Este puede ser el mejor regalo de Navidad para una mujer… y dura toda la vida

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Foto. Kira auf der Heide

El otro día, en una cena prenavideña con mis amigos, me vi reflejada en mi madre y en mis tías. En mi familia es usual que las mujeres preparen la comida, pongan una mesa impecable, sirvan la comida, se levanten si hizo falta sal, azúcar, pimienta, cubiertos, cada vez por cada cosa mientras su comida se enfría. De hecho, aún en cenas informales, mi madre siempre se coloca en el asiento más cercano a la cocina para hacer menos tiempo de esta a la mesa donde todos comemos.

Y así me vi con mis amigxs. Mi amiga con la que vivo y yo éramos quienes llevábamos la comida a la mesa, quienes preparaban la ensalada, las que servían el ponche… todo. Es verdad que parte fue por ser anfitrionas, pero mi madre y mis tías se vuelven anfitrionas donde sea. Siempre se les ve lavando platos, atendiendo invitados, limpiando cosas que cayeron al piso… Y en Navidad y Año Nuevo es exactamente lo mismo.

En un grupo de WhatsApp, donde solemos comentar este tipo de cosas, una de ellas compartió un video. A muchxs nos resultó muy divertido, pero al final coincidimos en que daban ganas de llorar.

Se trata de un supuesto comercial que vende un “sentador de madres”. Un servicio de tecnología al servicio de la igualdad. Es un invento que obliga a las mujeres a quedarse sentadas en la mesa mientras alguien más —un hombre, por ejemplo— va por lo que hace falta en la mesa, atiende a los invitados, recalienta la comida, va por el agua, las servilletas, más vasos y lo que sea necesario.

“La Navidad es la época ideal para disfrutar de toda la familia junta, en torno a la mesa. Pero hay alguien que siempre falta: nuestra madre. SENTADOR DE MADRES, llega para acabar con esta situación y conseguir que todos levantemos el culo de la silla. Pásalo sutilmente por el grupo de WhatsApp familiar. A ver si tu cuñado se da por aludido”, explican las creadoras de este video.

Un regalo para una mujer en Navidad… y toda la vida

Para esta cena de Navidad y Año Nuevo, pero también para todas las que están por venir, un gran regalo es cambiar un poco los roles y propiciar la igualdad de género. Tal vez por los años de educación de “mujeres al servicio de la comunidad”, el cambio no sea tan sencillo de lograr.

Pero, ¿qué tal si esta vez, cada que tu madre (o la mujer que sea) se levanta por algo que otra persona pidió, tú le pides —con toda educación— a tu primo que vaya él? ¿Qué pasaría si le dices a tu padre/tío/hermano que esta vez, cada que tu madre quiera pararse por algo de la cocina, él la detenga y vaya él? ¿Sería buena idea hablarlo en muy buen plan y decir que esta vez las mujeres mayores no serán quienes atiendan a todos? ¿Qué tal que de ahora en adelante no sea solo una persona la que tiene que comer en abonos o recalentar su comida fría por estar de pie al pendiente de los demás?

Se volvería un círculo vicioso si ahora el rol de la madre lo toma otra mujer más joven. Lo ideal es que no sea una sola persona quien lleve toda la carga, sino que esta se reparta.

Tal como funciona el feminismo, esta idea de colaboración en una comida familiar no es hacer menos a los hombres. Se trata de pedir igualdad. También, tal como sucede en las sociedades actuales (o la mayoría de ellas), las mujeres no debemos acostumbrarnos a perpetuar la desigualdad. Se vale pedir ayuda a los hombres que están conversando con la copa de vino en el sillón de la sala. Es válido decir que alguien vaya a la cocina por lo que hizo falta en vez de que la primera opción sea levantarse. Es posible disfrutar un momento juntos donde nadie se quede con su cena fría.

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