Ser mamá en tiempos de Covid-19 no es fácil: para algunas, aumentan las responsabilidades y los estándares son más altos, mientras que otras no pueden permitirse quedarse en casa.
Por: Marcela del Muro
La primera visita que le hicieron a Emma en casa fue a través de la ventana. Todos tomaron distancia: su prima mayor se recargó en el vidrio de la camioneta familiar e interpretó una serenata de bienvenida para la bebé; los tíos la saludaron desde los asientos delanteros y el abuelo se paró en la banqueta, afuera del edificio y alejado del auto.
Sucedió así porque Emma llegó al mundo en plena contingencia sanitaria por el Covid-19. Y eso vino a tambalear algunos de los planes de sus familiares y, sobre todo, de su mamá, quien pasa su cuarentena de postparto en confinamiento por el coronavirus.
Aunque dar a luz en tiempo de pandemia fue un golpazo del destino, para Tania ha sido un momento lleno de ventajas, que le dio la posibilidad de estar acompañada todo el tiempo, compartir la responsabilidad de los cuidados con su esposo y, de esta forma, poder disfrutar más de su familia.
Su cuarentena materna, en medio de la cuarentena por coronavirus, también tiene sus ratos oscuros: donde llega las angustias por el virus, el futuro y la vida de Emma.
Tania continúa encontrando el sentido de su encierro para la crianza, mientra se llena de vida con su nueva compañera.
El encierro es enseñanza
La cuarentena materna o por enfermedad ha sido un aprendizaje que ahora recobra sentido. Así lo comparte Daniela Rea, periodista y directora de cine, en un hilo de Twitter.
Para ella, sus pausas por postparto le enseñaron que es necesario soltar y dejar que las cosas sucedan, porque siempre suceden.
Aunque ahora no sepamos cómo hacerlo, es inevitable: vamos a afrontar lo que viene en el futuro y buscaremos equilibrio en el lugar donde nos vaya a dejar esta crisis. Porque, algo es claro, no seremos las mismas que éramos antes, pero todo pasará.
Daniela comenta que es bien importante “aprender a resignificar el dolor, ese que nos han enseñado a evitar, rechazar, escapar. El dolor activa cosas, en este caso, activa el parto, el nacimiento” y durante el confinamiento, a mi parecer, el dolor activa la enseñanza y la comunidad.
Para muchas madres, esta contingencia ha sido una prueba de fuego, un trabajo de doble o triple jornada en casa y una manera de reestructurar los cuidados y la paciencia.
Hacer trabajo remunerado y trabajo de crianza en el mismo espacio
Para Lydiette Carrión, periodista, editora y mamá de un pequeño de 4 años, esta cuarentena ha sido complicada porque su trabajo como editora no para. El estar en encierro es transcurrir en tiempo de trabajo y tiempos de cuidados, tiempos mezclados que han llegado a ser un poco desastrosos y abrumantes.
Pero ella está ahí, trabajando en equipo, con el papá de su niño, y agradeciendo la paciencia de su hijo que resiste todo, comenta Lydiette.
Por su parte, Susana Ortiz es mamá de un niño de 5 años. Este encierro en casa le ha permitido reconocer el esfuerzo que está haciendo su hijo: “que siempre trata de canalizar su energía, sigue las indicaciones y ha adquirido hábitos, como lavarse las manos cada que termina de hacer una actividad. Y aunque tiene mucha tarea (escolar), ha apoyado en (tareas del) hogar, en la medida de lo posible”.
Al trabajar como Procuradora de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes del DIF municipal en San Luis Potosí, Susana tiene un puesto absorbente que, ahora con el encierro, se une a otras jornadas: la de maestra de primaria, la de cuidados y la de trabajo del hogar.
Nuevas rutinas
Para rendir en su día, le ha servido tener una rutina y tratar de repartir los cuidados con el papá de su hijo, sobre todo los fines de semana.
Aunque lleva una semana en confinamiento con su hijo, Susana no ha podido parar del todo: la violencia en el hogar ha incrementado con la cuarentena por coronavirus y ella es la encargada de proteger a uno de los sectores más vulnerables en estos tiempos, los niñes y adolescentes.
Eso ha traído angustia en Susana porque las salidas al mundo conllevan el riesgo de contagiar a su familia, incluida su mamá, que forma parte de la población de riesgo.
Aumenta el nivel de exigencia
La posibilidad de quedarse en casa ha sido complicado para muchas de las mujeres trabajadoras. Susana no ha sido la única: María Medrano es periodista y realizadora audiovisual en un periódico en San Luis Potosí. Ella está haciendo un trabajo de creación, combinado con el cuidado de sus hijos, de 13 y 6 años, en casa.
La ventaja es que este encierro ha hecho explotar su imaginación y creatividad al máximo. Pero la talacha de la grabación la guarda para los fines de semana, cuando su esposo se hace cargo de los cuidados de los niños, la casa y los gatos.
El nivel de exigencia que ella tiene para su rutina diaria ha crecido con la contingencia. Y eso es una constante que se ha visto reflejada en redes social: el ser madres modelo, amas de casa ejemplares y, a la vez, no descuidar ningún aspecto de su vida laboral.
Regresando al hilo de Daniela Rea, ella explica que una de las enseñanzas de su cuarentena maternas fue: “bajarle a la autoexigencia de productividad y exigencia social de legitimarse”.
Cuando hay que salir
Pero hay mujeres que no han tenido opción para dejar descansar su productividad, no han podido refugiarse, aunque sea un poquito, de la enfermedad. Mujeres que viven con miedo e incertidumbre todo el tiempo porque sus salidas son diarias, sin opción alguna.
Maty es mamá de dos niñas, de 11 y 7 años, y es trabajadora doméstica de dos familias distintas.
Con el inicio de la crisis sanitaria y el llamado a quedarse en casa, una de sus patronas le dio un mes de paro con sueldo, pero la otra le subió el nivel de trabajo, aprovechando que ya no tenía que ir a la otra casa.
Maty toma dos camiones para llegar a trabajar y los mismo para regresar a casa. Desde hace dos semanas usa guantes y tapabocas para sus viajes, los mismos que le proporcionan en su trabajo para hacer el aseo.
Ella explica que su angustia y miedo es porque no sabe, exactamente, qué es el coronavirus y cómo le puede afectar a ella o a sus hijas.
Para Maty es imposible parar porque su sueldo es el único ingreso en casa. Ella comenta que sus hijas son muy responsables y saben cuidarse bien: la más grande cuida de la más pequeña.
No le preocupa dejar a sus hijas solas en casa, les deja todo lo necesario para que pasen el día sin ella, pero su verdadera angustia es enfermarlas o enfermarse. Hasta ahora, no sabe si su jefa la dejará estar en casa cuando la pandemia avance.
Mientras tanto, ella seguirá cuidándose en el transporte público y cuando camina por las calles, porque eso es lo único que podrá hacer para proteger a sus hijas.
Una enorme responsabilidad
Mi experiencia como madre se reduce a siete hijos imaginarios con Ricky Martin y dos años de niñera.
Es decir, que no sé nada. Pero mi angustia en este confinamiento ha sido menor y más llevadera gracias a mi madre, quien todos los días me manda mensaje para saber cómo estoy o si siento cualquier molestia de salud.
Y yo entiendo que la maternidad es eso: hacerse cargo de los cuidados, de los hijos y de la familia, siempre, aunque ya no estén cerca de ellas.
Entender la pandemia es reconocer a las mujeres que cargan con la responsabilidad y el peso de gran parte de la sociedad.