Desde la pubertad, mi mamá ha aprovechado un sinfín de ocasiones para repetirme la frase: “Como te ves me vi, como me ves te verás”, y aunque en un principio me pareció algo sacado de un cuento de ciencia ficción, conforme avanzaron los años fui descubriendo que es algo más apegado al género documental, pues tarde o temprano, todas terminamos por replicar características de nuestras mamás. Llámese virtudes, mañas e incluso defectos.
Si aún no sabes qué tan cerca estás de convertirte en tu madre, aquí te dejamos una simple guía para saberlo.
- Entiendes el valor de los tuppers y la importancia de conservarlos con su respectiva tapa. Incluso tienes tus favoritos.
- Te asustas cuando suben los precios del supermercado y monitoreas religiosamente el del kilo de aguacate cada semana.
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Ya tienes a tu marchante “de confianza” en el mercado o tienda cerca de tu casa.
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Te asusta ver cómo la gente más joven que tú se comporta en las fiestas. Ah, pero tú hace unos años…
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Ya hiciste tu primera compra a meses sin intereses.
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No sabes por qué, pero ahora lloras con las películas románticas… y en las dramáticas… y en las de realismo mágico también.
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Te emocionan las ofertas y utilizas expresiones como “es una ganga” o “está regalado”.
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Eres generosa y compartes con tus amigas la oferta antes mencionada “Amigas, en Costco están vendiendo un juego de 3 pyrex en $400 pesos, ¡es una ganga!”.
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Sabes lo que es un pyrex.
10. Le has preguntado a alguien más joven que tú cómo usar una nueva app (ejem… Snapchat).
- Te sorprendes diciéndole a tu pareja “¿Ya llevas tu cepillo de dientes?” o “¿Guardaste tus calcetines?” cada vez que salen de viaje.
12. Te parece una excelente idea cambiar los puntos de tu tarjeta de crédito por una batería de cocina.
- Estás en una mutualista o «tanda» con tus amigas.
14. Le das los buenos días y las buenas noches a tus grupos de Whatsapp con alguna imagen «chistosa» que te llegó en una cadena.
- Una canasta con vino, carnes frías, galletas, encurtidos y nueces te parece una maravillosa opción para darle a alguien como regalo.
16. Has comenzado a abusar de los diminutivos. “Hagamos una cenita el viernes, yo llevo un vinito”.
- Cuando ves al hermano/a menor de tus amigas dices como “Ayyy, ¡estás enorme! Me acuerdo de ti cuando estabas chiquitito/a”.
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Has usado las frases «Ponte un suéter» y «Te lo dije» en un mismo día.
19. Te sorprendes con los juguetes de los niños de hoy en día y dices algo como «En mi época yo salía a jugar a la calle, nada de tablets».
- Ya empezaste a hacer eso que hace tu mamá cuando le cambia el nombre a la gente. Por ejemplo, a tu hermana la llamas por el nombre de tu prima, a tu prima por el de tu tía, y así hasta el infinito.
Si te identificaste con al menos 10 puntos, ¡felicidades! Tu metamorfosis de doña ha comenzado.