Así es ligar en Bumble durante la cuarentena

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Encontrar pareja ya era un deporte de alto riesgo antes de la pandemia. Ahora, ligar en Bumble es un ejercicio de dejar fluir y descubrir poco a poco qué es lo que queremos. 

Por: Azalea G

Nadie vislumbró la pandemia y sus repercusiones en las apps de citas. Menos yo, que comencé el año con la ingenuidad de que estaba lista para conocer hombres de mi edad, no apegarme a nada y disfrutar de lo que sucediera.

Con esa misma actitud desempolvé mi perfil de Bumble, agregué fotos que me hacían sentir más a gusto (sin pensar en los ojos detrás de otras pantallas) y llegaron los matches

Estoy segura que hay tantas experiencias como personas y que así como “eliges” en ese catálogo fotográfico de gente, también se eligen intereses, formas de interactuar y hasta dónde llegar. 

Aunque esto último terminé de comprenderlo después de tanta introspección de cuarentena y porque he tenido tiempo para sacar algunas conclusiones sobre ligar en línea cuando vives un encierro.

Sin más preámbulo, así ha sido para mí ligar en Bumble en plena pandemia.

Ilustraciones. Rawpixel

1. No hay futuro cuando te hablan de usted

Hice match con un chico que sonreía en sus fotos con un ukelele en mano. Especialista en transgénicos, amante de productos orgánicos, profesor y lector. Por donde le escarbé hubo afinidades y las pláticas fluían.

Pero había un ligero detalle… ¡me hablaba de usted! Nuestros perfiles marcaban que soy dos o tres años mayor que él, pero eso no justifica que me hablara como a su madre.

Le pedí varias veces que me tuteara. Me dijo que lo haría cuando sintiera más confianza, pero eso nunca pasó.

Otra cosa extraña fue que si yo no le escribía primero él dejaba de hablarme. Y sí, sigue siendo maravilloso que en Bumble las mujeres seamos las que damos el primer paso en la conversación, pero no es lo que quiero estar haciendo una vez que establezco contacto. Debe haber reciprocidad.

Es cansado ser creativa en las pláticas cuando el man sólo te pregunta cómo estás pasando la cuarentena, porque es un tema del que algunas queremos escapar precisamente por estos medios. 

Así que ese ligue no terminó de despegar, pero no importó tanto, porque ya tenía entre manos otro match.

2. Un match «mientras tanto»

Conocí a un dude cuyo perfil brillaba porque es fotógrafo y sabe cómo dar una buena primera impresión. Me contó que estaba de visita en la ciudad ayudando a sus padres durante la contingencia.

Las cosas fluyeron entre nosotros y tras varios días de charlas y pequeños acuerdos estaba mentalizada para llevar nuestra relación al siguiente nivel: vernos en video. Fue un reto para mí, porque en el ligue soy introvertida. Pero cuando estás en plena pandemia toca salir de tu zona de confort.

Nos conocimos gracias a las opciones de videos y audio en Bumble, esto mientras nos convencíamos de que con el debido cuidado era buena idea vernos en persona. (Ya sé, no me juzguen).

Él propuso cocinar. Llegó a mi casa (ya sé, ya sé) y preparó comida como banquete para los dioses. Hablamos mucho y la reunión terminó en sexo casual, no maravilloso pero nada desdeñable.

Desde esa cita ha vuelto un par de veces, y cada ocasión he vivido sus pros y sus contras. Nos gustamos pero no demasiado. Nos acompañamos, pero no con tantísima afinidad. 

¡Ojo! No recomiendo que se salten la sana distancia. Pero personalmente me debato entre estar completamente aislada y lidiar sola con mis estados de ánimo o bien, con mucha cautela, tener de vez en cuando la ilusión de ver y estar con alguien. Vivir en un “sólo por hoy” y darnos un poco de cariño.

Esto es algo que he aprendido de este tiempo. Sé que él volverá a su ciudad cuando esto acabe, y lo recordaré como alguien que estuvo mientras el mundo ardía y algunas certezas se aventaban del balcón. 

3. Era casi el hombre perfecto

Aquí hay una historia de un amor que quizá pudo ser, sino fuera por el Coronavirus.

A principios de marzo encontré en Bumble a alguien como mandado a hacer: Budista. Fotos de sonrisa amplia, de frente, sin lentes oscuros, en la naturaleza, en un viaje al Tíbet: hermoso. Sin parecer deportista extremo ni obsesivo de las pesas. ¡Match!

Muy pronto tomamos un café y hablamos por horas, reímos, y nos burlamos de la incipiente paranoia. Mensajes todos los días, otro café, otro café, horas y horas de charla: de lecturas, de viajes, de trabajo. Vernos fijamente a los ojos. 

Al mismo tiempo la contingencia amenazaba con altibajos anímicos y con incertidumbre económica.

Su trabajo paró y él quedó suspendido en el aire. A mí me cayó un mundo de chamba inesperada. Las últimas tres veces que nos vimos fueron lindas.

Lo llevé a conocer una cabaña fuera de la ciudad y tuvimos un día fabuloso. Otro día charlamos por horas de lo que cada uno quería hacer cuando todo esto pasara. Y la última lo acompañé a regar sus árboles mientras hablábamos de plantas y de libros. Ñoñazos.

Le dije que me gustaba mucho y dijo que yo a él también, pero que quería ir despacio, que agradecía mucho que fuera sincera. Entre mi honestidad y las complicaciones del coronavirus, fuimos espaciando nuestros mensajes.

Ahora nos saludamos esporádicamente, de manera sutil hacemos planes para después y no jalamos el hilo que se le descosió a este suéter delicado que somos.

Quizá tenemos miedo de deshilachar una pieza que ha sido suave y cálida desde el principio. Quizá sabemos que no son tiempos para iniciar nada, sino para ralentizar lo bueno que queda de nosotros. O quizá me gustan, por ahora, las personas como yo, que están probando pero siguen poco disponibles emocionalmente. 

4. Solo queda seguir explorando

No voy a mentir, hay otros matches que, se nota a kilómetros, son por completo reacciones de la cuarentena. Y es normal, los seres humanos somos un manojo de susceptibilidades y en esta temporada peor. 

Me he encontrado con personas que tienen mucho tiempo libre, que están aburridísimas o que la pasan mal porque su vida giraba en torno a la socialización.

Si agrego que algunos han terminado con sus parejas en este periodo entiendo por qué de pronto encuentran aquí un refugio. Como ya decía, hay tantos tipos de conexión como personas en el mundo. Yo busco vínculos de afinidad.

Mucho tiempo estuve reacia a hacerme un perfil, pero en plena pandemia Bumble se ha convertido en el sofá de mi casa, ese lugar cómodo y confiable en el que exploro nuevos mundos.

Hay quienes aún no creen que yo use una app para conocer gente con tanta soltura, pero desde mi relación ambivalente con la tecnología voy disfrutando de lo que me gusta y quiero y puedo hacer, con menos temor al rechazo y con más confianza en que realmente es una opción tan agradable, divertida y amorosa como una quiera.

Con cuarentena (o sin ella) adentrarse al impredecible mundo del dating siempre trae consigo nuevas experiencias. Si ya te entró curiosidad ¡anímate y descarga Bumble haciendo clic aquí!

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