Platicamos con cinco mujeres integrantes del Movimiento de Personas con Discapacidad. Además de un llamado a cuestionar los mitos, estigmas y prejuicios sobre las personas que viven con alguna discapacidad, hablan de lo importante que es la escucha y la empatía para la inclusión.
El 3 de diciembre es el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. En Malvestida, organizamos una sesión de fotos y charla con cinco mujeres integrantes del Movimiento de Personas con Discapacidad: Galle Audelo, Jess Aguilar, Enory García, Digna Canales y Fer.
Durante la conversación, nos platicaron sobre la importancia de derribar los mitos y prejuicios que aún existen sobre las personas con discapacidad, como que no pueden trabajar, estudiar, enamorarse, tener una vida sexual…
Desde sus lugares y discapacidades diversas, también hicieron un llamado a la escucha y la empatía. «Lo más importante es romper la barrera del miedo, acercarse con confianza y preguntar qué es lo que el otro necesita y escuchar», dijo Galle Audelo, ella tiene baja visión y es periodista de profesión.
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Este año, el tema del Día Internacional de las Personas con Discapacidad (IDPD) es «Liderazgo y participación de las personas con discapacidad en la construcción de un mundo postcovid inclusivo, accesible y sostenible».
Y es que la pandemia agudizó e incluso expuso aún más las desigualdades existentes. En México, más de 20 millones de personas viven con discapacidad, de acuerdo con el Inegi, y enfrentan infraestructura deficiente, discriminación laboral y diferentes tipos de violencia capacitista.
La violencia capacitista es la «discriminación y el prejuicio social contra las personas con discapacidad, basado en la creencia de que las habilidades típicas son superiores», de acuerdo con la organización Access Living. En esta publicación les contamos cómo identificarla y evitar reproducirla.
Con lo que Galle, Jess, Enory, Digna y Fer nos contaron, enumeramos cuatro cosas que es importante saber acerca de la discapacidad para cambiar la narrativa de mitos y estigmas.
1. Un mundo más incluyente nos beneficia a todas, todos y todes, no solo a las personas que tienen una discapacidad.
A veces creemos que tener infraestructura más incluyente solo benficiaría a las personas usuarias de sillas de ruedas, por ejemplo. La realidad es que no es así. Todas las personas, en algún momento de su vida, podrían adquirir alguna discapacidad, o incluso la vejez misma podría ser discapacitante.
«No tenemos en mente que todos estamos propensos a adquirir una discapacidad», dijo Jess, una arquitecta que vive con disautonomía, un síndrome que afecta al sistema nervioso autónomo causando varios síntomas como presión baja, náuseas, dolor.
«Cuando adquieres una discapacidad, hay un duelo pero hay una vida después de, puedes adaptarte a tu nueva condición de vida. Desafortunadamente tú tienes que adaptarte el mundo, aunque debería ser al revés», agrega.
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Y no se trata solo de infraestructura, sino de concientización y sensibilización acerca de las diferentes discapacidades que existen y dar pasos hacia la inclusión. Enory, diseñadora que vive con discapacidad auditiva, cree que se deberían dar clases de lengua de señas mexicanas desde la Educación Básica.
«Que (la inclusión) empezara en la escuela, que nos enseñaran braille, lengua de señas, y aprender a sensibilizarnos y tratar a una persona con discapacidad intelectual, que creo que son las que más sufren», opina Galle.
2. No todas las discapacidades son evidentes a la vista.
De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 del Inegi, aproximadamente el 48% de las personas que viven con alguna discapacidad en México no pueden caminar, subir o bajar escaleras y, generalmente, son usuarias de sillas de ruedas.
Si bien esta podría ser la discapacidad más visible, también existen las discapacidades invisibles, aquellas que no pueden verse a simple vista y que pueden poner en un mayor riesgo de vulnerabilidad a quienes las viven.
«También está la creencia de que la discapacidad siempre es muy evidente y no es así, existen discapacidades invisibles, como la mía (baja visión)», explica Galle. O la discapacidad auditiva, como la que tiene Enory.
Algunas condiciones mentales graves y enfermedades también pueden causar discapacidad y no necesariamente ser visibles.
Además, la «la discapacidad puede ser muy cambiante día a día», dice Jess. Ella, por ejemplo, a veces usa bastón en lugar de la silla de ruedas y sus malestares físicos causados por la disautonomía varían. Cuenta que a veces la gente no le cree o, incluso, gente que solo la había conocido en silla de ruedas la felicita por ya poder caminar al verla con bastón.
3. Preguntar y escuchar para enfrentar los mitos y ganar empatía.
«En la calle hay muchas personas que te quieren ayudar, pero nunca te preguntan cómo. A veces, en vez de ayudarte te perjudican más. Por eso es muy importante preguntar ‘¿cómo te ayudo?’, ‘¿qué necesitas?’», dice Digna, quien también cuenta que a la par de esto ha tenido que aprender a que no le importen las miradas de la gente por ser una persona de talla baja.
Muchas personas ven la discapacidad como algo lejano, en medio de discursos capacitistas llenos de asistencialismo, condescendencia y también temor por no saber cómo actuar, pero «las discapacidades no son una razón para sentir lástima por el otro, ni una barrera para acercarte a las personas o algo a lo que debamos tenerle miedo», indica Galle.
Y agrega: «Lo más importante es romper la barrera del miedo, acercarse con confianza y preguntar qué es lo que el otro necesita y escuchar».
A Enory continuamente le ha pasado que la gente no nota su discapacidad y que hay una exigencia sobre ella en lugar de escuchar sus necesidades. «La gente cree que el sordo debe utilizar aparatos auditivos, aprender a hablar, escribir bien. ¿Y qué queremos nosotros? Inclusión y empatía».
Por eso es importantísimo preguntar y escuchar lo que las personas con discapacidad necesitan o quieren decir.
4. La discapacidad no es…
«Las discapacidades no son una limitante, sino una forma diferente de vivir», dice Jess.
«Las discapacidades no son una razón para sentir lástima por el otro, ni una barrera para acercarte a las personas o algo a lo que debamos tenerle miedo»: Galle.
«A veces sería padre que no nos dijeran que somos personas con discapacidad, sino simplemente personas»: Digna.
«Dar por hecho que una persona con discapacidad se debe quedar en su casa y no, tenemos una independencia, una vida propia»: Jess.