Sobre ser lesbiana y reproducir estereotipos machistas en las relaciones

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lesbiana y heteronormada
Foto. Shalom Mwenesi

“¿Quién es el hombre/mujer de la relación?” es una de las preguntas que más he escuchado cuando las personas heterosexuales hablan sobre relaciones de personas del mismo sexo. A veces hasta parece broma. La realidad es que —erróneamente— pensé que yo, al estar en relaciones lesboafectivas, había escapado de este pensamiento binario.

Los estereotipos y roles asignados de género, la idea de lo “masculino” y lo “femenino”, están tan arraigados en mi forma de ser que he incorporado estos comportamientos a mis relaciones sin darme cuenta. Esto muchas veces implica llevar esquemas machistas a mis relaciones, y no estoy sola en esta situación.

Claudia, que también se identifica como lesbiana, ve que este tipo de comportamientos y acciones machistas tienen varias salidas en relaciones de pareja de mujeres:

  • Quien gana más dinero en la casa, manda
  • Cuidar de la casa, los hijos o los parientes mayores es menos valioso que trabajar fuera del hogar
  • Quien gane menos existe para servir; su trabajo no es importante/válido
  • Quien gane más no debe ocuparse de tareas del hogar
  • Quien gane más es el tomador de decisiones por la familia

¿Lesbiana y heteronormada?

Según un estudio publicado por la American Sociological Association en 2016, el sexo y género son los factores más importantes en la división de tareas dentro del hogar, más que el ingreso de cada uno de los individuos que conforman la pareja. En el caso de las parejas del mismo sexo, la persona cuya expresión de género se considera más “femenina” es quien se espera que se haga cargo del cuidado de los hijos y tareas que siguen la división según la norma heterosexual.

Como su aspecto es percibido como “masculino”, Jenny, que se identifica como lesbiana, dice que la ven como un hombre: “Me dan la cuenta a mí, por ejemplo. Esto es lo repiten hombres, mujeres, sea cual sea su orientación sexual. Siempre dan por entendido que, como me veo más ‘masculina’, creen que ese es mi ‘rol’. Creo que de las cosas más difíciles que me ha tocado es que me quieran provocar para pelear, fue una cosa muy absurda”.

Más allá de las expectativas de género…

Se supone que las mujeres lesbianas y bisexuales nos encontramos fuera de la heteronormatividad, paradigma que le ha dado el poder dentro de la relación a una sola persona, usualmente el hombre, perpetuando así roles estáticos en los que una persona ejerce control sobre la otra. De ahí surgen comportamientos violentos, incorporados a relaciones de mujeres, que pueden verse reflejados en actitudes como las que menciona Claudia: violencia económica, física y psicológica, entre tantas otras. En vez de asignarle un género a un comportamiento, deberíamos pensar más allá de las expectativas de género.   

“Como una chica tratando de conquistar a otras chicas, es bien desconcertante detectar el concepto mainstream de conquista que va alrededor de la dominación, la tóxica percepción del romance y de la seducción que muchas veces no toma en cuenta a la banda a seducir”, dice Cristina, quien también se identifica como lesbiana.

Repensando los roles

El género es un constructo social y los roles binarios han sido socializados durante años, de tal forma que aún hay personas que creen que el único rol de las mujeres es el de procrear. Se asume lo opuesto para los hombres, la masculinidad tiene que ver con poder, dominación.

“Suena medio obvio”, cuenta Cristina, “pero que seas lesbiana, no quiere decir necesariamente que te hayas repensado en tu manera de mirar a otras mujeres, que las percibas como iguales y que no esperes que asuman roles de género de manera que acabes fomentado desigualdades en tu casa, con tu pareja».

Lo importante es deconstruir los roles impuestos y que cada persona involucrada pueda ser quien es, encontrando una identidad propia en la relación y las actividades que eventualmente desee llevar a cabo.

Repensar nuestras relaciones afectivas con otras mujeres en el ámbito privado y público es un ejercicio necesario para vivir relaciones libres y que estén lejos de la típica pregunta de quién es quién en la relación.

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