Confesiones de una modelo en Nueva York

Compartir

Es invierno en Nueva York. Son las 10 de la mañana y Ana* ya asistió a cinco castings de los 14 que le esperan en el día. Con su metro setenta y ocho de estatura camina, acelera el paso y se sube y baja del metro para recorrer la Gran Manzana. Sabe que hay más mujeres que, como ella, buscan un lugar en las pasarelas internacionales de Fashion Week, por lo que llegar a tiempo a cada audición es fundamental.

Lleva una mochila con un par de tacones, dos manzanas, algunas almendras, perfume, desodorante y un iPad con su book de fotos. Para muchos su vida es un sueño hecho realidad: es modelo profesional y se cotiza en la ciudad de las oportunidades. Sin embargo, las cosas no siempre son tan glamorosas como parecen.

Recién llega al casting, Ana, que vive en un departamento con otras modelos, se quita las capas de abrigos y suéteres que la protegen de los -20 grados Celsius del exterior. Se enfunda en un vestido corto que deja en evidencia cada perímetro de su delgado cuerpo, se calza los tacones y se forma junto a otras 10 chicas igual o más delgadas que ella.

Confesiones de una modelo

El autoestima y la cordura se ponen a prueba cuando eres observada por un grupo de personas que te analiza a detalle de arriba a abajo. “Mido 1.78m, peso 53 kilos y ha habido ocasiones en las que salgo de los castings sintiéndome como un cerdo”, me cuenta. Y es que en esta profesión en donde menos es más –literalmente­– el ideal de cuerpo perfecto dista de ser uno torneado, balanceado o saludable, y las oportunidades de éxito son una moneda echada al aire.

“Obviamente si tienes un apellido famoso (Jenner, Hadid, Depp) ya tienes un lugar asegurado, pero cuando eres una del montón esta carrera requiere mucho trabajo y constancia… y también algo de suerte. Puedes hacer 300 audiciones durante las semanas previas a Fashion Week y quedar sólo para 4 shows. O puedes hacer sólo una pasarela, llamar la atención de los bookers y conseguir colarte en el resto del circuito: Londres, Milán y París”.

Pero nada está asegurado hasta que las modelos se apersonan sobre la pasarela o por fin se publican las imágenes de la campaña que firmaron. “Incluso cuando ya fuiste seleccionada para un desfile cabe la posibilidad de que te descarten durante el fitting (la prueba de vestuario) si no les gusta cómo se te ve. Es más, ha habido casos en los que a modelos ya listas para salir a la pasarela las cambian de último minuto. O chicas que firman exclusividad como imagen de una marca importante (que es de lo mejor que te puede pasar), pero a la mera hora el contrato se cae y se quedan sin nada”.

Exigencias brutales

Se habla mucho de que la industria de la moda, señalada durante años por hacerse de la vista gorda ante modelos que padecen trastornos alimenticios para mantener su delgada figura, ha evolucionado y es cada vez más incluyente. Las revistas señalan el triunfo de las modelos curvy o plus size; la diversidad racial e incluso a chicas con alguna discapacidad motriz que han encontrado un lugar en ese mundo de bellezas etéreas, pero tristemente suelen ser sólo excepciones a la regla. Quienes lo viven desde adentro saben que las exigencias del fashion business siguen siendo tan brutales como hace años, especialmente cuando hablamos de modelos para pasarela.

Regularmente las medidas que piden son 80-60-88 y una altura mínima de 1.75. En París pueden ser incluso más estrictos y exigir la talla 00. Honestamente, no hay dieta saludable con la que puedas mantener esos estándares” platica Ana. Por ello, no es extraño que algunas modelos recurran a drogas que, además de inhibir el hambre, les ayuden a mantenerse activas. “Sobrevives semanas enteras a base de ensaladas y té verde, con un ritmo de trabajo extenuante y pocas horas de sueño, por eso hay muchas chavas que consumen cocaína, es algo muy común en el medio. A mí me han ofrecido todo tipo sustancias, pero creo que sólo perjudicarían mi salud y mi carrera”.

¿Por qué hacerlo?

¿La razón que motiva a Ana a seguir en una industria tan demandante? «Modelar me hace sentir viva, es mi más grande pasión. Me gusta la capacidad que me da para transformarme cada vez que estoy sobre una pasarela o frente a la lente. Me ha enseñado que soy capaz de lograr cualquier cosa que me proponga».

*El nombre real de la modelo ha sido cambiado por motivos de privacidad.

Compartir

Recomendado

5 consejos para combinar tenis como una fashion girlie

Ahhh, qué sería del mundo sin las "fashion girlies",...

Recomendado

TDAH y género: Mi Historia de Diagnóstico Tardío

Me abrumo cuando me dicen muchas cosas al mismo...

“No me gusta que me digan guerrera”

Cada vez más mujeres con cáncer de mama piden...

Más militares, ¿más seguridad?

Fernanda Torres1 y Ximena Said Chávez2, Intersecta En febrero de...