Más mujeres, mismo machismo: la trampa de la inclusión militar

¿Tener más mujeres en el ejército mexicano erradica el machismo en esa institución?

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Fernanda Torres / Intersecta

Se fue marzo y cerca del 8M seguro viste videos y anuncios espectaculares del ejército “reconociendo la labor de las mujeres en sus filas para la seguridad y defensa nacional”. Las imágenes muestran a mujeres manejando helicópteros, empuñando armas largas y hasta cargando cachorritos que más tarde se convertirán en binomios caninos. Y decimos que seguro viste estos anuncios porque el área de comunicación de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), que es la responsable de hacer estos materiales, tiene más del doble de personal que instituciones enteras como lo que fue la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres (Conavim)1 2. En otras palabras: hay muchas más personas creando publicidad a favor de las fuerzas armadas que trabajando para atender a las mujeres víctimas de violencia en todo el país. 

Un texto muestra a una mujer de las fuerzas armadas con una leyenda "Eres más fuerte de lo que crees y capaz de lograr más de lo que te imaginas"
@defensa.mx / Instagram

Pero esto no fue lo único que hizo la Sedena en el marco del 8M. La Secretaría también organizó un evento para reconocer la presencia y trayectoria de las mujeres en sus filas. Ese día, la Coronel Médico Cirujano, Mayra Gabriela García Araiza dio un discurso en el que afirmó que la presencia de las mujeres en el Ejército, Fuerza Aérea y Guardia Nacional hacen de la Sedena “una institución más fuerte e inclusiva”, una institución “ejemplo para la sociedad”3.

Estos videos, anuncios y discursos exaltan el progreso en la igualdad de acceso de oportunidades dentro del ejército: cada vez hay más mujeres en esta institución y ocupan rangos cada vez más altos dentro de sus filas. A primera vista, la ecuación parece sencilla: tener a más mujeres ocupando más espacios es algo bueno ¿cierto? Más aún cuando hablamos de instituciones con tan buena reputación y prestaciones como las fuerzas armadas.

Este tipo de discursos nos dice que las mujeres tenemos un papel central para defender al país, pero ¿esto es algo deseable o que deberíamos de celebrar? ¿Por qué debe preocuparnos este uso de la propaganda militar para destacar la presencia de mujeres en las fuerzas armadas? Cuando hablamos de igualdad ¿nos referimos a esto?

Analicemos  las distintas desigualdades al interior de las fuerzas armadas y por qué las personas que las conforman pierden más de lo que ganan. Como feministas, debemos cuestionar el uso de conceptos como la igualdad y la movilidad social para justificar y fortalecer a las instituciones militares.

Cuestionemos a detalle las ideas que nos vende la propaganda militar

¿Es cierto que cada vez hay más mujeres en las instituciones militares y que los puestos que ocupan son cada vez mejores? 

Contestar a algo tan básico como cuántas mujeres hay en las fuerzas armadas se vuelve difícil ante la opacidad de las fuerzas armadas. Desde Intersecta le hemos preguntado varias veces a la Sedena y a la Secretaría de Marina (Semar) por esta cifra, pero hemos recibido respuestas distintas al respecto. A veces nos han contestado que no nos pueden dar esa información porque “no tienen los datos desagregados como los solicitamos”. En otras ocasiones sí nos han dado la información, pero cuando contrastamos entre años y fuentes, los números no coinciden. De los mejores datos que tanto Sedena como Semar nos han proporcionado, se quedaron hasta 2022. Estos nos dicen que en 2021 el 12% del personal de Sedena y el 18% del de Semar eran mujeres4. ¿Esto es mucho o poco? ¿Estas mujeres están llegando a los eslabones más altos de las jerarquías militares? Más o menos una de cada 10 personas en Sedena o Semar era mujer; y de estas, la mayoría eran soldados, mayores o tenientes coroneles. Pocas o ninguna llegaron a ser general brigadier, general de brigada o general de división.

Si bien el porcentaje de mujeres en la Sedena en 2021 se duplicó respecto a lo que era en 2012 y para Semar se ha mantenido más o menos constante, la mayoría de las personas dentro de estas instituciones siguen siendo hombres, sobre todo en los puestos más altos. La brecha salarial de género persiste dentro de las instituciones militares.

Entonces ¿deberíamos aspirar a tener no solo a más mujeres en las fuerzas armadas, sino a más mujeres en altos cargos de la milicia? ¿Las exigencias por la igualdad deberían dirigirse a reducir estas brechas al interior de las fuerzas armadas? Desde Intersecta pensamos que no: nuestra apuesta no es tener a más mujeres generales, participando de las violencias y jerarquías de las fuerzas armadas, sino cuestionar el funcionamiento y lógica estructural de estas instituciones.

Si bien el porcentaje de mujeres en la Sedena en 2021 se duplicó respecto a lo que era en 2012 y para Semar se ha mantenido más o menos constante, la mayoría de las personas dentro de estas instituciones siguen siendo hombres, sobre todo en los puestos más altos. La brecha salarial de género persiste dentro de las instituciones militares.

Entonces ¿deberíamos aspirar a tener no solo a más mujeres en las fuerzas armadas, sino a más mujeres en altos cargos de la milicia? ¿Las exigencias por la igualdad deberían dirigirse a reducir estas brechas al interior de las fuerzas armadas? Desde Intersecta pensamos que no: nuestra apuesta no es tener a más mujeres generales, participando de las violencias y jerarquías de las fuerzas armadas, sino cuestionar el funcionamiento y lógica estructural de estas instituciones.

Ahora, en México es común escuchar que las personas se refieran con admiración, y orgullo hacia quienes forman parte de las fuerzas armadas. Pertenecer al ejército se ve como una aspiración, como una oportunidad de movilidad social para miles de jóvenes.

La mayoría de las personas que integran las fuerzas armadas provienen de contextos precarizados. El ejército les ofrece sueldos de alrededor de 16 mil pesos mensuales (desde los puestos más bajos) y prestaciones sociales que no encuentran en otras instituciones de la administración pública, como atención médica y becas educativas para sus hijes.

En ese sentido, parece lógico estar a favor de que más personas se integren a estas instituciones y puedan beneficiarse de los sueldos y prestaciones que les ofrecen. En un país tan desigual como México, se nos vende la idea de que las fuerzas armadas son una solución y un boleto para una mejor vida. 

El problema está en que se ha decidido que las fuerzas armadas sean las dependencias capaces de dar estas condiciones tan atractivas. Desde el Estado se ha decidido que estas instituciones pensadas para la guerra sean un vehículo de movilidad social, en lugar de favorecer que estas condiciones sean accesibles a través de las otras cientos de instituciones de gobierno. ¿Por qué, por ejemplo, cuestiones como recibir atención médica especializada y educación superior deben estar disponibles para un soldado pero no para una persona docente? ¿Por qué debe ser necesario empuñar las armas para acceder a una mejor vida?

Personal del Hospital Militar de Especialidades Oftalmológicas / Instagram @defensamx

Siguiendo por esta línea, cabe preguntarnos si de verdad ingresar al ejército es tan positivo como lo pintan. ¿De verdad es pueblo uniformado? ¿Un espacio en el que el camuflaje borra las diferencias de clase, raza y género e iguala a todas las personas? La evidencia muestra que no es así. Al interior del ejército se replican muchas de la formas de violencia y discriminación que existen en los espacios de trabajo. Sin embargo, a diferencia de un centro laboral promedio, Sedena y Semar operan bajo lógicas y reglas distintas, que tienen implicaciones particulares para las personas que integran sus filas.

Para empezar, los soldados no tienen derechos laborales. La relación que tienen los soldados con las instituciones militares es administrativa y no laboral5. Esto permite que sean sometidos a castigos que nos parecerían absurdos o abusivos por parte de cualquier otra persona empleadora. Por ejemplo ¿cómo reaccionaríamos si Walmart castigara con semanas de encierro en el lugar de trabajo a una empleada que tomó una llamada personal en el estacionamiento? ¿Qué pensaríamos de una gran corporación que esperara obediencia total, sin resistencia ni formas de organización para alzar la voz por parte de sus empleados? 

Por otro lado, la tarea para la que fueron diseñadas estas instituciones (la guerra) implica que las personas que las integran deben prepararse para experimentar y llevar a cabo actos atroces. Para que una persona se convierta en soldado, tendrá que vivir tratos y entrenamientos deshumanizantes.

La película Heroico (2023) retrata la brutalidad con la que se construye un soldado. La cinta muestra cómo el proceso de formación militar normaliza la tortura al punto en que los jóvenes viven y son orillados a cometer abusos y violencias. Dentro del ejército, como apuntan Daniela Rea y Pablo Ferri en el libro La Tropa, se construyen soldados extendiendo los límites de lo que es aceptable en la conducta humana. Y al final, aprenden a ejercer esa violencia contra las personas subordinadas y contra civiles.

Sin embargo, más allá de los tratos crueles que se viven de manera generalizada en el entrenamiento, también sabemos que la discriminación está particularmente presente al interior de las fuerzas armadas.

Este es el caso para las personas con VIH. En 2007 la Suprema Corte declaró inconstitucional la Ley del Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas porque, básicamente, daba de baja automáticamente de la institución a soldados que tuvieran VIH bajo el argumento de la “inutilidad”. Sin embargo, varios reportajes muestran que la discriminación hacia soldados con VIH no se detuvo con la resolución de la Corte, sino que adquirió una nueva forma: ya no se les despide, sino que se les reasigna a funciones administrativas6.

Algo similar viven las personas con discapacidad dentro del ejército. El reportaje Camuflaje a los derechos humanos: creció 115% la baja de militares por discapacidad y les niegan sus pensiones, muestra el despido, sin derechos, de personas con discapacidad en el ejército, bajo el argumento de que las discapacidades las adquirieron fuera de servicio o que eran preexistentes7.

¿Qué hay sobre la discriminación en contra de las mujeres? ¿Tener a más mujeres en el ejército quiere decir que el ejército
ya no es sexista?

Las mujeres al interior de las fuerzas armadas han denunciado situaciones de abuso sexual, acoso e intimidación dentro de la institución. Además de ser sometidas a violencia psicológica, física y sexual, las mujeres enfrentan obstáculos para la denuncia de los hechos: son ignoradas, dadas de baja de las fuerzas armadas o trasladadas a otro sitio8. Además también existen reglas y actos discriminatorios dentro de los institutos militares cuando, por ejemplo, en los planteles educativos obligan a las mujeres a firmar un compromiso escrito para no casarse ni tener hijos durante el tiempo que duran sus estudios9.

Así, lo que nosotras vemos es que las fuerzas armadas se alimentan de las desigualdades existentes en nuestra sociedad para llenar sus filas. Ofrecen un salario alto, seguro médico y la promesa de un trabajo honrado y útil para la nación. Ofrecen oportunidades atractivas para que las personas entiendan que ser soldado es algo deseable, cuando al interior de sus filas someten a las personas a violencias inimaginables para desarrollar su masculinidad militarizada. Más que resolver la violencia y las desigualdades existentes, la militarización se engarza en estas para explotarlas a su beneficio.

Como feministas, tenemos que cuestionarnos si esta es la igualdad que queremos. ¿Queremos celebrar y fortalecer a instituciones como estas? ¿Queremos a más mujeres empuñando las armas y sobreviviendo al duro entrenamiento militar? ¿O más bien queremos cuestionar por qué instituciones que refuerzan las desigualdades y llevan a las personas al extremo deben ser la norma a la cual aspirar?


  1. Conavim fue disuelta en 2024, y en su lugar se creó la Secretaría de las Mujeres. ↩︎
  2.  Intersecta, Dinero para reducir la violencia hay, pero ¿en qué lo invierte el Estado?, 2023. ↩︎
  3.  Véase Video del discurso de la Coronel Mayra Gabriela García Araiza, 8 de marzo de 2025. ↩︎
  4. Respuesta a las solicitudes de acceso a la información con folio 00007000336419 y 330026622001072. ↩︎
  5.  Amparo en Revisión 375/2021 ↩︎
  6.  Eduardo Dina, “Vivir con VIH en el Ejército es como “una prisión”, relatan militares”, El Universal, 30 de noviembre de 2021. ↩︎
  7.  Redacción Yo También, “Camuflaje a los derechos humanos: creció 115% la baja de militares por discapacidad y les niegan sus pensiones”, Yo También, 10 de noviembre de 2023. ↩︎
  8. Georgina Zerega, “«Tengo miedo de que me hagan daño»: los correos del Ejército mexicano desvelan decenas de abusos sexuales en la institución”, El País, 2 de octubre de 2022. ↩︎
  9. Paris Martínez y Scarlett Lindero, “Militares mexicanas: discriminadas, acosadas y en riesgo”, Gatopardo, 24 de noviembre de 2022. ↩︎

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