¿Te la pasas recordándole a tu pareja cuándo es la fiesta de su mamá?, ¿eres la persona a la que todo mundo le pregunta qué es lo que hace falta en el refri o a qué hora salía el avión?, ¿te agobia muchísimo tener ese papel? Estas preocupaciones constantes podrían ser algo que se llama trabajo emocional o carga mental.
Este concepto se aplica ahora casi siempre a mujeres que están en relaciones heterosexuales, pero se puede dar también en familias o con roomies y de hecho se originó para describir lo que pasa en ciertos puestos de trabajo.
Las definiciones varían, pero básicamente se refiere al tiempo y esfuerzo que muchas mujeres le dedican a esas pequeñas cosas de la vida que nadie quiere hacer pero tienen que hacerse, como saber a qué hora era la fiesta de la sobrina, cuándo le tocan las vacunas a los gatos y si quedan o no galletas en la alacena.
El origen del trabajo emocional
El concepto ha cambiado bastante desde que la socióloga Arlie Hochschild lo creó en 1983. En su libro The Managed Heart, definió el trabajo emocional como ese que hacen personas en ciertas profesiones para no mostrar sus verdaderos sentimientos. Por ejemplo, quienes trabajan en servicio a cliente o cuidando niños o ancianos.
Como explicó Hochschild a The Atlantic, en esta definición es un trabajo que sí es pagado y en el que se espera que la persona (hombre o mujer, aunque sí suelen ser puestos feminizados) haga un esfuerzo por dominar sus propias emociones, no las de otras personas.
Para ella, en ese caso hacer la lista del súper o pedirle a otras personas que laven sus platos solo es trabajo emocional si a ti te está causando estrés o si decirlo de una forma específica (para que no se molesten, etc.) es un esfuerzo.
O sea que una posible solución sería encontrar la forma de disfrutar las cosas que hacemos por las personas que amamos (y también mejores maneras de distribuir las tareas.)
La carga mental, un libro de Emma Clit
Otro nombre que podríamos darle a aquello que ahora llamamos trabajo emocional es “carga mental”, así se llamó el cómic viral de Emma Clit que ahora es un libro, ya traducido al español.
En el famoso cómic, que puedes leer aquí, ella da varios ejemplos de situaciones en las que los amigos, esposos, novios o jefes “ayudan” a las mujeres, quienes tienen que dar instrucciones súper precisas para que las cosas se hagan como deberían. Por ejemplo, “lava la ropa” significa sepárala, lávala, tiéndela y, sí, ¡también dóblala!
En su libro, la ilustradora feminista ahonda más en el tema y no se queda solo en el problema de género. Esto es también un problema laboral, en el que todas las personas trabajamos cada vez más y nos queda poco tiempo para disfrutar la vida y para hacer labores de mantenimiento.
Esto lo comparte Hochschild en su entrevista con The Atlantic. Ella dice que las pequeñas cosas de la vida no tienen que ser una carga, que se pueden hacer con amor y compartirse, pero sí vale la pena pensar en las razones sociales por las que todos estamos cada vez más agobiados.
Se llame como se llame, es cierto que las mujeres hacemos mucho trabajo que no es pagado y que en muchas ocasiones no es compartido por los hombres. La cosa está en encontrar cómo hablarlo y dividirlo, tanto a nivel personal como social.