Hace unas semanas, escribiendo una reseña de un libro escrito por una mujer, usé la palabra «autora» y el procesador de textos que estaba usando (Google Docs) la subrayó en rojo. Estoy acostumbrada a que su corrector ortográfico se niegue a reconocer términos muy comunes y siempre me saca una sonrisa ver qué me sugiere usar en su lugar. Esta vez la sugerencia fue «autor». Lo compartí en Twitter, un poco haciendo una denuncia, pero sobre todo burlándome de mí misma y de la idea de que las feministas vemos problemas en todos lados. Lo que sucedió después fue un nivel de intensidad, odio y comentarios de extraños que no había recibido al escribir sobre temas según yo más polémicos, como el aborto, el #Gamergate o los feminicidios.
Desde entonces he estado pensando más en la idea de un lenguaje incluyente, menos sexista, lo que eso significa y por qué el proponer su uso suele causar una respuesta virulenta tanto por parte de machitos de internet como por académicos de la lengua como Arturo Pérez-Reverte (jaja, broma, Pérez Reverte es un machito de internet.)
¿Qué es el lenguaje incluyente?
No es que exista una definición de diccionario, pero yo diría que se trata de un lenguaje que niega la idea del masculino como universal buscando que las palabras reflejen la diversidad de las audiencias. Esto se puede hacer de distintas maneras, que voy a dividir en tres de una forma un poco arbitraria:
El lenguaje no sexista institucional
Organizaciones de la sociedad civil e instancias gubernamentales dedicadas a la igualdad de género han comenzado a publicar guías para este tipo de lenguaje, las cuales suelen centrarse en que es importante nombrar a las mujeres cuando se habla a un público hipotético. De ahí surgen expresiones como «las y los ciudadanos», por ejemplo. Aquí el problema podría ser que sigue siendo una postura heteronormativa, que se olvida de la diversidad de género.
El lenguaje incluyente y activista
Entre ciertos grupos feministas y LGBT se considera importante neutralizar los pronombres cuando la comunicación se dirige a un grupo variado. En inglés, esto se puede lograr usando el «singular they«, pero en español es un poco más complicado. Una opción es usar las letras «x» o «e» (elles, ellxs) y otra simplemente usar solo pronombres femeninos.
Estos estilos sí toman en cuenta a personas que no se consideran hombres o mujeres y su propósito no es pasar desapercibidos, sino llamar la atención hacia grupos que suelen ser excluidos de las conversaciones y espacios públicos. Como me dijo una mujer que utiliza estas estrategias: «No uso lenguaje incluyente para ser políticamente correcta. Cambio el lenguaje porque puedo, porque para eso es, porque aunque desde sus inicios haya sido machista, no es estático y nunca lo ha sido. Porque quiero verme y vernos representadas cuando escribimos y cuando hablamos y cuando decidimos usar la forma en femenino de cualquier palabra para apropiarla aún más».
Las alternativas
También están quienes no pretenden distraer al lector con fórmulas obviamente políticas, pero sí quieren buscar alternativas a las formas tradicionales en las que el masculino se escribe «por defecto». Acá entran formas como «las personas que…», «la gente…», «la humanidad» en lugar de «el hombre», etc.
Es posible que el lector no note estas elecciones, pero son deliberadas y pueden incluso resolver problemas legales. Por ejemplo, una editora me contó que al usar la frase «persona autora» se evita tener un contrato para hombres y otro para mujeres, además de que previene que en un futuro pudiera trabajar con personas que no se identifiquen con pronombres masculinos ni femeninos.
Al ver que tanta gente se molestó conmigo por llamar la atención sobre el sexismo del algoritmo de Google, comencé a experimentar con la «x» en los pronombres. También me fijé de que cuando escribo aquí en Malvestida a menudo me dirijo a un lector y lo cambié por una lectora.
Este segundo cambio tal vez nadie lo notó, pero el primero se llevó algunos cuestionamientos en Twitter, casi todos invitándome a escribir «bien», como si en las redes sociales reinaran la corrección ortográfica y gramatical.
Una nueva forma de reflejar el mundo
Claro que es válido no usar o incluso no considerar necesario el lenguaje incluyente, pero por lo general quienes se ofenden hasta el punto de insultar o amenazar a desconocidas no tienen argumentos más allá de «así son las cosas» o «así se escribe» (traducción: «soy sexista y homofóbico».)
Yo no creo llevar mis equis y es más allá de las redes sociales o de espacios de activismo, pero he encontrado nuevas formas de de reflejar mi mundo y mis valores con las palabras, que al fin y al cabo es una de las cosas que más me gusta de escribir.
No es poco común que las celebridades griten a los cuatro vientos (y por cuatro vientos me refiero a Instagram, Facebook, Twitter y Snapchat) cuáles son las marcas que visten. A veces lo hacen como muestra de agradecimiento y otras como parte de millonarios contratos publicitarios, pero el caso es que les encanta hacernos saber qué es lo que llevan puesto.
Recientemente, Emma Watson se unió a esta práctica de presumir en redes sociales las marcas que utiliza, no por simple vanidad o patrocinio, sino con la finalidad de crear conciencia. “Quizá has notado que he hablado sobre mi ropa últimamente. Estoy tratando de ser consciente sobre de dónde vienen las prendas que uso y también de la gente que las fabrica… Y no, no me están pagando las marcas por hacer esto”, escribió en su cuenta de Instagram, en donde especifica que todos los datos que menciona son avalados por Eco-Age, una empresa de consultoría creada por la activista Livia Firth (sí, la esposa de Colin Firth), que permite a las empresas lograr crecimiento a través de la sustentabilidad. También creó la cuenta de Instagram The Press Tour, en la que explica de dónde vienen algunas de las prendas que ha utilizado durante la gira promocional de La Bella y la Bestia.
Algunas de las firmas que Emma ha mencionado son Edun, cuya “tela de algodón orgánico sustentable procede de un molino en Sudáfrica. El material no ha sido tratado, lo que evita cualquier tratamiento químico dañino o procesos de acabado, lo es mucho mejor para el medio ambiente”; los zapatos Ancient Greek Sandals, “hechos a mano en Grecia por expertos artesanos locales a partir de técnicas tradicionales que han existido durante siglos…” y la firma de joyería Catbird, “cuyas piezas son hechas a mano en Brooklyn utilizando comercio justo y oro reciclado, además de que todas sus piedras son libres de conflicto”.
Por supueeeeesto, también hay espacio para firmas de lujo, como Dior: “La marca de alta costura apoya a los artesanos locales a través de su producción en un pequeño taller en París, preservando la tradición y la artesanía”, escribe Watson, quien se distingue por su sentido del estilo clásico y minimalista.
Con esta información, más que ser un escaparate para las ventas (que no dudamos que lo sea), la actriz británica busca que más personas se cuestionen sobre los procesos de producción de las prendas que utilizan y, de paso, se sumen al movimiento slow fashion eligiendo calidad sobre cantidad y marcas social y ecológicamente responsables.
Pero como no sólo se trata de mencionar marcas, sino también de practicar lo que predica, Emma –que, por si aún no la amas lo suficiente, es Embajadora de buena voluntad de ONU Mujeres– también se ha sumado al reto de la campaña #30Wears, la cual propone que antes de comprar una prenda te preguntes si la usarás al menos 30 veces, a fin de disminuir el consumismo acelerado que las cadenas de fast fashion han creado.
Y sí, aunque quizá no tengamos el mismo presupuesto que Emma Watson para invertir en ropa o recibamos regalos de las marcas, vale la pena aceptar el reto y tratar de ser más conscientes con las prendas que compramos. ¿Te animas?
¿Ubicas el Síndrome de Estocolmo? Ese «trastorno psicológico temporal que aparece en la persona que ha sido secuestrada y que consiste en mostrarse comprensivo y benevolente con la conducta de los secuestradores e identificarse progresivamente con sus ideas»? (Y sí, como buena millennial saco mis definiciones de Wikipedia). Bueno, pues parece ser que en nuestro país muchas personas padecen exactamente ese mismo trastorno con algunas agencias de publicidad y revistas, y la forma en la que éstas han secuestrado su mente y condicionado su cuerpo vendiéndoles ideales de belleza irreales.
Algunos se han acostumbrado tanto a la imposición de un estereotipo que cuando ven la realidad reflejada se sienten, no sólo incómodos, sino incluso ofendidos. Un ejemplo de ello es la reacción que hubo recientemente cuando la marca Levi’s publicó en Instagram fotos de Carla Morrison luciendo sus prendas.
Personalmente, lo primero que pensé fue que se veía espectacular y los jeans le quedan on point, pero los haters no tardaron en salir a criticarla por su físico dejando comentarios hirientes. Lo que me lleva a pensar ¿por qué en un país en el que la mayoría de las mujeres de 18 a 39 años es talla grande o mediana (con medidas promedio de 97-104 centímetros de busto; 88.8 de cintura y de 100-105 de cadera)* a la gente le incomoda ver cuerpos con curvas en la publicidad?
Pareciera que el éxito sólo viene en tallas pequeñas y en el momento en el que alguien con un cuerpo que no se apega a los estándares “ideales” se muestra segura de sí misma, la gente (ya ni siquiera las campañas de publicidad) se encarga de recordarle que debería darle vergüenza estar tan cómoda en su piel.
Una foto publicada por Carla Morrison (@carlitamorrison) el
Lo vimos también en la discriminación contra la gimnasta Alexa Moreno en los Juegos Olímpicos de Rio, y lo vemos a diario en una industria editorial que vive obsesionada con el peso de las mujeres y publica notas al estilo:
– “Con 30 kilos menos, Kim Kardashian luce espectacular en bikini” (Elle México)
– “Kesha y su inexplicable aumento de peso acaparan titulares” (Quien)
– “¡Sí se puede! Vístete 5 kg más flaca, te damos los tips clave para lograrlo” (Glamour)
– “¡Con kilitos de más! Selena Gomez aparece con físico transformado” (EsMás)
– “La foto de Hilary Duff que prueba su drástico cambio de peso. La actriz dejó al descubierto su poco tonificado abdomen” (Cosmopolitan)
Todos titulares reales.
Esta presión social e ideas preconcebidas sobre la belleza son las que muchas veces ocasionan, no sólo la intolerancia hacia lo que es diferente, sino también que jamás logremos estar 100% cómodas en nuestro cuerpo. Es el típico caso en el que ni vives ni dejas vivir.
Afortunadamente, movimientos como el body positive; marcas como Levi’s, Aerie, Target y Dove, por mencionar algunas; y celebridades como Carla Morrison están ayudando a abrir la brecha para que la diversidad que existe en el mundo también se vea reflejada en los medios. No es fácil, tenemos que luchar con décadas de publicidad para verdaderamente liberarnos de esos estereotipos y aceptar que la belleza viene en muchas tallas, estilos y colores, pero es posible, pues como diría la escritora Shaunta Grimes“El auto-desprecio no es algo que venga predeterminado en las mujeres. No vino predeterminado en mí. Fue aprendido y tuve que trabajar duro para desaprenderlo».
*Estudio ¿Cuánto mide México? El tamaño sí importa (2012) de la Cámara Nacional de la Industria del Vestido (CANAIVE).
A las medidas del ego, que tradicionalmente incluyen desde cumplidos hasta calificaciones, Tinder ha añadido una nueva a la que voy a llamar el match rate. El match rate (me imagino que existe en algún lugar fuera de este artículo) es el número que resulta de dividir el número de matches de Tinder, entre el número de likes dados y multiplicarlo por cien. Para ponerlo más fácil, si yo le doy like a dos personas y las dos me dan like de regreso, mi match rate sería de 100%, mientras que si sólo una me corresponde mi match rate bajará a 50%. ¿Entendido?
Aunque pueda parecer una tontería, el número de matches es tema de conversación en varios foros y (por lo tanto) en la vida real. Este match rate sacado al aire se ha convertido en una forma de calificar con un número, en apariencia objetivo, el atractivo de una persona (o de sus fotos). Reafirmada por su increíble match rate, cada de vez en cuando una desconocida se proclama a si misma “la reina de Tinder” y miles de hombres ríen ante la presunción.
Digo que se ríen porque el match rate no está ni cerca de ser objetivo, al menos no para las mujeres. Según datos publicados por la revista Time los hombres dan like a un 47% de sus prospectos, mientras que las mujeres sólo al 14%. Esto significa que los hombres, en promedio, dan 3 likes por cada like que dan las mujeres e incluso algunos declaran que simplemente dan like a todo lo que pasa por sus pantallas sólo para ver cuantos matches consiguen. Me puedo ir aún más lejos y hablar del ex-trabajador de Microsoft que creó un código para “hackear” Tinder y darle like automáticamente a todos sus prospectos. Bestial. Si estás interesado en hacer lo mismo(espero que no) aquí se describe el proceso.
Obviamente, dada la desigualdad de likes, los perfiles de las mujeres son bastante más populares que los de los hombres. En un estudio de la Universidad Queen Mary de Londres se hicieron varios perfiles reales y no reales de Tinder y luego se usó un software para analizar los datos recaudados. Aquí entra el famoso match rate que mencioné al inicio: los perfiles de las mujeres en el estudio consiguieron un match rate del 10.6% mientras que los de los hombres sólo llegaron al 0.6%. Así que, en promedio, las mujeres deberían tener un match por cada diez veces que mueven el dedo a la derecha. Genial, ¿no?
(Querida lectora o lector, aguántame sólo un par de estadísticas más y prometo ya no volver a mencionar ni números ni ecuaciones.)
La cosa se pone interesante cuando se indaga un poco más; contrario a lo que uno creería, 21% de las veces que hay un match las mujeres empiezan una conversación, mientras que sólo en el 7% de los casos lo hacen hombres. (Sí, 72% de las veces no hay conversación). Parecería que estamos alcanzando la equidad de género, pero no. Explico: las mujeres esperan más de 30 minutos después de un match para enviar el primer mensaje, mientras que la mayoría de los hombres (cuando escriben) lo hacen en los primeros cinco.
Podemos deducir fácilmente lo que ocurre: la mayoría de los hombres dan like indiscriminadamente (los estudios también demuestran que ellos pasan menos tiempo swipeando que ellas), mientras que las mujeres ponen más cuidado al elegir sus prospectos.
Cuando hace match, a la mujer en cuestión generalmente le gusta el tipo mientras que su contraparte masculina sólo “jugaba al Tinder”. La mujer espera que él le escriba y cuando no lo hace, es ella quien escribe. La historia tiene un tinte macabro, no lo niego.
Resulta que depositar tu autoestima en una aplicación de citas, (sorpresa) no es la mejor idea. Mientras que en la primera hora las mujeres tienen un boost de ego, generalmente se llevan una decepción cuando no se encuentran a ningún caballero galante que las invite a dar la vuelta. Por el contrario, muchos hombres inseguros ni siquiera están dispuestos a bajar la app por miedo a quedar en ceros.
Finalmente, voy a dar una recomendación, muy liberal, a todas las usuarias de Tinder: dar like es gratis, háganlo.
Disclaimer: Si crees que me olvidé de la comunidad gay no es así. Lo que pasa es que esto tiene tan poco tiempo que no hay suficientes datos, al menos no en los estudios mencionados.
*Advertencia: contiene spoilers sobre The Neon Demon. Léase bajo su propio riesgo.
“Debe ser muy azucarada la carne de los güeros, se me figura que tienen una saborcito a flan” dice así (palabras más, palabras menos) alguno de los diálogos de Los Recuerdos del Porvenir, la novela de Elena Garro. La referencia culinaria es porque hace unos días vi la película The Neon Demon, en la que unas modelos anoréxicas y caníbales acaban devorando a su novel y rubia colega.
Error, a partir de eso como que le agarre cierto recelo a las modelos flacas y guapas (o sea a las profesionales, no a las de FB), ¿cómo podría estar tranquilo entre ellas sabiendo su maldad? Pero es que eso me suele pasar con varias cosas, es en serio; por temporadas desconfío de los extraterrestres, de los dentistas o de los payasos —por ejemplo—, aunque a diferencia de lo que les permitiría hacer a estos últimos, sí dejaría que una modelo me cargue.
La desconfianza se me pasó de inmediato cuando llegué puntual, minutos antes de las 11:00 am a la cita, y unas chicas justamente nada bronceadas e hiper-guapas me recibieron en la entrada del edificio de El Universal, sede del Mercedes-Benz Fashion Week México (en su décimo aniversario, me vengo enterando) para la presentación de las novedades de Juan Carlos Obando, diseñador colombiano que —también recién me vengo enterando—cuenta con ilustres clientas del nivel de Julia Roberts o Jessica Alba. Seguimos mal, ya estoy hablando de “niveles”, tal como describía Cerati en su canción: “¿Por qué no puedo ser del jet- set: “Y esa piel, qué nivel, quiero más…”.
Y es que mi conocimiento hacia el mundo de la moda se limitaba (hasta hoy, que ya tengo un pase para el front row) a las viejas revisiones cuando niño, de las revistas de mi madre: Cosmopolitan, Vogue y demás publicaciones por el estilo. Hoy, me encuentro en el curioso edificio de las rotativas del periódico El Universal, lugar que abrió sus puertas por primera vez para recibir el evento. Las chicas que me recibieron a la entrada me ubican en una lista y me extienden una invitación. Alguien llamado Sergio, que usa una camisa de terciopelo morado y unos botines brillantes y sin calcetines, se presenta muy sonriente y me indica por dónde entrar. Caminando a través de la larga alfombra roja y esquivando un auto de la marca patrocinadora, llego a la entrada principal y arribo al tercer piso, donde hay un escenario como de película antigua, que me recuerda a la cinta noventera The Paper (con Michael Keaton y la más hermosa de las actrices, Marisa Tomei).
Un baterista que musicalizará el numerito ensaya sus redobles, que parecen influenciados por el soundtrack de Birdman, mientras que la prensa asistente comienza a acomodar sus cámaras y tripies. El desfile se llevará a cabo ahí, en pleno taller de rotativas, un espacio lleno de maquinarias bordeado por una atmósfera retro que impregna todo. Alrededor de la pasarela se han acondicionado pilas de periódicos viejos a manera de asientos, en los que se han colocado unas hojas impresas con la biografía y la ficha del diseñador estelar. Como buen advenedizo, yo me esperaba una pasarela tradicional, con tarima, luces, estrobos y gente de corbata y moños, champagne espumoso y chicas riendo con dientes perfectos y diamantes incrustados en sus mejillas. Creo que en ese momento agradecí que el escenario fuera algo diferente a mi expectativas.
Mientras espero, observo a algunas personas que se pasean hablando por celular, traen un outfit que se nota que estuvieron preparando toda la semana para lucirlo en esta fiesta de la moda. Yo hubiera querido ir en onda, pero acabé ataviado con un pantalón café un poco grunge, una camisa de manga larga con rayas moradas y guinda, y luciendo un bigote ridículo que alguien me dijo que parecía de D’Artagnan y que seguro me horrorizará mañana. Pero…¿Por qué diablos empiezo a preocuparme de cómo voy vestido? ¿Será que me estoy volviendo como ellos tan pronto? ¿Tan preocupados con la moda? ¿Será que creo que todos se preocupan por ser fashion y en realidad no les importa?.
Para ser sincero, pensé que me sentiría más fuera de lugar, pero la verdad es que estaba ansioso de que todo comenzara y casi me sentía en familia, aunque todos parecieran conocerse y me sintiera como el nuevo de la clase. En algún momento descubro que no hay señal de teléfono, entonces, resignado, me siento por ahí a esperar que comience todo. Al doblar la pierna, descubro que uno de mis calcetines está roto. Buen lugar para venir así… a menos que alguien lo descubra y piense que es una nueva tendencia y me vuelva un gurú de la moda.
Junto a mí, acaban de pararse unos paramédicos, supongo que estarán ahí pendientes de que alguna modelo se desmaye. Los tipos de bata y pines de la cruz roja platican entre ellos: “¿Sabías que en Facebook puedes encontrar un artículo sobre piropos creativos de las mujeres a los hombres?” le comenta uno al otro (fue real, lo juro). Mejor salgo a tomar aire. Al pasar por el segundo piso, noto que hay ambiente y música… ¿hay un coctel y nadie me avisó? En el lugar, hay chicas que parecen modelos checando sus teléfonos y luciendo cinturas de avispa. Gente de corbata y moño como en mi ideal fashion. Personas con ropa rara. Una chica con playera de Velvet Underground. Meseros repartiendo camarones sobre una piña. Chocolates y zumos. Muchas de las chicas no aceptan nada de lo que les ofrecen, ni un canapé se atreven a llevarse a la boca, lo que refuerza mi teoría de que a veces las modelos se mueren de hambre. O es eso, o desayunaron una torta de tamal… o no tienen espacio en el estomago, como las modelos de The Neon Demon.
Llevo un iPad en la mano para tomar notas…¿tomaré fotos? Le mando una mensaje a Alejandra, la editora de Malvestida, y me contesta algo así como: “más vale tener a no tener”, al final seguro no las usará, son terribles.
Una de las mencionadas fotos terribles
En el lugar, hay una especie de tarima donde unos personajes posan, la estampa me recuerda esa publicidad de United Colors of Benetton, dada la variedad cultural de los protagonistas de la fotografía. Le quiero tomar foto a algunas modelos…¿les tendré que pedir permiso? ¿no se supone que de que les tomen fotos se alimentan emocionalmente esas amazonas delgadas? Con la lógica de que tampoco puedes llegar con una actriz porno y tener sexo nada más porque sí, asumo que a las modelos igual debes pedirles permiso antes de la foto. Yo nunca podría ser paparazzi, soy muy tímido, pero entre los asistentes hay una mujer con los lentes más espectaculares del evento (que serían graciosos en otro contexto u otra vez parafraseando a Cerati: “lo que para arriba es excéntrico, para abajo es ridiculez”) y a ella sí le pido que se deje fotografiar.
De fondo, una canción viejísima que no logro ubicar, la letra ultra kitsch dice algo así como: “A fuego lento revoltosas caricias que parecen mariposas, se cuelan por debajo de la ropa”, con una voz femenina muy cursi. Mucha gente de la que deambula por ahí parece importante, pero no ubico si son modistas, actores de “Soy tu Fan”, influencers, jetsetters o simples victimas de la moda. Me empiezo a fijar en los zapatos de todos. Casi sin excepción, tienen detalles agregados: lentejuelas, agujetas de diferentes colores, estoperoles…los míos son los más comunes del club. Al pasar por una mesa alcanzo a escuchar que una mujer le dice a su amiga: “Ahora que soy socialité…” pero en ese momento empieza muy alto otra canción (es “Duende” de Bosé, pero en una horrenda bossa nova) y la única palabra que entiendo del resto de la frase es “..alergia”. Entonces, alguien anuncia que el desfile está por comenzar y la gente comienza a subir de nivel, pero no como la nueva socialité y su confidente, es que la pasarela está en el tercer piso y todos subimos por elevador y escalera al piso de arriba.
Es irónico que se haya escogido ese lugar. La prensa vive una decadencia provocada indirectamente por personas como aquella chica que recorre el lugar transmitiendo en vivo por Facebook el evento. La nota informativa que seguramente saldrá en el mismo diario El Universal al día siguiente, será obsoleta. La gente se comienza a acomodar. Por ahí anda Eréndira Ibarra, más delgada de lo que la recordaba de alguna fiesta de Noiselab. Comienza la función….es decir, el evento. Las modelos comienzan a desfilar, la gente comenta lo mucho que le gustan los vestidos. Todos son blancos, creo que no vi otro que no fuera de ese color. Las modelos caminan y posan con soltura y elegancia, sin inmutarse, sin miedo, sin dejar de mirar al frente así a su lado estuvieran asesinando al alguien. Parece que el fetiche del diseñador son las chicas que parecen clones de Natalie Portman, pero definitivamente mucho más altas y delgadas (supongo, porque jamás he visto a Natalie en persona). Y aunque también hay algunas mujeres un poco más exóticas, de piel morena y facciones no tan comunes, predomina el tipo de la actriz de origen israelí.
Los vestidos en su mayoría son de noche, algunos parecen batas, dudo que le queden a la mayoría de las asistentes, pero a todas parecen encantarles. De repente no sé para dónde mirar, las modelos vienen de ambos lados y se entrecruzan, siento que estoy haciendo zapping y que todos los canales de televisión me llevan al mismo lugar.
Una de las mujeres porta un vestido elegante y larguísimo que en una fiesta, alguien terminaría pisándole en algún momento y la haría caer. Las modelos son delgadísimas, ahora entiendo porque no quisieron probar los dedos de queso del coctel. Desde donde estoy no puedo tomar fotos a profundidad, así que me muevo hacia la zona de prensa, pero al hacerlo le echo a perder la toma a una camarógrafo y todo el contingente protesta: “Quítate güero” me grita uno…¿o habrá dicho otra cosa? Termina el desfile, salen todas las modelos al mismo tiempo. Juan Carlos Obando aparece caminando por la pasarela, todo mundo le aplaude, la multitud aúlla y el diseñador se deja caer de espaldas para aterrizar encima de sus fans que lo arropan y lo arrojan por lo aires mientras fuegos artificiales revolotean alrededor. No, en realidad eso no pasó, pensé que los diseñadores eran más rock-stars, pero Juan Carlos tras una breve ovación, se aleja por donde vino sin ínfulas de estrella. El evento ha terminado. Le quiero tomar una foto a Obando, ya no está por ahí, pero nos dejó a algunas modelos que posan entre las maquinarias vintage del lugar.
Me quedo unos minutos platicando con alguien que no conozco sobre lo maravillosa que era la ropa. Es tarde, casi las 2 pm. Salgo del lugar y en el camino, me topo con algunas de las modelos con la cara lavada que desfilan, esta vez para irse tras cumplir su jornada de glamour. Algunas hablan en inglés entre ellas, otras en portugués. Le pregunto a una por su origen y me responde que es mexicana, como sus tres amigas (a las que señala). Son idénticas, hasta el mismo corte de cabello traen. Ahora portan pants o jeans. Sin las luces y las pestañas postizas, se ven más guapas y terrenales. Dejo atrás a los cisnes negros y veo la luz del día.
Afuera, un sucio puesto de jugos sobre la avenida Bucareli de la CDMX, me expulsa del mundo de brillantina en el que me sumergí por un rato. Camino y muy cerca, me topo con otro desfile que paraliza Reforma. No son modelos, son activistas y algunos acarreados (lo descubrí cuando les pregunté porqué marchaban y no tenían idea) que están pidiendo la liberación de uno de los suyos. Dos desfiles en un día. Así mi primera experiencia en Fashion Week México, ahora creo que ya estoy a la moda, lo he logrado.
La belleza es un tema complicado. Todos, pero en especial las mujeres, dedicamos horas de nuestra vida a ser más bellos (Kim Kardashian usa dos horas cada mañana y OK, eso es demasiado, pero las demás mínimo nos peinamos), aunque en los últimos años se ha hecho más presente la idea de que no es necesario adaptarse a los estándares que impone la sociedad.
Si lo pensamos bien, son rarísimas las cosas que consideramos bellas: ¿quién dijo que lo cool es pintarnos de colores las células muertas endurecidas que nos salen de los dedos?, ¿o que es una desgracia tener arrugas? Las respuestas a estas y otras preguntas del estilo no son arbitrarias, tienen mucho que ver con la historia de la humanidad y por lo tanto con las diversas maneras que hemos encontrado para dar a entender que unas personas son mejores que otras.
En un artículo para la revista Matter, Arabelle Sicardi habla sobre cómo la belleza ha servido para controlar a las mujeres desde hace milenios y revela un detalle importante: «no sobreviven textos antiguos sobre cosméticos escritos por mujeres. Todos los clásicos fueron escritos por hombres y la mayoría discuten la belleza en el contexto de la relación de las mujeres con los hombres». Ahora, la mayoría de las mujeres que usamos maquillaje de forma regular decimos que lo hacemos «para nosotras» y aunque lo cierto es que en muchos casos continúa siendo una obligación impuesta por la sociedad, estamos en un momento único para comenzar a definir la belleza desde un ángulo alejado de la mirada masculina.
Mientras intentamos hacerlo, no está de más conocer la historia detrás de tres tendencias que han permanecido a lo largo de cientos, y en algunos casos miles, de años.
El delineado de ojos El estilo smokey eye o ahumado tiene sus orígenes en el kohl, una sustancia que se utilizaba en el antiguo Egipto desde el año 3 mil AC y que también forma parte de la cultura en India, el Medio Oriente y algunas partes de África.
Hay muchas formas de prepararlo y ahora sabemos que varias de ellas incluyen sustancias tóxicas, pero básicamente se trata de un polvo negro que se usaba primero para proteger los ojos y que después adquirió un significado espiritual. Para el segundo siglo antes de Cristo, su uso estaba tan extendido que el comediógrafo romano Plauto afirmó que «una mujer sin pintura es como una comida sin sal». Suena a algo que diría Donald Trump, ¿no?
Lisa Eldridge explicó un poco más sobre su papel en la sociedad egipcia y sus componentes en un video de marzo de este año.
Las pinturas de labios Los labios coloridos han sido parte de la historia por muchísimo tiempo. Las culturas sumeria y egipcia son quizá las que los usaron primero, mediante técnicas como el molido de piedras preciosas y de cochinillas. Sí, no hay nada nuevo bajo el sol y el look de brillantina en los labios de Pat McGrath ya lo habían lucido mujeres hace unos 5 mil años. Más tarde, en la era dorada islámica (del siglo 13 al 8 DC), el químico Abu al-Qasim al-Zahrawi creó unas barras perfumadas y coloridas no muy distintas a las que podemos comprar ahora. Aquí y ahora me atrevo a decir que se trata de uno de los inventores más importantes de todos los tiempos, ¿o no?
El lipstick tuvo un regreso en la época de la reina Isabel I en Inglaterra (casi todo el siglo XVI), pero para el reinado de Victoria (casi todo el siglo XIX) ya era considerado un accesorio para «actrices y prostitutas«. Como con muchas cosas divertidas, fueron los franceses los que lo convirtieron en un producto comercial.
Las pelucas y extensiones Si algo tenemos en común con nuestros ancestros es que en todo momento nos preocupa nuestro cabello. En Egipto (sí, los egipcios inventaron casi todo en belleza y cosmética), las personas se rapaban para evitar plagas de piojos y para enfrentar el calor, pero las personas de mayor status usaban pelucas. Esto continuó hasta el imperio romano. Las mujeres griegas, por su parte, experimentaron con diversos métodos para aclarar el color de su cabello.
Mucho después llegaron las pelucas que hicieron famosas a las cortes francesas, iniciando con el «rey Sol», Luis XIV (1638-1715). Él comenzó a quedar calvo muy joven, una condición que era muy mal vista por la sociedad, ya que se asociaba a enfermedades venéreas como la sífilis. Su uso de pelucas fue imitado por sus allegados y la moda se extendió por toda Europa. Para cuando María Antonieta apareció en la escena, en el siglo XVIII, las mujeres también las usaban, y ella aumentó las expectativas con sus enormes y llamativas pelucas. Por supuesto, la calidad y altura de un peinado decía mucho sobre la posición social de quien lo llevaba.
A inicios del siglo XX, gracias a las flappers, los peinados intricados se convirtieron en bobs, al igual que los corsés evolucionaron a vestidos sueltos, pero en la actualidad la inmensa mayoría de las melenas de sirena que admiramos en las celebridades son extensiones o pelucas, lo que les permite cambiar de estilo de la noche a la mañana.
En la historia de las primeras damas estadounidenses, ninguna ha tenido más empuje, carisma y más ritmo que Michelle Obama. Y definitivamente ninguna se ha mostrado tan feminista como ella.
El día de hoy la abogada y esposa del –todavía– presidente Barack Obama dejó a más de uno con la boca abierta con un discurso en Nuevo Hampshire, en el que criticó duramente los comentarios misóginos de Donald Trump y alentó a los ciudadanos a votar por Hillary Clinton. Y aunque la mayoría de nosotros no tenga voz ni voto en la elección del próximo presidente de Estados Unidos, hay frases del discurso de Michelle que debemos tatuarnos en la frente (o cuando menos en la mente), porque hablan de temas que también afectan a millones de mujeres en nuestro país todos los días.
“La forma de medir una sociedad es analizando cómo trata a sus mujeres y niñas».
“Los hombres fuertes, aquellos que realmente son modelos a seguir, no necesitan hacer menos a una mujer para sentirse poderosos».
(Sobre el acoso) “Todas nosotras estamos haciendo lo que las mujeres siempre hemos hecho. Estamos intentando no ahogarnos, sobrellevar la situación, intentando fingir que todo esto en realidad no nos molesta. Tal vez porque pensamos que admitir cuánto nos duele nos hace ver débiles. Tal vez tenemos miedo de ser tan vulnerables. Tal vez nos hemos acostumbrado a tragarnos esas emociones y quedarnos calladas, porque hemos visto que a menudo la gente no nos cree cuando hablamos al respecto. O tal vez porque no queremos creer que todavía hay gente que tiene tan malas opiniones de nosotras como mujeres».
4. «La gente que es realmente fuerte levanta a los demás. Los verdaderamente poderosos unen a la gente».
«En su época muy a menudo nuestras madres y abuelas no tenían ningún poder para cambiar sus circunstancias. Pero hoy, nosotras, como mujeres, tenemos todo el poder que necesitamos para determinar el resultado de este elección presidencial. Tenemos conocimiento. Tenemos voz. Tenemos voto«.
6. (Sobre los comentarios misóginos de Trump) “No importa a qué partido pertenezcan –Demócratas, Republicanos, Independientes– ninguna mujer merece ser tratada de esta forma. Ninguna de nosotras merece este tipo de abuso. Y sé que es una campaña presidencial, pero no estoy hablando de política. Estoy hablando de decencia humana elemental. Estoy hablando de lo que está bien y lo que está mal y simplemente no podemos aguantar esto o exponer más a nuestros hijos. Ni un solo minuto más, mucho menos cuatro años más. Ahora es el momento en el que todas debemos ponernos de pie y decir «es suficiente».
7. (Sobre los comentarios misóginos de Trump) “Los comentarios vergonzosos sobre nuestros cuerpos. La falta de respeto hacia nuestras ambiciones e intelecto. La creencia de que puede hacer lo que quiere con una mujer… Es cruel. Es aterrador. Y la verdad es que duele… Es como esa sensación enfermiza y de hundimiento que tienes cuando estás caminando por la calle y un hombre grita palabras vulgares sobre tu cuerpo. O cuando ves a ese tipo del trabajo que se para demasiado cerca, se te queda viendo demasiado tiempo, te sientes incómoda en tu propia piel. Es esa sensación de terror y violación que muchas mujeres han sentido cuando alguien las ha agarrado o forzado y ellas han dicho que no, pero él no escucha. Algo que sabemos que sucede todos los días en los campus universitarios y un sinnúmero de lugares más. Nos recuerda las historias que escuchamos de nuestras madres y abuelas sobre cómo en su día el jefe podía hacer lo que quisiera a las mujeres en la oficina y, a pesar de que trabajaran duro y brincaran por encima de todos los obstáculos para demostrar su valía, nunca era suficiente”.
Seguro ya te topaste con una nota viral acerca de una chica que, en dos años, sólo ha generado lo equivalente a un frasquito de vidrio en basura. Cuando lo leí me impresionó bastante. Con las toneladas de basura que se mueven todos los días por tan sólo la Ciudad de México (12 mil toneladas diarias, equivalente a una torre de 10 mil coches por día), parece imposible que alguien pueda producir tan poquitos desechos.
Toda mi niñez fui a una escuela ecologista. Estaba en medio del bosque, nos hablaban de separar la basura, teníamos una granjita y hasta parcelas. Y una composta. Por eso, cuando en 2003 surgió la Ley de Residuos que nos obliga a separar la basura en orgánica e inorgánica, nunca tuve un problema y gustosa le expliqué a mi mamá cuál era la mejor manera de hacerlo en casa. Digamos que la cosa me salía natural. Sin embargo, con el tiempo, y sobre todo cuando me mudé de casa de mis papás, me he dado cuenta de que no se trata sólo de separar y mandar todo al camión de basura.
Desde que decidimos compartir casa, mi novio y yo llevamos una dinámica especial respecto a los desechos. Él consiguió que le donaran lombrices composteras y, desde entonces, ahí echamos todo lo orgánico, que no es poco porque prácticamente sólo cocino vegetariano. ¿Lo mejor de todo? Después de unos meses las lombrices han convertido todos nuestros sobrantes de zanahoria, cebolla, papa y cáscaras de huevo en tierra fértil para nuestro huerto en la azotea.
Pero volvamos con la chica que no genera más que un frasquito de basura cada dos años. Recuerdo muy bien la sorpresa que me causó porque lo primero que me vino a la mente fue: «¿Qué consume esta mujer?». Esta pregunta me ha llevado a dos cosas.
La primera, que es necesario hacernos mucho más conscientes de cómo compramos. ¿Remplazas tu jabón de trastes cada vez por una botellita de 600 ml? ¿Compras un garrafón de agua o te la pasas comprando de 5 en 5 litros? ¿Cuánta basura genera tu ida al Oxxo cada vez que te dan (doble) bolsa para tus chelas?
La mayoría de estas cosas las vemos normales y las aceptamos inconscientemente, pero hace una gran diferencia comprar empaques grandes una sola vez que muchos pequeñitos. Buscar productos que estén empacados en materiales reciclables o reutilizables (repurposed) y negarse a aceptar una bolsa de plástico cada vez que vas a la tienda. ¿En serio la necesitas? ¿No puedes cargar tus chelas y cigarros con tus manos? Si traes una bolsa o mochila, ¿no lo puedes meter ahí?
Necesitamos ser más conscientes de lo que dejamos que nos den. Porque aunque hay una ley que prohíbe a los establecimientos regalar bolsas de plástico y, en consecuencia, mandaron a hacer bolsas biodegradables, siguen terminando en la basura y no van a dejar de entregarlas a diestra y siniestra sino hasta que nosotros dejemos de aceptarlas.
La otra parte de toda esta divagación es que, después de la conciencia de nuestro consumo, podemos ser más responsables con los desechos. Mucho tiempo me quedé pensando en cómo consumía esta chica para no generar basura: recipientes reutilizables, bolsas de tela, productos sin envoltorios… pero, ¿y todo lo demás? Después caí en cuenta de que en Estados Unidos hay una cultura más amplia del reciclaje. A partir de esa pequeña revelación, me acordé que cada mes, en la Ciudad de México, hay un mercado de trueque: llevas tus residuos reciclables debidamente separados, los canjeas por puntos (cada tipo de basura te da un puntaje diferente, según su reciclabilidad) y puedes cambiarlos por verduras de productores de Xochimilco y Milpa Alta.
Para mí, la experiencia fue muy padre, porque puedes ver un montón de gente que lleva kilos de botellas PET, tetrapak, latas de aluminio… y que salen con plantitas y el mandado de la semana siguiente. Pero lo más padre es que, en la fila de espera, escuchas las conversaciones ajenas: «Mis vecinos ya saben y me mandan sus botellas. Yo las guardo y el mandado me sale gratis».
Nosotros, por ejemplo, hicimos contenedores que pusimos en la azotea de nuestro edificio para que los vecinos colaboren, y la verdad es que ha sido bastante exitoso. A cambio, nosotros dejamos que tomen algunas de las hierbas aromáticas que tenemos en nuestro huerto, para cocinar, y sentimos que hasta nos llevamos mejor con la vecina del 6 y la del 10.
El resultado, en un año de hacer todo esto, me da mucha alegría: podemos tardar más de 10 días en llenar un costal de basura. Tal vez aún estamos muy lejos del frasquito de vidrio con tres envolturas de chocolates, pero es un paso grande que me hace sentir muy orgullosa y en paz conmigo.
En conclusión: 1) sé consciente de tu consumo; 2) ¿necesitas bolsita y popote?; 3) separa; 4) recicla, hay cientos de centros de acopio de un montón de materiales diferentes cerca de tu casa.
¿Es una talacha? Sí. ¿Da flojera? Sí, a veces. ¿Vale la pena? Definitivamente. Es lo menos que podemos hacer después del megaconsumismo al que estamos acostumbrados. Y, ¿sabes qué? Al final, es mucho más sencillo de lo que parece.
Si algunas vez viste ‘America’s Next Top Model‘, sabes que los anuncios de Covergirl son icónicos y su frase: easy, breezy, beautiful ha sido repetida por una gran cantidad de modelos y celebridades. Pero eso de solo usar mujeres en campañas de maquillaje es muy 2015 y, en un esfuerzo más por romper con los estereotipos de género, Covergirl dio a conocer que por primera en la historia un hombre será la imagen de su campaña. La embajadora de marca, Katy Perry, y la nueva cara de Covergirl, James Charles, dieron a conocer la noticia en la cuenta de Instagram de la marca.
Y para que te vayas familiarizando, te dejamos 10 datos que tienes que saber sobre el Covergirl ¿o Coverboy? del momento…
Si creciste en México, lo más seguro es que en algún momento de tu vida te hayas clavado con una telenovela. Ya sea La Usurpadora; alguna de las muchas Marías de Thalía; Rubí de Bárbara Mori o incluso con la euforia de Rebelde (tranquila, no te vamos a juzgar).
Para Regina Merson la telenovela que la marcó para siempre fue Rosa Salvaje, ya que fue la responsable de iniciar su obsesión por el maquillaje, la cual ha transformado en una marca de belleza con identidad muy mexicana.
Reina Rebelde es una firma de cosméticos creada para la latina que vive en Estados Unidos, una mujer que “encarna una poderosa dualidad cultural mostrando su belleza al mundo”, explica Regina.
La dualidad a la que hace mención está presente en todos los elementos de la marca, desde el spanglish que se usa en la página web y en toda la comunicación, hasta los nombres de algunos de sus productos como los labiales en tonos Brava, Xicana, Fresa y Malinche o su set de pestañas postizas, Exagerada.
Cada elemento de Reina Rebelde busca empoderar a la mujer latina y darle herramientas para reflejar su identidad cultural.
“Mi colección es, por partes iguales, salvaje e impredecible; audaz y poco práctica; femenina y lujosa; sensual y severa… Refleja perfectamente mi compleja identidad como mujer mexicana que abraza una increíble existencia americana”, menciona su fundadora. Por ello, para la campaña de lanzamiento, Reina Rebelde eligió a mujeres latinas con distintos orígenes y profesiones, pero con la peculiaridad de que todas habitan en Nueva York.
Los precios de sus productos –entre los que se encuentran labiales, delineador, sombras, paletas para contour y brochas– son bastante accesibles y oscilan entre los $15 y $40 dólares.
Según la sabiduría de Mean Girls «En el mundo real, Halloween es cuando los niños se disfrazan y van a pedir dulces. En el mundo de las chicas, Halloween es la única noche del año en la que te puedes disfrazar como zorra y ninguna otra chica puede decir algo al respecto.»
Sin embargo, en el mundo Malvestida, Halloween es la noche en la cual nos transformarnos en las mujeres de película que nos asustan, pero nos gustan, pues independientemente de ser buenas o malas, son mujeres fuertes, independientes y que tienen un estilo digno de ser imitado para un disfraz… o la vida diaria.
No importa que jamás hayas abierto una revista Vogue o que lleves tres años comprando la misma playera genérica de supermercado, nadie es completamente ajeno a la moda. Basta recordar el legendario speech sobre el suéter azul cerúleo de Miranda Priestly («El diablo viste a la moda») para comprender que, nos guste o no, las tendencias forman parte de nuestro día a día.
En México, la moda es una de esas industrias que ha tenido que encontrar su lugar en medio de un gran escepticismo y un mercado que tiende a buscar lo que se hace fuera antes que las propuestas locales. Sin embargo, esto ha cambiado paulatinamente a medida que los diseñadores crean marcas con las bases, no sólo creativas y técnicas, sino empresariales, para posicionarse en un mercado que cada vez es más voraz y competitivo.
Parte de estos esfuerzos por impulsar la moda nacional son plataformas como Mercedes-Benz Fashion Week México –MBFWMx, para los cuates– pues permite a los diseñadores tener mayor exposición ante futuros compradores, inversionistas y medios editoriales.
A lo largo de los 10 años de trayectoria, el mayor reto para MBFWMx ha sido “Lograr que los diseñadores tengan una mente empresarial, que tengan puntos de venta dentro y fuera de nuestro país”, comenta Beatriz Calles, quien ha estado al frente del proyecto desde 2007. Para ella es fundamental que “la calidad de las propuestas y de confección puedan competir con las de los diseñadores internacionales”, algo que se ha logrado gracias a la mancuerna que la plataforma ha forjado con los diseñadores antes, durante y después de la presentación de sus colecciones.
Una de las anécdotas que Beatriz recuerda ahora con humor –y que demuestran la evolución del profesionalismo de los diseñadores en la Semana de la Moda– fue cuando un diseñador llegó a la presentación de su pasarela con las prendas aún empapadas. «Muy al principio nos pasó que se había probado la ropa para el desfile de un diseñador en su taller. Le comenté que estaba demasiado simple y me dijo que iba a hacer teñidos y demás cosas a las prendas después de la prueba, que no me preocupara. Cuál fue mi sorpresa cuando llegó el día de su desfile que –aparte de llegar tarde– su colección venía en maletas en lugar de colgada en ganchos, toda arrugada y ¡aún mojada! Me quise morir, pero más lo quería matar”.
Pero además de exigir a los diseñadores estar a la altura de los estándares internacionales, MBFWMx también ha tenido que modificar su logística para cumplir con las expectativas de los compradores. “Cada temporada vamos cambiando con base a las necesidades que sabemos existen. Hoy en día la tendencia en hábito de compra es la de ver ahora y comprar ahora apoyados del e-commerce”, comenta Beatriz. Muestra de ello es que esta edición PV2017 será la primera en la que, de la mano de la boutique en línea Mexicouture, las colecciones estarán a la venta en el minuto en el que terminen las pasarelas.
A pesar de estos esfuerzos por lograr una industria más competitiva en México, aún existe la idea de que para triunfar en grande es necesario salir del país, algo que Beatriz Calles considera no es del todo errado. “Pues hay algo de eso, pero también existe el triunfa y fortalece tu empresa en tu país para que sea más fácil salir a exportar, como lo hacen varios de los diseñadores que están en nuestra plataforma”.
De acuerdo con la directora de Mercedes-Benz Fashion Week México, algo que tienen a su favor los diseñadores nacionales es que “son mucho más creativos, pues deben resolver el no tener la variedad de telas, habilitaciones, botones, y un gran etc., que existen en otras partes del mundo, por ejemplo en Nueva York o París”.
Para Beatriz, cuya mayor lección a lo largo de estos años ha sido “el trabajar con gente mucho más joven que yo que me ha enseñado a ver las cosas desde su perspectiva con mi experiencia”, lo más importante sigue siendo «internacionalizar y fortalecer la moda mexicana, que no solo es un gran generador de empleos, sino que hace que volteen a ver a nuestro país”.
Mercedes Benz Fashion Week México celebra su edición Primavera Verano 2017 del 10 al 14 de octubre 2016. Sigue toda nuestra cobertura a través de nuestro Twitter, Facebook e Instagram y con el hashtag #MalvestidaMBFWMx
Siendo sincera, odio el término “mujer independiente”. Y quizás es porque desde que tengo memoria, siempre aspiré a serlo. Una mujer fuerte, que no requiere de nadie más y que puede hacerlo todo. Básicamente, una Superwoman, pero sin el disfraz sexy o el pelo largo. Al pasar el tiempo, el ser completamente independiente se vislumbraba como una tarea imposible, ¿cuándo dejaré de pedir ayuda a mis amigos, familia o a mi pareja? Veía a otras mujeres que consideraba independientes con recelo, ¿cómo es que hacen todo solas?
Recientemente, por noticias de ciertas celebridades (ejem Taylor Swift), se desató mi curiosidad sobre cómo se utiliza este concepto en los medios. Así que en mi búsqueda por comprenderlo escribí en Google: Mujer independiente. Lo que apareció me aterrorizó. ‘Cosas que debes de saber cuando sales con una mujer independiente’, ’13 rasgos que definen a una mujer independiente’, y mi favorita, ‘Lo que los hombres piensan de las mujeres independientes’.
Regresé al buscador: “Cómo ser un hombre independiente.” Resultados: 0
De acuerdo, no fueron cero, pero no encontré un solo artículo con el mismo enfoque que se le daba al de la mujer. Así que, ¿por qué los hombres son solo hombres, mientras que las mujeres están segregadas?
En todas estas notas sobre “independencia femenina», las características que se manejan no tienen que ver con género, sino que están relacionadas a cómo ser un adulto funcional. Aunque por lo general, también el término está muy ligado a mujeres de carreras “exitosas”. Pero, ¿qué pasa si una se decide quedarse en casa para atender a sus hijos? ¿Es menos exitosa o independiente? ¿Si un hombre se dispone a hacer lo mismo, se diría que no es independiente?
Ante el asombro de cómo se emplea este concepto, decidí hacer un pequeño experimento para entender qué piensan realmente las mujeres “independientes” al respecto. Después de extraer una definición de “mujer independiente» de Urban Dictionary, seleccioné a 10 mujeres en mi red de contactos que encajan en la categoría. Esto es lo que ellas opinaron.
Definición de mujer independiente: “Una mujer que paga sus propias cuentas, compra sus propias cosas, y no deja que un hombre afecte su estabilidad o confianza en sí misma. Se apoya en sí misma por completo y está orgullosa de poder hacerlo.”
Ana, 25 años, Comunicación de moda Es importante decir que suelo relacionar la independencia con la libertad y el éxito personal. Hoy creo que hay distintos niveles de independencia más complejos, como la emocional y la mental. Pago mis cuentas y compro mis propias cosas, pero aún no he alcanzado una situación económica lo suficientemente estable para cubrir otros intereses. Vivo con mi novio y ambos nos apoyamos, tanto él como mi familia me dan fuerza y confianza.
Maura, 27 años, Diseñadora de moda Ser una mujer independiente es cuando decides sobre tu cuerpo, tus acciones, tu dinero y tus cosas sin la influencia de otra persona. Antes la sociedad imponía el modelo de familia en el que la mujer se quedaba a cuidar de la casa, mientras que el hombre salía a trabajar, y es por eso que no escuchamos el término de «hombre independiente», porque supuestamente ellos siempre lo han sido.
Alejandra, 28, Directora Editorial Para mí una mujer independiente es aquella que toma decisiones por convicción y no basándose en lo que la sociedad u otras personas le imponen. Creo que el término se utiliza para describir a una mujer que no depende económicamente de nadie (llámese su pareja o sus papás) y que ha forjado su propio camino personal y profesionalmente. Aunque para mí el ser independiente es algo que va más allá de lo material, y no está peleado con tener una relación de pareja o pedir ayuda cuando la necesitas.
Ana, 28, Diseñadora de lencería No sé si este concepto de independencia esté regido por todo el movimiento feminista que hay hoy en día. Yo considero que hay hombres y mujeres independientes, así como también los hay dependientes. Yo podría decir que soy una mujer independiente porque trabajo, tomo mis decisiones y pago mis cosas. Creo que lo más importante en la independencia, es el hecho de poder hacerte responsable de tus acciones.
Francelia, 25 años, Periodista Una mujer independiente no se traduce solamente a aquella que «no necesita a un hombre ni a nadie», sino más bien es una mujer que se conoce a sí misma, que es libre en sus pensamientos y acciones, sin importar las imposiciones sociales, políticas y de género. Es aquella mujer que se atreve a llorar, a reír, a equivocarse, a tener éxito sin ego ni superioridad. En pocas palabras para mí, una mujer independiente, es una mujer auténtica.
Paola, 29, Fotógrafa Para mí ser independiente es cuando una mujer toma responsabilidad de su vida. Yo no considero que encajo del todo en esa definición, creo que soy una persona independiente por otras razones, y a la vez gracias a mis padres, siempre he estado apoyada. Ser independiente es poder estar en paz y feliz contigo mismo, aceptarte como eres, tu cuerpo, tus creencias y valores, tener una profesión y objetivos.
Virginia, 31 años, Maquillista profesional Para mí una mujer independiente es aquella que se atreve a hacer realidad sus sueños, toma sus propias decisiones, no tiene miedo a escalar desde abajo para llegar a la cima, y no le ofende pagar una cuenta. Es aquella que disfruta de lo que hace, permanece siempre fiel a sí misma y no permite que alguien más la distraiga de sus metas.
Bárbara, 29 años, Diseñadora Para crear equidad de género, tanto la mujer necesita del hombre como el hombre necesita de la mujer. Yo creo que independiente es que hagas las cosas por ti misma, pero independiente también es aceptar que necesitas el apoyo de otras personas.
Elisa, 44, Directora Editorial Suena divertida la descripción, pero la realidad es otra. No creo que ninguna mujer sea absolutamente independiente, sin darnos cuenta, continuamente dependemos de quienes nos rodean. En lo personal no puedo entrar en esta definición, pues a pesar de no vivir con un hombre, de cuidar a mi hija la mayor parte del tiempo, de procurarme mis gastos y buscar una estabilidad emocional a diario, las dependencias siguen existiendo. Para mí ser una mujer independiente, es la que busca hacer suyo el tiempo para desarrollarse como un ser humano completo y feliz.
Gina, 26 años, Directora Creativa No considero que esta definición sea muy acertada, yo creo que en general nadie, ni hombres ni mujeres, somos completamente independientes. Somos seres sociales y de una u otra forma dependemos de algo, y creo que existen diferentes formas de ser independiente. Más que independiente, me considero una mujer libre. Creo que la felicidad está en mí misma, no me rijo por las «reglas» de la sociedad y mis pasiones marcan la dirección hacia donde camino.
Entre feeds de Instagram idílicos y videos sobre viajes alrededor del mundo, no es extraño que en ocasiones lleguemos a anhelar la vida de otras personas por lo que vemos en sus redes sociales. Todos seguimos a alguien que, al parecer, siempre está viajando, estrenando ropa, divirtiéndose y probando platillos exóticos mientras tú estás en la oficina comiendo recalentado. Pero ¿qué pasaría si la vida de esa persona que tanto anhelas no es tan maravillosa como parece?
Eso fue lo que quiso probar Louise Delage, una chica parisina de 25 años de edad que proyectaba un estilo de vida digno de envidiarse. Viajes, atardeceres, comidas y fiestas en la playa formaban parte de su día a día en Instagram, y en un par de meses su cuenta amasó más de 50 mil seguidores que dejaban comentarios como “me encantas”, “eres hermosa” “me gustan tus lentes” “increíble” o “me fascina tu perfil”.
Lo que muy poca gente notó fue que Louise, lejos de ser alguien con la vida ideal, era una chica luchando con una difícil adicción, ya que en prácticamente todas sus fotos aparece con una bebida alcohólica, algo que se vuelve más que evidente cuando analizas todas las imágenes en conjunto.
“¿Sus seguidores realmente estaban conscientes de a qué le estaban dando like?”, es la pregunta que se hace el video que evidencia que Louise realmente no existe, sino que forma parte de una campaña creada por la agencia francesa BETC para concientizar a los jóvenes sobre el abuso del alcohol. “Es fácil pasar por alto la adicción de alguien cercano”, puntualiza el clip publicado en el perfil de Instagram que días atrás mostraba una vida “envidiable”.
“Nos explicaron lo difícil que es detectar un problema de adicción en alguien cercano a ti –un amigo, hijo o padre de familia–», comentó Stéphane Xiberras, Presidente y Director creativo de BETC, a la revista AdFreak. “Pensamos que una forma interesante de demostrarlo era creando a una persona que la gente pudiera conocer todos los días, pero que jamás imaginarían que pudiera ser un adicto, a través de una cuenta de Instagram falsa”, explicó. «Ojalá que las personas contacten a ‘Addict Aide’ o a otras organizaciones locales que apoyan a las personas que estén luchando contra su adicción».
Y es que aunque Louise Delage no sea una persona real, después de conocer esta campaña es interesante reflexionar y preguntarnos cuánto de lo que vemos en redes sociales realmente refleja la realidad, cuánto es ficción y cuánto, quizás, un grito desesperado de ayuda.
A todas nos ha pasado que el día que recibimos nuestro dinero cenamos langosta, nos movemos en limosina y sentimos el olor de la abundancia en nuestro rostro, pero a final de mes estamos convencidas de que es posible tener una dieta balanceada a base de atún de latita y decidimos caminar a cualquier destino para evitar problemas cardíacos, pues ya sabes, la salud es lo primero.
Poco nos cuentan sobre cómo administrar nuestras finanzas personales. Generalmente lo que se va aprendiendo gira en torno al ensayo y error, a la desorganización y, en ocasiones, al recibir nuestro dinero y ver cómo se esfuma de nuestras manos lentamente (o todo lo contrario).
Por eso hoy te voy a platicar sobre 5 consejos que nos ayudan a administrar nuestro dinero de manera positiva y encaminarnos a lograr nuestra única y verdadera meta en la vida: conquistar el mundo y ser la nueva versión del Gran Gatsby.
Siéntate en un lugar cómodo… relájate, inhala por la nariz y exhala lentamente. ¿Lista? Empecemos.
1. El dinero no resolverá tus problemas, tus emociones es posible que sí.
Seamos sinceros, en algún momento hemos pensado que tener más dinero sería la solución a nuestra mala/nula administración financiera, sin embargo si no somos organizados en lo “poco” ¿realmente qué podríamos hacer con “mucho”?
Cuando hablamos de problemas financieros es posible que tengamos que darle una mirada a cómo estamos emocionalmente. En ocasiones es difícil organizar algo externo cuando existen cuestiones internas en descontrol.
No se puede tapar el sol con un dedo, lo que sí se podría es ir descubriendo cuál es la razón por la que queremos taparlo e ir sanándonos. A final de cuentas recibir y encarar al sol podría ser muy reconfortante, así como lo es dominar nuestra administración financiera. En conclusión repite conmigo: ¡NO AL RETAIL THERAPY!
2. Recibe y divide
Existen dos tipos de gastos en nuestra vida: los fijos (servicios de telefonía, luz, comida, transporte, el pago al jardinero cada mes, colegiatura o todo aquello que tiene un día de pago y es constante) y los gastos variables (regalos, salidas, compras, arreglos en la casa, servicios del coche, etc). Si eres de las personas que acostumbran ir pagando gastos fijos conforme se van presentando y sin control, es momento de detenerte.
Sí, entiendo que el ser aventurera es atractivo para muchas cosas, como para ligar, por ejemplo, pero en cuestiones financieras, te sugiero encontrar a tu “yo controladora” que te ayude a dividir el dinero al recibirlo y no después.
¿De qué se trata esto? De que el día que te entreguen tu sueldo te tomes un momento para organizarlo, planeando TODOS los gastos del mes. Una manera práctica es utilizar sobres para cada cosa y así vivir de manera organizada el resto de tus días.
3. Lleva registros
Desde tener un formato de Excel en el que se vacíen semanalmente todos los ingresos y egresos; utilizar alguna aplicación para llevar el control en el momento en el que realizas un gasto o, si lo deseas, regresar al tiempo de las cavernas y utilizar lápiz y papel. De la manera en la que te sea más cómodo, pero es tiempo de llevar la administración total de tu dinero, y esto no lo lograrás si no empiezas a llevar registros.
Muchas personas se llevan una gran sorpresa al observar que ingresan más dinero de lo que pensaban, y también sirve para controlar nuestros gastos porque ¡qué pena encarar al Excel en la noche por hacer esa compra indebida! Una aplicación muy práctica y que a mí me ha salvado el pellejo es DollarBird, disponible para usuarios de Android y de iOS
4. No gastes más de lo que tienes
Lo sé, nuestra adicción al olor a “nuevo” es grande y nos produce una felicidad inigualable, pero de verdad no podemos seguir así. Nuestro registro de gastos nos ayudará a saber cuál es el monto disponible para nuestros “gustos” y poder organizarnos.
Tenemos que dejar atrás la frase “me lo merezco” y empezar a pensar en “puedo comprarlo”. Ten cuidado con las tarjetas de crédito, pues no es dinero gratis, si no dinero que puedes utilizar eficientemente si te organizas para pagarlo a tiempo y evitar intereses. Un consejo: cuando te sientas en recaída a causa de ese maravilloso olor a nuevo de las tiendas, consulta con tu registro y si no es posible, sal corriendo. ¡24 HORAS!
5. Ahorra
Podrías pensar que la locura ha invadido todo mi ser al recomendarte ahorrar cuando sientes que el dinero “no te alcanza”, pero demos un repaso de nuestro día a día y pensemos en aquello que los especialistas no tan especializados llaman “gastos hormiga”. ¿Realmente tu día se definió gracias a aquel café tan deliciosamente caro de todas las mañanas? ¿Será que los antojos vespertinos de comida chatarra nos están llevando a nuestra meta de vida? En caso de tener un siniestro, ¿te salvaría la dicha que tuviste al tomarte ese café durante 10 años o el hecho de contar con ahorros para tu protección?
Por salud física –y mental– vale la pena gastar con consciencia y ahorrar al menos el 10% de nuestro ingreso. Existen fondos de inversión que hacen que nuestro dinero trabaje para nosotros, y también tenemos la opción de formar un fondo de emergencias que debe ser el equivalente a 6 meses de sueldo ¿Con cuál quieres empezar? Esto SÍ TE LO MERECES.
Jugar a ser Rico Mac Pato por un día podría ser divertido, pero comer sopa instantánea los 29 días siguientes podría ser estresante. ¡Es hora de tomar el control de tus finanzas personales!
Voy a empezar este artículo haciendo tres preguntas: ¿Si pudieras cambiar algún aspecto de tu físico, lo harías? ¿Qué cambiarías? ¿Qué te motiva a hacerlo?
Seguramente las respuestas 1 y 2 brincaron rápidamente en tu mente. La mayoría tenemos –o tuvimos– algo de nuestro cuerpo que no nos agrada y, por supuesto, lo tenemos más que bien identificado: la nariz, el cabello, tono de piel, la talla, nuestra musculatura, estatura, en fin. Sabemos lo que queremos cambiar… ¿Pero sabemos por qué deseamos hacerlo? ¿Quién demonios empezó esta guerra con nuestro propio cuerpo?
El mito de la belleza
Vivimos rodeados de normas de belleza y estereotipos imposibles a los que desde pequeños se nos enseña a aspirar. Es impresionante cómo desde bebés hasta que somos ancianos nos ponemos una escala de perfección.
Cuántas veces no hemos escuchado que un niño es bonito porque parece «bebé Gerber», reflexionemos sobre el estereotipo tan marcado que esto representa. O la horrible presión de los miles de productos que nos venden para esconder el paso de los años, como las arrugas o la calvicie, como si envejecer fuera una desgracia.
Todos, tanto mujeres como hombres, estamos invadidos por ideologías que nos ponen en constante conflicto con nuestro cuerpo.
El movimiento body positive
Pero para contrarrestar estas ideas sobre «cómo debe» y «no debe» ser nuestro físico, surge el movimiento Body Positive. Aunque normalmente se le asocia con temas relacionados a la talla y peso de las mujeres, va mucho más allá.
La iniciativa forma parte del gran abanico de esfuerzos que se ha emprendido en contra de las ideologías y estereotipos ejercidos sobre las mujeres, pero el body positive pelea por mujeres, hombres y personas no binarias por igual.
¿Cómo surge?
Connie Sobczak y Elizabeth Scott fundan en 1996 la organización The Body Positive, para liberar a las personas de los estándares de belleza que fomentan el odio hacia el propio cuerpo. Busca que a todas las edades y para todos los tipos de cuerpo, orientaciones sexuales, géneros, etnias, identidades, habilidades y niveles socioeconómicos se fomente el sentirse bien con la apariencia y características físicas.
Es un llamado de aceptación movido desde un genuino amor y respeto propio. De ahí han surgido y derivado muchos otros movimientos, organizaciones y campañas que trabajan día a día por esta causa.
Sus esfuerzos también están centrados en lograr que en la industria de la moda, en la mediática y cinematográfica se incluyan personas con diversidad de cuerpos, físicos e identidades en su agenda.
Algunos ejemplos son la campaña «Real Beauty» de Dove; el elenco elegido para Orange is the New Black, el #Betterforit de Nike; Alicia Keys y el No-makeup Movement; «All Woman Project» impulsado por un grupo de modelos como Charli Howard, Clémentine «Clem» Desseaux y Elliot Sailors –y a la que se les han unido firmas como Vogue, Huffington Post, Cosmopolitan, ente otros.
Las campañas enfocadas a los hombres no son las más abundantes, pero sí existen y Dressmann, una marca noruega de ropa interior masculina, lo hizo de una manera increíble con su campaña #JustTheWayYouAre y slogan «Underwear for Perfect Men».
Lo que el body positive nos enseña:
No dejemos que nada ni nadie nos diga cómo debemos ser.
Ser gordo o delgado no siempre implica que nuestra salud sea buena o mala.
Nuestro cuerpo no es ningún tipo de limitante al momento de elegir ropa. ¡Vístete como tú desees hacerlo!
Ser body positive no significa estar en contra de bajar de peso, hacer ejercicio o tonificar músculos. Significa amar, aceptar y cuidar nuestro cuerpo, manteniéndolo lo más sano posible.
Las señales propias del envejecimiento son naturales y no hay que sentirse avergonzados por ellas.
Enfrentar los propios miedos acerca de nuestro físico nos permite vivir mucho más libres, felices y seguros de lo que verdaderamente somos.
Dejemos de usar la frase «La belleza está en el interior», porque con eso implicamos que la persona no es bella por fuera. La belleza está en lo que cada quien decide ser.
El cáncer de mama en México afecta a 1 de cada 8 mujeres y a nivel mundial se producen 1,38 millones de nuevos casos y 458 000 muertes anuales (IARC Globocan, 2008), por ello la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado octubre como el Mes de Sensibilización sobre el Cáncer de Mama, a fin de lograr prevenir y detectar a tiempo esta enfermedad que suele identificarse hasta que se encuentra en niveles muy avanzados.
Cada vez es más común que las marcas y empresas se sumen a esta causa ‘vistiéndose de rosa’, con la finalidad de concientizar a las mujeres sobre la importancia de la auto-exploración mamaria. Algunas informan sobre el cáncer de mama, otras piden donaciones para apoyar a la comunidad científica y algunas crean esas campañas de ‘explórate a ti misma’, que si no lo has hecho aún estás muy a tiempo.
En México, algunas de las marcas que se unen este año al mes rosa y a través de las cuales tú también puedes ayudar son:
Kichink Si no conoces Kichink te lo resumimos en una oración: un mercado digital donde encuentras diferentes marcas y productos. Este mes se aliaron con Fundación Alma, para recaudar donaciones. El proyecto se llama Acción Rosa y podrás donar desde $20 pesos. El 100% de las donaciones se irán a Fundación Alma,la cual hará posible el primer estudio único sobre cáncer de mama en México.
Astrid y gastón El restaurante ubicado en Polanco creó un menú especial a cargo de su chef ejecutiva, Yerika Muñoz, llamado #OctubreRosa, para apoyar la concientización sobre el cáncer de mama. Los platillos son una opción adicional a su carta permanentemente, pero todos con un toque de gastronomía peruana.
Foto: Astrid y Gastón
Converse La firma se suma a las iniciativa del Mes Rosa de Liverpool con varios productos como tenis, playeras, gorras y mochilas en color rosa. Un porcentaje de las ventas serán destinados a la Cámara Nacional de la Industria de Productos Cosméticos (CANIPEC) y a su campaña: “Unidos contra el Cáncer”.
Aeroméxico
Con la finalidad de promover la auto-exploración, Aeroméxico lanzó un video en el cual una azafata nos explica paso a paso cómo funciona y cómo debemos hacerlo, para evitar confusiones y el toqueteo incomodo.
Crabtree and Evelyn La marca de productos de belleza apoyará a la Fundación del Cáncer de Mama en México (FUCAM) donando el 10% de las ventas que se realicen en el mes de octubre en sus líneas Pear and Pink Magnolia, Rosewater y Evelyn Rose.
La Esmalteria
Este nail bar ubicado en Jardines del Pedregal se suma a la causa donando a la FUCAM el 10% de todos los esmaltes color rosa que vendan. Además, en sus redes sociales comparten constantemente fotos de manicures en rosa para ayudar a sensibilizar a sus clientas sobre el cáncer de mama.
Foto. Bobbi Brown
Estée Lauder Quince de las marcas de belleza de The Estée Lauder Companies se unen para recaudar fondos para la Breast Cancer Research Foundation (BCRF), entre ellas Bobbi Brown, Clinique, La Mer, Origins y Smashbox, que presentan una serie de productos edición especial con el característico lazo rosa.
Por último, recuerda que aunque ayudar a través de estas marcas siempre es una buena opción para contribuir a la causa, lo más importante es comenzar contigo misma y tu salud, así que ¡explórate!
Al viajar, no sólo es importante pensar en cuál será el itinerario a seguir, qué lugares queremos visitar o cuántos accesorios es apropiado empacar para no aparecer igual en todas tus selfies (tres). Sino que también hay que considerar cuál es la mejor opción para hospedarnos, ese lugar al que regresarás todos los días cansada y emocionada al mismo tiempo o del que no saldrás cuando tu estómago te reclame el haber probado ese bocadillo extrapicante del mercado local.
Y aunque muchas veces la opción inmediata es un hotel o un hostal, nosotros decidimos aventurarnos a Airbnb para encontrar los lugares más exóticos y originales que, por si solos, ya valen la pena el viaje.
Lo admito, en mi adolescencia era MUY fan de revistas en las que podía hacer todos los tests que me dijeran si era «compatible con mi galán» o leer todos los “trágame tierra” de niñas de mi edad. También gastaba todo mi dinero yendo a los puestos de revistas a comprar Teen Beat, para ver fotos de Hanson o Devon Sawa (en su época de Casper, obvio).
Pocas veces me puse a pensar en qué promovían esas revistas, sus imágenes y titulares y, honestamente, no me acuerdo de nada más que de la cara de Devon y de toda la letra de “Mmmbop”, pero eso no significa que toda esta parafernalia mediática no haya causado estragos en mí.
Hace unas semanas la divertida Amy Schumer compartió en Instagram una foto que solo con verla dan ganas de retorcerse del coraje. La imagen compara dos portadas de revistas: Girl’s Life y Boy’s Life. La primera, una revista cuyo mercado meta son niñas de 10 a 15 años, portaba titulares como “¡Despiértate bonita!”, “Mi primer beso” o cómo robarle los secretos de estilo a la starlett de la portada. La segunda –orientada a los niños– tenía en letra gigante el titular “Explora tu futuro” con imágenes de un microscopio, un avión, una computadora y demás bártulos pertinentes a diferentes profesiones. Amy subtituló la foto con un simple “NO”. Después de ella, celebridades como Blake Lively y Katie Holmes secundaron a la comediante con el afán de ponerle un alto a esta enorme disparidad de mensajes mediáticos dirigidos a las niñas (¡y mujeres!) de todas las edades.
La imagen de Amy salió unas semanas después de que una mamá escribiera una carta abierta denunciando a esta revista, y a todas esas que fomentan únicamente mensajes superficiales en las niñas. En su carta, Shoshana Keats-Jaskoll invita a las editoras y escritoras de esta revista a cambiar la conversación que objetiviza a las mujeres desde la infancia. Y es que no está mal que a las niñas les guste saberse peinar, las pinturas de labios o el color rosa; la cuestión es que a las niñas generalmente no se les invita a explorar su futuro o pensar en las infinitas posibilidades que tienen al crecer. Las niñas –antes o después de pintarse las uñas– pueden pensar, decidir, crear, investigar y también cuestionarse qué es lo que quieren alcanzar o conseguir dentro de sus propias vidas.
Foto. Facebook Shoshanna Keats-Jaskoll
Sin embargo, encontré lo que puede ser la luz al final de este misógino túnel: primero que nada, mi sobrina de catorce años me dijo que sus amigas antes de leer ese tipo de revistas leen series de libros tipo Harry Potter o libros de misterios a la Agatha Christie. Bueno, también me dijo que ven Rebelde en Netflix, pero decidí elegir mis batallas.
Además me topé con una campaña en la que siguiendo con la temática de Barbie y sus miles de profesiones (veterinaria/empresaria/maestra, etc) y con el eslogan “Puedes ser lo que sea”, Mattel promueve la diversidad e infinidad de carreras a las que pueden aspirar las niñas.
Obviamente queda mucho por hacer en esta labor de fomentar un mensaje de equidad para las niñas y niños. Sin embargo, cada vez existen más medios en donde las mujeres toman un papel principal y pueden influenciar a las generaciones siguientes a ser mujeres fuertes y creativas; a decidir si quieren ser mamás, profesionistas, o las dos cosas. El sueño es formar niñas que se conviertan en mujeres que si quieren pintarse lo hagan y si no, no. Que si son buenas en ciencias, ¡sepan que pueden ser científicas! Que pueden ser artistas, diseñadoras de ropa, escritoras, entrenadoras, pilotos, etc. Y que sepan también que es posible, después de diecisiete años, ver a Hanson tocar en vivo… y emocionarse.
ACTUALIZACIÓN: Tras la votación del 2 de octubre ganó el «No» en el plebiscito por los acuerdos de paz con las FARC.
Antes de empezar a hablar sobre la paz en Colombia me gustaría presentarme. Mi nombre es Lina Colorado, nací en Medellín, Colombia, hace 30 años, pertenezco a un estrato socioeconómico alto y nunca he vivido de cerca ni he sido víctima directa de la guerra de mi país.
Esta introducción tiene un propósito muy claro, la hice porque bien está comprobado que las opiniones de los seres humanos están condicionadas según el estilo de vida que tienen e influyen decididamente en la visión que uno como persona puede tener sobre la vida y sobre un tema general.
Así pues ésta es la visión de una “niña bien” que todo lo ha tenido en la vida y, desgraciadamente, no será el testimonio de una víctima de la guerra que, al contrario a mi situación, ha perdido absolutamente todo.
Mi país desde hace 52 años vive una guerra sin tregua, una guerra que ha dejado más de 8 millones de víctimas, 220.000 muertos, 3.000 falsos positivos, 1.800 soldados heridos, 1.500 presos militares, 2.083 guerrilleros muertos en combate, 716 acciones bélicas, 24.023 secuestrados, 2.000 presos guerrilleros y un número de niños reclutados de los cuales no hay cifras exactas. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el grupo guerrillero más antiguo y numeroso del continente, ha sido sin lugar a dudas el más grande protagonista de esta barbarie y el responsable de muchísimas tristezas dentro de la población rural colombiana.
Este grupo rebelde ha dialogado con tres presidentes distintos, y a los tres los ha plantado en las conversaciones sin decir mucho, dejando a los colombianos con la sensación, no sólo de tristeza, sino también de desconfianza y decepción profunda sobre futuros acuerdos a los cuales se quiera llegar, y claramente éste no es la excepción.
Es por eso que actualmente lo que está sucediendo en mi país es algo histórico, pues tras 12 años desde el último intento de conversación entre las FARC y el gobierno, por fin llegamos a un acuerdo que va a permitir cerrar esta era tan oscura para nuestra historia. Este es un acuerdo que lleva 4 años gestándose en una mesa de diálogo multisectorial (Guerrilla, Estado, empresarios, víctimas, militares y académicos) en la Habana, Cuba, y ha sido un proceso no sólo largo, sino también con muchísimos altibajos en las negociaciones, pues lograr poner dos bandos como el estado y la guerrilla de acuerdo puede ser una tarea titánica.
El acuerdo –con todas sus fortalezas y debilidades, porque perfecto no es– está disponible para la lectura de todos los ciudadanos, pues, en un ejercicio de transparencia y democracia. El actual presidente, Juan Manuel Santos, dejará la decisión de la refrendación de este acuerdo a todos los colombianos para que determinemos el rumbo que debería seguir. Por ello el domingo 2 de octubre iremos a las urnas para decidir si estamos de acuerdo o no con la terminación de este conflicto con las FARC.
Esto claramente supone una responsabilidad inmensa para todos nosotros, pues prevalecerá el bien general sobre el particular en un país donde la polarización política amenaza con influir descaradamente en la decisión de voto y, sobre todo, con hacer de este hecho tan trascendental un show mediático que le pone apellido a los bandos que van por el sí y por el no. Los del sí son mal llamados Santistas (seguidores del actual presidente Juan Manuel Santos) y los del no están representados por el Uribismo (seguidores del expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien antes era mejor amigo de Santos y hoy es su principal contradictor).
Esta situación está convirtiéndose en un dolor de cabeza nacional, pues ahora resulta que dejamos de tener una guerra en nuestro campo para llevarla a las redes sociales y nuestra vida cotidiana, en donde se encuentran mensajes e insultos de lado a lado ocasionando incluso que se dividan amigos, familias y colegas.
Yo en lo personal votaré SÍ y lo hago con convicción y con claridad. No pertenezco a ninguno de los dos bandos políticos, pues en realidad creo que ni Santos ni Uribe han sido los grandes líderes y muchas de sus políticas nos tiene al borde del colapso nervioso, pero sí estoy segura de que no quiero más guerra, no quiero más muertos, no quiero más madres sin hijos y esposos, no quiero ver un campo plagado de miedo y narcotráfico, no quiero secuestros, no quiero ver más desplazados, pero sobre todo no quiero ver más población civil mutilada por la cantidad de minas antipersonal que están regadas por todo nuestro territorio.
Confiar en que estos asesinos y terroristas dejen las armas y se conviertan en buenos ciudadanos puede ser un exabrupto, una ilusión, un error, un engaño, una ridiculez (como dicen los del no), por la desconfianza que los guerrilleros han dejado crecer en todos nosotros, pero para mí no lo es, debemos darnos la oportunidad de creer en el poder del perdón, en pensar –así sea de forma romántica– que podemos tener un mejor país. Soñar con que mis sobrinas solamente van a leer sobre este capítulo de nuestra historia en los textos de los colegios; decidir por primera vez en nuestras vida algo que realmente va cambiar el rumbo de nuestras costumbres; dejar de lado ese miedo innato, esa incertidumbre de estar cometiendo un error y darnos la oportunidad de pasar la página y avanzar.
Esta decisión debe ir más allá de un bien particular, debemos considerar al resto de las personas y familias que están en el campo, personas que se levantan todos los días pensando en que la guerrilla los va a matar. Es a esas personas a las que todos los colombianos tenemos que salvar, es a ellos los que esta guerra está matando lentamente.
Éste es un llamado a reconciliarnos, a acogernos a las bondades y aspectos positivos del acuerdo, por encima de aquellos que nos generen dudas o temor. Acá no deberíamos estar pensando en Santos y Uribe, acá deberíamos estar pensando en esos más de 8 millones de personas que se han sacrificado para que hoy podamos llegar a soñar con la paz.Esto no tiene apellidos, esto tiene corazón y sobre todo la esperanza de un mejor país para todos.
¿Miedos? ¡Claro! Hay muchísimos, el pensar que los miembros de las FARC puedan aspirar a ser un partido político como lo estipula el acuerdo, duele, pero por lo menos su pelea será ideológica en el congreso y no con sangre y bala en el campo; pensar que se les debe dar un salario mensual, duele, pero dolería más que por dinero fácil continúen en el narcotráfico o se adhieran a otra guerrilla y fracasen en su intento de retornar a la vida civil; que muchos no paguen con cárcel sus delitos, duele, pero dolería más que no tuvieran la delicadeza de ponerle la cara a las víctimas pidiéndoles perdón y contándoles la verdad de lo sucedido; que no revelen donde está la gran cantidad de dinero que han recaudado durante años, duele, pero me dolería más que siguieran utilizando ese dinero para comprar armas que sigan matando civiles. En fin, miles de desventajas para mí se invalidan completamente cuando me pregunto: ¿Qué connotación negativa puede ser más potente que el beneficio de dejarnos de matar?