Dejé de usar shampoo y acondicionador en mi cabello, y esto fue lo que pasó…

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Te despiertas y vas a la regadera, te enjuagas el cabello, te pones shampoo, luego acondicionador. Sales, te secas el pelo, aplicas crema para peinar, aceite, cera, o lo que creas que es más conveniente para tu preciosa cabellera, y listo. Repetir al día siguiente o cada dos días.

Seguramente ese ritual te suena familiar e incluso es algo que haces sin prestarle mucha atención, casi en automático. Yo lo llevé a cabo durante muchísimos años, hasta que un día me cansé de la rutina y me pregunté: ¿Y si dejo de usar shampoo y acondicionador?

Tras la duda, decidí acudir a mi buen amigo Google y comencé mi investigación. Descubrí que existe todo un movimiento llamado “No Poo Method” (poo haciendo referencia a la palabra shampoo, no a otra cosa) que consiste en encontrar alternativas para reemplazarlo, ya sea usando bicarbonato de sodio, vinagre de manzana, mascarillas naturales o simplemente agua. Sí, leíste bien, únicamente AGUA.

Resulta que el cabello produce aceites naturales, mejor conocidos como sebo, que funcionan como un lubricante y evitan resequedad en el cuero cabelludo, y lo que sucede con el uso constante del shampoo es que no permitimos que nuestro cabello los produzca. Y no sólo eso, sino que también por los químicos dentro del shampoo, nuestro cabello pierde forma y se vuelve dependiente de esos componentes artificiales.

Muchas personas deciden unirse al “No Poo Method” para reducir el número de químicos que ponen en su cuerpo. Otras, para ser ecológicamente responsables, y hay quienes simplemente quieren reducir gastos, ya que muchas veces el kit para cuidar tu cabello fácilmente puede llegar a costarte 400 pesos.

Yo lo hice por curiosidad. Decidí llevar a cabo este experimento lavando mi cabello todos los días únicamente con agua, masajeando muy bien el cuero cabelludo para limpiarlo a profundidad. El resultado fue algo que cambió mi rutina de belleza por completo.

La guerra contra mis rizos rebeldes terminó el día en el que me divorcié por completo del shampoo. Noté cambios desde la primera semana, mi cabello ya no se esponjaba tanto como antes y mis rizos tomaban más forma. Durante la segunda semana también fui dejando de usar la crema para peinar. Después de un mes, mi pelo ya estaba libre de todo producto químico y se manejaba por sí solo.  Sentía que, de alguna manera, mi cuero cabelludo me estaba agradeciendo el dejarlo ser.

Claro que no todo fue risas y diversión. Hubo una etapa, casi cuando comencé con el reto “No Poo”, en la que mi cabello –en el proceso de adaptarse a mi nueva rutina– lucía algo grasoso e incluso llegué a tener comezón, algo que es perfectamente normal, porque nuestras glándulas sebáceas tienen que aprender nuevamente cómo controlar los aceites que segregan sin la ayuda de los químicos. Pero es sólo una fase, una vez que la pasas ya estás del otro lado.

Yo llevo casi cuatro años lavando mi cabello únicamente con agua. Eso sí, en ocasiones especiales (ya sea cuando voy al salón de belleza por un corte o cuando me tiño el cabello) me veo forzada a usar shampoo y enjuague, y es increíble como mi pelo pierde por completo la forma y se ve mucho más opaco y esponjado.

Afortunadamente, mi cabello ya está acostumbrado a producir aceites naturales, así que sólo me toma dos lavadas con agua para que regrese a su estado actual. El resultado es que, aunque suene a cliché de comercial, mis rizos tienen mucho más forma, mi cabello brilla más y tengo menos friz.

Divorciarme del shampoo ha sido de las mejores decisiones que he hecho en cuanto a mi cuidado personal. Por supuesto, cada cabello funciona diferente y no puedo asegurar que sea igual para todas. Lo que sí es un hecho es que la naturaleza es sabia, y siempre existirán alternativas para cuidarnos desde un enfoque más orgánico al que los productos comerciales nos tienen acostumbradas.

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