Acompañar a una persona que vive con depresión o alguna condición mental requiere de empatía, aprendizaje y, sobre todo, escucha. De eso va este texto, amix.
Vivir una pandemia no ha sido fácil, pero si de algo ha servido es para hablar más de la importancia de la salud mental. El estrés, la incertidumbre, el aislamiento han sacado a la luz lo común de los trastornos mentales y de la necesidad de hablar sobre cómo nos sentimos dentro de los círculos de amistad y familiares.
Y sí que es necesario. En México, uno de cada tres habitantes tiene o tendrá una enfermedad mental durante su vida, de acuerdo con el Centro de Investigaciones del Sistema Nervioso Central (Cisne) en 2018. Algunos de los diagnósticos más comunes entre la población son depresión, ansiedad, esquizofrenia, trastorno obsesivo compulsivo, adicciones y demencia, dice la misma nota de la agencia EFE.
Y hay otro tema: la dificultad para acceder a un diagnóstico y, en general, a un tratamiento psicoterapéutico o psiquiátrico. Para darnos una idea, el porcentaje de personas que recibe apoyo psicológico cuando lo necesita no rebasa el 20%, según especialistas de la UNAM.
La depresión contada más allá de los síntomas
La falta de diagnósticos de trastornos mentales, el poco acceso a tratamiento, el estigma y que en algunas partes siga siendo un tema tabú trae consigo un hueco de información sobre cómo podemos abordar colectivamente estos temas.
Muchas veces no sabemos cómo ayudar a personas cercanas que han recibido un diagnóstico o que estén pasando por un periodo de depresión o ansiedad. Mucho menos nos enseñan cómo acompañarles durante momentos de crisis o emergencia.
Por eso, hablamos con una psicóloga y personas que han sido acompañantes de alguien con una condición mental, quienes cuentan lo que han aprendido en sus años como cuidadores y acompañantes. Resumimos sus piensos en 10 consejos que esperamos te puedan ayudar para acompañar a alguien cercano que atraviesa por algo así.
1. Aceptar el diagnóstico y empezar a conocer de qué se trata.
Cuando una persona es diagnosticada con algún trastorno mental como depresión, ansiedad o esquizofrenia no solo impacta a esa persona, también a la familia o a su círculo cercano. Esto puede implicar desde cambios pequeños, como modificar la rutina, hasta transformaciones mayores en la calidad de vida.
«No es fácil. Cualquiera que sea el diagnóstico no es sencillo lidiar con eso», dice la psicóloga Leticia Castro en entrevista con Malvestida. Explica que parte de esto es que podemos entrar en negación porque podemos tener muchos prejuicios sobre lo que significa tener o atravesar un problema de salud mental.
Aunque puede ser doloroso, es necesario aceptar el diagnóstico para que la persona pueda recibir la atención que necesita lo más pronto posible.
Y, por supuesto, reconocer que atravesar por un problema de salud mental no es el fin del mundo, y que es súper común, sobre todo en un contexto tan adverso e incierto como es una pandemia.
2. Eliminar el estigma.
Los discursos sobre salud mental están llenos de tabúes e ideas erróneas, por lo que es entendible que tengamos muchas dudas y ciertos mitos como verdades.
Pero para poder ayudar a otra persona debemos romper con nuestros propios estereotipos y estigmas acerca de los problemas de salud mental.
Los mitos de la salud mental de los que casi no hablamos
Es importante aceptar que quizá no conoces a profundidad del tema y que comenzarás un viaje de aprendizajes. Los estigmas se rompen con información. En México, algunas formas de informarse sobre temas de salud mental son el Instituto Nacional de Psiquiatría; Voz Pro Salud Mental, una organización que se dedica a la psicoeducación; Laboratorio Afectivo.
En nuestra sociedad hay mitos sobre si las condiciones mentales se pueden o no tratar, sobre si las personas con diagnósticos pueden tomar decisiones o sobre cómo es su comportamiento.
La ignorancia y estigmatización de las personas puede dar lugar a malos tratos, rechazo y aislamiento, que pueden alejarlos de buscar ayuda profesional, como lo explica este estudio de 2015.
3. Informarse, informarse, informarse.
Tal vez el paso más importante es leer e investigar en cualquier medio lo que conlleva una enfermedad mental y cómo puede impactar en el día a día.
Germán Méndez, un papá con dos hijos con esquizofrenia, no sabía nada de la enfermedad hasta hace 10 años que los diagnosticaron. Ahora, ayuda a otras personas a entender más de la salud mental a través de la organización Voz Pro Salud Mental a la que pertenece. «Uno va a abriendo los ojos, va tomando consciencia», dijo en entrevista telefónica.
Germán inició su camino al tomar un curso que ofrece esta misma organización llamado Familia a familia , donde padres que están pasando por la misma situación hablan sobre estos trastornos, cómo abordar la enfermedad, aprenden el funcionamiento básico del cerebro, entre otros temas. «Si queremos ayudar y no estamos informados, no vamos a poder», dijo.
4. Cuidar la comunicación.
Como personas de acompañamiento, la escucha es importantísima. Ser más comprensivos, y crear un ambiente donde todos puedan expresar sus sentimientos. Permitir que se desahoguen. Más que ofrecer una palabra de aliento, muchas veces lo que se necesita es escuchar con atención lo que esa persona necesita.
5. Cuidar tu propia salud mental.
Esta es otra estrategia esencial para poder acompañar a personas que atraviesan por algún problema de salud mental. «No puedes cuidar y descuidarte», dice la psicóloga Castro.
Se recomienda que el círculo cercano a la persona también pueda recibir terapia y lidiar con sus propias emociones derivadas del diagnóstico.
Tenemos que hablar de los efectos de los medicamentos psiquiátricos en las mujeres*
Mónica, una periodista y antropóloga social de 36 años, aprendió esto después de que su hermana fue diagnosticada con depresión tras un intento de suicidio a los 15 años.
«Cuando tienes a un familiar con depresión, el círculo cercano también tiene que recibir terapia», dice Mónica y agrega: «tú también tienes que deconstruirte y pensar en nuevos patrones de conducta». Aseguró que el que su familia se negara a hacer terapia, entorpeció el avance de su hermana.
6. Elabora estrategias de cuidado.
Esto se refiere a entender cuál es la mejor forma que puedes ayudar a quien lo necesita. Un ejemplo sencillo es si a esa persona le está costando recordar los horarios de las pastillas, tú ayuda a poner las alarmas.
Otro ejemplo es elaborar un plan de manejo de crisis. La psicóloga Leticia Castro recomienda hablar de esto y prepararse desde antes sobre las situaciones futuras para saber reaccionar. Preguntar qué le gustaría que ocurriera a esa persona si entra en una crisis.
Por ejemplo, en el caso de personas con trastorno bipolar. Es posible crear un plan para cuando la persona transite en los periodos de manía y depresión. Incluso hasta designar a un cuidador principal para esos momentos.
Si no te da tiempo de planear porque la vida pasa, Castro recomienda que si no se sabe qué hacer, lo mejor es llamar a un especialista que decida cómo actuar. Los profesionales de la salud están entrenados para hablar y calmar a las personas en crisis y muchas veces son los de servicios de ambulancias, por ejemplo, los que ayudan a que las crisis no escalen y no se ponga a nadie en riesgo.
7. Liberarte de culpas.
Germán Méndez dice que casi todos los padres que ha conocido que están en su situación se culpan por las enfermedades de sus hijos.
No está solo. Mónica, la periodista y antropóloga social de 36 años dijo: «Cuando ocurre una situación de intento de suicidio, como familiar te compras muchas culpas, te recriminas y reprochas muchas cosas».
Ambos explican cómo el informarse y el recibir terapia los ayudó a avanzar. «Yo he aprendido que la forma que pueda ayudar a mi hermana es dándole herramientas, pero al final ella decidirá si las acepta o no», dijo Mónica. «Al final de cuentas ellos son los que tienen las respuestas y la responsabilidad de decidir qué quieren hacer».
8. Tener empatía.
Aunque suene como obviedad es muy importante ser empático y compasivo con uno mismo y con el mismo proceso de sanación de los demás.
Mónica habla de cómo con los años ha aprendido a ser más empática con su hermana. «La depresión es un círculo: a veces hay episodios altos, a veces mi hermana está estable. Pero descifrar esos picos me ha hecho investigar mucho sobre la enfermedad y sobre todo ser empática con ella».
Explica cómo el solo hecho de entender que su hermana no funciona a la misma hora que ella y que se toma más tiempo en despertar la ha ayudado a acompañarla mejor.
Cuenta que antes se tomaba personal muchas cosas, pero luego de entender cómo funciona la depresión se ha dado cuenta que la misma enfermedad hace que su hermana se comporte de cierta forma, que hay cosas que quedan fuera de su voluntad.
9. Nombrar las cosas como son.
Si se sufrió un intento de suicidio, llamarlo así. Si se tiene un episodio esquizofrénico nombrarlo como se debe. El llamar las cosas por su nombre ayuda a minimizar el estigma de estos problemas y a hablar abiertamente de lo que se necesita.
10. Buscar una comunidad.
Escuchar testimonios muy parecidos a los tuyos te ayuda a ver que no estás solo. Te ayuda a intercambiar experiencias. «Siempre busca un grupo de apoyo, como en cualquier otra enfermedad», dice la psicóloga Leticia Castro.
La idea es que a través de las experiencias de las personas del grupo se encuentren distintas estrategias, porque no existe solo una, sino muchas para acompañar y ayudar a otros. Estos grupos te sirven como fuente de información, de desahogo y de contención.
Puedes encontrar comunidades en línea como los grupos de Facebook, o grupos de apoyo presenciales como los que ofrece Voz Pro Salud Mental.