#TuAyudaSíLlega, reunimos algunas historias de solidaridad durante el sismo

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Una misma causa, muchas formas de ayudar. Después del sismo ocurrido el pasado 19 de septiembre, la solidaridad es una de las acciones que más se ha extendido entre la tragedia.

Y para no olvidar que también los desastres pueden dejar historias motivadoras, entre los derrumbes y los albergues reunimos algunas que nos inspiran a seguir adelante con la ayuda a los mexicanos que lo necesitan.

Daniel, publicista, 29 años

La gente es lo que me motiva a ayudar. Justo después del sismo, fui a mi casa para ver cómo se encontraba. No había pasado ni una hora del terremoto y al caminar por la ciudad vi que ya había personas ayudando, mucha gente organizándose. Jóvenes, ancianos, oficinistas, artistas, todos.

No lo pensé mucho —hasta ahora que me lo preguntas—, pero creo que también hubo algo de instinto, algo que nace en el estómago que no es «quiero ayudar» sino «debo ayudar». Saber que yo estoy bien y que había mucha gente que no. No sé, un montón de cosas.

Primero junté todo lo que tenía en casa que podía servirle a la gente. Llevé cobijas, agua, papel de baño y algunos medicamentos. En el centro de acopio me puse a auxiliar a los que traían cosas y a clasificar los víveres.

Después me fui a otro centro de acopio donde estaban pidiendo manos, hice un poco lo mismo. Ya luego quise irme a mi casa a comer y, en el camino, vi más gente que necesitaba ayuda, entonces me quedé un rato más con ellos. Al día siguiente fui a La Universidad La Salle a ofrecer mi ayuda y a donar más medicamentos y material de curación.

El primer día, cuando estaba cargando cubetas llenas de botellas de agua vi algo que me conmovió casi al punto de quedarme parado y llorar. No lo hice porque había gente que estaba detrás, en fila, también cargando cubetas como las que yo tenía. Frente a mí, vi a un chico, tendrá unos 12 años. Traía cubrebocas y cargaba alimentos enlatados. Se le veía concentrado y feliz de ayudar. No me conmovió que apenas pudiera cargar lo que llevaba ni su corta edad ni su enorme voluntad, sino que ese chico estaba sufriendo evidentes secuelas de una quimioterapia y así ayudaba a otros a cambio de nada.

Adíram, sociólogo, 32 años

Mi experiencia en el temblor no fue más que un susto. Después al oír noticias sobre derrumbes de edificios en varios puntos de la ciudad me di cuenta de la gravedad de la situación y me sentí muy inútil quedándome en casa escuchando desgracias sin hacer nada al respecto. Como habitante de la ciudad, joven, sano y con conciencia social no pude no salir a ver en qué podía colaborar.

No había luz, por lo que los semáforos no servían y ya había gente haciendo de policías de tránsito ordenando el crucero de Insurgentes y Ayuntamiento. Esas pequeñas acciones son muy valiosas para que la ciudad se agilice en tiempos de caos.

Salí rumbo a la colonia Del Valle a ayudar con lo que pudiera. Es un poco difícil llegar a los derrumbes porque la información sobre estos puntos en el momento era confusa. Ya en Petén y Zapata se veían la gente sacando cascajo de una camioneta de mudanza que entraba y salía del derrumbe.

Fue poco lo que pude hacer, solo formar parte de la cadena que sacaba el escombro de un camión de mudanza. Los que estaban a cargo nos dijeron que podíamos ayudar relevando a los que estaban en el derrumbe a las 8:00 pm. Cerca de las 8:00 ya había como 300 personas listas para entrar a ayudar, pero nos dijeron que por órdenes de la Marina iba a ser el cambio hasta las 11:00 pm. Así que volví a casa porque no tenía certeza si me iban a dejar ayudar y porque mi esposa no sabía de mí y no quería preocuparla.

Al otro día fui a el centro de acopio instalado en el deportivo Villa Olímpica donde también había mucha gente haciendo cadenas humanas para pasar los víveres que llevaban personas en las cajuelas de sus autos o camionetas para albergues fuera de la ciudad. La fila de coches también era muy larga, había tanto camionetas de lujo llenas como autos modestos con cosas para donar. Otras personas llevaban víveres a pie.

Era impactante ver tanta gente dispuesta a ayudar: hombres y mujeres, jóvenes, viejos, niños, grupos scouts, grupos religiosos, etc. Todos formando un solo bloque, trabajando horas sin parar.

Fernanda, 32 años, diseñadora

Me ofrecí a ayudar antes de saber que un amigo de mi hermano había muerto electrocutado y que el esposo de una amiga había quedado atrapado en unas escaleras. Yo ayudo por la impotencia de ver a la gente desesperada intentando encontrar vidas abajo de los escombros… por solidarizarme y pensar si a mí o mi familia le hubiera pasado, porque me gustaría recibir apoyo para una situación así.

Fue difícil escuchar que gritaban por ambulancias y pedir silencio al mismo tiempo para evitar vibraciones y que se cayeran edificios (como en la calle Obrero Mundial). Me tocó ver que fue mucha gente muy organizada en las brigadas y mucha otra que está ahí pero no saben bien qué hacer.

Estuve en varios puntos apoyando, fui a la calle Álvaro Obregón, a Jardín Pushkin y Gabriel Mancera, mi labor fue hacer paquetes de agua embotellada y cadena de víveres.

Foto. Fernanda Cano

Marina, 34 años, diseñadora

Con la desesperación por todos lados, estando en casa cuidando a mis bebes, viendo las noticias sentí la necesidad de salir corriendo a dejar baterías en la noche para ayudar a que las lámparas continuarán iluminando a los rescatistas, pero no podía dejar sola a mi mamá con mis gemelos por el miedo de una réplica. Entonces, busqué la forma de ayudar tratando de conectar información.

Si alguien preguntaba a dónde ir a ayudar y yo sabía de algo, lo mandaba a esa persona y así… Después alguien me compartió que desde casa podía donar en Amazon y sentí que era una forma más sencilla de hacerlo para mí. Compré artículos en la wish list de la Cruz Roja Mexicana como cables cargadores de celular, leche para bebé y, finalmente, pañales, pensando en mis bebés y los pequeños que no tienen nada.

En mi pensamiento, esa donación mínima que hice fue a nombre de mis dos hijos y para los bebés que merecen tener al menos un pañal limpio. Sentí alivio, pero al mismo tiempo impotencia, ya que es casi nada lo que puedo hacer estando en casa. Creo que es muy valioso lograr que mis hijos estén tranquilos y educarlos para que en un futuro sean ellos los que salgan a ayudar, es lo que puedo hacer, crearles empatía y necesidad de aportar algo.

Octavio, 39 años, experto en finanzas

Trataré de poner en palabras lo que solo encuentro forma de explicar con emociones, dolor de estómago, falta de aire y lágrimas…

Primero que nada, amo a mi país por sobre todas las cosas, porque desde pequeño aprendí a gritar y sentir un «¡Viva México!» cuando lo grito, haciéndolo desde el fondo de mi corazón y juntando todo el aire posible, como si México me pudiera escuchar, y de alguna forma siempre me ha escuchado, porque amo a mi patria.

Segundo, la vida me ha dado mucho, su último regalo fue que toda mi familia esté bien ante un evento de tales proporciones como este terremoto, es un regalo imposible de dimensionarlo, imposible de agradecer y también imposible de olvidar, siento que algo me corresponde devolverle a esta vida.

Tercero, ojalá la vida me siga tratando lo bien que lo ha hecho, pero si un día no lo hace, me gustaría que alguna persona que ni siquiera conozco me ayudar sin pedirme nada a cambio, simplemente por el sencillo propósito de ayudar, por amor a la vida.

Cuarto, porque no hay forma que me quede sentado frente al televisor viendo noticias y saber que tengo agua, pilas, toallas, ropa… que puedo ir a comprar comida, mangueras, extensiones, guantes, lámparas, chalecos… cualquiera cosa que me fuera posible, porque además daba gusto no poder comprar más porque ya se había acabado el inventario, porque había más gente que estaba tratando de apoyar… porque no nos podemos quedar sin hacer nada.

Finalmente, quiero que mi hijo sea considerado y entienda el dolor de otras personas, que la necesidad de otros nos puede doler y nos corresponde hacer algo. Aunque él ahorita no se da cuenta completamente de lo que sucede, sé que estas acciones las siente en su corazón y sabe que estamos tratando de ayudar a personas que están atravesando por una tragedia terrible, porque amo a mi hijo profundamente y me siento infinitamente agradecido de que esté bien y pueda sonreír y jugar.

Una mezcla terrible de emociones, manejar por mi ciudad y ver gente en la calle ayudando, coordinando, controlando el tráfico, comprando cosas, organizando donaciones, cantando goyas… ver edificios derrumbados, edificios a punto de colapsar, calles cerradas, olor a gas, dolor en la cara y en los corazones de mi México… fue demasiado duro, una experiencia profundamente dolorosa.

Solo puedo decir que al llegar a mi casa rompí en llanto, abracé a mi hijo intensamente y le expliqué por qué estaba llorando, él necesita saber lo que está sucediendo, mi esposa me abrazó. Me duele mucho por lo que estamos pasando… pero volveremos a estar de pie porque así somos los mexicanos, somos chingones de a madres y nos vamos a levantar.

Alejandro, Sicólogo, 26 años

A mí no me motivó una convocatoria, ni un llamado, más bien la conciencia de tener una vida sumamente privilegiada; me motivó mi casa, mi familia, mi historia, mi vida en general que la considero súper privilegiada.

Lo dice Siegel, lo único que realmente puedes dar es dar de ti, y eso quería dar de mi a quien es menos afortunado que yo, dar de mi tiempo, de mi fuerza, de mi energía y mi conocimiento.

Ayudé de varias maneras: desde acarreo de víveres, de donativos, apoyo a médicos y enfermeros en la organización de medicamentos, apoyo a personas en crisis por fallecimiento de familiares, apoyo en la coordinación de brigadas.

Me tocó caminar por Xochimilco, ver la pobreza, ver la necesidad previa en esa región. Sentí miedo porque la gente está muy necesitada, pero desde antes; llegar con material a veces es riesgoso porque la gente se aglutina y sabes que la ayuda escasea y tienes que aprender a decir «no» cuando es necesario.

 

Si quieres contarnos tu historia, todas son bienvenidas en Malvestida.

https://malvestida.com/blog/2017/09/fuerza-mexico-10-ilustraciones-compartir-darnos-fuerza-estos-momentos/

 

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