Sin empaques y sin parabenos: así es la cosmética sólida hecha en México

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Diez años después de iniciar su vida laboral como socióloga, Yanelli Barojas se animó a emprender. Tenía una maestría en estudios socioculturales, varios proyectos relacionados con salud y derechos sexuales, y una mudanza de Guaymas, Sonora, a la Ciudad de México para trabajar en la Secretaría del Trabajo, pero no se sentía satisfecha. Algo le faltaba.

Como fanática de la cosmética natural pensó que quizá esa podría ser una alternativa para cambiar el rumbo de su vida. Entonces, buscó cursos para aprender a hacer productos de cuidado personal.

El inicio de Indra Ecosmética

Cumplía una doble jornada: de 9 de la mañana a 6 de la tarde estaba en una oficina, mientras que el resto de la tarde –y fines de semana incluso– se dedicaba a capacitarse.

Tomó cursos en línea realizados en España, presenciales en la Ciudad de México, obtenía información en internet. Lo leía todo.

Al tercer año, descubrió que podía vivir de eso, entonces, renunció a su trabajo. “Durante diez años traté de buscar una oportunidad de crecer. Aunque no me iba mal, sabía que no estaba completamente satisfecha”, recuerda.

Fue así como creó Indra Ecosmética, una marca de cosmética sólida que ofrece shampoo, acondicionador, exfoliantes, serúm corporal, crema, velas de masajes, pasta de dientes, jabones y desodorantes.

Una apuesta por la cosmética sólida

Además de ser una línea de productos naturales, veganos y elaborados a mano, Indra Ecosmética es la primera marca mexicana de cosmética sólida 100% libre de envases, un concepto que busca promover el estilo de vida zero waste para reducir los desperdicios que generan los residuos de los empaques no reciclables.

Como emprendedora, uno de los compromisos que Yanelli hizo consigo misma fue promover prácticas que ayuden a cuidar el medio ambiente y, a su vez, benéficas para la salud y el bienestar personal.

“Pensaba: si tengo un pedido de mil shampoos, serán mil botellas de plástico, eso multiplicado por meses es muchísimo, fue así como lo sólido fue una gran opción”, explica.

La presentación sólida de productos que en el supermercado generalmente se encuentran líquidos –como la pasta dental, el shampoo, el acondicionador y algunos desodorantes– causó sorpresa entre los clientes de a pie, mientras que a las distribuidoras, casi todas comprometidas con prácticas amigables para el medio ambiente, les encantó el concepto.

En año y medio, Indra Ecosmética se distribuye en Ciudad de México, Tijuana, Monterrey, Puebla, Querétaro, Zacatecas, Michoacán y Chiapas.

De lo líquido a lo sólido

Yanelli transformó su casa en un laboratorio al estilo Breaking Bad, para experimentar con ingredientes naturales que le permitieran lograr la consistencia sólida que necesitaba en cada de sus productos.

Descubrió que existen mantecas duras que se solidifican a cierta temperatura, como la de coco, que a menos 30 grados se vuelve prácticamente una piedra.

Experimentó también con la manteca de cacao, de mango y de karité, todas aprobadas por Ecocert, un organismo internacional que dicta cuáles son los ingredientes que pueden ser utilizados en la cosmética natural.  

Otros productos que funcionan para solidificar son las ceras vegetales, como la de soya o candelilla, así como el carbonato de sodio.

Respecto a la elaboración del jabón, Yanelli, confiesa que el proceso es un poco “riesgoso” y “lento”, debido a que se mezcla el aceite, agua y un hidróxido de sodio, es decir, sosa cáustica, un álcalis sumamente corrosivo para la salud, por lo cual es necesario elaborarlos con cubrebocas, lentes y guantes. Un jabón está listo de 30 a 40 días.

No escuches a los que te rodean

Cuando Yanelli elaboró sus primeros productos de cosmética sólida, ella misma los distribuía. Recorría la Ciudad de México de un lado a otro en metro. Repartía una caja de 5 o 6 productos, jamás pensó que en año y medio lograría posicionar a Indra Ecosmética con filosofía zero waste.

Hace un par de semanas decidió volver a hacer maletas para regresar a Guaymas, Sonora, para cumplir el siguiente objetivo: crear una línea de maquillaje y tónicos faciales.

Aunque a veces siente nostalgia por su antigua vida, se arrepiente de haber esperado tanto tiempo para emprender: “Hay que arriesgarse, perder el miedo y hacerlo. La gente que te rodea siempre te dirá que no lo hagas, en especial si tienes un trabajo, pero hay que animarse. Es la única forma de saber si funcionará o no”.

La comodidad que ofrece un trabajo estable, en ocasiones, impide no ver más allá. El mundo gira alrededor de un horario y pendientes de oficina, sin saber que existe la posibilidad de construir algo propio que, además, sea generoso con el medio ambiente. Eso hizo Yanelli. Y hoy está completa.

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