Estás en la comodidad de tu cama, buscando algo excitante en la computadora. En tu servidor de confianza (ojalá sea alguno de porno feminista) le adelantas al video porque sientes que no te está prendiendo demasiado. Ves a hombres desnudos y te da flojerita. Le adelantas. Luego a una pareja dándose amor y placer, poco estimulante. ¡Siguiente! Pero llega una escena donde aparece una mujer morena, con unos senos atónitos (como decía García Márquez) metiéndose desnuda a la regadera para bañarse. Entonces te olvidas de adelantarle, al contrario, le pones pausa, cámara lenta y luego hasta le regresas para verla nuevamente.
¿Qué pasó ahí? Porque si de algo estás (¿estabas?) segura es de que eres heterosexual, tienes novio y siempre te han gustado los hombres. A pesar de haber tenido oportunidades de mantener relaciones sexuales con mujeres, simplemente no se te antojó. ¿Entonces? ¿Por qué ahora te encuentras disfrutando tanto de ver a una mujer desnuda dándose placer?
Esta situación le ha pasado a varias mujeres con las que hemos conversado. De ahí surgió la necesidad de entender un poco más este fenómeno y que no se quede en que tal vez somos lesbianas (que no tendríamos problema, pero no lo sabíamos). Así que buscamos una explicación lógica a estas sensaciones fogosas que antes nos daba pena reconocer… pero no más.
Esos grados de homosexualidad
En nuestra investigación dimos con algo llamado «escala de Kinsey», creada por el biólogo Alfred Kinsey a finales de los años 40. Esta establece siete diferentes grados de comportamientos sexuales. Cada ser humano puede ubicarse dentro de esta escala dependiendo de su historial sexual o de los episodios de su actividad sexual en un tiempo dado.
La escala va desde 0, donde se es exclusivamente heterosexual, hasta 6, donde están los exclusivamente homosexuales. Esta gradación en la orientación sexual, establece grados de bisexualidad y hasta una X, donde se ubican las personas asexuales.
Y así ubica a los grados de sexualidad:
0. Exclusivamente heterosexual
1. Principalmente heterosexual, con contactos homosexuales esporádicos.
2. Predominantemente heterosexual, aunque con contactos homosexuales más que esporádicos.
3. Bisexual.
4. Predominantemente homosexual, aunque con contactos heterosexuales más que esporádicos.
5. Principalmente homosexual, con contactos heterosexuales esporádicos.
6. Exclusivamente homosexual.
Lo que comprueba esta escala es la vida misma. Donde entre el negro y el blanco hay muchos tonos de grises. Así como hay quien dice ser 100% hetero y homosexual, hay mujeres hetero que tienen un poco de lesbianismo.
¿Podríamos ser lesbianas o bisexuales?
Algo que reconocemos quienes tuvimos esta duda es que el cuerpo femenino nos resulta visualmente más atractivo que el de los hombres. Sin embargo, esto no era razón suficiente para aclarar la incógnita, pues esto va más allá de la estética.
Por eso, fuimos también a preguntarle a César Galicia, psicólogo y sexólogo. Le confesamos nuestras dudas y muy amable nos respondió que esto de que nos prenda más ver mujeres desnudas que hombres en el porno no significa que hayamos dejado de ser heterosexuales.
«Parece ser que es porque el porno hetero suele ser muy violento y centrado en el coito y goce masculino, mientras que en el porno lésbico se enfocan en el placer de, pues, las mujeres».
Algo que nos gustó mucho saber es que, según César Galicia, hay una parte de identificación con las actrices, parte disminución de la violencia. De ahí que el porno donde se observan experiencias sexuales más reales y apegadas a lo que vivimos, nos «llegue» más.
«Creadoras de porno feminista como Erika Lust han explorado (con bastante éxito) también, el crear porno que sea más ‘estilizado’ y ‘narrativo’ que el porno hetero convencional. Esto parece que funciona porque el deseo de las mujeres, la mayoría de las veces, no es algo que surja ‘súbitamente’, más bien, que se construye en contexto y poco a poco (lo cual, también parece ser que es una cuestión más cultural que biológica)», explica César.
La diferencia entre el deseo y la acción
Ok, entonces ya sabemos que es sumamente normal que las que nos consideramos hetero no lo seamos 100%, pero esto tampoco nos lleva a ser homosexuales 100%, pues hay matices. Entonces surge otra duda… Si vemos a una mujer desnuda y nos excita, ¿quiere decir que dentro de nosotras queremos una experiencia mujer-mujer?
Y César, con su sabiduría nos expone que hay dos factores aquí:
1. Algo puede excitarles mentalmente sin que necesariamente quieran llevarlo a la realidad. Puede que sí exista algo de bisexualidad en las fantasías, sin que eso signifique que les atraiga la posibilidad real y material de estar sexualmente con una mujer. Ya le toca a cada mujer descubrir si es algo que le gustaría cumplir o no; si su atracción también se da en la realidad o solo en la pantalla.
2. También es cierto que la sexualidad de las mujeres es muchísimo más fluida y que la heterosexualidad pura es rarísima. O sea: pueden ser heterosexuales con una «pizca» de bisexualidad. En la escala de Kinsey quizás no sean un 0, pero sí un 1 o un 2… y ser heteroflexibles, bicuriosas o bisexuales.
Para saber en qué escala está cada quien hay solo una respuesta: intentarlo y averiguarlo. Fin del comunicado.