Para algunas mujeres el día de su boda es uno de genuina felicidad, un momento importantísimo en sus vidas en el cual invierten infinitas horas de preparación y una considerable suma de dinero. Es el día en el que el mundo entero gira entorno a ellas: el vestido, las flores, el maquillaje, las fotos, etc. Las marcas especializadas lo saben y por eso han decidido convertir esos momentos tan íntimos en una estrategia de publicidad –muy sutil, pero efectiva– a través de mujeres consideradas influyentes en su entorno.
Como explica el sitio Fashionista, “Trabajar con influencers ayuda a crear un sentimiento de realidad aspiracional, que es especialmente apropiado para un evento emotivo como una boda. Porque incluso con poses deliberadas y filtros de Instagram perfectos, estas mujeres proyectan más autenticidad y cercanía que una celebridad (o una modelo en una campaña publicitaria)”.
Regalos, patrocinios, y contenidos pagados, en el mundo de los influencers cualquier momento personal puede convertirse en una oportunidad de negocio, como cuando Audrina Patridge anunció su embarazo con una prueba de la marca Clearblue o cuando Tavi Gevinson aceptó una oferta para vivir en los lujosos departamentos 300 Ashland en Fort Greene, Brooklyn.
En el reino de las bodas, famosas como Whitney Port han conseguido alianzas estratégicas con marcas como Pronovias, que la convirtió en una de las protagonistas de su campaña de 2016 It Brides; la firma de belleza Clarins, a quien mencionó en esta foto sobre su boda, o la revista US Weekly, que tuvo la exclusiva del enlace.
Pero no se necesita ser una Whitney Port con 1,2mm de seguidores en Instagram para conseguir un buen deal con las marcas. Según explicó Mae Karwowski (fundadora de la agencia de márketing de influencers Obviously) a Fashionista, las firmas especializadas en bodas cada vez apuestan más por micro influencers, aquellas con un rango de 50 mil seguidores. «Una marca podría darle a la influencer una buena colección de ollas y sartenes o un vestido increíble, flores para la fiesta o incluso un local para la recepción», menciona Mae. «Lo que estamos buscando es presencia de marca, queremos que la gente siga nuestra cuenta o que le guste la foto de esa persona… [Los seguidores ] están involucrándose con el contenido de la marca y ésta va a estar en sus mentes cuando se casen –o alguna de sus amigas se vaya a casar –y den consejos sobre lo que podría gustarles”.
Las influencers ya han tomado nota de esto y cada vez son más las que se animan a acercarse a las marcas cuando llega el momento de planear su boda. «Esto era algo que no pasaba tan a menudo hace seis o siete meses», explica Karwowski. «Ellas piensan ‘Oh, wow, esta es una muy buena oportunidad. Este es un momento en el que las marcas están verdaderamente interesadas en trabajar conmigo'».
Considerando que en México una boda cuesta entre 63 mil y 219 mil pesos (según información de PROFECO) a nadie le cae mal una ayudada, incluso si eso significa hacer publicidad con uno de los días más emotivos de tu vida. ¿O no?