¿Qué significa y qué efectos tiene decir que alguien «está cancelado»?

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Hasta hace poco, la ignorancia, las declaraciones escandalosas, absurdas o que promovían el odio y la intolerancia eran fácilmente disculpadas si provenían de alguna celebridad.

A veces se hacía un control de daños, pero el resultado era el mismo: el asunto se olvidaba rápidamente para dar paso a una nueva frivolidad. Sin embargo, ahora que cualquiera puede «estar cancelado» el panorama se antoja distinto.

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La cultura de la cancelación

La profesora de la Universidad de Michigan, Lisa Nakamura, describe la cultura de la cancelación (conocida en inglés como cancel culture, outrage culture o call out culture) como un llamado abierto a boicotear, señalar y hacer todo lo posible para que una celebridad –ya sea deportiva, cultural o política– experimente las consecuencias de sus actos y palabras a través de la pérdida de popularidad, beneficios económicos y oportunidades laborales.

En otros casos, gente que los admiraba o que disfrutaba sus trabajos «cancela» su preferencia, deja de apoyarlos y de consumir lo que sea que produzcan: entretenimiento, música, películas.

j balvin está cancelado

Ah, ok, pero… ¿funciona?

La cancelación tiene un gran antecedente, un hecho ocurrido cuando la televisión reinaba: Sinead O’Connor rompió una foto de Juan Pablo II para denunciar los abusos sexuales de menores por parte de católicos.

La cantante, que era de las más famosas y celebradas del momento, fue boicoteada, ridiculizada y vetada; su carrera cayó y nunca se recuperó del todo.

¿Quién está cancelado?

Gracias a las redes sociales hemos tenido un montón de cancelaciones memorables, desde Instagrammers como Rawvana, por ejemplo, a personajes como Kanye West, quien parece ser que ya recibe más repudio que celebración, o el comediante Aziz Ansari señalado por abuso sexual.

Otro ejemplo es la cantante Erykah Badu, quien fue cancelada tras defender a R. Kelly, artista con 10 acusaciones de abuso sexual. También halagó a Hitler y a Trump, lo que le valió ser abucheada en sus presentaciones en vivo, además de acosos tuiteros por un tiempo.

Recientemente Justin Bieber y J. Balvin dieron su apoyo a Chris Brown, el exnovio golpeador de Rihanna, lo que provocó cuestionamientos y más de una cancelación.

Probablemente uno de los cancelamientos más drásticos y efectivos haya sido el de Roseanne Bar, quien perdió apoyo, dinero y el reboot de su programa de televisión por un tuit racista. A la fecha no tiene empleo y su espacio en medios se redujo a recordarla por ese desastrozo incidente.

Otra celeb cancelada, pero que usó las cosas a su favor, fue Taylor Swift después de su pleito con Kim Kardahsian y Kanye West. La cantante se inspiró en todo el odio hacia ella para crear la identidad de su disco Reputation.

Cancelación semanal

Lo cierto es que los resultados de las cancelaciones son dispares: por lo general la tormenta dura un par de días y no pasa de ahí; si hay una disculpa, las críticas continúan, pero se reducen hasta perderse, pues la memoria en Internet es de un corto plazo extremo.

La cultura de la cancelación también ha tenido efectos contrarios y muchas veces se han revelado discursos de odio, ya sean de raza, género u orientación sexual, que provoca que un montón de partidarios salgan a la luz y quienes esparcen estas ideas terminan en altos cargos. Tal es el caso de presidentes como Donald Trump y Jair Bolsonaro, así de confuso es su efecto.

Solo queda esperar las cancelaciones que se acumulen el resto de la semana y no poner fe desmedida en simples seres humanos que, tarde o temprano, podrían regarla.

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