Guía para la paca: hay más que poliéster en el tianguis

No sólo hay poliéster en el tianguis: checa cómo hallar fibras naturales en la paca.

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Por Fabyio Villegas

Antes de que los gigantes de la moda rápida nos convencieran de que necesitamos ropa de plástico (poliéster) cada semana, la indumentaria tenía otro significado: protección, identidad, arte. Y, lo más importante: practicidad. Eran piezas de uso rudo y que te iban a durar para siempre.

Hoy la moda parece enfocarse cada vez más en producir masivamente y con tendencias express y menos en fomentar diálogos entre el diseño, el arte y el contexto, como pasaba antes con los procesos artesanales, la selección y el manejo de los textiles.

El tiempo entre un trend y el siguiente es tan corto que no da tiempo para hacerse preguntas sobre cómo se produce o con qué se hizo lo que estamos vistiendo. Y, por supuesto, no hay material natural que esté disponible a esa velocidad. Así es como llegamos a la era del plástico… también en nuestra indumentaria.

Antes de que el poliéster dominara el mundo,
vestíamos con alma

Los primeros textiles que se utilizaron para vestir, obvio estaban hechos de fibras naturales:

-El lino es considerado una de las fibras textiles más antiguas, fue utilizada en Egipto desde aproximadamente el 7000 a.C.

-La seda se conoce desde hace aproximadamente 5600 años, descubierta en China, y se convirtió en un material textil de gran valor.

Mujeres de la dinastía Song inspeccionando un rollo de seda . Siglo XII d. C. Pintado sobre seda. (Museo de Bellas Artes de Boston, EE. UU.)
Mujeres de la dinastía Song inspeccionando un rollo de seda . Siglo XII d. C. Pintado sobre seda. (Museo de Bellas Artes de Boston, EE. UU.)

-La lana fue ampliamente empleada en Mesopotamia, con evidencia de su uso que se remonta a hace más de 5000 años. ​

-El algodón comenzó a ser tratado en la India alrededor del 5000 a.C., desarrollando herramientas específicas para su hilado y tejido.

Y por supuesto, México también tiene antecedentes muy chidos en el uso de estas fibras. En tiempos prehispánicos se usaba ixtle (hilo de maguey), fibras de palma (izcotl) y algodón en dos versiones: blanco y el pardo, conocido como coyuche.

Con la colonia llegó la lana, que se incorporó a la confección de quechquémeles, bolsas, cinturones, rebozos y hasta bordados. Y posteriormente, la cría del gusano de seda permitió tejer damascos, rasos, terciopelos y rebozos con un toque distinto.

Un danzante viste indumentaria tradicional de carnaval, con una máscara mexicana sobre su rostro.
Imagen vía Cámara negra / Unsplash

Puedes notar que en estos ejemplos hay un común denominador: los materiales permitían que tu cuerpo «respirara» y las fibras se adaptaban al cuerpo. Sabemos que envejecían con gracia porque todavía podemos verlas en las vitrinas de los museos, muchas veces intactas. Las prendas no sólo eran funcionales, representaban la cultura y el entorno de quienes las usaban.

La revolución industrial transformó radicalmente este escenario. Las telas dejaron de ser instrumentos culturales y simbólicos y entraron en la categoría de simples mercancías. Y llegó el siglo XX con una obsesión: las fibras sintéticas que abarataron costos y aceleraron la producción aunque eso implicó sacrificar la calidad, la cultura y aunque no lo sabíamos entonces, la salud.

Del clóset al cerebro: el peligro invisible
de los microplásticos

Hoy son el poliéster y la viscosa lo que sostiene el sistema de fast fashion: son accesibles, versátiles… pero tienen un impacto que nadie nos cuenta. Apenas se comenzó a visibilizar el problema de los microplásticos en el 2004 y dos décadas más tarde aquí estamos, enterándonos de que al hacerse con petróleo, el poliéster es una tuerca que conecta la sobreproducción, muchos problemas ambientales derivados y también, que su liberación de microplásticos puede generar problemas de salud.

Con el lavado de poliéster se desprenden fibras diminutas que terminan en nuestros ríos, lagos y océanos. Microplásticos. No se degradan fácilmente y se acumulan en el ambiente, afectando también a la vida marina. Pero no es solo un problema ambiental. Con el tiempo, estos microplásticos se van integrando en la cadena alimentaria, y eventualmente, terminan siendo parte de nuestros platillos favoritos. Investigadores han encontrado microplásticos incrustados en tejido cerebral humano, y no solo en cantidades pequeñas: en algunos casos, la concentración era hasta 30 veces mayor que en otros órganos. Algunos científicos incluso han estimado que el cerebro podría acumular el equivalente en peso a una cuchara de plástico.

¿Cómo reducir el impacto con mis outfits?

Muchísimas personas expertas han hablado sobre esto, explorando vías de consumo más sostenibles. Hoy yo voy a hablarte de la que me viene bien a mí: buscar con los sentidos abiertos en la paca.

Porque sí, hay una verdad incómoda: vestir con materiales orgánicos y saludables no solo implica una elección estética, sino también un privilegio. El acceso a prendas que no dañan la piel, que no liberan tóxicos, que permiten respirar mejor en el calor, está ahora profundamente vinculado al estatus socioeconómico.

Comprar ropa de segunda mano con fibras naturales es una forma inteligente de tener un clóset de calidad sin financiar al fast fashion. Dijo Duke Ellington: “Los problemas son oportunidades para demostrar lo que se sabe” y si de algo yo sé, es de encontrar tesoros en la paca. En esta ocasión enfoquémonos en cómo encontrar telas de buena calidad en prendas de segunda mano.

En mi experiencia se puede completar un clóset con lino, algodón pima, seda, satín genuino y un poco de lana y cashmere. Mis piezas han costado desde $70 pesos mexicanos cada una, en lugares como La Lagunilla en CDMX y el parque rojo en Guadalajara. Pero pregunta en tu tianguis más cercano dónde está la paca. Habla con otras compradoras, sabrán recomendarte sitios.

Y ahora sí, te comparto un mapita pequeño, una brújula para orientarnos mejor. Antes de lanzarte a escalar las montañas de la paca, conoce los materiales ideales para sumar a tu clóset y cuáles evitar a toda costa. Aquí va una guía rápida.

ANTES DE SELECCIONAR:

1. Lee las etiquetas: No solo busques en la parte del cuello. Generalmente encontramos la información que buscamos de la prenda en la parte inferior derecha, al interior de la prenda. Si encuentras 100% lino, seda, algodón pima u otro textil orgánico, felicidades. Tienes tu primer tesoro.

2. Busca la composición: Siempre es preferente encontrar piezas hechas 100% de algodón, lino, lana, cáñamo, seda, satín o cashmere. Pero comencemos simplemente por evitar todo lo que sea 100% poliéster, viscosa, nylon o acrílico. Es común encontrar buenas prendas con una composición de 50-50 de viscosa y lino, por ejemplo. No está nada mal.

3. Prueba de tacto: Las telas naturales tienen cierto peso. Si se sienten plastificadas o demasiado resbalosas, seguramente son sintéticas. Te sorprenderías de lo áspera que puede ser la tela 100% de seda antes de darle el tratamiento adecuado.

4. Transpirabilidad:
Si encuentras alguna prenda sin etiqueta y no estás segurx, puedes sostener la tela contra la luz y soplar. Si el aire pasa fácilmente, probablemente es una buena opción.

Busca estas fibras:

  1. Algodón orgánico: no tiene pesticidas ni químicos agresivos, lo que lo hace más seguro para la piel y el planeta.
  2. Lino: orgánico, requiere menos agua para su cultivo y se vuelve más suave con el tiempo.
  3. Lana merino: regula la temperatura corporal sin necesidad de mezclas sintéticas.
  4. Cáñamo: es una de las fibras más resistentes y sostenibles, con un ciclo de vida mucho más limpio que cualquier material plástico.
  5. Cashmere: es ultraligero, suave y cálido, con una durabilidad excepcional si se cuida adecuadamente.
  6. Seda: es transpirable e hipoalergénica, lo que la hace ideal para pieles sensibles.
  7. Satín genuino: es resistente y con un brillo natural que lo distingue de las versiones sintéticas (personalmente me gusta encontrar blusas de satín para hacer mis fundas de almohada #lifehack).

Evita éstas:

  1. Poliéster: Derivado del petróleo, no es biodegradable y libera microplásticos con cada lavado, contribuyendo a la contaminación de los océanos. Además, es poco transpirable y puede generar acumulación de sudor y bacterias.
  2. Viscosa: Aunque proviene de la celulosa, su producción involucra químicos altamente contaminantes como el disulfuro de carbono, que afecta tanto al medio ambiente como a la salud de los trabajadores textiles. Además, su durabilidad es baja y tiende a deformarse con los lavados.
  3. Nylon: Otro derivado del petróleo que tarda siglos en descomponerse. Aunque es resistente, su fabricación consume grandes cantidades de energía y agua.
  4. Acrílico: Se siente cálido como la lana, pero es una fibra sintética con una vida útil corta. Tiende a formar bolitas con el uso y no es transpirable.
  5. Rayón: Similar a la viscosa, su proceso de fabricación utiliza productos químicos agresivos y suele producirse de manera poco ética, con alta contaminación de aguas residuales.

Ya las hallaste… ¡hazlas durar!

Aquí te comparto algunos tips de lavado que me han funcionado.

  • Algodón y lino: Agua fría y jabón suave. Evita la secadora.
  • Seda y satín: A mano con agua fría y champú suave.
  • Lana y cashmere: A mano con jabón especial, secar en plano.

Aunque la realidad es que una gran ventaja de la ropa de paca es que es de uso rudo y muy probablemente pueda sobrevivir a tu lavadora.

Recuerda que no es lo que compras, sino cómo lo usas. Experimenta, juega con las texturas y encuentra prendas que realmente representen quién eres. Deja que tu estilo cuente tu historia.

Y siempre con paciencia, porque todo es un proceso. Ojalá que estos consejos te lleven a encontrar tesoros que te den base para expresarte a través de tus outfits sin tener qué sacrificar tu bolsillo, tu piel o el planeta que habitas.

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