosos. 

Si te niegas a regresar a los labios de cartón, puedes optar por una tinta que dé solo un poquito de color o un bálsamo transparente.

– Sellar con polvos la base es un antiguo truco para evitar la transferencia. Si tienes la piel muy seca, usa solo una capa muy fina.

Estos son tips para aumentar lo más posible la vida del maquillaje, pero tenemos que aceptar que inevitablemente habrá algunas manchas en nuestro cubrebocas. 

Cuida tu carita

Para no irritar tu cara, elige un cubrebocas que te dé suficiente cobertura para minimizar el riesgo de contagio pero que no te apriete o deje marcas.

Busca opciones con la capa externa de algodón o incluso seda (¡qué fancy te pones!) para que no lastimen tu piel y lávalos seguido: si se acumulan bacterias, manchas de maquillaje o sudor, esto puede causarte granitos. 

Dale prioridad al cuidado de tu piel y al protector solar y experimenta para encontrar la combinación de glamour y comodidad para ti. 

Finalmente, de lo que se trata es de cuidarnos lo mejor posible para mantener la salud física y mental, lo que a veces requiere sacrificar el amado labial rojo.

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Marcas mexicanas plus size, porque urge la inclusión de tallas

La moda ¡es para todas! Por eso quisimos hacer una recopilación de marcas mexicanas plus size: urge que más empresas locales incluyan a mujeres de todas las tallas.

Ay, las tallas. Esa métrica arbitraria y cero homogénea que decide si somos “extra” o “curvy” o alguna otra palabra por el estilo. Y que también puede excluir a mujeres de tener acceso a moda nacional.

En los últimos años, ha crecido la conciencia acerca de la moda local y lo importante que es comprar diseños hechos en nuestro país.

Sin embargo, muy pocas de estas marcas ofrecen un rango inclusivo de tallas, de forma que, en la práctica, para muchas personas es casi imposible hacer el cambio a un clóset más sostenible.

Por eso, hoy te traemos una lista de marcas mexicanas plus size. Aparecen aquellas que se especializan en estas tallas o que tienen una oferta que va más allá de la XL.

Spoiler: ¡No fue fácil hacer esta recopilación! Aunque hay algunas marcas de lencería o trajes de baño que hacen prendas a la medida, quisimos enlistar tan solo a aquellas que incluyen proactivamente a más tipos de cuerpos… y ahí fue donde se puso complicado.

Esperamos que pronto haya más oferta y también más representación de esa oferta en las páginas web y redes sociales de las empresas de moda.

Marcas mexicanas plus size

What about me?

WAM ofrece un poco de todo: prendas hechas a la medida, renta de vestidos, una línea propia y también un bazar de ropa usada, siempre con un enfoque tanto en la inclusión como en el consumo ético. 

Sus tallas llegan hasta la 3X y puedes pedir información sobre sus prendas en su cuenta de Instagram.

Kity and Tiger

La lencería de Kitty and Tiger está especializada en tallas más grandes: empieza desde la 34D en bras y tienen desde bralettes hasta opciones con copas y más soporte, además de que su página da mucha información para saber cuál es la mejor para ti.

Valerosa

En Valerosa, una marca yucateca, puedes encontrar de tooodo: ropa deportiva, trajes de baño, opciones y hasta algunos vestidos más formales, con tallas desde la XL hasta la 4X. Tienen página web con envío a todo México. 

Piicky line

Creada en Guadalajara, Piicky Line se especializa en básicos: T-shirts, vestiditos coquetos de verano, rompers y pijams. Sus precios son accesibles y las ventas se hacen por Instagram, con envío a todo el país.

Balam Denim

En su sección curvy, Balam Denim ofrece bermudas, faldas, chamarras y pantalones de mezclilla de diferentes estilos, desde la talla XL hasta la 3XL. 

Tallas Extras de Moda

En su página web, vende prendas a mayoreo y menudeo. Puedes encontrar una gran variedad: lencería, ropa deportiva y muchísimos tops y bottoms, en tallas hasta la 5XL.

Del feminismo negro a las mascarillas. Reflexionamos sobre autocuidado

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Ponernos una mascarilla, meditar, salir a correr. Todas estas acciones pueden catalogarse como autocuidado. Aquí te contamos del origen de este término y del autocuidado feminista.

Este texto se escribió como parte del taller de redacción de Malvestida.

Por: Frida Pastrana

Domingo por la tarde, estás en tu cuarto viendo Grey’s Anatomy en Netflix por tercera vez acompañada de vino y, claro, una mascarilla hidratante que promete dejarte el cutis divino.

Todes merecemos relajarnos después de una semana de trabajo y también, de la exposición mediática que tenemos en todas partes. Pero ¿qué significa el autocuidado y por qué es importante ahora más que nunca?

El autocuidado como industria y como concepto

El autocuidado es una palabra que se ha vuelto parte de nuestro vocabulario en los últimos años, y no es para menos.

La industria del self-care representó más de $450 billones de dólares en el 2019, un crecimiento de más del 4,400% (¡Sí, tanto!) respecto al 2014. Si buscamos #selfcare o #autocuidado en Instagram, encontraremos más de 30 millones de resultados.

En su mayoría, estas publicaciones se encuentran acompañadas de afirmaciones, yoga, mascarillas, aceites esenciales y muuuchas tazas de té. En realidad, poco se conoce del origen de la palabra autocuidado. 

La Organización Mundial de la Salud define el autocuidado como “La habilidad de los individuos, familias y comunidades de promover la salud, prevenir padecimientos, y hacer frente a la enfermedad y discapacidades con o sin el apoyo de un proveedor de atención médica”.

Sin embargo, no existe un consenso sobre lo que es y no el self-care. Muchos medios afirman que el autocuidado se determina por cuánta atención nos prestamos en el ámbito mental, emocional y físico. Y aunque parece hacer sentido, se deja a un lado la connotación política que este término trae consigo desde sus orígenes.  

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El autocuidado feminista

El autocuidado comenzó en 1950 siendo un tecnicismo médico. Era utilizado en la psiquiatría por doctores que deseaban empoderar a los pacientes y ofrecerles un sentido de independencia.

También formó parte de campañas de salud en los sesenta dirigidas a los adultos mayores con padecimientos crónicos que deseaban autonomía.

Años después, fue compartida por rescatistas y equipos de intervención inmediata que fueran expuestos a eventos traumáticos con el motivo de atender las necesidades biológicas básicas y buscar ayuda psicológica.

No fue hasta los setenta que la palabra self-care fue adoptada como parte del movimiento feminista y antirracista en los Estados Unidos. Buscar el bienestar de uno y reclamar la propiedad del cuerpo se volvió el estandarte de grupos oprimidos por las instituciones médicas y tecnocráticas del país.

La agrupación Black Panthers utilizaba el término “Autocuidado” para resaltar la importancia de mantenerse resilientes en la lucha contra la opresión sistémica, racial y médica hacia la comunidad negra.

Audre Lorde, feminista lesbiana negra, consiguió discutir la necesidad del self-care en diversos ensayos y artículos donde expresaba cómo había sido su propio camino dentro del autocuidado.

En su libro Burst of Light (1988) escribió: “Preocuparme por mí no es autoindulgencia, es autopreservación, y eso es un acto de resistencia política”.

Más recientemente, figuras como Angela Davis han levantado la voz sobre la importancia del autocuidado y cómo las personas jóvenes están volviendo a hacer hincapié en la autopreservación desde un enfoque holístico, teniendo en cuenta la importancia de expresarnos y manifestarnos para proteger nuestros ideales.

¡Yo existo, yo importo!

Para las comunidades negras o latinas, las mujeres que siguen en pie de lucha por defender el derecho sobre sus cuerpos, miembros de las comunidades LGTQI+ y la población vulnerable, el reclamar el derecho del cuerpo propio es un acto revolucionario que grita: ¡Yo existo, yo importo! 

El universo del wellness nos presenta el autocuidado como una escape a la normalidad. Pero, más allá de la romantización del movimiento y de las campañas de marketing, el autocuidado debe ser un ejercicio para garantizar que nos encontremos bien para caminar hacia adelante y contra toda adversidad.

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El autocuidado se trata de elegir por nuestro bien y seleccionar las situaciones y relaciones que sirve mantener de las que no. Es vivir más que sobrevivir.

Y para hacerlo es importante mantener la salud mental a flote, validar nuestros sentimientos y buscar ayuda cuando es necesario. Conectarnos con nuestro cuerpo, escuchar lo que nos quiere decir y darnos el amor que merecemos.

Al final del día, recuerdo una frase que leí en Pinterest:

Loving in the time of hate is a revolutionary act o “Amar en los tiempos de odio, es un acto revolucionario”; sobre todo cuando es a nosotros mismos.

Vivir con fibromialgia o cómo amar al cuerpo enfermo

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Desde su experiencia con la fibromialgia, una mujer reflexiona sobre lo que significa el amor a una misma y el autocuidado, incluso cuando el cuerpo no es sano.

Por: Nelly Rincón Pedrero

Cuando supe que había la oportunidad de escribir un texto para Malvestida, lo primero que pensé es que querría hablar de body positive y feminismo, de las formas en las que estos conceptos se intersectan.

Pero ese día tuve una crisis de dolor muy fuerte y entonces hablar del cuerpo y del amor a este tuvo una resonancia distinta. 

Llegué al body positive de la mano del feminismo, desde la premisa de que amarme a mí por completo era otra de las maneras para plantarle la cara al patriarcado.

Una manera de rebelarme contra un sistema que tenía como una de sus principales estrategias de opresión la imposición de los mandatos estéticos.  

Ha sido un largo camino pasar de la teoría a la práctica, un continuo aterrizar esta reconciliación con mi cuerpo e interiorizarla, pero ha sido uno de los procesos más enriquecedores de mi vida adulta. 

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Así es mi experiencia con la fibromialgia

Hace unos días, veía a la activista Michelle Elman hablar de cómo no podía existir un body positive #onlyifyouarehealthy  o “solo si estás saludable”, haciendo referencia a algo que se dice con respecto a los cuerpos gordos.

Me cayó un veinte como balde de agua helada: nunca había pensado en lo importante de acercarme al dolor que padezco desde esta perspectiva.

Tengo una enfermedad llamada fibromialgia. Es de esos padecimientos que son invisibles, ya que no siempre puede ser “leída” a simple vista. 

Se caracteriza por dolor musculoesquelético generalizado, junto con otros trastornos que varían de paciente en paciente. Es compleja de diagnosticar e igual de difícil de explicar. 

Casi siempre siento dolor, pero suele ser algo que puedo sobrellevar. Sin embargo, hay días en los que puede ser tan intenso que cosas sencillas como lavar los platos, bañarme, levantar objetos, teclear en la computadora o hasta pensar con claridad se vuelven tareas complicadas.

Y no, no es porque mi cuerpo sea gordo. La fibromialgia afecta a personas de todas las tallas y todas las edades (aunque, aún no se sabe por qué, afecta mayoritariamente a mujeres). 

¿Qué agudiza el dolor? Varía de experiencia a experiencia. En mi caso, suelo sentir más dolor cuando paso periodos largos de estrés, cuando el clima cambia, cuando hay humedad o a veces solo porque sí.

Aceptar que muchas cosas de mi cuerpo son imprevisibles ha sido una tarea enorme.

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No soy mi enfermedad, pero sí soy mi cuerpo

En estos últimos años he aprendido que yo no soy la enfermedad, sino que convivo con ella. Pero también he asimilado, y eso se lo debo al body positive, que no puedo separar cuerpo y mente.

Yo soy mi cuerpo, y en este caso, un cuerpo que muchas veces vive con dolor. Aceptarlo y reconciliarme con eso ha sido parte fundamental de tener una mejor calidad de vida.

Algo que ha hecho la diferencia en mi experiencia con la fibromialgia es la empatía y el respeto de las personas que me rodean, que han aprendido a comprender cuando digo que no.

La bronca es que a veces yo no me doy esa compasión y ese amor que con tanta ternura me dan las personas que conforman mis redes. Y es allí en donde entra el body positive.

Quienes convivimos con una enfermedad crónica no tenemos la posibilidad de decir “hasta que me cure” podré amar, vivir, disfrutar este cuerpo (y bueno, ¡nadie debería de condicionar el amor a su propio ser en ninguna circunstancia!) 

El amor al cuerpo se hace más apremiante. Como una estrategia de supervivencia, pero también como resistencia al sistema y a los discursos capacitistas.  

La consigna entonces es amar al cuerpo no aunque duela, sino porque duele.

Amar al cuerpo que a veces no puede hacer todo lo que queremos, amar el cuerpo cuando nos “falla”, amar al cuerpo sin condiciones como un acto de ternura radical.

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Los cuerpos enfermos necesitan al body positive

Los cuerpos que se leen como enfermos necesitan más que ningún otro el body positive

Para quienes vivimos con una enfermedad como la fibromialgia es importante escuchar las señales que nos da el cuerpo: escuchar si tiene energía, si necesita descanso si lo que siente es sed, hambre, etc.

Pero es difícil escuchar a alguien que no te importa, es difícil escuchar a alguien en quien no confías.Escuchar a nuestro cuerpo, aprender de él, acompañarlo, solo se puede hacer desde el amor . 

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Atravesando esta experiencia con el dolor y con lo que “se puede” y “no se puede” hacer he aprendido a no condicionar mis planes, mis metas, mis goces.

He podido reconciliarme con este cuerpo que a veces no puede hacer todo lo que quiero. He aprendido a agradecer y disfrutar los momentos en los que no hay dolor y he descubierto cómo cuidarme.

No es un camino andado, es un camino por caminar y cavilar. Agradezco que existan espacios que nos permitan compartir y ampliar las conversaciones sobre lo que aún nos queda por danzar en esta reflexión sobre cómo vivirnos desde nuestros cuerpos, que si bien no son perfectos, sí son extraordinarios.

En un mundo transfóbico, lo radical es amar a las mujeres trans

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¿Cómo podemos amar a las mujeres trans?, ¿cómo se relaciona la transfobia con el racismo y otras opresiones? Este texto apuesta por un feminismo interseccional y decolonial.

Por: Jennifer Rubio (Ciguapa)

Así como no ser racista no es suficiente para acabar con el racismo, tampoco lo es el no ser transfóbica/o. Es necesaria una acción más directa y disruptiva, que transforme todo desde el centro.

Política transformadora desde el amor

La verdadera política transformadora se hace desde el amor. No me refiero al amor que nace desde el privilegio, ese amor romántico que solo funciona cuando se somete a una de las partes. 

Me refiero al amor contrahegemónico, que se crea fuera de los márgenes de la blanquitud y el género, que se crea en comunidad y horizontalidad. 

La transformación verdadera se logra desde la responsabilidad. Al asumir que muchas personas somos el opresor de alguien más y trabajarnos desde ahí para borrar las fronteras que condenan a la alteridad. 

Estamos en el tiempo preciso para construir un feminismo que ame a las mujeres trans, que no necesite explotar a las trabajadoras del hogar y que no discrimine a las trabajadoras del sexo. 

Un feminismo creado por las negras, las pobres, las indígenas, las lesbianas, bisexuales. También las trans, las identidades no binarias y todas las identidades subalternas, porque no queremos poder. 

Queremos liberación, y para lograrla la debemos procurar para todes, porque ¿qué es un feminismo que no es activamente antirracista, antitransfobia, antihomofobia y que no se haga enemigo de todo tipo de discriminación?

Pues supremacía blanca, violencia, homofobia y odio. Contra todo eso es pertinente luchar con una política de amor.

https://www.instagram.com/p/CB-sHiTJp_R/

El género es una categoría nueva

Para entender la relación de la supremacía blanca con la transfobia hay que saber que nunca ha existido una categoría “mujer” más allá del imaginario eurocéntrico que supone el género, una categoría que no nos define a todas. 

Yuderkys Espinosa, filósofa antirracista, explica que el feminismo, “mientras criticaba el universalismo androcéntrico, produjo la categoría de género y la aplicó universalmente a toda sociedad y a toda cultura, sin siquiera poder dar cuenta de la manera en que el sistema de género es un constructo que surge para explicar la opresión de las mujeres en las sociedades modernas occidentales y, por tanto, le sería sustantivo”. 

Así, a través del feminismo blanco se reprodujeron otros discursos de opresión. Por eso, aunque duele, la transfobia no sorprende.

Lo que me lleva a la siguiente pregunta: si las mujeres trans no son mujeres, como sostienen algunas feministas radicales, ¿son las mujeres negras mujeres?

La filósofa argentina María Lugones explicó que les negres e indígenas, como no eran humanes, tampoco podían ser hombres ni mujeres: “‘Mujer’ entonces apunta a europeas burguesas, reproductoras de la raza y el capital”. 

Amar a las mujeres trans

El privilegio cis se refiere a que en el sistema neocolonial es claro quién “tiene derecho” a reclamar la mujeridad y de paso negar el derecho a la autoidentificación de las disidencias.

El hecho de que haya personas a quienes se les es negada la ciudadanía o la “nacionalidad” comparte el mismo origen de que haya mujeres a quienes se les niega su identidad.

A las personas negras, indígenas, mujeres, no binarias y trans se les niega su lugar en las sociedades americanas debido a las nociones de raza y sexualidad que se crearon durante el proceso de colonización. 

Eso quiere decir que, para acabar con las opresiones de género, clase, raza y sexualidad, es necesaria la abolición de la sociedad de clases, el racismo, el machismo y la transfobia por medio de las cuales Occidente mantiene su riqueza y hegemonía. No se pide una concesión individual de derechos, sino una reparación colectiva y universal. 

En un sistema cuyo fundamento es el sufrimiento de las personas más marginalizadas, para obtener nuestra liberación es necesario destruirlo, no solo que algunas sean capaces de subir los escalones que les llevan a la cima. 

Necesitamos una lucha feminista que esté dispuesta a traicionar su propia ambición y luchar contra sus propios privilegios. Es decir, una lucha que se haga desde el amor, porque en un mundo transfóbico, lo radical es amar a las mujeres trans.

La masturbación sana: así me reconcilié con mi cuerpo

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¿Cómo reencontrase con el cuerpo? Hay muchas maneras, pero una es confiar en que la masturbación sana, que el autoerotismo puede ayudarnos a ver nuestro cuerpo desde otra perspectiva.

Este texto se trabajó como parte del taller de redacción de Malvestida.

Por: Viridiana Montiel

¡Niña, no se toque, déjese ahí! 

Nadie enseña a nuestras madres y nuestros padres a lidiar con una niña que descubre su genitales y su relación con el placer. 

Por suerte, en los últimos años se ha difundido más y más información sobre la masturbación. Con los recientes descubrimientos sobre la anatomía del clítoris por la uróloga Hellen. E. O’Conell, nuestro cuerpo empieza a ser un campo de exploración para muchas de nosotras. 

Así fue para mí cuando descubrí que la masturbación podría ser el camino de reconciliación con mi cuerpo y mi sexualidad, un canal de sanación emocional.

Porque yo, como tal vez tú también, soy de una generación en la que la mayoría de nosotras vivíamos la masturbación con culpa y desde una mirada negativa y prejuiciosa. 

Un cambio social y personal

Crecimos carentes de educación sexual apropiada y sensibilizada. Conocimos nuestros cuerpos cambiantes a través de imágenes obsoletas únicamente enfocadas a su función reproductiva. 

En ninguna clase me dejaron de tarea tomar un espejo y mirar mi cuerpo. ¡Mi propio cuerpo! Socialmente la masturbación era vista como algo sucio, algo oculto y algo obsceno. 

Las cosas han ido evolucionando y se comienza a hablar del tema. Ya conocemos que el clítoris no sólo es un pequeño botón en la parte superior de nuestra vulva, sino que es un órgano mucho más complejo; compuesto de un glande, tallo, cuerpo cavernoso y bulbos vestibulares de tejido eréctil.

Ahora ya entendemos la diferencia entre vulva y vagina, vamos rompiendo los estigmas alrededor de esta placentera práctica, pero ¿de verdad conocemos todo el potencial de la masturbación?

La masturbación sana

Esta pandemia, me di a la tarea de explorar y encontré la manera más hermosa de sanar un trauma emocional que me acompañaba después de haber sido diagnosticada con VPH a mis 18 años. 

Todo fue a partir de un curso que tomé y que recomiendo ampliamente: “Autoerotismo en Cuarentena” con @clitorito. A través de este taller pude reconocer mi cuerpo, reconciliarme con mis culpas y prejuicios y comenzar un camino de sanación.

Después de recibir un diagnóstico de VPH, la primera reacción es el rechazo hacia tu propio cuerpo. Tocar y que tocaran mi cuerpo era impensable. 

Doce años, una operación y varias pruebas negativas después, pude sanar la parte física, pero aún seguían algunas secuelas en mí. 

La importancia del cérvix

No fue sino hasta que en el taller tocamos el tema del cérvix. Descubrí que no es solo la parte donde me habían hecho una cirugía, sino que también es un lugar en donde se guarda mucha memoria emocional. 

El Institute of Authentic Tantra menciona que, según el Budismo tántrico, el cérvix es la parte final del Canal Uma, el núcleo del cuerpo energético y donde la conciencia iluminada reside en la forma humana. 

Asimismo, para el sistema de reflexología genital, el cuello uterino es el “punto corazón” su estimulación puede ser un punto de catarsis y liberación emocional.

Aún hoy existe muy poca información difundida sobre el cérvix, su potencial para lograr orgasmos mucho más potentes y como un canal emocional, pero existen testimonios de mujeres que nos cuentan su experiencia al entrar en contacto con su cérvix

La masturbación no significa únicamente frotar nuestra mano contra nuestro clítoris o nuestra vulva: puede ser una conexión con nuestro cuerpo más profunda.

Para tocar lo más profundo, oculto y doloroso de nuestra intimidad y a través de su estimulación, sanar cualquier herida o emoción que guardemos ahí. 

Reconquistar nuestros cuerpos nos puede dar la fuerza, la autonomía y la seguridad que ningún médico, ginecóloga o psicólogue podrá darnos. 

Casi 12 años después, y gracias a la masturbación, pude sanarme a mí misma.

¿Qué significa ser una persona no binaria?

¿Más allá del binario?, ¿keseso? Te contamos por qué las personas no binarias merecen visibilización.

Seguro ya has escuchado que hay que deshacernos del binario de género y entender que hay mucho más allá…

Este 14 de julio se celebra el Día Internacional de la Visibilidad No Binaria, así que es un buen momento para entender un poquito más a qué se refiere este término y también cómo podemos evitar la discriminación y la ignorancia. 

Personas no binarias: esto tienes que saber

Dicho muy simplificadamente, una identidad no binaria es aquella que se aleja de la dicotomía de hombre y mujer, como explica este documento que encuentras en la Biblioteca de Medicina del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos.

Es súper importante entender que ser una persona no binaria es independiente de la orientación sexual (heterosexual, homosexual, bisexual, pansexual), del sexo (femenino, masculino, intersexual) y también de la presentación de género. Por eso no debemos asumir la identidad de una persona por cómo se viste o se maquilla ni por quiénes son sus parejas sexuales o románticas. 

¿Cómo saber si una persona es no binaria? Podemos preguntar, si tenemos confianza. O revisar cómo se refiere a sí misme o si tiene una lista de pronombres que prefiere en su biografía de redes sociales.

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Otro punto básico es entender que «no binario» es un término general que engloba varias identidades, como género fluido, agénero, dos-espíritus, trans no binarie, etc.

O sea que no porque conozcamos a una persona no binaria y sepamos sus preferencias podemos asumir las de las demás. Por ejemplo, algunas personas no binarias, como Dante nos contó en este texto, deciden pasar por una terapia hormonal o por operaciones, mientras que para otras no es necesario.

A lo largo de la historia, hay culturas que han construido su relación con el mundo reconociendo otros géneros más allá de hombre y mujer, aunque no todas lo describen ni lo viven de la misma manera.

En nuestro país podemos conocer a las personas muxes en la región zapoteca del del istmo de Tehuantepec, así que no hay que confundirnos con que es “una moda”. ¡Ha existido por mucho tiempo!

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Creación de espacios

El reconocimiento de las personas no binarias es importante porque, al ser una minoría de género, viven discriminación: en la escuela, en el trabajo, en el sistema de salud.

Hola, amigue es un espacio de autocuidado para mujeres y personas trans que está organizando varias actividades en torno a lo no binarie para conmemorar el 14 de julio.

Xoch, una de sus organizadoras y persona no binaria, nos cuenta que la idea es tener espacios propios para luchar contra la invisibilidad:  

“Nos damos cuenta que la comunidad es más grande de lo que parece, solo que no somos nombrades, ni invitades, ni representades en muchos lados, así que generamos espacios, textos, videos, dibujos, etcétera. Por la COVID-19, dejamos de hacer actividades físicas, pero estamos empezando a remontar el espacio virtual».

Si te interesa conocer más de este tema, puedes unirte a su Live en Instagram a las 6 de la tarde (CDMX) y si eres no binarie, también te puedes unir a su plática para compartir experiencias, que será a las 8 p.m. Solo tienes que enviar DM para confirmar tu asistencia.

Cuando el amor no basta, tenemos rebeldía. Así es el activismo gordx

Jess nos cuenta qué es el activismo gordx y cómo ha encontrado en este movimiento una lucha contra un sistema injusto y gordofóbico.

Por: Jess Cerecedo / Cherry

Soy Jess, génera fluidx, sexólogx, feminista y gorda. Aventarme a escribir desde mis vivencias gordas no es nada fácil. Como persona que tiene la vida y afectos a flor de piel, narrar y compartir mis historias nunca es tarea sencilla. 

Cuando hablo de mi gordura, mis vivencias no son para nada potencializadas por mis sentires sino son más bien, avasallantes y estructurales.

Rechazar mi cuerpa 

Siempre he sido gorda, una niña, adolescente, ahora joven y seguramente persona adulta y anciana gorda. 

He escuchado desde el inicio de mi vida cómo es “mejor” vivirla: qué ropa no ponerme, cómo comportarme, qué dejar de comer, a qué dietas someterme, si debiese de ser más “femenina”, dejarme el cabello largo y de paso, usarlo para cubrir mis facciones gordas. 

Aprendí de otras personas que siendo gorda mi vida siempre puede mejorar. Me dejaron claro que el primer paso era rechazar mi ser y mi cuerpa/cuerpx presente, así como enunciar constantemente que la gordura me resultaba desagradable y aversiva, en todo momento y ocasión. 

Y eso no se limitaba a las personas cercanas, era reforzado por la “representación” de las personas, las mujeres gordas en los medios de comunicación, las películas, series, cuentos, en los espacios educativos, en las tiendas de ropa, campañas de “salud”.

Vaya, parecía que todo el mundo, o al menos el cacho del mundo al cual tenía acceso, se había aliado para recordarme una y otra vez que mientras fuera gorda yo estaba mal. Yo no podía existir.

Interioricé estos discursos y los repetí todos los días. Era una constante lucha entre hacer las paces conmigo frente al espejo y querer tapar todos los espejos del mundo para no mirarme. 

Y claro que no bastaba con eso, el mundo me hacía recordar que no estaba bien ser yo desde las miradas, los espacios en el camión donde abarcaba más del asiento y un sinfín de otras situaciones. 

Sentía que estaba sola en el mundo, y que a menos que me sometiera a dietas rigurosas, pastillas “milagrosas” y a acordar con la gente que estaba mal mi cuerpx, sentía que no podía vivir sino más bien sobrevivir.

El poder de la autoerotización

Pensaba que esa iba a ser mi historia de vida. Fue hasta que encontré el poder de la autoerotización que me di cuenta de que detrás de todos esos discursos había una llama que quería permanecer encendida en mí. 

Recuerdo que pasaba horas explorando las sensaciones en mi cuerpo, sensaciones de placer. Un placer que me negaron mucho tiempo, que me hicieron creer que no era y nunca podría ser mío, porque “las gordas no deseamos” ¿verdad?

El placer que me enseñaron a habitar era para las otras personas y nunca para mí. Aprendí a mirar de forma aguda lo que mi intuición me decía cuando me compartía con otras personas y sabía que me usaban como fetiche, como apuesta, o cuando escuchaba el comentario de mis compañerxs de no tener problema con la gordura, pero nunca haber estado ni querer compartirse sexoafectivamente con una gorda.

Esas experiencias me recordaban que había un límite en mi placer, en mi vivencia, en mi plenitud; poder reconocer en mi reflejo que no hay una sola marca de asco, ni en mis pliegues, lonjas y celulitis, en mi grasa desbordante, no fue, ni es fácil. 

Explorar el placer que me podía procurar desde mí y para mí, fue y es político. Sentía que, por cada sudor entre mis lonjas, por cada inundación en mis labios grandes, por cada orgasmo que hacía vibrar toda mi gordura rompía y quemaba todos los discursos que no eran míos. Que no quería en mí. 

Esa fue la primera vez que me sentí firme, con los pies puestos debajo de la tierra para sentir la frescura y confianza de que era inamovible. 

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Amarme no es antídoto contra el sistema gordofóbico

Sin embargo, sabía que seguía sobreviviendo y no faltaba la persona que me dijese que no le diera importancia, que se me “resbalen” las violencias, que aprenda a amarme, como si eso fuese lo que me haría feliz. 

Y no, amarme a mí misma como gorda no es ningún antídoto, saber que mi cuerpa es válida no me daba paz porque me sabía contracorriente, sabía que seguía inmersa en esta sociedad y en este sistema que es gordofóbico y gordoodiante. 

Yo me amo, me sostengo y me encanto, pero cuando asistes a las instancias de salud y te niegan seguros de vida, cuando te enteras de que, paradójicamente, tu vida es la que pesa menos en la balanza de a quién se atiende o no en situaciones de riesgo, ahí el amor no salva, no protege. 

Estorba, se vuelve una basurita en la garganta que no deja gritar, ni señalar, ni exigir que se nos respete y dé vida digna, “¡ah! pero es porque no nos quisimos y decidimos hacernos esto, quedar así” ¿verdad? 

Cuando me dicen ámate, me vierten la responsabilidad de salir forzosamente de las violencias que ustedes nos ejercen y que me destrozan la vida a mí y a otras compañeras. 

Activismo gordx

No, yo no me amo siempre y no quiero hacerlo, no si eso significa sedarme y amordazarme. Saber con claridad que el amor no me basta fue lo que me acercó al activismo gordx.

Ahí me encontré con La cerda punk y con el Manifiesto gordx. Les leí y retumbé en todos los párrafos, sentí que pude encontrar el eco que no sabía buscaba.

Fueron tiempos de mucho movimiento interno. Y luego llegaron ellas, las amigas gordas. No es que antes no existieran compañeras con quienes platicar de nuestro ser, pero en esos momentos todo lo miraba como normal.

No había encontrado eco, porque todavía no sabía que podía resonar. Fueron ellas y nuestra urgencia de colectivizar las experiencias, vivencias que pensábamos llevar aisladas y en el silencio, lo que me abrió otra puerta a saberme no solx, saberme no exagerada, estar respaldada y cobijadx por ellas, sin perder mi intuición, mi autonomía y mi propia voz. 

Cada una de nuestras historias me hizo complejizar más lo diversas que son nuestras experiencias como gordas: gordas lesbianas, gordas bisexualas, gordas pansexualas, gordas géneras fluidxs, heteras, vegetarianas y no.

Gordas de diferentes edades, morras y morrxs que usamos el diálogo, la denuncia, la ironía, la digna rabia, la ternura y la vulnerabilidad para posicionarnos frente a las personas y también frente a este sistema con estructuras construidas para odiarnos, enfermarnos, patologizarnos y torturarnos. 

Existir es una lucha

Conocimos posturas similares y diferentes, pero todas con la conciencia y coincidencia de que ser gordas es parte de nosotras, para algunas una característica más, para muchas otras nuestra decisión política. Nuestra postura ante la vida. 

Existir como gorda/gordx es y siempre ha sido una lucha y como toda lucha conlleva un camino de sobrevivencia, de esquivar los golpes y los rechazos, el miedo a estar sola/solx. 

Esta sobrevivencia, como todas, no se romantiza: se enuncia para hacer visible una gama de violencias estructurales que nos castigan y precarizan. 

No por el capricho de encontrarnos en sus aparadores y anuncios de belleza, sino por la necesidad de que todos, todas y todes finalmente se responsabilicen de su papel en la construcción de sistemas que ejercen las violencias que reprimen nuestra existencia.

Ahora, al encontrarme y al acuerparme desde el feminismo gordx sé muy bien que mis miedos, vergüenzas, encuentros y desencuentros conmigo mismx siempre estarán presentes en mi andar, pero tengo la seguridad de que mi rexistencia y la de mis amigas/amigxs no sólo es desde la rabia sino también desde la esperanza. 

La esperanza y el deseo de construir junto con otras y otrxs los espacios y la dignidad que merecemos. No estamos esperando a que las cosas cambien desde fuera, estamos desbordándolas, haciéndolas temblar y caer desde adentro. Juntas las gordas persistimos, juntxs lxs gordxs persistimos, somos más y tenemos derecho a permanecer gordas y gordxs.