Perder a una amiga es una experiencia dolorosa, un rompimiento que puede doler más que uno romántico. Pero aprender sobre amistad política nos puede ayudar repensar estos quiebres.
Me gusta hablar de los amores de mi vida. Así, en plural. Mi amistad con “Ella” materializaba uno de ellos. Comenzó con una sonrisa no correspondida que nos reclamamos, a manera de broma, por muchos años.
No podría reconocer el momento exacto en que nos volvimos amigas. Tampoco cuándo dejamos de serlo. Sí sé que nos conocimos hace más de 7 años y comenzamos a desconocernos hace uno.
Encontraba tranquilidad en mirarla tomar fotografías. Tenía un estilo que al paso de los años aprendí a reconocer y que siempre admiraré. Le gustaba detener la vida a blanco y negro aunque ella era de muchos colores: calcetines rojos, camisas con diversos estampados, ojos que pasaban del verde al café y viceversa.
Alguna vez yo me fui, pero me disculpé y, muy valientes, empezamos de nuevo. Ella se fue también sin motivo aparente y sin explicaciones, pero no espero que regrese. Casi nunca actuamos o pensamos de manera similar.
Perder a una amiga me hizo reflexionar
Lidiar con su ausencia me ayudó a reflexionar en torno a los afectos y los ideales del amor fuera de las relaciones sexo-afectivas. Aprendí que la amistad, especialmente entre mujeres, es transgresora dentro de un sistema heteropatriarcal y capitalista donde la regla es que entre nosotras sólo se construyan rivalidades y competencia.
Peor aún, se nos enseña a forjar afectos efímeros entre nosotras, a manera de paliativo mientras encontramos el amor monógamo del “hombre ideal”, con quien la felicidad y placer deben ser suficientes.
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¿Qué es la amistad política?
Ya estaba pensando en eso cuando me encontré Apuntes sobre la amistad política entre mujeres, un libro de la guatemalteca Edda Gaviola que me ayudó a comprender el sentido de mi relación aparentemente perdida y las expectativas que puse sobre ella.
En este texto, Edda teoriza a partir de las remembranzas de más de 25 años de complicidad con Margarita Pisano, feminista radical chilena fallecida en el año 2015. Así, define la amistad política como “un proceso que arranca en el encuentro y en la necesidad urgente de cambiar de signos la vida y la historia, pasando por la construcción respetuosa de confianzas y querencias mutuas que se van perfilando en el camino del descubrimiento de la otra, de una misma y de una genealogía de mujeres”.
Un primer paso en la construcción de este tipo de amistad es romper con el mandato histórico de la enemistad entre mujeres y la misoginia internalizada. Solo así dejaremos de juzgarnos con base en los estereotipos de feminidad impuestos y aprenderemos a normalizar comportamientos fuera de los códigos patriarcales.
La amistad política se alimenta, se acuerpa, se critica, se discute y se comparte.
La confianza y complicidad, ya sea en el amor o en la amistad, son un constructo que se debe trabajar desde la cotidianidad, buscando mayor horizontalidad que reemplace las relaciones de poder/dominio que rigen el mundo. No es algo que se consiga de la noche a la mañana.
Las complicidades políticas, en palabras de Gaviola, son las más complicadas de construir. Para hacerlo “es necesario tener proyectos comunes, pensar juntas y un profundo reconocimiento a la otra, a sus saberes y autorías, para poder lograr el aprendizaje recíproco”.
Cómo construir colectivamente, según Edda Gaviola
La propuesta de Margarita y Edda sigue vigente y es muy oportuna en una época donde cada vez hay más mujeres con ganas de organizarse colectivamente en espacios políticos.
Para construir un feminismo cómplice, actuante y crítico es necesario que, así como en las amistades, existan ideas comunes para un actuar coherente pero también que cada individua sea comprometida con sus ideales y al mismo tiempo respete los de las otras.
Estas son las bases del actuar colectivo que propone Edda en su libro:
- Decidir sobre nuestro propio cuerpo.
- Libertad en la sexualidad.
- Erradicación de la violencia.
- Lucha contra el racismo y la explotación.
- Desconstrucción de los ejercicios de poder y dominio en relación a nosotras, las otras y el entorno, a los animales, a la red de la vida que constituye este planeta.
- Confrontar todos los tipos de religiones y sus imposiciones.
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Amistad política también es dejar ir
Los Apuntes sobre la amistad política entre mujeres chocaron de frente con la muerte de Pisano. Sin planearlo, las palabras de Edda fueron la despedida, la última carta que Margarita no alcanzó a leer.
Conocer sobre su amistad me llevó a replantear lo que busco al relacionarme con otras mujeres. También me dio el deseo de dejar a “Ella” en paz, de inventarme un final (así como me recomendó un amigo) y cerrar esa puerta.
De dejarnos tranquilas e intactas, sin permitirle la entrada a reclamos, rencores o indiferencias. No merecemos ese final pero sí el que nos quiero dar, por medio de estas palabras que abrazan, lloran y ríen a carcajadas.
Jamás juzgaré su decisión de marcharse, porque como lo expresó la periodista Gabriela Wiener en su artículo Es hora de repensar el amor: “creo que si no atravesamos nuestras experiencias de afecto y cuidado reales, si no las atravesamos de crítica feminista y anticapitalista, si no somos empáticos con las circunstancias y las experiencias que hacen vulnerable a la persona que decimos amar, ¿de qué amor hablamos?”
Me alegra haber encontrado calma en las experiencias de mujeres feministas.
Hay algunos amores de la vida que se quedan detenidos en el tiempo, no caminan junto a nosotras por siempre. Ese amor de mi vida quedó atrapado en una fotografía.