Soy extrovertida y muy sociable. Siempre he podido leer bien a la gente y hacer amistades fácilmente. Por eso cuando comencé a tener un problema de ansiedad social, no sabía qué hacer. Era muy extraño que yo le huyera a entornos sociales. Era muy extraño que no quisiera ver gente, que no quisiera salir de mi casa.
Cuando tienes depresión y ansiedad tienes que acostumbrarte a que cuando estás en crisis, eres tú pero con otras características. La primera víctima de mi ansiedad fue el trabajo. La segunda víctima de la depresión ha sido mi relación de pareja. La tercera han sido definitivamente mis relaciones con otras personas. Pasé de ser esa persona que nunca falta a nada a ser la que cancela todo y a último minuto. Me convertí en lo que más me chocaba.
Y es que de verdad, todo cambia cuando estás en crisis. No es que no tengas muchas ganas de ver a tu amiga que tiene meses que no ves. Es que no tienes la energía.
Cancelando planes…
La ansiedad ocupa tanto de tu energía mental, que hacer cosas sencillas como comer y bañarte se vuelven esfuerzos importantísimos, así que si te cuesta trabajo hacer cosas para existir, por supuesto que no vas a tener energía para convivir. La cosa es que no todo mundo sabe cómo tomárselo.
A veces no tienes la energía para explicar por qué cancelas, así que te inventas una excusa más comprensible. “Tengo gripa”, “me salió una cosa del trabajo” y ya, con esa excusa tu gente entiende y reagendan. ¿Pero qué pasa cuando ya es la segunda o tercera vez que cancelas? ¿Ahora qué?
Hablar sobre mi ansiedad
Lo que yo he encontrado que me funciona es: encontrar el tiempo para hablar con mis amistades cercanas sobre mi proceso y lo que me pasa.
Intento explicar qué me sucede cuando tengo ansiedad, cómo todo se vuelve mil veces más complicado. Les explico que cuando tengo un mal día, hasta levantarme de la cama en la mañana se vuelve imposible. De esta manera, mi gente entiende que no se trata de no poderles ver, se trata de sobrevivencia.
Un filtro de amistades
Otra cosa que he encontrado es que tener depresión y ansiedad es un gran filtro de amistades. Hay quienes entienden y hay quienes no.
Quienes no entienden poco a poco se van. Se cansan de que pongas excusas. Y se vale, las amistades no tienen por qué cargar con nuestras crisis. Es válido que se vayan y pongan límites. Pero quienes se quedan usualmente hacen su tarea. Investigan poquito. Aprenden a lidiar contigo.
Cómo funciona la neurodiversidad
Tener una enfermedad mental como depresión y ansiedad en ningún momento es carta blanca para ser una persona culera. Una debe responsabilizarse de sus acciones en todo momento. Pero sí hace que las cosas no sean cuestión de blanco o negro. Y sí nos hace requerir un poquito más de empatía.
Quienes se quedan hacen el esfuerzo de por lo menos entender cómo funciona la neurodiversidad y por eso les terminas queriendo mucho más.
La lección más grande
Creo que la lección más grande que he aprendido en torno a mis relaciones de amistad con mi depresión y ansiedad es a ser caritativa con otras personas que atraviesan lo mismo.
Odiaba que me cancelaran a último minuto y ahora que yo soy quien cancela a veces, entiendo. He enmendado amistades y dejado ir a quien no pueda. Porque sí soy buena amiga, sí valgo mucho la pena, sólo tengo depresión y ansiedad y me cuesta un poquito más socializar, pero quiero con todo el corazón.