Muchas veces decimos frases gordofóbicas sin darnos cuenta. Hoy te damos algunos ejemplos y te contamos por qué es importante no discriminar con nuestro uso del lenguaje.
Habitar un cuerpo viene con muchas consideraciones: tenemos que nutrirlo, hidratarlo, moverlo y procurarlo. O sea, somos casi como una planta pero con sentimientos un poquito más complejos.
Pero además resulta que hay un sistema que decidió que algunos cuerpos son más merecedores que otros. Nuestro valor como personas, dice este sistema, depende del peso, de la belleza hegemónica. Y vemos cómo esta idea se refuerza a diario en la publicidad o quiénes protagonizan las series y películas.
Las personas con sobrepeso no solo son consideradas menos hermosas por este sistema, también viven discriminación diaria que afecta su salud (física y mental) y su goce de derechos. Esto se llama gordofobia o gordoantagonismo.
Por eso hoy quisimos reflexionar acerca de frases que solapan o contribuyen a este sistema de desigualdad. Algunas están tan enraizadas que ni siquiera nos damos cuenta de lo que dicen en realidad:
Frases gordofóbicas que ya no queremos decir
“Comí muchísimo, ¡estoy hecha una cerda!”
La comida nos nutre y la necesitamos para vivir. Si nos excedemos, no es una falla moral o algo por lo que tengamos que castigarnos o compararnos con algo feo (además, ¡los cerditos son bellos!)
“Tienes una cara súper bonita, serías bella si bajaras de peso”
¿Khá? Esto no es un cumplido y garantizamos que YA eres bella, no tienes que bajar de peso para eso. O, en todo caso, la belleza no tiene por qué ser el objetivo de nadie.
“Voy a salir rodando de esta cuarentena”
Muchas personas están ansiosas en estos días, son tiempos extraños y se vale subir de peso por ser más sedentarias o cambiar nuestros hábitos. ¡También se vale que quieras bajarlo para sentirte como prefieras! Pero frases como esta sugieren que las personas que ya eran gordas desde antes nunca deberían salir de su casa. Y eso está cero cool.
“Amigue, ¡bajaste muchísimo de peso, qué bien te ves!”
Bajar de peso puede ser algo saludable, pero también síntoma de depresión, problemas de alimentación o diversas enfermedades. Asumir que es “mejor” tener kilos menos es problemático, además de que sugiere que la persona no se veía bien antes.
“Ya empezó la temporada de verano, hay que ponernos a dieta para usar un bikini”
Los bikinis no son una vestimenta exclusiva para ciertas personas, todas podemos usarlo y lo único que necesitamos es tener uno que nos guste y nos haga sentir bien.
Estos son tan solo algunos ejemplos y tal vez no apliquen para tooodas las situaciones, pero es un inicio para analizar cómo con nuestro lenguaje podemos, a veces sin darnos cuenta, perpetuar un sistema en el que la belleza hegemónica y el tamaño de nuestros cuerpos parecieran ser lo más importante de la vida.
¡Te invitamos a prestarle más atención a cómo hablas de tu cuerpo y el de otras personas!