Amix, ¿tienes unos minutos para hablar sobre desigualdades, fuerzas armadas y feminismos?

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Por Ximena Said Chávez / Intersecta

Dependiendo de tu edad, quizás creciste con películas como La cadete Kelly, en la que Hilary Duff trata de sobrevivir a una acartonada y estricta academia militar, o videos musicales como Part of Me, que muestra a Katy Perry sobreviviendo a un duro entrenamiento militar. Seguramente también te has encontrado con anuncios del ejército cuando vas por la calle o el transporte público o incluso le has dado like a alguna publicación de los perritos de las fuerzas armadas en TikTok. Sí, vemos a las fuerzas armadas en cada vez más espacios pero ¿alguna vez te has preguntado por qué, como feminista, deberías prestarle atención a estas instituciones? ¿Por qué si eres una persona interesada en la igualdad y los derechos debería preocuparte que la milicia tenga cada vez más poder? Hablemos sobre militarización, derechos humanos y desigualdades.

Fotograma de la película "La cadete Kelly". Imagen: ©Disney Channel/Everett Collection
Imagen: ©Disney Channel/Everett Collection

Históricamente, los ejércitos se crearon para la guerra, para defender a los territorios y los Estados ante “enemigos”, ante cualquier “amenaza”. Sin embargo, esta idea es en sí misma cuestionable, pues de ahí surgen los valores de defender a un Estado ante un «enemigo», a costa de lo que sea. También nos lleva a pensar en lo que es un “enemigo” o una “amenaza”: ¿quién lo determina? ¿De qué depende?

Hablemos ahora sobre militarización. ¿Qué es? Hay varias formas de definirla, pero desde Intersecta la entendemos como el proceso a través del cual se transfieren tareas y presupuesto civil a las fuerzas armadas. Es decir, implica darle más poder a instituciones como el Ejército y la Marina, en lugar de a instituciones civiles, como la Secretaría de las Mujeres o el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación. En lugar de dar más recursos y herramientas a instituciones que trabajan para eliminar la discriminación y las desigualdades, por mencionar un par de ejemplos, se le apuesta a cuerpos armados que son jerárquicos, machistas y patriarcales. Además de todo esto, nos parece importante resaltar que la militarización está fuertemente relacionada con las desigualdades en el ejercicio de derechos de grupos históricamente discriminados, sobre todo de las mujeres. Fortalecer el poder militar significa profundizar estas desigualdades. ¿Cómo? Vamos punto por punto. 

México: un inicio rastreable en el sexenio de Felipe Calderón

Regresemos un poco en el tiempo hasta 2007, año en el que en México inició la estrategia de seguridad militarizada y sacaron a los militares de sus cuarteles. Desde entonces, y hasta la actualidad, hemos visto cómo ha aumentado la participación de las fuerzas armadas en la vida pública. Al día de hoy ya no son solo soldados patrullando las calles, sino construyendo el Tren Maya, operando aeropuertos como el de Tulum, vigilando las aduanas, repartiendo libros de texto, administrando empresas, plantando árboles o preservando al borrego cimarrón1

A pesar de que son responsables de cada vez más tareas, es muy difícil (por no decir prácticamente imposible) conocer los detalles de cómo intervienen, interactúan con la población y actúan en general, pues son instituciones opacas.

Por ejemplo, cuando desde Intersecta
les hemos pedido sus informes
sobre uso de la fuerza,
nos han respondido que,
como son fuerzas armadas,
no tienen la obligación de generar reportes2, aunque sí deberían3.

También les hemos preguntado sobre las detenciones que realizan (¿a quiénes detienen?, ¿por qué razones?) y siempre nos responden con datos distintos para los mismos años4. Esta falta de transparencia las convierte en instituciones particularmente difíciles de vigilar y evaluar. Sin embargo, la información que sí hemos podido obtener y analizar muestra que los militares abusan más de la fuerza que los policías al interactuar directamente con las personas. Veamos algunos datos para ejemplificar esto.

Hablemos de las detenciones hechas por militares

Se supone que si una autoridad te detiene, te debe llevar lo antes posible ante el Ministerio Público. Pero en el caso de los militares, esto no pasa. La Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (Enpol) 2021 muestra que es menos común que los militares lleven a las personas detenidas directamente ante el MP, en comparación con las policías. ¿A dónde llevan a las personas? A alguna zona militar o terrenos baldíos, por mencionar un par de ejemplos. Además, las fuerzas armadas no solo llevan a las personas a distintos lugares antes que al MP, sino que se tardan mucho más que las policías en llevarlas ante la autoridad competente. En casi una tercera parte de los casos, se reportó que las fuerzas armadas retuvieron a las personas entre  6 y 24 horas antes de presentarlas ante el MP. Durante este tiempo pueden cometer distintos abusos y violencias.

Militares haciendo tareas de seguridad. / IG @defensamx
Militares haciendo tareas de seguridad. / IG @defensamx

¿Qué más cambia si te detiene un policía o un militar? De acuerdo con la Enpol, el 15.5% de las personas detenidas por policías reportó que le causaron alguna lesión grave, 6.2% dijo haber sufrido alguna lesión que puso en riesgo su vida y 5.1% reportó que le dispararon con armas de fuego. Para las fuerzas armadas, estos porcentajes son: 29.5%, 11.2% y 12.4%, respectivamente. Es decir, si te detiene un militar, la posibilidad de que vivas alguna de estas violencias aumenta el doble. Los datos de la Enpol también muestran que las fuerzas armadas son las que más torturan y ejercen en mayor medida todos los tipos de violencia (física, psicológica y sexual) durante las detenciones5.

Hablando de violencias, la Enpol expone que fue más común que las mujeres
(a comparación de los hombres)
sufrieran acoso sexual, manoseo, exhibicionismo, intento de violación
o violación sexual al ser detenidas,
tanto por policías como por militares.

Concretamente, 1.9% de hombres y 4.9% de mujeres detenidas por policías manifestaron haber sido violadas. Los porcentajes reportados para el caso de las fuerzas armadas fueron de 3.8% y 13.4% (¡más de una de cada diez mujeres!). Por si fuera poco, la proporción de violencia sexual hacia mujeres trans es aún mayor. El uso de la violencia sexual como dinámica sexista para torturar a las personas detenidas es más habitual en los militares. Esto es ejemplo de cómo las violencias de las fuerzas armadas impactan de manera diferenciada en las mujeres.

Otro resultado de la militarización
es la desigualdad

Hasta este punto hemos visto cómo la interacción de las fuerzas armadas con la población genera y refuerza distintas dinámicas de desigualdad en cuanto al ejercicio de derechos humanos, sobre todo para ciertos grupos como las mujeres. Sin embargo, también es importante mencionar las otras desigualdades que son resultado de la estrategia de seguridad militarizada, así como la manera en la que ha cambiado nuestra manera de vivir y entender la violencia.

Desde 2007 –¿recuerdas el inicio de la estrategia de seguridad militarizada?– comenzaron a aumentar de manera exponencial tanto los homicidios de hombres como los de mujeres. En el caso de estas últimas, se registró un cambio en los lugares y formas de asesinarlas. Ahora es mucho más común que se asesine a mujeres en carreteras o calles (ya no en sus casas) y que se usen armas de fuego. Al mismo tiempo, los asesinatos dentro de las casas y con otros medios siguieron aumentando.6

En nuestro informe Las dos guerras7, mostramos que cuando en un municipio había enfrentamientos con las fuerzas armadas, aumentaban los homicidios en esa zona, a corto y a largo plazo. Para el caso de las mujeres, aumentaron los homicidios con arma de fuego y en la vía pública en el corto plazo, mientras que en el largo plazo aumentaron también los homicidios en la vivienda y sin arma de fuego. Entonces, la estrategia del enemigo a vencer, de sacar a los militares a las calles para enfrentar al “crimen”, lejos de ayudar a disminuir la violencia y mejorar la seguridad, ha empeorado la situación y generado un ambiente aún más violento, complicando la situación de grupos que ya de por sí están en condiciones desiguales.

¿Y cómo va la militarización de la administración pública?

Por si fuera poco, todo esto no se ha quedado solo en la seguridad. Hay que considerar que en años recientes ha aumentado la presencia y participación de militares en distintas tareas de la administración pública, lo que quiere decir que las fuerzas armadas ya no solo interactúan con las personas en temas de seguridad. Contamos con cada vez más reportajes e investigaciones sobre los abusos de las fuerzas armadas en sus nuevas funciones.

Por ejemplo, se ha documentado el trato que han recibido las personas trabajadoras en la construcción del Tren Maya8, quienes narran abusos, robos y maltrato por parte de los militares encargados de las obras. Quienes se atreven a denunciar estas conductas, reciben amenazas de despido. En el caso de las mujeres, incluso han sufrido abuso sexual, sobre todo aquellas que estaban más lejos de sus familias, y la mayoría se han retirado de la obra por miedo.

Es muy importante considerar que en este caso estamos hablando de personas indígenas y precarizadas, que llegaron a ese lugar bajo la promesa de un trabajo digno, bien pagado. Es decir, acá se entrecruzan distintas formas de opresión: de género, de clase y de raza, por mencionar solo algunas. La presencia de militares no hace más que aumentarlas.

Militarización y migración: el camino mexicano del maltrato

Las personas migrantes también han resentido de manera particular los efectos de la militarización. Las fronteras y los institutos migratorios se han llenado de personal militar9. La militarización de la política migratoria ha facilitado la criminalización de las personas migrantes, afianzando la idea de que son invasoras, enemigas, delincuentes10. Un claro ejemplo del maltrato y la negligencia llevada al extremo es el incendio que hubo en una estación migratoria en Ciudad Juárez11, a cargo de un delegado militar12, en la que murieron 40 personas migrantes porque las dejaron encerradas. Cuarenta personas que salieron de sus países en busca de una mejor vida.

Si hablamos específicamente de mujeres migrantes —tanto niñas, como adolescentes y adultas— se ha documentado que el personal militar es de sus principales agresores. Les quitan dinero, las bajan de los camiones y las violentan física y psicológicamente, muchas veces frente a sus hijas e hijos13. Estas situaciones son aún más frecuentes para las mujeres racializadas y afrodescendientes14.

¿Esto sólo está pasando con las autoridades militares?

Al contarte todo esto no queremos dejar el mensaje de que las autoridades civiles son perfectas. Por supuesto que todas las autoridades tienen sus deficiencias y problemas. Pero es importante reconocer que no es lo mismo toparse con las fuerzas armadas. Estas últimas son instituciones en las que se enaltecen valores y prácticas machistas y patriarcales como las jerarquías, el sacrificio, la obediencia y la violencia15, además de que reproducen otros sistemas de opresión, como el racismo, el clasismo, la xenofobia y la homofobia, que se cruzan con el sexismo16. Todo esto, como te hemos explicado, se nota y se refleja en sus interacciones con las personas.

Finalmente, es súper importante dejar claro que en un país donde los recursos son limitados y deben repartirse, todo el dinero que se le da a las fuerzas armadas es dinero que no se le da a otras instituciones pensadas para los derechos humanos y para mejorar la igualdad.

En 2021 el gobierno gastó más en los viajes al extranjero de los militares ($459.9 millones de pesos) que en los refugios para mujeres víctimas de violencia ($415.9 millones de pesos). También destinó más recursos para los uniformes de los militares ($523 millones de pesos) que en fortalecer a la institución que dirige la política pública de VIH ($351 millones de pesos). Además, gastó la misma cantidad de dinero en cuero, plástico, hule y piel para los militares que en la Comisión Nacional de Búsqueda17

Si lo ponemos en perspectiva, nos damos cuenta que se le están dando muchos recursos a instituciones patriarcales que replican todos los sistemas de opresión y que además no están funcionando para lo que prometen. Vale la pena preguntarnos qué pasaría si estos miles de millones de pesos se invirtieran en otro tipo de políticas para las que siempre escuchamos que “no hay dinero”. Porque para que las cosas funcionen, se necesitan recursos; el gobierno invierte en aquello que le importa. Esta decisión de en qué sí invertir y en qué no, también ocasiona desigualdades.

Después de todo lo que te hemos contado, vale la pena regresar a las intersecciones entre los feminismos y la militarización. Las feministas nos hemos encargado de señalar y alzar la voz sobre aquello que ocasiona desigualdades. Nos importa vivir en un mundo sin violencias, en el que todas las personas puedan acceder a todos los derechos y en el que se cierren las brechas de desigualdades; un mundo en el que los valores que se promuevan tengan que ver con la comunidad, el cuidado y el respeto a los derechos de todas las personas. Es hora de preguntarnos si una institución como la milicia aporta a nuestros ideales o si más bien gana poder a costa de nuestros derechos. Necesitamos poner a las fuerzas armadas bajo la lupa y, al mismo tiempo, pensar en colectivo en cómo podemos promover y fortalecer políticas públicas que lejos de causar desigualdades, nos ayuden a caminar hacia mundos más justos.

  1. Ver: Intersecta, MUCD, PPD, Informe sobre el Inventario Nacional de lo Militarizado, 2024. ↩︎
  2. Respuestas a solicitudes de acceso a la información pública, folios número 0000700076821 (Sedena) y 0001300030821 (Semar). ↩︎
  3. Artículos 1 y 35 de la Ley Nacional sobre el Uso de la Fuerza. ↩︎
  4. Las respuestas de la Sedena son particularmente sobre mujeres. Respuestas a solicitudes de acceso a la información pública, folios número 0001300006321, 0001300078321 y 330026622000463 (Semar) y 0000700008921 y 0000700203820 (Sedena). ↩︎
  5. Para más información ver: Data Cívica e Intersecta, A(r)madas y letales. Un contraste del uso de la fuerza de las policías y las fuerzas armadas, 2024, pp. 62-77. ↩︎
  6. Data Cívica y Área de Derechos Sexuales y Reproductivos del CIDE, Claves para entender y prevenir los asesinatos de mujeres en México, 2019. ↩︎
  7.  Intersecta y Laura H. Atuesta, Las dos guerras. El impacto de los enfrentamientos de las fuerzas armadas en los asesinatos de las mujeres en México (2007-2018), 2020. ↩︎
  8. Esto lo documentó la periodista Silke Grasreiner en “Tren Maya: Lejos de un trabajo digno y bien pagado, humillación, hostigamiento, abusos…”, Proceso, 1 de diciembre de 2023. ↩︎
  9. Programas de Asuntos Migratorios y de Seguridad Ciudadana de la Universidad Iberoamericana,  La militarización del Instituto Nacional de Migración y sus implicaciones en las violaciones a derechos humanos de las personas migrantes, 2024. ↩︎
  10. Ver micrositio “Bajo la bota”: https://bajolabota.com/. ↩︎
  11. Rocío Gallegos, Blanca Carmona y Gabriela Minjares / La Verdad Juárez, Lighthouse Reports y El Paso Matters, “‘A ellos no les vamos a abrir…’: ¿Qué pasó la noche del incendio en la estancia migratoria en Ciudad Juárez?”, Animal Político, 19 de marzo de 2024. ↩︎
  12. Ruben Villalpando y Jesús Estrada, “Procesan a militar del INM por el incendio en Juárez”, La Jornada, 23 de abril de 2023. ↩︎
  13. Angélica Jocelyn Soto Espinoza, “Guardia Nacional y militares, entre los principales agresores de niñas y mujeres migrantes”, Bajo la Bota, 14 de mayo de 2024. ↩︎
  14. Rodrigo Soberanes, “‘Estoy destrozada’: el infierno de ser mujer, migrante y negra en México”, Bajo la Bota, 19 de abril de 2024. ↩︎
  15. Ver: Intersecta, MUCD, PPD, Informe sobre el Inventario Nacional de lo Militarizado, 2024, pp. 83 y 84. ↩︎
  16. En el Instagram de Intersecta (@intersectaorg) puedes encontrar una serie de lives sobre “Militarismo y…” distintas desigualdades. ↩︎
  17.  Intersecta, Dinero para reducir la violencia hay, pero ¿en qué lo invierte el Estado? Un análisis de los recursos militares desde una perspectiva feminista, 2023. ↩︎

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