*Algunos nombres han sido cambiados por respeto a su privacidad y para evitar los estigmas y prejuicios alrededor de las personas consumidoras de sustancias.
Cuando Alfredo* recibió la noticia de la muerte de Luis*, no podía creerlo. Apenas dos semanas atrás habían estado juntos en una fiesta: Luis se veía lleno de energía y no hubo ninguna señal de que algo anduviera mal. Por eso, la causa de su muerte lo dejó pasmado: una sobredosis accidental con una sustancia adulterada con fentanilo, un fuerte analgésico opiáceo similar a la morfina, pero cincuenta veces más potente. Luis no supo que había ingerido esa mortal mezcla.
Para muchos de sus amigos, Luis era un joven trabajador, siempre de buen humor y con un especial cuidado de su alimentación y su cuerpo. Se ejercitaba y también solía salir de fiesta. En ocasiones, consumía sustancias con fines recreativos para lo cual tenía un dealer «de confianza». Sin embargo, como millones de jóvenes mexicanos, Luis desconocía el problema de los riesgos de la adulteración de sustancias, algunas con fentanilo y otras hasta con veneno para ratas.
El fentanilo suele ser recetado a pacientes con dolores intensos, especialmente, después de una operación quirúrgica. A veces se usa también para tratar a personas que sufren de dolor crónico y no responden a otros analgésicos. Sin embargo, en los últimos años, el uso ilegal de fentanilo ha comenzado a ser más constante.
Algunos comerciantes de drogas lo mezclan con heroína, cocaína, metanfetamina y MDMA. Lo suelen hacer porque una cantidad muy pequeña de fentanilo puede causar una sedación relajante o un estado de euforia en quienes consumen sustancias, pero esto es muy riesgoso cuando se desconoce la presencia y la cantidad de fentanilo en lo que se consume.
En el reportaje Mitos, leyendas y verdades del fentanilo, la droga que tanto preocupa (no solo) a México y EE UU, de Alejandro Santos Cid para El País, el antropólogo médico Fernando Montero explica que las sobredosis con fentanilo son más probables debido a que «La sustancia se corta y mezcla con otras, y un error que suministre una dosis mayor de fentanilo —algo fácil, porque el porcentaje que se puede consumir del opioide es ínfimo— puede ser letal».
Aunque aún muchos jóvenes tienen poca información o desconocen el problema, se han publicado algunas investigaciones que aportan evidencia que permite abrir la discusión sobre las sustancias adulteradas.
En diciembre 2023, la revista médica Harm Reduction Journal publicó el estudio First drug-checking study at an electronic festival and fentanyl detection in the central region of Mexico**, un análisis de sustancias creado con apoyo del colectivo ReverdeSer, organización civil que busca transformar la política de drogas.
** Primer estudio de detección de drogas adulteradas con sustancias en un festival electrónico y la detección de fentanilo en la región central de México.
La investigación fue realizada durante un festival de música electrónica cerca de la Ciudad de México en 2022. En él se instaló una estación de pruebas de sustancias. Fue un servicio voluntario, gratuito y confidencial.
De esta manera, 40 jóvenes, la mayoría de ellos hombres entre 22 y 48 años, tuvieron oportunidad de analizar muestras de psicoestimulantes (MDMA, cocaína y otras drogas similares a las anfetaminas) y alucinógenos.
El fentanilo estuvo presente en la mitad de las sustancias: dos de cada cuatro muestras de cocaína y 14 de 22 muestras de MDMA estaban contaminadas con fentanilo.
¿Cómo se hizo el estudio científico?
Para conocer los detalles de cómo se llevó a cabo el estudio entrevistamos a una de las cinco autoras de la investigación, Silvia L. Cruz, Farmacobióloga del CINVESTAV (Centro de Investigación y de Estudios Avanzados).
Silvia explica que todo empezó cuando colegas investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Nacional de Psiquiatría –que trabajan en la frontera de México y Estados Unidos– se dieron cuenta del aumento en las sobredosis por consumo de sustancias ilícitas.
Las personas que tenían en promedio unas dos sobredosis en cinco años, de pronto tenían cuatro en un mismo año. “Empezamos a analizar y confirmamos la sospecha: la presencia de fentanilo. Si sucede en la frontera, seguramente pasa en el resto de México. Lo que no esperábamos eran los resultados”, menciona Silvia.
En Estados Unidos el consumo ilegal de fentanilo se ha convertido en un problema de salud pública en los últimos años, debido a los elevados índices de mortalidad por sobredosis, especialmente en personas que han desarrollado dependencia hacia la sustancia. Una situación que amerita su propio análisis y atención con enfoque en derechos humanos.
Sin embargo, quienes participaron en el estudio realizado en el festival en México son personas que hacen uso recreativo de sustancias psicoactivas y que no han generado una dependencia (según las propias respuestas de los cuestionarios del estudio) y sobre todo, que no esperaban encontrar fentanilo en sus sustancias.
Silvia enfatiza lo rigurosa que fue la metodología utilizada, pues se hicieron tres comparaciones: por colorimetría, luces infrarrojas y tiras de fentanilo. Si en las tres pruebas daba positivo, entonces se consideraba como tal.
Debido a que las pruebas se realizaron durante el festival, Silvia explica que no fue posible llevar a cabo una cromatografía de Gases/Espectrometría de Masas: una técnica analítica dedicada a la separación, identificación y cuantificación de mezclas de sustancias volátiles y semivolátiles.
“Hicimos lo que se puede hacer en campo: diluir las muestras. Por no tener equipo más sofisticado como HPLC (cromatografía líquida) y espectro de masas no pudimos hacer estudios de ese tipo. Pero el mismo estudio que encontró que puede haber falsos positivos a MDMA, encontró que esto no ocurre con la cocaína. Por lo tanto: la cocaína que salió positiva a fentanilo, no tiene posibilidad de ser un falso positivo”.
A pesar de los hallazgos, el estudio es una muestra pequeña, con sus propias limitaciones, por lo que voces expertas en el tema advierten que no se puede considerar como categórico o definitivo.
El colectivo ReverdeSer dio a conocer que, desde su punto de vista, el estudio “por sí mismo no permite afirmar que hay adulteración de fentanilo en sustancias psicoactivas ilícitas en la CDMX”.
De igual manera, Zara Snapp, Directora del Instituto RÍA –dedicado a crear propuestas para la mejora de políticas públicas, en la regulación legal de las plantas y sustancias psicoactivas, con una perspectiva de derechos humanos– recomienda interpretar los resultados del estudio con cautela.
Sin embargo, es innegable que aportan evidencia sobre una realidad importante que debe ponerse sobre la mesa, y es que muchas personas pueden estar consumiendo sustancias psicoactivas adulteradas sin ser conscientes de ello. Así como la importancia de investigar más a fondo los efectos que distintas cantidades de fentanilo tienen en las personas.
El peligro de las sustancias adulteradas con fentanilo
Poco menos de tres meses después de la publicación de este estudio, Luis viviría en carne propia los efectos mortales de la adulteración de una sustancia con fentanilo.
“Cuando fuimos a un antro de la ciudad, Luis se vio obligado a comprar otra droga por insistencia de los comercializadores que operaban en ese lugar”, recuerda su amiga Camila*, quien más tarde lo acompañaría al hospital.
En las pruebas de laboratorio que hizo Camila, independientes a las del hospital, las sustancias salieron positivas a fentanilo. Tanto la que fue comprada con el dealer de confianza como la del antro. “En el análisis de laboratorio, la sustancia que se compró en el antro además de salir positivo a fentanilo tenía también veneno para ratas y coagulante de sangre”.
Ninguna de estas sustancias eran las que Luis buscaba consumir. El examen toxicológico que le hicieron a Luis en el hospital presuntamente también arrojó fentanilo como resultado.
Rumbo a una cultura de la prevención
Alfredo es productor de eventos en la Ciudad de México, asistente frecuente a las fiestas y raves, y cuenta cómo desde hace más de un año en ese ambiente ya se hablaba de posibles sobredosis con sustancias adulteradas con fentanilo.
“Hay distintas personas que son activistas de las drogas y los derechos de los consumidores y consumidoras. Estas personas nos acercaron Narcan, una medicina que ayuda a reducir los efectos de los opioides”.
El Narcan que menciona Alfredo es naloxona, un medicamento recetado que revierte una sobredosis de opioides, independientemente de si es una droga ilegal o un medicamento recetado como la oxicodona, vicodin o percocet.
Así lo demuestra una investigación que hicieron científicos de la UNAM y El Colegio Nacional.
“La naloxona salva vidas de personas con sobredosis de opioides. Este medicamento, clasificado en la Ley General de Salud de México como psicotrópico, es un antagonista de los opioides y puede revertir las sobredosis” – Gaceta UNAM 5 de febrero 2022.
Además también ha sido recomendado por la Organización Mundial de la Salud y muchos países la utilizan. Sin embargo, en 2023 el presidente Andrés Manuel López Obrador aclaró que en México no se utilizará naloxona en el sector salud ni se venderá al público.
“En México, la naloxona está clasificada como un psicotrópico, y su uso está vigilado y controlado: solo se puede utilizar en hospitales y se prescribe con receta médica. Su costo oscila entre los 500 y 800 pesos por ampolleta”. – El Universal
A pesar de que el círculo en el que se mueve Alfredo había tenido acceso a este medicamento y que desde hace años están en contacto con personas que testean las sustancias, e incluso tienen acceso a la información para reducir los riesgos, hoy Alfredo se siente perdido.
“Si le pasó a mi amigo le podría pasar a cualquiera. Ahora más que nunca es importante que la gente sepa que murió de esto, porque era una persona común y corriente, como nosotros. De hecho se cuidaba. A cualquiera le pudo haber pasado”, cuenta Alfredo.
¿Cómo abordar el consumo de sustancias desde enfoques que no criminalicen a las y los usuarios?
Una de las grandes preocupaciones de quienes consumen sustancias psicoactivas no es solo la posibilidad de encontrarse con pastillas adulteradas, sino también la discriminación y criminalización a la que se enfrentan.
Camila, quien estuvo más cercana a la familia de Luis al momento de su muerte, reconoce que el hecho de que la mamá de Luis no tuviera estigmas sobre el tema les permitió estar presentes. “La mamá fue muy abierta y muy tranquila… A todos y cada uno de los amigos les agradeció por estar ahí…”.
Además la atención que recibieron en el hospital privado fue positiva. Esto fue fundamental para que Luis recibiera el tratamiento adecuado. Sin embargo, lejos del entorno más cercano surgieron reacciones y comentarios revictimizantes como “fue su culpa por drogarse”, comenta Alfredo, quien es enfático en la importancia de trascender los discursos prohibicionistas.
Para Zara Snapp, la clave está en una cultura de consumo orientada a la reducción de daños, que es parte de la labor que realiza desde el Instituto RIA. “Yo no estoy intentando cambiar a la persona usuaria de sustancias, sino que le estoy ofreciendo opciones para que desde su autonomía pueda tomar una decisión más informada”, menciona.
La educación, por ejemplo, es una herramienta de prevención de riesgos y daños. De hecho, la mayoría de las personas ya la aplicamos todos los días, como cuando salimos a andar en bicicleta y utilizamos un casco o si vamos en automóvil nos ponemos el cinturón de seguridad, así reducimos el posible daño que podríamos tener en un accidente. Y esto es precisamente lo que busca una política de reducción de daños.
Alfredo y Camila comparten que, tras la muerte de Luis, en su círculo ha habido quienes prefieren dejar de consumir, pero es una decisión que viene desde el miedo de poder morir a causa de una sobredosis de una sustancia no solicitada.
Otros caminos son posibles. Las personas tenemos derecho al placer
“Tenemos derecho a la gestión del placer, la mayoría de las personas que usamos sustancias lo hacemos por placer”, explica Zara Snapp. Y esto es importante recalcar, porque el problema no está en el consumo de sustancias, per se, sino en la falta de acceso a información y la estigmatización hacia las personas consumidoras. Sin embargo, desde los gobiernos no hay políticas públicas que permitan gestionar dicho placer de una manera segura.
De acuerdo con el proyecto Lugo y las drogas, en colaboración con la UNAM, la reducción de riesgos y daños es un enfoque que promueve prácticas basadas en información científica para minimizar los impactos negativos relacionados al uso de sustancias psicoactivas legales o ilegales. De esta manera se reconoce que el consumo de drogas es parte de las dinámicas sociales y que adoptar una postura totalmente de prohibición sólo limita el acceso a la salud de las personas consumidoras.
Países como Portugal, Países Bajos y Australia ya han implementado políticas enfocadas en la reducción de daños con resultados positivos. Sin embargo en México son las personas y organizaciones independientes quienes han buscado generar espacios seguros para lxs consumirxs.
“Es un parche por una falta de abdicación de responsabilidad del Estado. No regulan las sustancias, porque piensan que si eres una persona usuaria no tienes derechos. Con el alcohol, por ejemplo, tú sabes cuál es el alcohol que compras. Tiene la etiqueta, está regulado por el Estado y si eres menor de edad no puedes comprarlo. Lo mismo debería de suceder con las sustancias. Entonces por eso trabajamos tanto los posibles riesgos, pero también la gestión de placeres y cómo vamos a reducir riesgos de las políticas de drogas en muchos de los casos. Las políticas de drogas nos han afectado de forma negativa más que el propio consumo”, explica Zara Snapp.
Alfredo y Camila están de acuerdo en que lo que le sucedió a Luis se pudo haber evitado si hubiera mayor acceso y facilidad para analizar las sustancias. Para Camila es increíble que habiendo conocimiento sobre la presencia de fentanilo no haya lugares accesibles en los antros para poder analizar lo que vas a consumir. Lejos del aumento en el consumo, reduciría los riesgos y las muertes. Por otro lado, ambos coinciden en que si Luis hubiera tenido el acceso al Narcan en el momento del consumo de la sustancia adulterada, probablemente hoy seguiría vivo.
Análisis de sustancias: una posibilidad hacía el consumo responsable
La elección que hacemos al consumir o no sustancias debería suceder con plena conciencia y libertad. Y, de hecho, el estudio realizado durante el festival en México refleja que sólo el 21.9% de las personas encuestadas afirmaron que si la sustancia que probaron resultara ser diferente de lo esperado la usaría independientemente de los resultados. Esto desmitifica la idea de que a los consumidores de sustancias no les preocupa lo que consuman.
En México proyectos como ReverdeSer y Divu A.C. han generado esfuerzos importantes para crear espacios seguros dentro de festivales musicales donde las personas puedan analizar las sustancias antes de ingerirlas. En Colombia la organización Échele cabeza divulga información y también realiza análisis periódicos a las sustancias que circulan en entornos de fiesta y festivales.
Las sustancias psicoactivas son parte de la vida social de las personas y están atravesadas por muchos factores: geográficos, políticos, culturales, religiosos, paradigmas sociales etc. Hablar de ellas es complejo, porque involucra muchas aristas, pero hay algo claro: la gente no debería morir por una sustancia adulterada sin su consentimiento.