**Texto: Arantza García**
El lenguaje es la capacidad propia del ser humano para expresar pensamientos ideas y sentimientos por medio de la palabra.
Lo que no se nombra, no existe. Ya lo decía George Steiner, todo está atravesado por el lenguaje y este atraviesa las ideas peeeero…. ¿De dónde vienen esas ideas? De nuestra mente, pero también de lo que nos han enseñado. Es el reflejo de los usos y costumbres de una sociedad y cultura determinadas. Es decir, que si por mucho tiempo la sociedad ha sido desigual ante hombres y mujeres, poniendo a los hombres primero, el lenguaje también lo hace.
Debemos pensar a quién nombramos al hablar
El uso masculino genérico como universal está aprobado por la máxima institución de las letras: La Real Academia Española. Esta fue fundada en 1713, nada más y nada menos que por un estado religioso y patriarcal… y un hombre.
Ok, no planeamos destruir a esta institución que se ha dedicado a institucionalizar el lenguaje. Por el contrario, sabemos de su gran importancia y de los avances gramaticales que ha tenido la lengua gracias a ella, pero, aún así, se ha quedado anticuada al no propiciar un lenguaje que nos incluya a todes.
#RAEconsultas El uso de la letra «x» como supuesta marca de género inclusivo es innecesario —además de impronunciable—, pues el masculino gramatical funciona en nuestra lengua como término inclusivo para aludir a colectivos mixtos, o en contextos genéricos o inespecíficos.
— RAE (@RAEinforma) April 30, 2018
“Es innecesario”. Bueeeno quizá para muchos hombres sí lo es, porque ese lenguaje siempre les habla a ellos. Jamás los dejó de lado ni tuvieron que entender —ellos solitos, sin que nadie les explicara, las diferencias cuando alguien decía niños e incluía a las niñas… o cuando no las incluía. Es por eso que, pese a que la RAE tenga su gran prestigio, se equivoca cuando dice que el masculino gramatical funciona para aludir a colectivos mixtos.
O sea, sí, pero no…. siempre.
Entonces, ¿cómo?
¿Por qué un lenguaje inclusivo?
El lenguaje perpetúa las relaciones y los mecanismos de poder. No es que su “gran institución” esté mal, porque en términos gramaticales está en lo correcto, pero en la representación cultural, no.
La repetición de la estructura gramatical avalada por las instituciones tiene como efecto, por ejemplo, producir en el imaginario colectivo que lo femenino está mal y lo masculino bien y que uno siempre va después del otro.
“Ayyy, pero existen los artículos, los y las”, nuestro señor Fox lo sabe.
¡Claaaro! Y el lenguaje inclusivo también, pero no es una receta de cocina. No por juntar ambos ingredientes y revolverlos en la licuadora quedará, hay que expresarnos con respeto hacia todas las personas. Y en el lenguaje también puede existir la falta de respeto en el momento en que minimizamos a alguien.
Utilizar los y las en nuestros discursos es una alternativa no sexista, pero hay que ver más allá, la inclusión implica valorar la diversidad en todas sus modalidades, no solo lo «políticamente correcto».
Las alternativas: X, @, E
Si se busca ser inclusivx, al hablar hay que pensar ¿a quién estamos representando? ¿Qué alternativas tenemos para que nadie se sienta fuera?
El lenguaje está vivo, en movimiento y sí podemos modificarlo. Es un sistema de significación y dentro de él es importante que nos signifique a todex@s.
El español es tan rico que seguro encontraremos diversas formas de hacerlo.
Aquí te dejo algunos ejemplos:
¿Destruir o construir con el lenguaje?
Entiendo el desacuerdo y la inconformidad de algunas personas con este lenguaje inclusivo que se sale de las normas gramaticales, pero lo peligroso es que el debate se centre en lo política-ortográficamente correcto cuando no va por ahí. Para algunas personas, es algo tan interiorizado que su discurso minimizador pasa desapercibido. Y, cuando se señala, es juzgado porque “No se puede decir así” “Es impronunciable”. El otro día hasta leí que “paráramos este crimen” y, no, creo que aquí el verdadero crimen no es utilizar lenguaje inclusivo, sino propiciar la discriminación.
El idioma es histórico, es maleable, es social y, por lo tanto, político. No hay que destruirlo, sino utilizarlo para reflejar una sociedad en la que quepamos todxs por igual.