A «La Lupe» no queda más que verla para entenderla. Hay muy pocos registros sobre ella, pero los que hay son explosivos gracias a su poderosísima voz, escandalosa y provocadora, y ese estilo de moverse siempre tan cercano a la posesión.
Mientras infinidad de artistas aseguran entrar en trance, la cantante cubana –fallecida en 1992– literalmente lo hacía. En los videos que circulan por internet puede vérsele sacudiéndose con la mirada febril y excitada, jalándose la ropa y aventando sus joyas.
Una vida intensa
Lupe Victoria Yolí Raymond nació en Cuba en 1936 y fue maestra hasta que en un concursó imitó a Olga Guillot y ganó. A partir de ahí nació su carrera artística.
Ella decía que cantar la hacía feliz ¡y se le notaba! Con su talento y personalidad conquistó al publicó cubano e internacional y encendió las noches de la isla, pero no todo fue risas y diversión, pues su liberal forma de ser terminó por orillarla a dejar su país y buscar asilo, primero en México y posteriormente en Estados Unidos, en Nueva York, donde culminó sus días alejada de los reflectores, en bancarrota y convertida al cristianismo.
«Me llaman La Lupe»
Los últimos momentos de su vida son recreados en el monólogo «Me llaman la Lupe», donde la actriz venezolana Samantha Castillo se funde en la piel de la llamada Queen of Latin Soul.
La obra nos revela la fragilidad de Lupe en una época en la que ya no canta y está cansada por los arrancones y enfrentones de una vida apasionada y accidentada a partes iguales.
Platicamos con Samantha, quien nos contó un poco sobre la vida de la artista, así como la experiencia de transformarse en ella sobre el escenario.
Una mujer rebelde que rompió esquemas
“La Lupe llega a mí muy joven, a los 18, cuando empecé a estudiar teatro”, cuenta la actriz, quien afirma que Lupe es una cantante a la que tienes que sentir.
“Era una artista extraordinaria, salvaje, profunda, intensa. Una mujer rebelde que rompió esquemas sobre lo que se supone que debe ser una cantante, una artista o una mujer. Creo que vivió a plenitud”.
Disfruta, baila, ríe llora
Samantha asegura que escuchar a La Lupe es transitar por muchas emociones: “Disfrutas, ríes, bailas, gozas, lloras. Es la oportunidad de meterme en la piel de un personaje que exige quitarte prejuicios” y añade, “es un reto recrear sus gestos, sus detalles, la mirada; el cuerpo, la voz. Me ha llevado muchísimo tiempo llegar a entender la volatilidad de su energía y trato de honrarla cada noche que la interpreto”, declara.
Si quieres conocer más sobre la vida de La Lupe y experimentar su poderosa energía, tienes hasta el 25 de mayo para asistir al Foro Un teatro, en la Condesa (CDMX.)
Ahí podrás conocer parte de la vida de la cantante, su arrojo y las dificultades de una talentosa que ha sido injustamente olvidada, pero que siempre brilló con una luz estrafalaria y propia; una mujer que se destruía y reconstruía a sí misma sobre el escenario.