¿Cuál es la relación del feminismo y el cuerpo?, ¿cómo lo han entendido los diferentes feminismos y qué podemos aprender? Este texto nos da una introducción a las teorías y prácticas feministas al rededor de el cuerpo que habitamos.
Por: Regina Gómez Iturribarria, de Mujeres Incendiarias.
Actualmente existen muchos debates dentro del movimiento feminista, pero quizás la pregunta sería: ¿cuándo no ha sido así?
Ser feminista es una posición política, lo que implica que estemos en constante debate y construcción, con nosotras mismas y con las demás. Es decir, el conflicto es parte de todo esto.
Tenemos que empezar a reconocer las diferencias y delimitar límites, o alianzas, con quiénes queramos luchar, saber en qué coyunturas queremos poner el cuerpo y también decir cuándo no queramos entrarle.
El feminismo y el cuerpo
Si algo he aprendido durante este camino es que los debates y los múltiples postulados teóricos no son otra cosa que las experiencias de vida de cada una de nosotras. Son las historias de mujeres que nunca fueron escuchadas, son sus reflexiones, son sus dolores.
Por ello, dentro de todos las discusiones actuales, me parece fundamental hablar del cuerpo.
El cuerpo, particularmente el de las mujeres, ha sido ese espacio físico y material que ha sido objeto de disputas a lo largo del tiempo.
Es en nuestros cuerpos, como dice la feminista Rita Segato ((Rita es antropóloga y feminista argentina que tiene un amplio trabajo sobre la violencia de género y feminismo, es ella quien propuso el término de “femigenocidio” para entender el fenómeno particular que se vive en América Latina)), donde han escrito con rabia discursos y mensajes de poder desde la disputa patriarcal. También Silvia Federici tiene un impresionante trabajo sobre el disciplinamiento del cuerpo para transformarlo en fuerza de trabajo. ((Federici es escritora y feminista italo-estadounidense, sus aportes han sido fundamentales para realizar una crítica a los trabajos sobre el capitalismo y reconocer el trabajo doméstico y de cuidados no reconocidos (ni remunerados) de las mujeres))
Hay muchas feministas que han teorizado y reflexionado sobre el papel central que tiene el cuerpo para el patriarcado y cómo se atraviesan las violencias en él.
La propuesta del feminismo comunitario
El feminismo comunitario es un movimiento orgánico, una práctica de lucha que se genera y articula desde la autonomía de construcción política de las mujeres en los pueblos del Abya Yala («tierra de sangre vital», el nombre que le dio el pueblo guna a nuestro continente).
Cuando leí y escuché las grandes aportaciones de feministas comunitarias, empecé a pensar el cuerpo como un espacio más allá de las violencias y relaciones de poder.
Sí, ellas no niegan que el cuerpo es un territorio histórico en disputa con el poder patriarcal y colonial pero también lo conciben como un espacio vital para la recuperación de la vida y la resistencia.
Lorena Cabnal, feminista y defensora comunitaria del pueblo Xinca-maya de Guatemala, habla mucho de recuperar el cuerpo para dignificar nuestra vida y la alegría como una apuesta política de emancipación.
Ella coloca la sanación como un acto personal y político que las mujeres tenemos que hacer para cuidar nuestro cuerpo y llevarnos por caminos que nos revitalicen.
Un espacio de sanación
Desde el feminismo comunitario, el cuerpo se enuncia como lugar de resistencias porque el sanar se vuelve político.
Entender el cuerpo como espacio de sanación y resistencia cambió mucho la forma en que estaba llevando mi proceso corporal y mi reconocimiento en un trastorno alimenticio.
Pero, sobre todo, entenderlo de forma política me hizo reconocer que la sanación es un camino de doble sentido: es personal pero también tiene que ser colectivo y politizar la sanación implica eso, acompañar procesos de otras y compartir el mío.
Eso significa politizar el autocuidado y sobre todo, las relaciones entre mujeres, que con diferencias y rupturas, aún estamos muchas que estamos dispuestas a poner el cuerpo en la lucha por la autonomía de todas.