Cuando una amiga me anuncia que se irá, que se cambiará de ciudad, de país o de continente, mi primera reacción es disociarme, dividirme a la mitad. Porque una parte de mí quiere ejercer el derecho a ser una niña de nuevo y exigirle que permanezca a mi lado, pero otra sección de mi ser, la que ha estado con ella y conoce lo difícil que es tomar esta clase de decisiones, no puede hacer otra cosa más que alegrarse y animarla a que dé el salto.
Con el tiempo ha llegado a parecerme que cuando un amigx se va es como si una sección de la ciudad desapareciera, no hay manera de regresar a aquello. Pero eso también es la vida, evoluciones, pausas y nuevos comienzos.
La cosa es que casi nunca se sale impecable del encuentro con otras personas, sino que el haber coincidido nos deja siempre con un poco del otro. Por lo mismo, habrá que recordar que, aunque hemos aprendido a amar un poco en la lógica de la posesión, sólo los objetos pueden poseerse de forma inamovible. Las personas cambian, toman decisiones, y esto también incluye las mudanzas.
Por mucho tiempo se ha creído que cuando uno pasa por un duelo, por el fin de algo, lo normal es transitar por las siguientes etapas (propuestas por la psiquiatra Elizabeth Kubler-Ross) que en el caso de las amistades nómadas aplicaría más o menos así:
Negación
Consiste en pensar cosas como “no creo que se vaya”, o “hace mucho tiempo que lo dice pero no necesariamente lo hará”. Es un momento que tiene una función importante porque ayuda a procesar la realidad sin que el peso de ésta abrume por completo. Al fin y al cabo, es un poco la verdad, no todo el que anuncia que se va termina por hacerlo. De esta forma, uno no empieza a elaborar dolorosos duelos innecesarios sino hasta que la partida es inminente.
Ira
Ya te había dicho que se iba y, sin embargo, la compra del boleto de avión te toma casi por sorpresa. Probablemente tu contraparte amistosa quiera planear fiestas, despedidas o últimas veces de cosas en la ciudad. Lo mejor será decir sí y unirse a la celebración, aunque por dentro uno sea un caos de sentimientos encontrados.
Será importante reconocer que esto se trata de una etapa y pasar de ella lo más pronto posible porque el tiempo transcurre y es preferible usarlo en hacer cosas juntxs.
Acá, a veces, también puede servir sincerarse, explicar que las reacciones de enojo muchas veces también están vinculadas con el dolor que provoca el cambio de circunstancias. Esto último es algo que hay que ponderar porque la otra persona podría estar en medio de los preparativos para el viaje y tener un montón de cosas en qué pensar.
Negociación
En esta etapa lo esperado es enfocarse en lo que pudo haber sido distinto y es probable que pienses en todas las veces que pudieron aprovechar para salir o conversar. Ante estas ideas es posible que se genere algo de culpa.
El final de esta etapa se acerca cuando uno empieza a aceptar que las cosas no serán, al menos no de forma idéntica, como eran antes.
Depresión
Habrá que tener cuidado con la palabra porque no se trata de una depresión clínica, sino de un periodo de tristeza ante la pérdida de las cosas como las habíamos conocido hasta entonces.
Las redes de apoyo serán muy importantes. Ayuda ponerse en contacto con personas con quienes se tengan vínculos íntimos o significativos, gente con quien se pueda hablar honestamente de cómo están configurados los sentimientos en ese momento.
Aceptación
La aceptación incluye, entre otras cosas, una oportunidad para procesar las nuevas circunstancias y para asimilar que ahora existe una forma distinta de relacionarse.
También, quizá sea el momento para planear estrategias que permitan que el vínculo se mantenga a pesar de que las condiciones se hayan transformado: maneras de comunicarse y mantenerse al día desde mensajes de audio de Whatsapp hasta correos kilométricos que seguro no faltarán.
Ahora bien, los sentimientos suelen funcionar de forma muy variada y el modelo presentado por Kubler-Ross es sólo una forma de entender cómo puede darse este transcurso sin que sea “obligatorio” pasar por todas las fases ni hacerlo en orden particular.
Aun así, conocer un poco de esto ayuda porque tratar de comprenderlo es, en parte, un esfuerzo por seguir cosechando los frutos de la amistad, aunque cambien los escenarios o los códigos postales.