Mucha gente minimiza o de plano descarta el amor que podemos sentir por las mascotas. Pero la verdad es que nuestros compañeros peludos son parte de nuestra familia y se vale amarlos cuando están aquí… y llorarlos cuando se van.
No todas las personas pueden simpatizar con la idea de los vínculos con seres vivos no-humanos. Por eso todavía hay quien pone los ojos en blanco cuando alguien expresa que ama a sus mascotas o a sus plantas.
Al inicio del año murió mi perrita. Fue primera mascota que se integró a mi hogar y formó parte de mi familia durante 10 años. Su ausencia me golpeó duro y por más que traté de prepararme y ser consciente de que en algún momento pasaría, la realidad fue más dura que yo. No estaba lista en lo absoluto.
Dentro del duelo y la tristeza, no pude evitar pensar lo magnífico que resulta amar tanto a un ser vivo con el que no puedes hablar, pero igualmente se forma una conexión única, costumbres y una muy especial compañía.
No es solo un animal: el amor por las mascotas es real
Se cree que las mascotas son solo animales, que puedes comprar o adoptar otro y seguir con tu vida. Pero para muchas personas, no son un “complemento” o un “extra”. En mi caso, por ejemplo, el vínculo era tan fuerte que su muerte fue, literalmente, perder a un miembro de mi familia.
Debido a la pandemia, estar en casa y acostumbrarnos a su ausencia fue muy difícil. Aunque mucha gente creería que “exageramos”, en mi familia buscamos ayuda profesional con un tanatólogo.
Algo que aprendí en este proceso es que el duelo por una mascota es muy diferente a pasar un duelo por una persona humana. Puedes despedirte, decirles cuanto les amas y puedes saber que te corresponde con solo ver sus ojitos.
Las primeras semanas me sentía culpable de llorar pues mi cerebro decía que “había mucha gente allá fuera perdiendo a sus padres, parejas, hijos, hijas y lo que yo estaba viviendo no se comparaba” pero pronto entendí que yo también había perdido una parte muy importante de mi vida.
Me sirvió mucho entender que mi duelo también es válido y que aunque siempre habrá gente que te juzgue, eso no le quita importancia.
Tener un lugar en donde llorarle en soledad y sentirla cerquita me ha ayudado mucho en el proceso, así como ver fotos y videos de ella y recordar que mientras estuvo aquí nos hizo muy felices y le dimos la mejor vida que pudimos haberle dado.
Un amor como ningún otro
Para mí, el amor tenía 4 patitas, olía a Cheetos y se enojaba cuando te parabas de la cama. Para mí, el amor eran lengüetazos, siestas a cualquier hora del día y paseos largos. Tal vez encuentre el amor de nuevo algún día, en un gato, un árbol u otro perrito.
Tener una mascota no solo implica darle amor, conlleva responsabilidad, atención y tener la capacidad de cuidarla. Yo con ella aprendí lo que es saber entender y cuidar a otro ser vivo, crecí con ella y conocí otro tipo de amor. Uno muy leal y sincero
Sé que tal vez no soy la única a la que le parece más importante este tipo de vínculos, que una relación basada en el amor romántico por ejemplo. También es válido y a veces necesario que las personas demos lo que tenemos a un animalito o una planta.
Es válido aprender de otros seres y darles la mejor vida que esté en nuestras manos una vez que les dejamos entrar a nuestros hogares.
Ningún prejuicio debe hacernos sentir culpables por tener la capacidad de amar y dar cariño, aunque esto implique no hacerlo con quienes la sociedad lo dictamina.
Si pudiera darle un consejo a las personas que no quieren tener mascotas o que después de una pérdida se rehúsan a volver a encontrar un amigue (ya sea canino o felino o de otras especies) es que las conexiones que se tienen con los animales y las plantas, por muy sorprendente que parezca, pueden llegar a ser más fuertes que con los humanos. Ni todo el dolor de perderles se compara con cada día que pasas a su lado.