Las tres muertes de Marisela Escobedo es un nuevo documental que se ha calificado como «imperdible» o «necesario», ¿será que pueda hacer cambiar de opinión a quienes creen que las feministas exageramos?
¿Cuánto tiempo llevamos que nuestra realidad es una película de horror apenas soportable?
La mal-llamada “guerra contra el narco” (porque no fue un enfrentamiento entre dos Estados sino una frase para justificar el uso de la fuerza militar contra la población en general) dejó fuertes secuelas dentro de nuestra cotidianidad que nos negamos a procesar.
Nos decimos “ya pasó”, seguimos adelante. No miramos atrás, pretendemos olvidar las infinitas historias de horror que ocurrieron en ese periodo (2006 a 2018, pero todavía persisten algunas estrategias). Tampoco hablamos mucho de cómo esta violencia aumentó la misoginia y los asesinatos de mujeres.
A la fecha, 10 mujeres son asesinadas al día, y el 97% de estos asesinatos quedan impunes. Hace ya dos décadas, en Ciudad Juárez, mataron a tantas mujeres que se empezó a popularizar el término “las muertas de Juárez” para referirse a esos eventos. De ellos surgió la necesidad del término jurídico de “feminicidio”.
La lucha de las mujeres es pedirle a la sociedad que se indigne
Todo esto ya lo sabemos. Quienes somos feministas y llevamos años (o meses, no shame) siguiendo los casos, los hashtags con los nombres de mujeres y niñas desaparecidas o asesinadas. Sabemos por qué es necesario el término de feminicidio, que la justicia en México es un circo. Y que, por mera suerte, cualquiera podría ser la siguiente.
Salimos a marchar y exigir justicia, a exigir cambios estructurales y a demandar que se nos respete y nos dejen vivir tranquilas. Buscamos, de todas las formas posibles, convencer a otras personas de que nuestra lucha es válida y necesaria, apelamos a la empatía de los demás para convencerles.
“Podría ser tu mamá, tu hermana, tu novia, tu amiga”. Apelar a la empatía es una estrategia riesgosa. Pedirle empatía a quienes rara vez se preocupan por alguien más es pedirle que salga de su zona de confort y se preocupe por algo mucho más grande que sí, que se indigne con problemas sistémicos que tomarán décadas y generaciones resolver.
Las tres muertes de Marisela Escobedo
Entra aquí el cine documental. Este género está teniendo un gran auge en México, con películas que exponen las limitaciones del Estado y del sistema jurídico con distintos casos de investigación, generalmente inconclusos. Y, con eso, le piden a la audiencia que se preocupe por estos temas.
Las tres muertes de Marisela Escobedo es un documental que busca apelar a la empatía de las personas ante la crisis de feminicidios y la grave situación de impunidad. Producida y distribuida por Netflix, es la primera película de Carlos Pérez-Osorio, y presenta la lucha de Marisela Escobedo, enfermera y empresaria que se convirtió en activista social tras la desaparición y muerte de su hija, Rubí, en 2008.
Además de salir a marchar y protestar en Chihuahua y en CDMX, Escobedo siguió todas las instancias legales para buscar justicia para su hija. Su activismo la convirtió en una inspiración dentro de Chihuahua y en todo el país.
Sus palabras (“yo quisiera que el feminicidio de mi hija fuera el último de esta ciudad”) retumban en todo el país y la mantienen con vida, más allá de su asesinato en 2010.
Con entrevistas a sus familiares, colaboradores y figuras judiciales que participaron en su caso, el documental reconstruye la vida de Marisela y de Rubí y su significado para las luchas feministas.
¿Es un documental “imperdible”?
El problema, para mí, es que cansa mucho estar saturada de información y sentimientos de rabia e impotencia. Y cansa mucho tener que depender de un documental (o serie o película) para ver si así le brota una semilla de empatía a quienes se han burlado o no toman en serio las protestas por justicia.
Sí, es importante este trabajo de documentación y rescate del olvido, en especial cuando todo alrededor nos demanda que nos enfoquemos en otros temas o distracciones. Es importante apoyar el cine nacional, más en tiempos tan inciertos, más si la película en sí está enfocada en historias sobre mujeres.
Pero, ¿qué tan adecuado es depender de mostrar el dolor ajeno para convencer a la sociedad de que las luchas valen la pena? ¿Cuánta crudeza tenemos que mostrar en pantalla para ver si así se les mueve el corazón?
Si alguien piensa, sinceramente, que las marchas y protestas contra feminicidios son una pérdida de tiempo y franca exageración, ¿qué tanto puede cambiar su perspectiva con un documental?
Con la ficción y realidad llena de mujeres asesinadas, es muy cansado que nos digan que es “necesario” ver algo más sobre feminicidios.
Quizás tener Las tres muertes de Marisela Escobedo disponible en la plataforma de streaming más popular del país puede servirle a quienes no estén muy enterados de la crisis de feminicidios en México (¿bajo qué piedra se habían escondido?), pero si la violencia es tu día a día, no es imperdible ni necesario que sufras viendo una película tan difícil.
Espero que el arte logre encontrar otras maneras de rescatar las historias de terror que nos hemos guardado. Pero sobre todo espero que logremos reconstruir y reinventar para que, algún día, otras personas vivan sin miedo.