Lo que tienes que saber sobre el sangrado libre, el método para menstruar sin prejuicios

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No cabe duda de que el tema de la menstruación continúa siendo polémico alrededor del mundo, y en Malvestida nos gusta romper con esos tabúes y explorar cómo diferentes personas viven esa experiencia cada mes. Por ello nos dimos a la tarea de investigar sobre el sangrado libre o free bleeding, una técnica que propone no usar ningún tipo de compresa, tampón o copa para recolectar la sangre menstrual.

Como explica el sitio de la aplicación Clue, «El sangrado libre es un movimiento que se centra en el derecho de las personas a menstruar abiertamente y sin vergüenza».

¿Cómo funciona el sangrado libre?

Si al leer sangrado libre te imaginaste una escena BRUTAL de Kill Bill, relax, porque no se trata de ir dejando tu sangre menstrual por todos lados.

Hay diferentes formas de llevar a cabo el sangrado libre, una de ellas es aprender a controlar los movimientos pélvicos (mediante ejercicios de kegel, por ejemplo) y ser mucho más consciente del útero, para así identificar cuando viene una descarga de flujo e ir al baño a soltarla, algo similar a cuando sientes ganas de hacer pipí.

Por otro lado, hay quienes simplemente prefieren dejar que su cuerpo haga lo suyo, sin importar que aparezcan algunas manchas en su ropa, sobre todo cuando el flujo no es muy abundante.

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¿De dónde surgió el sangrado libre?

El origen del sangrado libre no es nuevo. Ya sea por elección, como protesta o por falta de acceso a productos de higiene, muchas mujeres han vivido su menstruación de esta forma desde hace siglos.

Sin embargo, el término «free bleeding» se popularizó en 2014 cuando un grupo en 4chan decidió promoverlo para burlarse de las feministas y sembrar la idea de que los productos de higiene íntima eran una opresión del patriarcado.

El concepto tomó todavía más fuerza en 2015, cuando la baterista y activista Kiran Gandhi corrió el maratón de Londres dejando a la vista su sangre menstrual.

«Hubiera sido demasiado incómodo preocuparse por un tampón durante 26.2 millas», explicó Kiran sobre su decisión. «Corrí con sangre goteando por mis piernas por las hermanas que no tienen acceso a tampones y las hermanas que, a pesar de los cólicos y el dolor, lo esconden y fingen como si no existiera».

Así se vive el sangrado libre

Si bien, no todas las personas menstruantes se sentirán cómodas sangrando libremente, hay quienes son mucho más felices con esta forma de vivir la regla.

Daniela

Para Daniela el sangrado libre llegó casi por casualidad: «Las compresas o toallas llegaban a irritarme en los últimos días de mi periodo, no tenía copas menstruales y al leer sobre el free bleeding me gustó la idea, ya que no contaminas y de cierta forma dejas de silenciar el periodo», explica.

Ella opina que hay que hacerlo poco a poco e ir midiendo qué tan cómodas nos sentimos: «El proceso es con calma, pues estás aprendiendo a conocer más tu cuerpo y necesitas paciencia, porque puedes llegar a manchar tus cosas, que es normal».

Para Daniela, algunos de los prejuicios entorno al sangrado libre son que «La sociedad nos ha hecho creer que sangrar es malo y que la gente lo note es escandaloso, entonces se asustan cuando ven a mujeres protestando y tomando control de su cuerpo de esa forma».

Lucero

Otro testimonio es el de Lucero, quien lleva 6 años practicando el sangrado libre. «Pensaba que regresar al ‘control’ después de mi primer hijo sería muy difícil, pero afortunadamente no fue así. Me hice incluso mucho más consciente de la densidad de mis fluidos para poder dejarlos ir o retenerlos hasta llegar a un toilette«.

Ella lo practica durante todo su ciclo: «A veces por las noches uso alguna toalla de tela, pero debo decir que en todo este tiempo quizá he tenido dos o tres manchas, pero nada de flujos. Tampoco me permito ‘solo dejarlo ir’, ya que el olor del hierro no me es agradable», comenta.

Sobre los prejuicios en torno a esta práctica, Lucero dice que «La gente piensa, por lo general, que [el sangrado libre] significa estar sin calzones y dejar manchado todos los lugares. No dudo que si no tienes un conocimiento previo de tu cuerpo eso pueda suceder, pero si llevas un tiempo conociéndolo, tus ciclos y flujos, entiendes qué es un esfínter y cómo manejarlo».

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Belinda

Para Belinda, la principal razón para cambiar al sangrado libre fue la comodidad. «Nunca me gustó usar nada, pero lo hacía porque si no todo era un desastre. Casi todo el tiempo usé toallas porque es lo que había a la mano, pero un día simplemente decidí que ya no quería usarlas… Al principio optaba por dejar que mi ropa se manchara, pues de todas formas la tenía que lavar, después descubrí la ropa interior especial (absorbente). Conseguí algunos calzones (bastante caros), pero pensé en que a la larga serían menos costosos que comprar muchos otros productos como toallas o tampones».

La forma en la que ella ha incorporado al sangrado libre a su rutina es con ayuda de la ropa interior especial. «Los dos primeros días, que son los más abundantes, uso la ropa interior especial, sobre todo de noche que es cuando no tengo control absoluto de mi cuerpo, aunque poco a poco he sido capaz de retener los fluidos el tiempo suficiente para ir al baño… El resto de los días uso ropa interior normal, porque ya no hay flujo tan abundante como para que llegue hasta la ropa… aunque en algunas ocasiones sí quedan manchas».

Según Belinda, un prejuicio en contra de esta práctica es «que las mujeres lo consideren anti higiénico, que crean que es mejor usar productos desechables porque la ropa manchada es sinónimo de suciedad. Yo no lo considero así, en verdad me resulta mucho más cómodo; también creo que en general se piensa que es algo incontrolable, que no podemos retener y expulsar a voluntad como la orina, pero cuando comienzas a practicarlo, poco a poco vas aprendiendo a conocer tu cuerpo y a tener control sobre lo que le pasa; en mi caso, la mayor parte del flujo sale al ir al baño o en la ducha, casi nada sobre la ropa», explica.

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