La cirugía de implantes mamarios es uno de los procedimientos estéticos más solicitados en el mundo, pero en los últimos años ha habido un aumento de casos de mujeres que deciden explantarlos, es decir, retirarlos. Las causas son diversas: porque no recibieron suficiente información al ponérselos, ya no se sienten cómodas e incluso por la aparición de diversos síntomas a los que se les ha dado el nombre de enfermedad de implantes de senos.
En 2018, la fotógrafa argentina Angie Monasterio subió una foto a su Instagram sosteniendo sus implantes mamarios recién explantados. Después de 15 años con ellos decidió retirarlos debido a una serie de síntomas (como infecciones frecuentes) que, según su experiencia, estaban relacionados a sus implantes.
Su historia resonó en cientos de mujeres con implantes que llevaban años con síntomas, pero sin tener un diagnóstico. Esto llevó a Monasterio a abrir un un grupo de Facebook llamado «Enfermedad de Implantes Mamarios» que al día de hoy tiene más de 27 mil integrantes que buscan respuesta a sus síntomas, comparten sus experiencias o desean llevar a cabo la cirugía de explantación, paradójicamente un proceso más complejo y costoso que poner las prótesis.
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Aunque no es un término o diagnóstico médico oficial, la enfermedad de los implantes de senos o implantes mamarios surge de la experiencia de quienes han tenido síntomas diversos y aparentemente inexplicables a partir de la cirugía de aumento de senos.
Adiós, implantes mamarios
Para este reportaje, me uní al grupo de Enfermedad de Implantes de Senos de Angie Monasterio y pregunté si alguien tenía la disposición de contar su historia. Más de 60 mujeres respondieron animadas por compartir información que a ellas les hubiera gustado tener antes de decidir sobre su cirugía de implantes de senos.
Una de ellas es Yuriria, una mujer mexicana de 35 años que se realizó la operación en 2009 y se explantó hace un año. Ella decidió implantarse porque su trabajo como edecán le exigía tener un físico determinado.
«En ese tiempo era edecán para eventos de radio y televisión. Estaba en una empresa y el manager promovió cuerpos muy exagerados. Yo ganaba muy bien en esa empresa y en algún momento nos condicionaron el trabajo porque querían promover chicas ‘exuberantes’. Recurrí a la cirugía plástica para conservar mi trabajo».
En esa época los implantes más modernos eran los texturizados marca Allergan, que una década más tarde fueron retirados del mercado por una posible relación con el linfoma anaplásico de células grandes, un tipo muy raro de cáncer del sistema inmunitario que fue reportado por 573 personas de las cuales 481 tenían implantes de esta marca.
La Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos estima que hasta junio de 2022 había un total de 1, 216 personas diagnosticadas en el mundo con este raro linfoma, aunque es altamente tratable y se han registrado resultados favorables tras la extracción de los implantes.
Yuriria tenía esos implantes y reconoce que en ese entonces, aunque ya había internet, los resultados de las búsquedas eran mucho más limitados que ahora. No había suficiente información confiable para conseguir cirujanos y mucho menos sobre los síntomas que podrían surgir inmediatamente o después de años de una implantación con silicona.
Falta de información: común denominador al implantarse
Rocío Barrios vive en la frontera México-Estados Unidos y tiene 41 años. Es estilista y hace seis años decidió implantarse. Nadie le dijo de los riesgos que tenía esa operación, pero cuatro años después tuvo varios síntomas que ningún especialista de todos los que vio (neurólogos, internistas, reumatólogos) supo diagnosticar. Se enteró de que existía la enfermedad de implantes de senos cuando buscó la serie de síntomas en internet y se topó con la historia de otras mujeres.
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«Decidí quitármelos y se me fueron más de veinte síntomas. Ahora tengo tres meses de explantada y estoy luchando contra los síntomas que se quedaron que no se comparan con los anteriores. Estoy batallando con tres: fuertes dolores articulares, dolores de cabeza y dolor de intestino», dijo Rocío.
De acuerdo con un reporte de la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos, la extracción de implantes de senos ha aumentado un 39% entre 2000 y 2020 en Estados Unidos. Paralelamente, la cirugía de implantes de senos sigue estando en el top 5 de los procedimientos estéticos más populares desde 2006, según la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética.
Algunas de las mujeres que se operaron los senos fueron convencidas de que necesitaban implantes mamarios en el mismo consultorio médico. Quienes iban solamente por un levantamiento de senos, terminaron con implantes que en un principio no querían tener.
Ligia es colombiana pero vive en Estados Unidos desde que era pequeña y a los 17 años se hizo una reducción de senos, pues no le gustaba tener senos grandes. Sin embargo, al hacerse el procedimiento tan joven, los senos le crecieron un poco más y después de tener a sus hijos sintió que se le habían «caído».
«Todos los cirujanos me decían que la mejor forma de levantarlos era el implante. Y yo decía: ‘¿Cómo un implante si yo toda la vida quise tener senos más pequeños?’ Me dejé convencer, pero nunca estuve feliz. Con el tiempo apareció la noticia de las PIP, implantes mamarios de silicona de la empresa francesa Poly Implant Prothèse, que habían salido defectuosos e inmediatamente viajé a Colombia para cambiarlos. Le dije al doctor que no los quería. Él me dijo que quitármelos iba a ser ‘traumático’ para mi relación, porque mi actual pareja me había conocido de una manera (con senos grandes)», contó Ligia en entrevista.
Implantes de silicona: ¿son seguros?
Desde su invención, hace casi un siglo, los materiales de los implantes de senos han ido cambiando. Comenzaron con inyecciones de cera de parafina y silicón libre, luego fueron esponjas de plástico y, desde 1960, se hacen de silicona, un material que ha tenido advertencias de organismos de salud, como la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Hasta el 2020, la silicona fue el material usado en el 84% de las cirugías de aumento de senos y los implantes salinos en un 16%, aunque ambos tienen una cubierta exterior de silicona, de acuerdo con un reporte de la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos.
A raíz de los reportes relacionados a los implantes de mamas, en 2020 la FDA actualizó la información de los riesgos de los implantes de silicona para señalar que «Aunque hay un uso limitado para el término ‘enfermedad de implantes de senos’ en la literatura médica (..) los investigadores están estudiando estos síntomas para comprender mejor sus orígenes y conexión a los implantes mamarios. Aunque la FDA no tiene evidencia definitiva que demuestra que los implantes mamarios causan estos síntomas, la evidencia actual apoya que algunos pacientes experimentan síntomas sistémicos que pueden desaparecer cuando se remueven los implantes mamarios», publicó la agencia.
Sin embargo, hay profesionales de la salud que debaten la existencia de la enfermedad de los implantes de senos. El cirujano plástico Dr. Ardila, quien tiene una comunidad de más de 720 mil seguidores en Instagram, asegura que la explantación de implantes «es una moda de Estados Unidos» y que la enfermedad de la que hablan miles de mujeres no es reconocida por la comunidad médica y por lo tanto no es verdad, sino una «manipulación o autosugestión». Malvestida buscó al doctor sin recibir una respuesta hasta el momento de publicación de este texto.
Entendiendo el Síndrome de Asia
A partir de las denuncias de mujeres y especialistas sobre la enfermedad de implantes de senos, la FDA ha recomendado que los especialistas expliquen a pacientes los riesgos de los implantes, la descripción de los procedimientos quirúrgicos, información sobre los implantes (como su duración, estudios que los respaldan, etc.), así como alertarles sobre los efectos adversos asociados a las prótesis de silicona.
Justamente uno de estos efectos adversos puede ser el Síndrome de Asia (Autoinmune Syndrome Induced by Adjuvants), que es una respuesta del cuerpo ante un agente exógeno o extraño, como la silicona. «Cuando las partículas de silicona ingresan al cuerpo, el sistema inmunológico puede activarse y ocurren efectos tóxicos», dijo en entrevista con Malvestida la doctora Paula Qualina, especialista en explantes mamarios.
El Síndrome de Asia no es una reacción exclusiva a la silicona, pero es un término que también se usa para hablar de los síntomas causados por los implantes. Aunque algunos especialistas y pacientes optan por el de enfermedad de implantes de senos.
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De acuerdo con la doctora Qualina la gravedad de los síntomas corresponde a la cantidad de silicona que transpiran en el implante y migran al cuerpo. Sin embargo, es importante aclarar que tanto el Síndrome de Asia como la enfermedad de los implantes no ocurren en todos los casos. El riesgo de desarrollar una enfermedad autoinmune después de dicho procedimiento es 0.8% (Síndrome autoinmune/autoinflamatorio inducido por adyuvantes ASIA, Revista Médica MD, 2016). Pero algunas pacientes y especialistas, como la doctora Qualina, consideran que la cifra de casos de Síndrome de Asia vinculado a implantes es mayor.
Sobre el desarrollo de otras enfermedades a partir de los implantes, la especialista dijo que, además del Síndrome de Asia, «también hay un linfoma, que es un tipo de cáncer, que puede ser una consecuencia, pero es de extremadamente bajísima frecuencia. Eso hay que aclararlo, porque si no generaría una situación de pánico entre las mujeres que tienen implantes y piensan que van a terminar desarrollando cáncer cuando es infrecuente».
Los síntomas de la enfermedad de los implantes de senos
Las mujeres con la enfermedad de implantes de senos, cuyos síntomas también se llegan a dar en el Síndrome de Asia, reportan la siguiente sintomatología:
- Entumecimiento de las manos
- Dolores de cabeza
- Pérdida del cabello
- Cambios en la menstruación
- Visión borrosa
- Pérdida de memoria
- Neblina mental
- Falta de concentración
- Fatiga crónica
- Dolor en las articulaciones
- Gastritis
- Colon irritable
- Nódulos inflamados en el cuello, axila y garganta
- Náuseas
- Mareos
- Vértigo
- Insomnios
- Dificultad para respirar
- Dolor en el pecho
- Resequedad en los ojos y la piel
- Ansiedad
- Ataques de pánico
- Infecciones recurrentes
Como los síntomas son tan variados y parecen no tener relación entre sí, pacientes y personal médico los llegan a atribuir a otras enfermedades como fibromialgia, ansiedad, depresión, artritis, hipotiroidismo, herpes y lupus.
Ponerse los implantes es más fácil que quitarlos
Cuando Yuriria se enteró de la enfermedad de implantes de senos, y reconoció algunos de esos síntomas en ella misma, intentó explantarse. Las primeras cotizaciones que le dieron iban de 280 mil a 340 mil pesos mexicanos, algo que no podía pagar.
«Sentí que el mundo se me vino encima porque no puede ser que sea más fácil ponértelos que retirarlos. Vi mi vida irse por un caño, porque ya ni me levantaba de la cama, no hacía actividades, me la pasaba llorando. Estuve dos años buscando la cirugía. Me enteré por el grupo de Facebook que los cirujanos bajaron sus precios porque la demanda subió y se especializaron. Por fortuna, el año pasado conocí al cirujano que me explantó en la Ciudad de México. Él me dio una cotización muy diferente y por eso logré hacerlo por fin».
Las entrevistadas dicen que después de la experiencia de explantarse lo último que les preocupa es su apariencia, las cicatrices o el tamaño de sus pechos. Vuelven a sentir salud y, sus familias, alivio. Recuperar su vida lleva tiempo, cambios en la rutina y la alimentación, pero la tranquilidad regresa. El dolor que experimentan durante la enfermedad de implantes de senos no es solo físico, también es emocional.
«Llegan las culpas y eso nos hace entrar en una mayor depresión, porque si no fuera por nuestras decisiones no estaríamos pasando esto. Te dices: Ojalá hubiera investigado más, pero para muchas no era tan fácil», dice Yuriria.
La doctora Paula Qualina explica que el Síndrome de Asia no es algo mortal, pero la calidad de vida baja tanto que algunas de las participantes del grupo que no pueden explantarse o que lo hicieron después de desarrollar enfermedades autoinmunes de las que todavía se están recuperando, dicen que ya no quieren vivir.
«Merecemos ser informadas de lo que puede llegar a suceder y nunca se nos dice eso. Siempre nos dicen que son para siempre, que son de por vida y que no causan ningún problema y es totalmente erróneo”, opinó Rocío.
La activista trans Natalia Lane opinó que no es una casualidad que esta enfermedad de la que se informa tan poco afecte sobre todo a las mujeres cis y trans:
«Hay un gravísimo tema de irresponsabilidad y de negligencia por parte de esta industria, porque es un mercado. Hay que llamar las cosas por su nombre, no es un tema de salud pública solamente es un tema de un mercado que demanda y constantemente está ofertando productos a costa de la salud de las mujeres».
Las razones por las cuales las mujeres cis y trans se operan
Son muchas las razones por las cuales las mujeres cis y trans deciden implantarse. En el caso de algunas mujeres trans las implicaciones de una cirugía de aumento de senos son distintas. Desde su experiencia, Natalia Lane lo describe como un ritual, algo que en la historia de algunas mujeres trans tiene un valor y también una mayor dificultad para alcanzar.
«Mujeres trans que yo conozco y de mi generación fueron mujeres que tuvieron que talonear en la calle y ejercer el trabajo sexual muchos años antes de poder pagarse su cirugía de aumento de mamas. Es un ritual incluso para travestis callejeras, reconocernos con aumento de mamas implicaba ser reconocida por otras mujeres. El camino es de mucha ilusión para nosotras, tiene un componente sumamente idealizado. Hay toda una performatividad, toda una experiencia muy situada de las mujeres trans en ese proceso», explicó en entrevista.
Natalia Lane tenía 18 años cuando inició su transición en la que también había una añoranza de operarse y sentía que eso iba a hacerla sentir mejor con ella misma, tener una mejor autoestima, pero el proceso fue agridulce. Si para las mujeres cis es difícil encontrar un cirujano o una cirujana con la sensibilidad necesaria para acompañarlas en el proceso, para las mujeres trans es todavía más complicado, pues se topan con situaciones discriminatorias.
Al iniciar su búsqueda, Natalia tenía senos pequeños y llevaba un tiempo en el tratamiento de reemplazo hormonal. En esa época, el 2014, había dos cirujanos muy conocidos entre la comunidad que atendían a mujeres trans, pero su práctica era insegura. Natalia hace hincapié en cómo las mujeres trans son más propensas a tener malas cirugías por la falta de opciones de médicos de calidad, recursos económicos o información.
«Mi caso fue particular porque afortunadamente he tenido la oportunidad de acceder a espacios universitarios en los que se habla de salud pública. Tenía todas las redes para atravesar ese proceso y aún así fue una experiencia un poco incómoda. Pero me dejó muchos aprendizajes. Por ejemplo, que todas estas expectativas que yo tenía volcadas en cuanto a los senos eran distintas a la hora de entrar al quirófano. Me di cuenta de que la autovaloración era un proceso mucho más complejo que tiene que ver con lo interno, cómo afrontar una sociedad que constantemente te dice que las mujeres trans no somos mujeres».
Antes de operarse nunca había escuchado hablar de la enfermedad de implantes de senos ni del Síndrome Asia. Fue hasta hace tres años que comenzó a escuchar a mujeres creadoras de contenido o artistas que compartían su experiencia al retirar sus implantes por identificar una serie de síntomas.
Natalia reconoce que hay algunos de los síntomas asociados con esta enfermedad que también tiene, pero no está segura si se debe a los implantes o a otra cosa.
Hace poco más de un año escuchó el caso de Brenda Zambrano, una influencer del reality show Acapulco Shore, contando su experiencia después de retirarse los implantes. En el video, Brenda nombra al doctor que le hizo la cirugía: el mismo que operó a Natalia en una clínica de Polanco en la Ciudad de México.
«He podido identificar que tengo un problema en mi implante izquierdo y que tarde o temprano tendré que someterme a una cirugía para poder retirarlo o cambiarlos o hacer lo que yo decida hacer con eso. Es un proceso que no es de la noche a la mañana».
El riesgo de desarrollar la llamada enfermedad de implantes de senos no depende de la marca, ni del volumen o la talla, de si son lisos o texturizados, sino de cómo responde a ellos cada cuerpo. Hasta ahora lo que se sabe es que el material de los implantes es de polímeros de silicio que recibe un tratamiento con algunos tipos de metales pesados para que quede gelatinoso.
Ante esta información es inevitable la pregunta: ¿vale la pena hacerse un implante mamario? La especialista Paula Qualina responde:
«Para la medicina y para la vida en general, una tiene que evaluar el riesgo y el beneficio… Eso siempre será una decisión muy personal sobre el propio cuerpo, son situaciones que solamente las puede evaluar la persona que va a pasar por la cirugía y cualquiera que sea la decisión que ella tome va a ser la correcta con decisiones informadas».
Enfermedad de implantes de senos, ¿cuáles son las alternativas?
Todas las entrevistadas coinciden en reclamar su derecho a la información y educación pre-quirúrgica, a saber cuáles son los riesgos verdaderos a los que se enfrentan y el reconocimiento de su propia experiencia sin esperar a que un grupo de expertos la avale. Ellas han encontrado en el testimonio de otras sobrevivientes el diagnóstico que ningún especialista supo darles.
Existen alternativas a los implantes como las técnicas autólogas, reconstrucciones con tejidos o grasa propios, más utilizadas después de mastografías. Aunque también este procedimiento tiene sus ventajas y desventajas, y se logran prótesis pequeñas.
En el caso de algunas mujeres trans, es posible que las mamas crezcan a partir del tratamiento hormonal. Natalia Lane lamentó que decisiones que tendrían que hacerlas sentir plenas y realizadas, terminen colocando a mujeres en situación de vulnerabilidad y peligro:
«No solo tiene que ver con lo estético, tiene que ver con un tema identitario, con la salud mental y emocional. Esto no significa que las cirugías plásticas sean malas y que todas las personas trans necesiten someterse a un aumento de mamas, sino que debe ser una decisión genuinamente pensada y que venga desde el corazón y desde su propia experiencia y trayectoria de vida. Y las sobrevivientes que hemos pasado por implantes de mama y nos han dejado secuelas, tendríamos que abandonar la culpa. Las decisiones que tomamos las tomamos porque en ese momento creímos que era lo mejor para nosotras. Pasemos página, habitémonos de otras formas», puntualizó.