«Hasta que DESCANSAR se haga costumbre»

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¿Has escuchado que las 24 horas del día deberían dividirse en tres partes equitativas de ocho horas cada una: ocho horas para dormir, ocho horas para trabajar y ocho horas para descansar y ocio?

Esta regla, conocida como la regla de los 3 ochos, fue una reivindicación del movimiento obrero que surgió debido a las largas jornadas de explotación y las pésimas condiciones de trabajo en la época de la Revolución Industrial en Gran Bretaña.

Cumplir con exactitud esta regla es imposible para la mayoría de las personas que vivimos en países del sur global. Como México, que está dentro del grupo del 25% de países con mayores niveles de desigualdad, según Oxfam. Las jornadas laborales no son respetadas, las distancias que recorremos de un punto a otro son inmensas y contar con tan solo un trabajo es una realidad que muy pocas personas tienen.

Muchos trabajos para generar apenas lo para lo necesario

En mi caso, he tenido que trabajar en tres o cuatro lugares al mismo tiempo. Un solo sueldo nunca ha sido suficiente para pagar mi renta, los servicios, la comida, el transporte, etcétera. He trabajado en muchísimas cosas, por ejemplo, hace varios años fui mesera y hostess en diferentes bares y restaurantes de la Ciudad de México. También trabajé limpiando baños, he sido asistente de investigación, asistente editorial, bailarina, maestra, tallerista, asesora de proyectos de tesis, conferencista, escritora, edecán, extra de televisión y modelo.

Ilustración. Dersdepanian

Como el dinero no alcanza, una tiene que diversificarse en sus actividades, aprovechando cualquier tiempo en la agenda para extraer ganancia de las horas libres. Así, el descanso parece inalcanzable, incluso, puede llegar a ser un privilegio.

Dejemos de lado las vacaciones que por derecho se supone que tenemos las personas trabajadoras, pensemos quiénes en nuestras sociedades pueden disfrutar de unas cuantas horas libres al día, quiénes sí pueden seguir a cabalidad la regla de los 3 ochos. Descansar es un privilegio de clase y, por lo tanto, de raza.

Revelarse a la culpa de descansar

Pero hay otro punto. Cuando tengo la oportunidad de gozar de unas cuantas horas de tiempo libre, siento culpa por descansar. Pese al deseo constante de descanso, la culpa aparece. Entonces, paradójicamente, los tiempos que puedo dedicarle al descanso son indescansables porque la culpa me tortura. No descanso. Sin darme cuenta, caigo en la trampa de la compulsividad y me siento fatal por no generar dinero o realizar actividades que no se enmarcan en alguna causa social grande y justa como el feminismo o el antirracismo.

«Descansar es un privilegio de clase y, por lo tanto, de raza»

Valeria Angola

Pero el descanso también es una causa antirracista. Las personas africanas esclavizadas en las plantaciones de los amos no tenían derecho al descanso. Mis ancestros trabajaron día y noche bajo el palo implacable del mayoral, murieron sin descanso, en medio de las plantaciones algodoneras, cafeteras, tabaqueras, azucareras, trabajando…

Está bien no hacer nada: 6 tips para resistirnos a la productividad

Merecemos descanso. El descanso es tan necesario para todo, incluso, para hablar o escribir. Sin las pausas, las comas y los puntos, los sonidos no tendrían significado. Si todo fuera ruido no existirán las palabras y entonces, no habría manera de que nos comunicáramos. La vida no sería posible sin el silencio.

También he notado en la práctica de la danza y el movimiento la importancia que tiene el descanso. Del descanso depende el avance. En la quietud y la pausa es que se articula el movimiento del cuerpo. Si todo fuera movimiento, sin descanso, tampoco habría oportunidad de poner acentos, de dar respiros, de identificar sentidos y conectar con las emociones.

Descansar radicalmente

Empecemos a reconocer que trabajar tanto, lejos de ser un triunfo, tiene afectaciones directas en nuestra salud corporal, mental y emocional. Trabajar para mantener la máquina del capitalismo funcionando es una desgracia de la cual tenemos que escapar. ¿Cómo construir rutas de escape que destruyan la máquina capitalista? El descanso radical es la ruta de escape hacia la libertad.

«¿Cómo descansar radicalmente? No tengo idea. Descansar es algo que apenas logro entender, porque como he compartido anteriormente, me causa culpa. Entonces, tenemos que desaprender en primera instancia, los patrones de la productividad y definir momentos concretos del día, la semana y el mes para descansar por completo».

Llevar la discusión sobre la importancia del descanso a los espacios de colectividad política, de amistad, laborales y familiares podría ser una forma de comenzar a esbozar mapas de escape de la hiperproductividad capitalista. Como no sabemos descansar, empecemos a identificar cuáles son las actividades que nos aportan relajación, reposo, calma y tranquilidad tanto de manera individual como colectiva.

Propongo algunas preguntas que pueden detonar la conversación sobre el descanso en nuestros espacios cotidianos: ¿a qué hora recibes tu primera videollamada del día? ¿Te tomas al menos el tiempo para despertar? ¿Revisas el correo apenas te levantas? ¿Cuando desayunas masticas la comida, te tomas el tiempo para saborearla y digerirla? ¿Por qué nos cuesta tanto trabajo descansar, apagar y desconectarnos?

descansar

¿Existe culpa cuando descansamos? ¿Por qué nos inunda una compulsión por hacer cosas cuando no hacemos nada? ¿Descansar es hacer nada? ¿De qué forma el trabajo está articulado para impedir el descanso? ¿Qué cambios personales y estructurales se requieren para que el descanso sea un hecho? ¿Qué mecanismos se deben activar para alcanzar colectivamente que todes podamos descansar?

Construir descansos radicales tendrá que pasar por la imaginación colectiva de pensar otras formas de organización social, económica y política. La cuestión del descanso no se limita a una serie de acciones personales que contribuyan al bienestar individual de unas cuantas personas. La discusión sobre el descanso debería cuestionar las lógicas capitalistas de producción que se centran en la ganancia, los sistemas de violencia estructural, el colonialismo interno que explota los ecosistemas y las guerras que quiebran el tejido social de las comunidades.

El descanso es antirracismo.

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