‘Hotel Florida’, una película que nos lleva al dolor por medio de mucha diversión

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«¿Sabes por qué este es mi árbol favorito? Porque está tirado, y aún sigue creciendo».

Desde que vi el trailer de ‘Hotel Florida (The Florida Project)’ en el cine sabía que tenía que verla completa. La sola toma de una niña con el pelo desparpajado corriendo por los pasillos de un motel color chicle de uva parece una razón suficiente, pero nada comparado con lo que la trama nos tiene por contar.

La película de Sean Baker (el afamado director de cine independiente, creador de ‘Tangerine’, filmada enteramente con iPhones) fue poco nombrada en la temporada de premios. Solo el actor Willem Dafoe es conocido entre ese elenco amateur y hasta salido de las redes sociales. Su actuación fue tan buena que se hizo acreedor al Oscar por Mejor Actor de Reparto. Sin embargo, el personaje que hace que pasemos de la risa loca al corazón roto es Moonee (interpretada por Brooklynn Prince); una niña de seis años que vive con Halley, su madre, en un cuartito de este motel morado llamado Magic Castle.hotel florida

Es verano, la época donde el calor y los turistas están en efervescencia en Florida. Moonee y su mejor amigo Scooty pasan el día entero fuera de los cuartos donde viven. Juegan a quién escupe mejor los parabrisas de los coches; fingen tener asma para que les den dinero y así comprar helados; se conocen la vida privada de cada uno de los inquilinos del hotel; eructan o hacen ruidos flatulentos con la boca y las axilas, eso es lo que lo divierte mientras sus madres jóvenes se olvidan de ellos.

Con la llegada de una nueva familia conocen a Jancey, una niña pelirroja que vive con su abuela. Ella resulta ser el complemento perfecto para las travesuras de Moonee y Scooty. «Nadie usa el elevador porque huele a pipí. Aquí vive una que se cree que está casada con Jesús. A este hombre lo viene a buscar la policía a cada rato», así es el tour de iniciación que dan estos pequeños a la nueva integrante de su clan.

hotel florida

La pobreza paralela

En una realidad que parece muy alejada de lo que es la pobreza en México, Sean Baker da a conocer cómo viven los niños de escasos recursos en esta zona de Estados Unidos, irónicamente colocada frente a uno de los parques temáticos más costosos y populares del país: Disney World Orlando.

El título original ‘The Florida Project’ alude justo a ese tipo de vivienda popular a la que pueden acceder personas de pocos recursos.

Y sí, puede que vistan con camisetas limpias, con tenis Converse y coman hotcakes a diario, pero la realidad es que mes con mes tienen la preocupación de no saber si van a seguir viviendo en ese colorido motel o los van a echar a la calle.

La estética de la película recuerda mucho al trabajo de Wes Anderson y la gracia de la protagonista nos lleva a ‘Little Miss Sunshine’, pero es totalmente distinto. El arma de la que se vale Baker para conducir de la comedia al drama es la inocencia infantil. Lo cual resulta mucho más truculento y doloroso.

En la historia, todos son hijos de familias lideradas por madres solteras y poco comprometidas, pero que hacen lo que pueden por mantener aunque sea la vivienda mes con mes.

Halley es una mujer tatuada y muy delgada de 22 años, ama fumar y vende copias de perfumes a turistas incautos. Es maleducada y desfachatada, de lo que Mooneey ha aprendido a la perfección. Ashley es madre de Scooty, también es muy joven y trabaja como mesera en un merendero. Es la que provee de wafles y hot cakes a los niños que viven entre órdenes extra de jarabe de maple y comida rápida.

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Una infancia común

Bobby es el personaje de Willem Dafoe, el gerente del motel. Es un hombre que vive para trabajar, pero se da tiempo de acceder a los juegos de Mooneey. Si bien las madres están casi ausentes, él es quien los cuida, los reprende y, aunque a cuentagotas, también se vuelve cómplice en sus travesuras.

Ver a estos niños correr descontroladamente y reír a carcajadas es regresar un poco a la infancia. A ese momento de descubrir qué pasaba al tocar el timbre de una casa desconocida y huir; entrar a una obra negra y rayar las paredes. Solo que ellos llevan sus juegos un poco más al extremo que toca lo ilegal, pero no por eso es menos divertido.

Durante ese verano donde en el cielo se ven fuegos artificiales o un arcoíris, abajo suceden golpizas, redadas de policías, prostitución. Y en medio de todo están los niños que se alegran la vida como pueden.

Tal vez lo que más encanta de ‘Hotel Florida’ es la irreverencia, la inocencia que divierte y a veces hace reír a carcajadas, pero que se sabe que es solo el camino hacia un dolor latente.

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