Angela Davis y por qué “el feminismo será antirracista o no será”

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¿Qué relación tienen las cárceles con el feminismo?, ¿por qué históricamente las feministas blancas han ignorado la lucha antirracista? Valeria Angola toma como punto de partida el trabajo de Angela Davis para responder.

Por: Valeria Angola

“El feminismo será antirracista o no será” es una frase que hemos visto y escuchado con mucha frecuencia en posts de Facebook, Twitter e Instagram.

Realmente ¿qué significa enunciar que el feminismo debe ser antirracista?

La popular afirmación es el nombre de una conferencia dictada por la filósofa y activista negra Angela Davis en Madrid en octubre de 2018.

En esta plática, Angela expone los pilares que sostienen la práctica de un feminismo que se aleja del feminismo burgués (o de techo de cristal, como le dice ella).

También toca temas como el colonialismo, la esclavitud, el capitalismo, la cuestión ambiental, la migración, la industria privada de las cárceles y la policía.

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¿Cómo sería una práctica antirracista del feminismo?

Hace más de un siglo, las feministas que lucharon por conseguir el derecho al voto llamaron a todas las mujeres. Mujeres negras, mujeres indias, migrantes, trabajadoras, ricas y pobres atendieron al llamado de las sufragistas y se unieron a su lucha. Aún así, en muchos países el acceso al voto no fue universal para todas las mujeres.

Cuenta Angela que más tarde, en los setenta, las mujeres negras denunciaron encarcelamientos y procesos judiciales irregulares contra hombres de sus comunidades. Este llamado no fue atenido por las feministas blancas.

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El ejemplo es importante para Davis porque, en su visión, una práctica antirracista dentro del feminismo tiene que tener una visión integral de justicia. Una visión que luche por la construcción de un mundo socialmente justo para todas las personas:

“No podemos defender las vidas de mujeres negras sin defender la vida de cualquier mujer. Hablar en nombre de las mujeres negras o de las personas negras con discapacidad significa hablar de todas las personas con discapacidad. Si hablamos de las mujeres transexuales blancas, estamos hablando de todas las personas transexuales”.

Para Davis, es necesario pensar en los mecanismos que reproducen las desigualdades económicas y sociales. Así logramos comprender también cómo operan estructuralmente el sexismo y la misoginia.

Angela Davis y el feminismo de abolición

Esto nos lleva al feminismo de abolición, que no tiene que ver con la abolición de la prostitución, sino de las prisiones y la policía.

El sistema carcelario moderno es herencia de un sistema colonial y esclavista. El feminismo de abolición tiene como objetivo poner fin a las estructuras responsables del sexismo y la misoginia.

Se enuncia así para diferenciar su práctica política del feminismo punitivista, ese que depende de las violencias ejercidas en las cárceles.

Angela Davis sostiene que las medidas punitivas no solucionan el problema de la violencia machista. Al contrario, al enviar a las prisiones a los delincuentes se reproduce la violencia. Además, se promueve el proyecto racista de encarcerlar, detener y arrestar masivamente a las personas.

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Según Davis, la idea de las cárceles está tan naturalizada que cuesta mucho concebir un orden social sin ellas. En ¿Son obsoletas las prisiones?, la autora (2017) narra la historia de estos lugares para señalar que revelan formas muy antiguas de racismo antinegro.

La estrecha relación entre la esclavitud y el incipiente sistema penitenciario de Estados Unidos durante la época postesclavista es tan sorprendente que nos hace preguntarnos la manera en que la raza participa en la construcción de la presunción de la criminalidad.

“Si ya estamos persuadidxs de que el racismo no debería poder definir el futuro del planeta, y si podemos argumentar exitosamente que las cárceles son instituciones racistas, esto puede llevarnos a tomar seriamente la posibilidad de declarar obsoletas las prisiones” (página 29, 2017).

México: 8 de marzo de 2019

El 8 de marzo del año pasado, un grupo de mujeres negras (afromexicanas, afrocolombianas, afrochicanas, entre otras) que vivimos en Ciudad de México decidimos salir a marchar el Día Internacional de la Mujer.

Llevamos una pancarta que decía la célebre frase de Davis. Aunque éramos muy pocas en comparación con los demás contingentes, llamamos mucho la atención.

Este día, salimos a marchar porque necesitábamos visibilizar ante la gran masa de mujeres nuestras necesidades específicas.

La práctica antirracista feminista difiere de la hegemónica porque nuestras problemáticas como mujeres racializadas no solo tienen que ver con el género y el sexo. También están ligadas al peso estructural que cargamos al ser descendientes de africanos y africanas esclavizados en América.

Las alternativas que imaginamos para construir relaciones sociales que escapen de las lógicas coloniales, capitalistas y racistas incluyen a las personas trans, a las trabajadoras sexuales, a los hombres de nuestras comunidades, a los y las migrantes. La justicia es indivisible.

El feminismo antirracista no se trata de pintar de color al feminismo. Se trata de cuestionar en lo profundo estructuras, relaciones y discursos que sostienen y que reproducen la desigualdad entre los grupos humanos.

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