Si buscan en Google «¿qué es pegging?», probablemente les aparecerán varios titulares sobre «juego de roles». Hablemos sobre esta práctica sexual que va más allá de eso y que nos puede llevar a explorar el cuerpo y el placer sin el guión patriarcal de la penetración.
Alex había escuchado sobre la estimulación de próstata y sintió mucha curiosidad. Intentó incluirla durante la masturbación pero fue hasta que una de sus parejas sexuales le practicó una estimulación anal cuando realmente le gustó.
Tiempo después, en otra relación heterosexual, se renovó su interés y compró un strap on —un tipo de arnés con un dildo- para pedirle a su novia que lo penetrara.
El cuestionamiento de las prácticas sexuales tradicionales ha hecho que cada vez más personas experimenten el placer sin prejuicios. Y aunque la estimulación anal ha existido siempre, hay prácticas más específicas que aportan nuevas perspectivas sobre el sexo: el pegging, por ejemplo.
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El pegging, tal y como lo describe la especialista en placer sexual Fabiola Trejo, es la penetración anal de una mujer a un hombre. Aunque otras identidades también practican el sexo anal, el pegging se refiere particularmente a las relaciones heterosexuales en las cuales la mujer o una persona con vulva utiliza un dildo, un strap on o arnés y dirige la penetración.
«Es el discurso simbólico que hay en el pegging que implica dar placer a otra persona lo que lo hace poderoso e interesante», explica. Sin embargo, la especialista dice que es importante reflexionar sobre la práctica penetrativa como guión central de la sexualidad que nos dice que el acto de penetrar implica dominación.
Y nos invita a imaginar un encuentro sexual equitativo que no se enfoque en la inversión de roles para tener mucha más libertad de explorar el cuerpo sin el guión patriarcal de la penetración.
¿Qué es pegging? Mucho más que un juego de roles
A Alex le incomoda que las únicas referencias de la sexualidad masculina estén en los extremos de dominación y sometimiento. Aunque sí siente una mayor vulnerabilidad cuando practica pegging, para él es muy importante el cuidado de la otra persona para que —independientemente de quién penetre— el encuentro sea equitativo.
Para el sexterapeuta David Moncada el pegging se ha diversificado. Al principio surgió como una práctica que rompía con el sentido del hombre cis como «proveedor de placer” y se vinculaba sobre todo con las dominatrix y el BDSM, pero ahora es mucho más común en otros contextos.
«Cada vez hay más cishombres que se permiten ser penetrados o estimulados con un masaje prostático, beso negro, estimulación anal con dedos o con arnés. Se permiten entregarse a la experiencia, porque suelen tener menos control en el intercambio erótico. Es liberador».
Alex opina que la sexualidad masculina suele estar muy reprimida. El pegging le gusta porque se siente deseado y sensual, le permite soltar un rol.
«Me gusta sentir que soy sensual. En el pegging me siento así. A mí también me gusta que me jalen de la cintura, y me agarren el cabello, y siento que esta exploración es una versión mucho más honesta de mi sexualidad que la que siento que a veces se me impone como hombre», dice.
El cuerpo como espacio de placer
Fabiola explica que es todo un proceso de preparación del cuerpo que implica tiempo y paciencia porque los hombres deben concebir su cuerpo como un espacio de placer y no solo para performancear su masculinidad.
César es un hombre bisexual que también intentó practicarse a sí mismo la estimulación anal, pero le parecía físicamente incómodo hasta que lo intentó con una pareja mujer. Dice que el placer que sintió lo llevó a probarlo nuevamente.
«Apenas estoy comenzando a interesarme más en el tema, poco a poco. Cuando se lo cuento a mis amigos sí se notan sorprendidos pero pienso que es algo de lo que se está perdiendo muchísima gente».
Para todas las personas entrevistadas, el cuestionamiento de la masculinidad heteronormada es el primer paso para explorar el pegging. Implica hacer una revisión de los propios deseos e identidades.
«Ninguna parte de nuestro cuerpo tiene orientación sexual ni identidad. Todas pueden ser orgasmeables», dice el sexterapeuta David.
A la par de la sexualidad, realiza acompañamiento emocional y cuenta cómo entre los hombres existe una exigencia muy grande «de ser proveedores y estar siempre preparados con una erección, de resistirse a diversificar el intercambio erótico».
El placer de las mujeres* en el pegging
Pero, ¿qué sienten ellas durante el pegging? Algunas mujeres entrevistadas se preguntan dónde está su placer en esa práctica. La doctora Fabiola responde:
«Muchas veces la pregunta de ¿dónde está mi placer? en realidad es ¿dónde está mi orgasmo?. Porque placer y orgasmo no son lo mismo. Hay que tener en cuenta que en toda práctica de penetración (de un hombre hacia una mujer o una mujer hacia un hombre) el eje central de estimulación no es el clítoris», aclara.
Existen algunos arneses o strap on que facilitan la estimulación pero, como en toda práctica sexual penetrativa, se tendrán que hacer modificaciones en el movimiento para llegar al orgasmo femenino a través del clítoris.
Esto no quiere decir que las mujeres no disfruten con esta práctica pues, como dice la especialista: «Hay orgasmos sin placer y placer sin orgasmos». El placer está en la experiencia, en la respuesta a la pregunta de: ¿por qué o para qué hacemos esto?
El diálogo de pareja y el cuestionamiento de toda la estructura del sexo permitirá que el pegging sea una práctica más, entre muchas otras, como el slow sex o el oral.
¿Cómo iniciar en el pegging?
David recomienda primero tener la disposición personal de explorar y el consentimiento con sus cinco características (libre, específico, informado, entusiasta y reversible).
«No tenemos que seguir avanzando si no queremos, hacer uso de los principios de comunicación afectiva y ser honestos con lo que deseamos en el sexo. De pasito en pasito».
Fabiola también recomienda usar lubricante, mucha paciencia, iniciar primero con dildos pequeños o estimulación con los dedos para habituar al cuerpo a las nuevas estimulaciones, lenguaje no verbal para comunicar lo que nos gusta y no nos gusta y estar cómodos con el cuerpo.
Todos coinciden en que «menos es más» y que la estimulación anal es tan importante como la disposición para explorar el cuerpo masculino sin prejuicios, de una forma más equitativa.
«Hay muchísimos hombres que lo disfrutarían», opina Alex.