*Artículo actualizado el 8 de enero de 2018*
Durante varios años trabajando como redactora de revistas sobre celebridades, una de mis muchas funciones era crear las listas de las mejor y peor vestidas. No importa si se trataba de los MTV Video Music Awards, los Globos de Oro, la gala del Met o la entrega del Oscar, mi labor era realizar una curaduría que definiera qué celebridades lo hicieron bien y quienes lo hicieron fatal.
Para lograrlo, utilizaba 20% un consenso general y 80% opinión personal. Quizá había un vestido que no me parecía particularmente lindo, pero que las revistas especializadas en moda consideraban una obra de arte. O, por el contrario, podía parecerme maravilloso ver a Diane Keaton en un tuxedo que la gente en las redes sociales consideraba de espanto.
Y es que en ese tipo de situaciones no se puede ser parcial, porque una siempre tiene a sus consentidas. Por ejemplo, a mí no me importaba que Tilda Swinton fuera a una gala envuelta en dorado cual Ferrero Rocher o con una armadura oversized de Chanel. Siempre, SI-EM-PRE, iba a estar en mi lista de las mejor vestidas, porque Tilda es Dios.
Pero no soy la única con esas mañas. En la mayoría de las revistas, o al menos en mi experiencia, no existe una votación o ceremonia de selección de las mejor y peor vestidas, sino que generalmente es la persona que redacta y arma la nota la que elige a quién poner, porque en el mundo digital todo es al momento. Así que cuando ves una de esas famosas listas, en realidad estás viendo el reflejo de lo que una persona –con demasiadas horas frente a la computadora y cafeína en las venas– eligió mientras trabajaba en pijama desde su cama un domingo por la noche, y no hay que tomárselo tan en serio.
Otro punto que creo que es importante mencionar sobre este tipo de listas, es lo fácil que pueden caer en algo despectivo y totalmente fuera de lugar. Porque no es lo mismo decir que el vestido de Rihanna en la gala del MET parece una tortilla española (que sí, es una comparación inevitable y bastante graciosa) a hacer un comentario ofensivo sobre ella o su físico. Una es una crítica al diseño y otra a la persona, y ahí es donde creo que muchas listas de este estilo se pierden y cruzan la línea.
En más de una ocasión he leído «críticas» de «expertos» que más allá de aportar o fomentar una discusión con sus comentarios, simplemente destrozan a la gente. Gente que, seamos honestos, no fue a la ceremonia de premios por cómo se viste, sino por su trabajo.
Así que sí, sigamos deleitándonos con el «Who are you wearing?» y creemos memes para la posteridad, pero no tomemos la opinión de una revista como verdad suprema ni permitamos que un outfit determine la calidad moral o intelectual de una persona. Al final del día jamás lograremos ponernos todos de acuerdo sobre quién fue la mejor o peor vestida de la noche. Y es que, ¿realmente importa?