«Deja de pensar y compra tu boleto de avión»: el consejo de una mochilera mexicana

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Por Mónica Vázquez Delgado

Hace un año y medio Karen quería renunciar a su trabajo, pero una deuda económica la frenaba en su decisión. “Dos meses más y me voy”, pensó aquella vez. Luego llegó una nueva jefa en su empresa y la despidió.

Karen comenzó a vender diferentes cosas durante seis meses. Ahorró, empacó una maleta y viajó a Europa. La idea: quedarse tres meses. La realidad: lleva más de un año de mochilera por el mundo.

Viajando de mochilera

A través de sus redes sociales, Karen comparte fotografías y videos de su experiencia como mochilera en los diferentes países que visita. No solo publica material audiovisual, sino que cuenta historias sin caer en el protagonismo. Te acerca con la señora que le ofreció de comer un lunes por la tarde o sobre los aprendizajes que le dejó su jefe en un restaurante donde fue mesera por algún tiempo.

Sus narraciones son una puerta de entrada a su mundo personal y familiar. Nos alegramos cuando se reencontró con su familia en París y lloramos por el fallecimiento de su perro, Napo.

Conociendo la ruta de Karen

Semanas atrás, Karen y yo conversamos por medio de una llamada de WhatsApp. En la Ciudad de México eran las seis de la tarde y en Marruecos, lugar donde se encontraba, la media noche ya había pasado.

¿Los cinco aprendizajes más importantes que te ha dado el viajar sola? – pregunté. «Es difícil enumerarlos, porque son un chingo, pero ahí te van los que considero: organizas tu tiempo; al pasar mucho tiempo contigo, te encuentras en una autorreflexión constante y es en los silencios de las noches o de los traslados que verdaderamente te logras conocer. Haces muchas amistades y con el tiempo logras adaptarte con mayor rapidez a la cultura y estilo de las diferentes personas que conoces», me respondió.

Dejando atrás los apegos

Para Karen el principal reto desde que inició su viaje, hasta el momento, es deshacerse del apego de una manera general: de la ropa, de las relaciones amorosas, de los cariños forzados de familiares y amigos.

Cuando viaja a otra ciudad, no solo deja objetos que puedan hacer más pesada su maleta, también deja recuerdos que puedan impedirle desplazarse hacia sus nuevas experiencias.

Ha sido mesera; community manager de un hotel en Egipto; voluntaria de un proyecto para convertir una casa en un espacio wellness; profesora de español; masajista y comerciante de joyería, que es su verdadera pasión y su principal fuente de ingresos.

“Me encanta comprar la joyería típica de cada país. Antes de de empezar el viaje invertí cinco mil pesos en plata, cuyas ventas fue el dinero que me sostuvo por unas semanas”.

Un viaje en soledad

Karen conoce Londres, Ámsterdam, Bruselas, Brujas, París, Barcelona, Madrid, Egipto, Estambul, Capadocia, Marruecos…

¿Qué si es peligroso viajar sola? Karen piensa que todo tiene un riesgo, pero que si no se atrevía hacerlo probablemente el miedo la hubiera forzado a no ir, a no viajar todo este año.

¿Confianza en la humanidad para sobrevivir? “Pues sí, viaja con tus propios lentes, no con los de otras personas. Forma tu propio criterio”, contestó.

¿Y si ya quiero empezar a viajar sola? “Deja de pensar y compra tu boleto de avión”, dijo Karen entre risas.

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