Las redes sociales son herramientas increíbles que nos han acercado a muchas realidades. Han revolucionado la forma en la que entendemos el mundo y cómo interactuamos en él. Sin embargo, aún existen muchas líneas difusas en cuanto a lo que se considera apropiado o no mostrar en dichas plataformas, en especial si hablamos del cuerpo de las mujeres que ha sido históricamente sexualizado.
Aunque es verdad que deben existir lineamientos que nos protejan y permitan tener interacciones libres de odio, estos no deberían obstaculizar las nuevas narrativas sobre nuestros cuerpos, aquellas que nos permiten romper con los clichés de la cosificación machista.
Platicamos con las fotógrafas Ana Harff, Sandra Blow y Albany Álvarez sobre sus fotos censuradas y la importancia de crear espacios donde podamos conocer las experiencias de cuerpos diversos.
Detrás de las fotos censuradas hay historias que merecen ser contadas
Estar a la expectativa de la censura es algo que genera incertidumbre para quienes se dedican a crear a través de la imagen. Para Sandra Blow, artista visual queer que se ha dedicado a fotografíar la escena queer y club underground de la Ciudad de México, una de las experiencias más fuertes en torno a la censura fue cuando le borraron por completo su cuenta de Instagram.
“Me invitaron a exponer en una exposición colectiva que se llamó “SEXPLAY”… El nombre era explícito, pero las fotos no eran realmente pornográficas o nada parecido. Una de las imágenes retrataba a quien entonces era mi pareja recostada en la cama comiéndose una pizza. La subí a Instagram, pero le censuré los pechos y puse en la descripción que la foto se trataba de una exposición. Pero de la nada me borraron mi cuenta de Instagram. Me dijeron que fue porque yo estaba ‘vendiendo sexo’” explica Sandra.
¿Qué tipo de fotos son censuradas?
De acuerdo con las normas comunitarias de Instagram, la publicación de desnudos no está permitida, incluso cuando se trate de contenido artístico o creativo. Además, mostrar pezones femeninos está prohibido, a excepción de contextos como la lactancia, parto y posparto.
Sin embargo, en la experiencia de Albany Álvarez, fotógrafa especialista en partos, el tema de la censura en redes sociales no solo depende del algoritmo, sino de lo que las personas están dispuestas o no a mirar.
Hace algunos años una fotografía suya causó controversia. La imagen era una madre en cuclillas dando a luz mientras su hija de cinco años de edad observaba el proceso.
“Yo sentí que se trató más de las personas reportando la imagen por la incomodidad de ver a una niña de cinco años viendo parir a su mamá… El tema no era el desnudo, sino la controversia de que la niña estaba presenciando un evento súper fuerte. Fue una combinación entre los reportes de los usuarios y las reglas de Facebook”, narra Albany.
La incertidumbre frente al algoritmo
Para Ana Harff, fotógrafa brasileña que retrata cuerpos libres y diversos, este tipo de censura no es nada extraño: «El retrato de Paloma lo saqué en 2018 y estuvo un año en mis redes hasta ser eliminada con el argumento de ser un ‘desnudo’. La ironía reside en que no hay absolutamente nada en esta fotografía que vaya en contra de las normas, ya que Paloma, por el accidente que tuvo, no tiene pezones. De todos los trabajos que me han dado de baja, este fue el que más me chocó que lo hayan hecho», nos cuenta sobre una de las muchas imágenes que le han censurado en Instagram.
Para Ana, no hay claridad sobre cómo funciona esta censura. «Suelo escuchar con frecuencia el argumento de que el problema con mi cuenta no es el algoritmo, sino las personas que denuncian lo que hago. Es importante recordar que el hecho que denuncies un contenido no es garantía que lo den de baja, cualquier denuncia hecha pasa por un equipo de moderación humana, es decir, la denuncia necesita ser evaluada y confirmada por alguien. Esto es lo que más me preocupa: la falta de preparación y de coherencia sobre las reglas y por consecuencia la incertidumbre sobre qué podemos o no subir. Al final del día el problema no es que existan reglas en sí, es que no hay garantía que nuestro trabajo esté seguro aún guiándonos por ellas»
La censura como un obstáculo profesional
Muchas creadoras, artistas y fotógrafas dependen en gran medida de las redes sociales para dar a conocer su trabajo y percibir ingresos, por lo que la censura no solo impacta en el alcance que tienen sus publicaciones, sino en su economía y su carrera profesional.
“Yo creo que es más grave de lo que se puede imaginar”, explica Sandra. Para ella, fue muy duro perder su cuenta de Instagram, la plataforma en la que expuso su trabajo desde sus comienzos y donde tenía más de 10 mil seguidores.
“Borraron mi historia por completo, no sabía por dónde comenzar de nuevo… Me costó mucho trabajo recuperarme de eso. Desde entonces yo siento que mi nombre, como tal “Sandra Blow”, Instagram ya lo tiene boletinado o no sé por qué estoy censurada todo tiempo”.
El problema de la censura no es exclusivo de Instagram. Existen otras redes sociales incluso más estrictas. “Intenté sacar TikTok, pero estoy con miles de advertencias de que ya me lo van a cerrar, porque TikTok es aún más drástico que Instagram. Realmente yo no he encontrado una plataforma [de redes sociales] en la que diga ‘aquí puedo expresarme libremente’”, explica Sandra.
Para Albany, otro peligro de la censura en redes sociales es que no permite introducir nuevas narrativas o experiencias que no tendrían que ser un tabú, como lo es vivir un parto en familia.
“Lo que me ha afectado es la limitación de visibilizar este suceso [el parto]… Intento explicar que está chido que les niñes puedan ver un evento así, como la foto de la niña viendo a su hermanita nacer, y que tengan ese acercamiento al parto desde muy chicos y lo puedan entender. Creo que se minimiza la capacidad de entendimiento de las infancias sobre estos temas”.
Por su parte, Ana dice que cuando las y los artistas deciden exponer su trabajo en redes sociales resulta difícil que la censura no les cause afecciones. “Se trata de una dependencia, de qué sí o que no queda en las redes sociales, de qué material nos sirve o no para hacerlo público”.
¿Censura selectiva?
La censura es aún más problemática cuando pensamos que puede llegar a ser selectiva, privilegiando unas realidades sobre otras.
De acuerdo con una investigación realizada por la plataforma Salty en 2021, los cuerpos que se alejan de los estándares de belleza tradicionales suelen recibir más censura que otros. “Encontramos evidencia sustancial de censura en Instagram para grupos marginados, incluidas personas transgénero y/o no binarias, LGBTIQ+, BIPOC, con alguna discapacidad, trabajadoras sexuales y/o educadoras sexuales”, indica el reporte.
Otro ejemplo de fotos censuradas es el caso de la modelo Nyome Nicholas-Williams, que en 2020 creó una campaña para evidenciar que Instagram eliminó una fotografía en la que aparecía cubriendo sus senos, cuando existía evidencia de que la plataforma permitía el mismo tipo de fotos en mujeres delgadas.
Este tipo de denuncias llevan años sucediendo. Y han sido lideradas principalmente por mujeres racializadas y de cuerpos grandes, quienes suelen ser las más afectadas.
Ana Harff también percibe ese doble sesgo al compartir su trabajo. “No sólo se trata de entender cómo pega la censura y su significado, sino que las redes sociales operan basadas en algoritmos de la inteligencia artificial que tienen un fin muy específico configurado por un grupo muy chico de personas… Por ejemplo, los cuerpos que no son hegemónicos los censuran más”.
Desde la fotografía de parto, Albany explica que existe una incomodidad por mirar ciertos cuerpos desnudos, como el de una mujer embarazada.
“En las plataformas hay muchos desnudos de cuerpos delgados que no están cancelados… A mí me censuran mis fotografías como si fueran desnudos, pero así ocurre un parto, no puedo mostrarlo de otra forma, no vamos a parir vestidas”, menciona. Y además agrega que “Las personas deberían poder mostrar esa parte de sus vidas, como muestran sus bodas u otras celebraciones”.
Las rutas de escape a la censura
Una de las estrategias que ha encontrado Ana Harff es darle la vuelta a la censura y hacer su trabajo exponiendo, hablando y escribiendo precisamente sobre ella. También generar espacios fuera de lo virtual, como talleres o exposiciones.
“Lo que recomiendo para todos los artistas es tener la posibilidad de crear un espacio propio… una web donde distribuyas tu propio trabajo de la manera que quieras, en tus tiempos, sin ningún tipo de censura o algoritmo detrás. Esto es el punto esencial para empezar a tener una relación sana con tu propio arte”.
La estrategia de Albany es similar. Ella comparte algunas imágenes en sus redes sociales y si las personas quieren saber más, entonces les invita a visitar su blog, donde publica su trabajo sin censura.
Para Sandra, otra forma de hacer frente a este tema es la colaboración fuera de las redes sociales. “Yo creo que se trata un poco de autoexhibir nuestro trabajo en cuentas propias y con personas conocidas o cercanas, generar más interacción”.
Por último, Ana Harff recalca la importancia de compartir la realidad tal y como sucede, sin filtros, para exponer el arte que realmente quiere hacer.
“Cuando muestras tu trabajo sin censura no hay una barrera entre lo que hiciste y lo que quieres mostrar al público… Poder mostrar mi trabajo al cien por ciento sin tener que tacharlo, limitarlo, cortarlo es una sensación de mucho alivio”.