Aunque no estaba enferma, me recetaron un medicamento para la diabetes para bajar de peso

La historia de Frida la viven decenas de mujeres, a quienes algunos profesionales de la salud les recetan medicamentos para bajar de peso aunque no los necesiten.

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Este artículo sobre medicamentos para bajar de peso contiene información general y testimonios relacionados con su uso. Esta información no pretende reemplazar el asesoramiento médico profesional ni proporcionar orientación específica. Si experimentas dificultades con la alimentación, la imagen corporal o cualquier aspecto relacionado con tu salud mental y física, te recomendamos buscar ayuda profesional inmediata.

Hace años fui a una consulta ginecológica porque tenía una infección. Al darme la receta, el médico agregó un medicamento para que “de paso bajara de peso, porque estaba un poco llenita”.

Si eso me hubiera pasado hoy mi reacción hubiera sido totalmente diferente ante ese comentario gordofóbico, pero en aquel 2012, a mis 19 años, pensaba que ese “empujoncito” para adelgazar no estaría de más.

Sin embargo, algo no estaba bien. Esas pastillas que el ginecólogo me recetó eran de Metformina, un medicamento que suele recetarse a personas con diagnóstico de diabetes tipo 2. Aunque yo no tenía ni tengo dicha condición, me las tomé y desde el primer día me sentí muy mal, con náuseas y vómito.

Actualmente, debido a una advertencia de 2016 de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), antes y después de recetar medicamentos con metformina los especialistas de la salud están obligados a revisar la función renal de sus pacientes.

Por fortuna, en ese entonces mi mamá impidió que siguiera tomando el medicamento debido a sus efectos secundarios. Pero mi testimonio no es el único, ni el más drástico.

¿Quién puede recetar medicamentos para bajar de peso?

Rosy Pérez, maestra en Derechos Humanos que ha compartido ampliamente sobre su experiencia sobre la cultura de las dietas y la gordofobia desde un cuerpo grande, dice:

He contado en otros textos que la primera vez que hice una dieta tenía 11 años (…) y en 2002, cuanto tenía 14, fue cuando por primera vez un nutriólogo le recomendó a mi mamá que yo tomara un medicamento para el control del apetito: ‘Ectiva’. Saliendo de consulta fuimos a la farmacia donde compramos tres cajas, una para mí, otra para ella, y la última para mi hermana”.

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Ilustración: Fer Oms

¿Qué siguió después de empezar a tomar las pastillas? Rosy recuerda las celebraciones con frases poco saludables como “no siento hambre en el día”, “se me olvidó comer hasta la cena”, entre otras parecidas. Al mismo tiempo, los malestares como no poder dormir o sentir nervios y ansiedad durante todo el día se hicieron presentes, por lo que tuvo que agregar otras medicinas, como relajantes y somníferos, para combatir los efectos secundarios.

Lo que quizá Rosy no sabía en ese entonces es que ningún nutricionista puede recetar medicamentos, de acuerdo con Raquel Lobatón, nutrióloga antidietas y con un enfoque de nutrición incluyente.

En el artículo 28 Bis de la Ley General de Salud se especifica quiénes son las únicas personas que están autorizadas para prescribir medicamentos. Esta lista incluye a médicos, médicos homeópatas, cirujanos dentistas, médicos veterinarios y licenciados en enfermería. La licenciatura en nutrición no está contemplada.

El medicamento que Rosy estuvo consumiendo contenía Sibutramina, un fármaco anorexígeno que es pariente cercano de las anfetaminas, el cual se retiró del mercado en México desde el año 2010 ante la prohibición de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) y la Agencia Europea de Medicamentos por tener efectos perjudiciales sobre el sistema cardiovascular. Pese a esto, cada tanto surgen pastillas y tés para bajar de peso que lo contienen como ingrediente.

“Además de aumentar el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular, te hace más propensa a la depresión y a la ansiedad, y tiene redoble de tambores un efecto rebote. Es decir, muchos de los pacientes no sólo recuperan rápidamente el peso perdido, sino que incluso suben más kilos”, cuenta Rosy.

Ningún medicamento para bajar de peso ha demostrado ser sostenible a largo plazo

Al respecto, Raquel Lobatón explica en entrevista para Malvestida que “ningún medicamento ha demostrado que la pérdida de peso pueda ser sostenible en el largo plazo. Ninguno”. Asimismo, el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales de Estados Unidos advierte que “no muchos estudios de investigación han analizado cuán seguros y eficaces son (los medicamentos para bajar de peso, incluso los aprobados por la FDA) para su uso a largo plazo”.

¿Pero por qué esto es tan cotidiano? ¿Por qué si googleamos “para qué sirve la metformina” o cualquier medicamento que suele ser prescrito para perder peso, las sugerencias de búsqueda arrojan opciones de cuántos kilos puedes bajar tomándolas?

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Ilustración: Fer Oms

Hace unas semanas la Cofepris canceló el permiso a Redotex, otro medicamento supresor del apetito que se vendía como una solución rápida para adelgazar.

Existen otros como Ozempic o Victoza que tratan la diabetes tipo 2; Contrave que es un medicamento antidepresivo y trata la dependencia al alcohol o las drogas; y algunos otros como fentermina, benzfetamina, dietilpropión y fendimetrazin que la FDA los aprueba únicamente para tratamientos de 12 semanas. Todos cuentan con una larga lista de efectos secundarios comunes que van desde la diarrea hasta pensamientos depresivos.

«El negocio de los medicamentos para perder peso ha florecido, cada vez hay más y algunos tienen más riesgos. No solo por lo que implican las pastillas, sino porque muchas personas ya no reciben el tratamiento adecuado cuando van al médico. He tenido pacientes que han sido tratados tan mal en este sector que ya no quieren ir al médico; ha sido un trato tan malo a nivel institucional, a nivel gobierno y habría que preguntarnos: ¿esto de verdad es por salud?», resalta Raquel Lobatón.

Cuando el riesgo a la salud es hacer todo lo posible por adelgazar

Por su parte, Rosy destaca que desde su experiencia, cada uno de los métodos por los que pasó (dietas, medicamentos, banda y bypass gástricos) han conllevado a riesgos y deterioros en su salud de los que ya no hubo retorno.

“Fue cada vez más difícil creer que todo esto se hacía ‘en nombre de mi salud’ porque mi salud se encontraba cada vez más deteriorada y no por gorda, sino por utilizar estas herramientas que me sacarían de la supuesta sentencia de muerte que es ser gorda.

Ahora, a mis 35 años, aunque no me arrepiento de nada, tengo que vivir con las decisiones que tomé y eso me hace preguntarme ¿no será que nuestra calidad de vida se ve reducida, más que por ser gordos, porque literalmente somos capaces de usar cualquier método en nombre de dejar de serlo?”, agrega.

La cancelación de Redotex es la punta del iceberg, pues en nuestra cotidianidad, en redes sociales o al hablar con algún familiar, todas las personas estamos expuestas a vivir gordofobia, un tipo de discriminación que se manifiesta contra las personas que no tienen un cuerpo hegemónico, es decir, delgado.

«El tema no solo es la pérdida de peso sino que no se está ganando salud, si queremos ganar salud hay que pensar qué podemos hacer para que la población sí gane salud. Me preocupa mucho el daño que se hace a las personas gordas bajo la narrativa de que sus cuerpos como son no tienen el derecho a existir, ¿cuánto daño más se va a causar forzando a las personas a ser delgadas cueste lo que cueste?», concluye Raquel.

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