Humildad, resiliencia y otras lecciones de María Sabina

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Te contamos sobre la vida María Sabina, una chamana que le enseñó al mundo sobre el poder de los hongos.

Por: María José CA

María Sabina, luna y constelación huarache, es considerada como una de las principales chamanas y brujas mexicanas más importantes en todo el mundo.

Su trabajo y sabiduría nacieron en el corazón de las montañas de la Sierra Mazateca, en Huautla de Jiménez, Oaxaca, en 1894, y dieron la vuelta al mundo a través diversos reportajes. 

No sólo fue el foco de atención de reportajes audiovisuales, en revistas de renombre internacional como Vogue y de celebridades como Bob Dylan, John Lennon y Keith Richards. 

Además, gracias a sus conocimientos sobre sus “niños santos”, como a ella le gustaba llamar a los hongos con los que trabajaba, se empezaron a descubrir evidencias científicas sobre las propiedades activas de psilocibina en los hongos.

Los «niños santos»

Ella, esa María Sabina, que con sus palabras curaba tanto en el mundo espiritual como en el mundo físico, inmortalizó el mestizaje de una herencia cultural (de)colonial. 

Brindó sanación a muchos de sus clientes a través de la sabiduría que le transmitían sus niños santos, sus cantos de orígenes (de)coloniales y su rigurosidad católica. 

Una mezcolanza de elementos que convirtieron a María Sabina en una bruja especial, chamana mujer originaria, con la capacidad de transmutar la vida espiritual en la física. 

Pues ella no sólo nos dio un reflejo de su posición como mujer de un pueblo originario dentro de una sociedad con una cultura hegemónica eurocentrista, capitalista, racista y misógina, también nos enseñó a resistir, combatir y sobrevivir.

Y, de paso, darnos unas lecciones importantes en la vida:

5 lecciones de vida de María Sabina

Aprender a establecer límites.

Se dice que cuando John Lennon y Yoko Ono visitaron a María Sabina para hablar con los niños santos, la chamana los invitó regresar la siguiente noche, porque ese día no quería desvelarse.

Esa, entre muchas otras ocasiones, María Sabina nos enseñó sobre priorizar nuestro bienestar. A establecer límites con otras personas y a identificar tiempos para nuestro cuerpo y corazón.

Siempre volvemos a renacer.

La vida de María Sabina estuvo marcada por varias pérdidas –la de sus padres, sus maridos– y una serie injusticias institucionales y sistémicas. 

Murió en 1985 condiciones precarias al recibir sólo lo que sus clientes consideraban viable, sin poder dignificar su trabajo y conocimiento.

En cada ocasión, la maga de América volvía a la vida con una nueva vitalidad, una nueva resiliencia. Su vida es una lección de resistencia.

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Redefinir la humildad.

Pese a la herencia cultural latente de asociar la humildad con una culpa, vergüenza y flagelación, María Sabina logró resignificar su humildad y su trabajo haciendo valer su palabra. Con alegría, ella vivía.

Con humildad, aceptaba sus cualidades como chamana, conocimientos como herbolaria y sentimientos como humana.

No se le otorgó nunca un papel de víctima ni un papel de bondad infinita. Así redignificó su posición como mujer de un pueblo originario dentro de un sistema represor y opresor. 

La importancia de mantener una conexión entre mente, cuerpo e intuición.

Con los conocimientos de sus antepasados, ella nos enseñó la importancia de estar conectados con la sabiduría de la naturaleza a través de la intuición.

Sus cantos, estas letras de poder sanador, son la ventana que nos introduce a un hogar en donde todo “está en su lugar”: la mente, el cuerpo y la naturaleza. 

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Las palabras tienen el poder de sanar.

Ella hablaba con sus niños santos y transmitía, a través de las palabras de antiguos cantares mixtecos, lo que la intuición de la naturaleza auguraba y, dentro de ese contexto, se requería.

Con las palabras de sus cantos, María invitaba a formar parte de una identidad terrenal, espiritual y cultural.

Nos hizo formar parte del mismo mundo sin importar nuestras raíces, sexo, género, religión o piel. Y así, formando parte de un todo, nos enseñó a sanar(nos). 

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