TDAH y género: Mi Historia de Diagnóstico Tardío

Me abrumo cuando me dicen muchas cosas al mismo tiempo; dejé la estufa prendida; es la tercera vez que pierdo mi cartera en el último año… ¿será que tengo TDAH?

Me abrumo cuando me dicen muchas cosas al mismo tiempo; dejé la estufa prendida; es la tercera vez que pierdo mi cartera en el último año… ¿será que tengo TDAH?

Esta es una pregunta que anduvo rondando por mi cabeza bastante tiempo, hasta que hace unos meses decidí ir al psiquiatra para tener un diagnóstico formal. Después de un cuestionario sobre mi vida y un examen para evaluar mi nivel de atención y manejo de la información, el doctor concluyó que sí, que todo indica que tengo Déficit de Atención e Hiperactividad.

Para mí, una mujer de 27 años, esto fue de algún modo una sorpresa pero también un gran alivio. Había pasado una vida entera poniéndome etiquetas como “distraída”, “desorganizada” e “impulsiva”. Y aunque tal vez sí sea todas esas cosas, ahora entiendo que es porque mi cerebro funciona diferente a “lo que se espera”. 

Claro que esto me llevó a hacerme muchas preguntas, en especial sobre el diagnóstico tardío y si esto tiene algo que ver con el género. Entre platicas con amigues diagnosticadxs, leer mucho y platicar con mi psicóloga y psiquiatra, entendí muchas cosas que me hubiera gustado saber hace mucho tiempo y que creo que es súper valioso dejar plasmadas en este texto.

Para todo esto, ¿qué es el TDAH?

Si buscamos en internet las respuestas son muy similares. Mayoclinic lo define como un trastorno que tiene que ver con problemas para prestar atención e hiperactividad. Con la definición que yo me quedo, sobre todo porque es más amplia, es la del “Manual de acompañamiento diagnóstico para TDAH” de Laboratorio Afectivo, que por cierto, voy a citar mucho:

el TDAH es un neurotipo que se caracteriza por una diversidad funcional en la regulación de la atención, así como por una alteración considerable en las funciones ejecutivas y un nivel importante de impulsividad e hiperactividad, ya sea física o cognitiva”

Creo que todos entendemos las palabras “atención”, “impulsividad” e “hiperactividad”, pero puede ser que el concepto de “funciones ejecutivas” no quede tan claro. En pocas palabras, las funciones ejecutivas son procesos cognitivos complejos que nos ayudan con tareas como la organización, la planificación, la regularización y la revisión. Ajá, organizar nuestra ropa, planificar nuestra semana o regular nuestras emociones. 

Estos síntomas no se manifiestan igual en toooodas las personas que tenemos TDAH, pero aunque pueda parecer obvio, por muchos años nos han encasillado en un molde. Esto es importante tenerlo en cuenta porque además de ser una causa del diagnóstico tardío, también es una de las razones por las cuales existe un sesgo de género en el diagnóstico.

Los mitos del TDAH y el diagnóstico tardío

Los mitos alrededor del TDAH pueden hacer que se descalifique la idea de tenerlo y que por eso mismo se nos diagnostique hasta adultos. Para mí, fue el de “si tienes déficit de atención te va mal en la escuela”.

Desde niña, no solo no me iba mal en la escuela, de hecho, me iba mejor que al promedio. Supongo que por eso mis papás nunca relacionaron todas las demás señales con el TDAH. Fue hasta que hace unos meses empecé a investigar más sobre el tema que descubrí que esto no era cierto. De hecho hay algo llamado “hiperfoco” o “hiperfijación”, que hace que muchas personas neurodivergentes nos concentremos en cosas específicas por mucho tiempo y de manera muy intensa, normalmente cosas que nos gustan. En mi caso siempre ha sido el colegio y el trabajo, y eso explica por qué, a pesar de que en las demás áreas de mi vida me cueste ser organizada, atenta y paciente, en todo lo que tiene que ver con estudiar, escribir o aprender nunca he tenido problemas.

Lo mismo pasa con el mito de que las personas con TDAH no pueden concentrarse en una misma cosa por mucho tiempo. Y aquí volvemos al hiperfoco: a lo mejor alguien es descuidado al lavar los platos porque cero le emociona, pero no se le va una manejando porque es algo que le gusta mucho.

Otro mito es que el TDAH es algo solo de la infancia y se quita con el tiempo. Esto puede hacer que varias personas crean que si son adultes, ya no pueden ser diagnosticades, y es que, de hecho es difícil encontrar información sobre el tema enfocado en adultxs. 

El siguiente mito es uno de los más comunes y uno de los que hacen que exista un sesgo de género en el diagnóstico: la idea de que la hiperactividad es necesariamente observable. Aunque yo sí tiendo a cambiar muchas veces de posición, apretar las manos o mover la pierna, la imagen que yo tenía de alguien con TDAH era un niño corriendo por todos lados, todo el tiempo. La hiperactividad también puede ser una experiencia interna, como tener muchos pensamientos al mismo tiempo, y también tiene que ver mucho con tu contexto.

El TDAH y el sesgo de género

Es aquí donde entra el género, los estereotipos y el rezago que tiene la medicina cuando se trata de personas con vulva. No fue hasta 1999 que empezaron a existir estudios sobre el TDAH y las mujeres. Antes de esto, se pensaba que era algo casi exclusivo de las personas que eran asignadas como hombres al nacer. 

Una de las pioneras sobre este tema fue la psicóloga Kathleen Nadeau, coautora de la publicación “Entendiendo a niñas con TDAH”. Ella cuenta que los hombres se reían y descalificaban su investigación porque en los colegios los niños eran mucho más problemáticos que las niñas. Ajá, como era mucho mayor el porcentaje de niños que tenían problemas poniendo atención en clase o problemas con maestros por no poder quedarse quietos, eran solo ellos los que tenían TDAH.

Aunque han pasado 25 años desde esto las cosas no han cambiado mucho. La mayoría de estudios acerca del TDAH y de herramientas para diagnosticarlo siguen enfocados en niños y hombres, tal como señala el  Instituto de Neurociencia Cognitiva Aplicada

Los hombres suelen exteriorizar mucho más sus síntomas, y las mujeres tendemos a interiorizarlos. “Los rasgos típicos masculinos del TDAH suelen ser la hipersensibilidad, la incapacidad de concentración, la tendencia a cambiar de trabajo y la dificultad para asumir responsabilidades.
Para las mujeres son más comunes la baja autoestima, la angustia psicológica, los sentimientos de inadecuación y el estrés crónico”, según investigaciones del mismo instituto. Obvio esto hace que los síntomas en mujeres sean mucho menos observables, pero esto no quiere decir que no existan.

Y para echarle más limón a la herida, otro obstáculo para que nos diagnostiquen más chicas es la manera en la que se nos socializa desde que nacemos. “Las niñas tienen que ser bien portadas”, “las niñas siempre tienen que estar limpiecitas”, “los niños corren en el patio, las niñas dibujan en la sala”. Todas estas ideas han hecho que las mujeres crezcamos siendo más cuidadosas, y “tranquilas”.

El problema está en que muchas veces no es que en realidad lo seamos, nos han enseñado a serlo. Esto también tiene mucho que ver con un concepto llamado “masking” o enmascaramiento, que es básicamente la capacidad que tenemos las personas neurodivergentes de parecer “normales”. Ajá como un superpoder pero del que a veces ni siquiera somos conscientes.

En palabras de Laboratorio Afectivo, “el masking ocurre cuando nuestro contexto espera cierto tipo de conductas o reacciones de nuestra parte, pero esas expectativas no están alineadas con la forma en la que típicamente funcionamos o reaccionamos, por lo que tenemos que hacer un esfuerzo adicional por performar la conducta esperada”.Como dice Roma Montoya, una académica de la escuela de psicología de la Usach, es súper normal que las mujeres con TDAH  hagamos enmascaramiento para lograr cumplir con los estereotipos de género. Además, como mencionó en un artículo publicado en el diario de la universidad: “Resulta importante reconocer las diferencias de género en las primeras observaciones que se realizan de TDAH , ya que si bien las niñas pueden tener mayor prevalencia del tipo inatento, esto no significa que también puedan presentar hiperactividad o una presentación combinada de esta condición”.

Entonces no es que las niñas no quieran correr por todos lados, es que reprimen este impulso porque alguien les dijo que no debían hacerlo. En la vida adulta pasa lo mismo. Como dice la investigadora especialista en estudios feministas, Sonia Herrera, se espera que las mujeres seamos ordenadas en todos los ámbitos. Esto hace que desarrollemos herramientas que nos ayuden a serlo, aunque eso no significa que no nos cueste el doble de trabajo que a una persona neurotípica. 

Esto último es mi caso. En general soy organizada y limpia pero en realidad son cosas que me cuestan mucho trabajo. Toda la vida me culpe por no tener esa habilidad innata que tantas mujeres sí tienen, y por eso también fue tan liberador saber que todo eso tiene que ver con el TDAH. Ahora soy mucho más compasiva conmigo porque sé que en efecto, me cuesta más trabajo que a los demás.

Los síntomas no son los mismos, el tratamiento tampoco lo tiene que ser

Cuando me diagnosticaron, decidí empezar a tomar un medicamento que me ayuda a estar más concentrada. Y aunque sé que no había nada malo conmigo antes, en este momento de mi vida me ha ayudado a no gastar más dinero en reponer carteras perdidas , a lidiar mejor con el rechazo cuando escribo un guion, y a ser más productiva porque así me lo exige el trabajo en el que estoy actualmente. 

Claro que poder ir al psiquiatra y poder comprar este medicamento es un privilegio y eso también puede ser una barrera para que las personas reciban un diagnóstico oficial en cualquier punto de su vida. Por eso el manual de Laboratorio Afectivo hace mucho énfasis en que así como todas las personas con TDAH lo vivimos diferente, el diagnóstico y el tratamiento no tiene que ser el mismo.

En lo personal a mí sí me da mucha paz tener un diagnóstico, sobre todo porque también quiero probar si las medicinas me ayudan. Pero para alguien más, solo entender que su cerebro funciona diferente puede ser suficiente. 

Además, existen muchas herramientas más como el propio manual de Laboratorio Afectivo, la meditación, las listas o muchas otras estrategias como las que comparte César Galicia en este artículo para Animal MX.

Si algo he aprendido en estos meses de meterme de lleno al tema de Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad, es que el mundo está hecho para unos cuantos, empezando por los hombres y las personas neurotípicas. Por eso es tan importante escribir, leer, hablar y compartir nuestras experiencias como mujeres y personas neurodivergentes. Porque pueden hacer que nos sintamos menos solxs y que entendamos que no hay nada de malo con ser nosotrxs. Que otras maneras de pensar y de vivir no están equivocadas y que somos mucho más que las etiquetas que nos hemos puesto por intentar encajar en un mundo al que no le interesa que encajemos.

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