Le preguntamos a personas que han recibido tratamiento cuáles mitos de la salud mental están todavía presentes en sus vidas.
Por fortuna, cada vez existen más oportunidades para discutir el tema de la salud mental. Las celebridades están hablando de eso y en muchos círculos, ir a terapia ya es incluso más normal que ir al dentista.
Sin embargo, eso no significa que como sociedad hayamos entendido qué hay detrás de ciertos diagnósticos. Todavía decimos «es que está loca» cuando una persona es diferente o «soy bipolar» cuando queremos decir que cambiamos mucho de opinión.
La depresión también se entiende como un sinónimo de «estar muy triste», una sensación que se quitaría con salir a caminar, ir al cine o comer un helado, no un diagnóstico que debe ser tratado por un profesional.
Le preguntamos a algunas personas que han pasado por tratamiento psicológico o psiquiátrico qué temas creen que todavía son mitos cuando hablamos de salud mental:
Mitos de la salud mental: los testimonios
«Puedes cuestionar a tu psiquiatra»: Ricardo
«Es sano cuestionar al psiquiatra, si no te sientes cómodo con tu tratamiento busca segundas o terceras opiniones y recuerda que en todo tratamiento es fundamental la terapia psicológica.
A mí me ha funcionado muchísimo que mi psicóloga y mi psiquiatra hagan equipo. Nunca dejes de tomar tus medicamentos sin supervisión médica.»
«Mi tendencia a la depresión no es culpa de mis papás»: María
«Es difícil romper con el tabú que gira alrededor de la salud mental y la medicación. Aun siendo hija de dos doctores, fue complejo tener la plática con ellos, cada determinado tiempo se me acercan y me preguntan ‘¿no será que tienes algo en la tiroides?’, ‘¿tienes que tomar para siempre esas pastillas?’
Entiendo que viene de un lugar en el que sienten que mi tendencia a la depresión tiene que ver con algo que ellos hicieron, pero no es así: solo es un mal intercambio químico de mi cerebro.
Si es difícil explicarle a los médicos, ya me imagino al resto de la población que muchas veces cree que todo esto es para locos, pero abrazo y recibo con gusto la clasificación de loca: sí, gracias a mis medicamentos y terapia puedo ser loca pero feliz.»
«Es una enfermedad, no una sentencia»: Pola
«Los trastornos esquizoides son una diferencia de percepción: percibes el mundo como más peligroso, o más colorido, o ves o escuchas cosas que no están ahí. Estás convencido de que hay un complot en tu contra o de que tienes poderes o te comunicas con los animales o los muertos o que hay códigos secretos que sólo tú puedes entender.
Pero lo que las personas neurotípicas no pueden entender es que todas estas cosas son reales para mí. No me parecen extrañas.
Tuve que pasar por un largo aprendizaje de cómo es el mundo para la gente «normal» para poder después explicar mi enfermedad, siempre comparada a lo que otros sienten o viven y no como lo que es.
Si vivieras en un mundo a color y toda la demás gente lo viera a blanco y negro, no podrían comprender de qué hablas si dijeras ‘el cielo está gris’; de la misma manera, la esquizofrenia te aísla y crecer tan separado de todos es una experiencia traumática que tiende a empeorar tu estado mental.
Sin embargo, se trata de una enfermedad, no de una sentencia. Tener esquizofrenia no significa que vas a ser un asesino, tampoco que vas a suicidarte. Mucho menos que eres estúpido.
Esos prejuicios, sobre todo cuando vienen de personas que quieres, empeoran el sentimiento de ser incomprendido, y por lo tanto la ansiedad y la depresión.
El trastorno esquizoafectivo no se cura, pero se controla con medicamento, terapia y una red de apoyo social. Puedes tener una vida funcional y exitosa con esquizofrenia, más aún si las personas que te rodean comprenden que no es tu culpa, que no te das cuenta, y que a veces sólo necesitas una mano o un abrazo como todos los demás.»
«El TOC puede hacer que te obsesiones tanto que tienes que hacer lo que te diga tu mente»: Diana
«Tener trastorno obsesivo compulsivo (TOC) no es del todo como lo pintan: no es querer que todo esté perfecto o limpio, es obsesionarte con algo tanto que no te deja vivir. Como si tu vida dependiera de ello.
Claro que hay muchas formas en las que se puede expresar y cada persona es diferente, pero el TOC puede hacer que te obsesiones con algo tanto que no importa lo que pase, tienes que hacer lo que te diga tu mente.
Para mí, era tener que saltar 50 veces al techo a las 3:00 a.m. y pensar que si no lo hacía, algo malo le iba a pasar a mi familia o que yo me iba morir. Como si tu mente te condicionara hacer cosas para que no pasen situaciones negativas.
Es una pesadilla y puede afectar tanto tu vida que tienes que parar tu rutina para hacer aquello que tu mente te obliga hacer: checar que las puertas de tu casa estén cerradas 4 veces antes de dormir o tocar madera 30 veces.
El TOC no es ser perfeccionista, es ser esclava de tu mente y tener miedo.»
Acabar con los mitos y prejuicios acerca de la salud mental ayuda no solo a las personas que ya tienen un diagnóstico, sino a que aquellas que no se han animado a buscar ayuda lo hagan sin miedo al «qué dirán». Por eso a todxs nos toca tener más información y más empatía.