¿Qué es el feminismo antiespecista? Una conversación sobre lo que comemos y lo que compartimos

Platicamos con dos mujeres para conocer más sobre el feminismo antiespecista en México y cómo puede dialogar con otros feminismos.

El feminismo (o los feminismos) es una lucha que se relaciona con todos los aspectos de nuestra vida y nuestra sociedad. Así que cuestionar los vínculos entre los derechos de los animales y de las mujeres, así como las opresiones que nos unen, es inevitable.

El feminismo antiespecista es unadentificar y comprender las estructuras patriarcales que se alojan en nuestros estilos de vida y en la forma en que nos relacionamos políticamente con la naturaleza y los seres vivos.

La feminista Carol J. Adams, precursora del feminismo antiespecista, explica que «aquellos a quienes nos comemos están determinados por la política patriarcal de nuestra cultura«.

Para entender más sobre el tema, entrevistamos a Wendy Alejandra y Sofía Sinvergüenza, de la colectiva Hilos Incendiarios.

Entendiendo el feminismo antiespecista

¿Cómo se interesaron en el feminismo antiespecista?

Sofía: una vez que te pones los lentes violeta tomas una responsabilidad política de colocar al mundo en duda, replantearte tus prácticas y accionar en favor de una munda amorosa entre mujeres.

En ese proceso de descubrir cómo se construía histórica y socialmente el sujeto de ‘‘mujer’’, muchas nos hemos dado cuenta que había otros seres que compartían una serie características con esta construcción.

También se les había puesto al servicio de otres, silenciado y oprimido sistemáticamente, estos son animales no humanos.

En este escenario de opresión, nosotras habíamos contribuido bastante. Desde ese momento no había vuelta atrás, nuestra lucha era por una liberación absoluta y eso incluía a los demás animales.

Wendy: En realidad yo primero llegué al veganismo, luego de visibilizar la violencia que estaba ejerciendo sobre los cuerpos y vidas de los animales no humanos.

En los primeros meses no lo pensé tanto, me enfoqué más en trabajar con las transformaciones derivadas de mi decisión, por ejemplo con mi alimentación.

Creo que es muy común que eso suceda al volverte vegana, y tiene sentido por todo lo que implica la alimentación en nuestras vidas.

Pero también porque el veganismo despolitizado se convierte sólo en una dieta, siendo un nicho de explotación y mercantilización que le permite al capitalismo re-editarse y atomizar la lucha.

La violencia hacia las mujeres, la violencia hacia los animales, y en particular, hacia las hembras animales, se funda bajo una misma estructura de dominación que ejerce su poder privilegiando a unos y sometiendo a otres, y se legitima por medio de instituciones y mandatos establecidos.

¿Qué es el antiespecismo y por qué tendría que sostenerse bajo el feminismo?

WyS: Primero es necesario comprender qué es el especismo: un sistema de opresión cimentado en el antropocentrismo y androcentrismo.

En esta distinción de especies, el humano está por encima de las demás especies de animales.

El antiespecismo es una postura ideológica que deviene en una lucha abolicionista contra la explotación y discriminación hacia las especies animales no humanas.

Entendemos que dentro de la diversidad de feminismos hay líneas de lucha marcadas y las sujetas políticas de esa lucha somos las mujeres.

Desde nuestra postura no estamos planteando que el antiespecismo se sostiene bajo el feminismo, sino que deviene de la misma estructura de dominación.

Las hembras de todas las especies compartimos una realidad de cosificación, fragmentación y consumo. Está inscrita en la explotación de nuestros sistemas reproductivos, por medio de los cuales se gestan cuerpos funcionales para el sistema capitalista.

No importa qué cuerpos de animales no humanos consumas, tienes que saber que existen porque previo a ello se violó y explotó el sistema reproductivo de una hembra.

Esta es una de las tantas razones por las cuales es tan necesario entender que tenemos que quebrar este sistema de raíz.

No se busca que las feministas dejen su lucha y luchen por los animales, sino que visibilicen las violencias interconectadas que alimentan y dan fuerza al entronque heteropatriarcal.

Se trata de dejar de abonar a la explotación, de cuestionemos nuestro privilegio de especie que alimenta la raíz del sistema.

Tenemos que entendernos como sujetas políticas transformadoras, de modo que cada acción nuestra repercute para reproducir un sistema contra el cual luchamos.

Entonces, ¿comer carne es patriarcal?

SyW: La colonización cultural del hombre blanco heterosexual conllevó con una dominación territorial, religiosa, lingüística, y también gastronómica.

La introducción de la carne a la gastronomía, al menos en América Latina, fue y es un acto colonial que se fue mimetizando y reforzando prácticas ya existentes, al punto de considerar la explotación animal como algo normal, natural y necesario.

El consumo de carne puede explicarse mediante la teoría del referente ausente que desarrolló Carol J. Adams en su libro Las políticas sexuales de la carne nos ayudó mucho para visibilizar cómo opera el especismo en conjunción con el heteropatriarcado.

Pensemos en que detrás del concepto de carne hay animales que han sido olvidados y despojados como seres concretos al ser transformados en productos consumibles. Son referentes ausentes.

Esto permite que sea posible y efectivo ejercer y encubrir la violencia inherente al consumo del producto, en este caso de la carne.

No somos del todo conscientes de ello porque los animales no son referentes presentes en ese producto. Mantenemos cierta desconexión con el proceso productivo y de eliminación del referente que da como resultado el producto que consumimos.

¿Qué conexión material, discursiva e histórica de la industria de la carne hay con el patriarcado capitalista blanco?

SyW: Bueno, sostenemos que esa conexión es histórica y que opera bajo diversos mecanismos sirviéndose de un proceso de objetivación,  fragmentación y consumo de los cuerpos que permite ejercer dominación.

Y en ello la cultura tiene un papel clave porque mediante ella se justifican estructuras de dominación que se dan por establecidas.

Además, el lenguaje sexista y especista permite que se oculte la violencia ejercida, de modo que no estamos consumiendo el trozo del cuerpo de un cerdo, sino “jamón”, no estamos financiando violaciones, sino que consumimos “leche”.

Consumimos los cuerpos cosificados y fragmentados de otros animales, al igual que los nuestros. La publicidad y los medios de comunicación tiene un papel importante acá: pensemos en los comerciales dirigidos a hombres en los cuales las mujeres aparecen como una cosa, como un trofeo que obtendrán para su consumo si adquieran tal producto.

Creo que la mayoría de nosotras ha visto comerciales que hacen semejanza al cuerpo de las mujeres con la carne de un animal no humano, servidas en bandejas, listas para ser consumidas.

¿Por qué? Bueno, pues porque detrás del consumo de carne también está la reafirmación del heteropatriarcado, no es casualidad que las ensaladas están relacionadas con mujeres y la carne con hombres y con la masculinidad, aunque las mujeres también consumen el cuerpo de animales el significado es distinto.

Comer carne es sólo un ejemplo de cómo hemos interiorizado la matriz heteropatriarcal, pero hay múltiples ejemplos de la forma en la que hemos puesto a los animales a nuestro servicio, incluyendo a las llamadas ‘‘mascotas’’.

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¿Qué grietas pueden encontrar dentro del feminismo antiespecista que se deben ir reconstruyendo?

SyW: Como nosotras lo vemos hace mucha falta pensar en cómo generar modos de accionar políticamente, cómo llevar nuestra postura a la práctica.

Y sobre todo el crear espacios para encontrarnos, nosotras conocemos a pocas feministas antiespecistas, pero sospechamos que somos más.

No queremos luchar desde los esfuerzos atomizados, necesitamos entretejer nuestras voces, sentipensares y fuerzas para construir colectivamente.

También vemos que hay algunos huecos en la teoría, hay pocos textos escritos por feministas antiespecistas y no todas los hemos leído. Necesitamos escribir más y leer más a las otras, reconocer la importancia y esfuerzo de su palabra.

Y buscar modos de conectar con los diferentes feminismos, el conflicto es necesario y nutre mucho, pero enemistarnos entre nosotras es un autogolpe.

Necesitamos extender el autocuidado y hacerlo colectivo, hacer críticas desde el afecto y no desde el ánimo de destrucción de argumentos e invalidación de luchas.

¿Cuáles son las críticas que se le hacen al feminismo antiespecista desde otros femimismos?

SyW: Presentar el antiespecismo como lucha a considerar dentro del feminismo puede generar muchas dudas y resistencias, al final, implica replantearse una praxis de vida. Y con ello, suelen surgir diferencias.

Es muy común escuchar que el dejar de consumir animales es, primero, un privilegio de clase. Y segundo, que no considera a las mujeres que dependen de esto para su subsistencia económica.

Se asume que llevar una alimentación a base de plantas es algo caro e inaccesible para muchas personas, pero eso pasa porque se ha mediatizado mucho la idea de un veganismo capitalista con imitaciones cárnicas, altamente procesados, certificaciones de orgánico, gluten free, etc., proveniente de los supermercados.

La base de la alimentación vegana son las verduras, frutas, leguminosas y los cereales. Aunque los vegetales pueden subir de precio con las crisis económicas, difícilmente van a superar los precios de las carnes o los lácteos y sus derivados.

Ahora, en relación a la dependencia económica que tienen muchas mujeres en la producción de carne y lácteos, es verdad que se ve atravesado por la marginalización de la clase trabajadora y los grupos indígenas.

Una imposición colonial de tantos siglos no es tan fácil de quebrar. El feminismo antiespecista no busca poner a ninguna mujer en un estado de vulnerabilidad, ni caer en prácticas patriarcales de aleccionamiento, más bien apuesta por la búsqueda de otras maneras de coexistencia.

Otra crítica/reclamo que se hace es que todas tienen derecho a elegir qué comer. Y sí, es cierto.

Pero olvidamos que lo personal es político hasta en el plato y que nuestras decisiones personales dejan de serlo cuando repercuten en los cuerpos y vidas de otros seres.

Sí, un hombre puede tomar la decisión personal de ser violador, ¿y eso basta para justificarlo? Son las trampas del discurso.

¿Cuál es el trabajo que les llevó para reconocerse como feministas antiespecistas?

SyW: Ha significado un cuestionamiento constante con respecto a qué estamos cultivando con nuestras acciones, en quiénes y dónde repercuten, porque la lógica del referente ausente la traemos bien clavada en nuestro ser, es así como nos educaron. Por ello luchamos constantemente para convertir esos referentes ausentes en referentes presentes, en conectar con el proceso detrás de lo que consumimos.

Esto también nos llevó a politizar el consumo y particularmente la alimentación, reivindicamos el pepenaje o freeganismo como otra lucha contra este sistema consumista que transforma en desecho todo aquello que no entra en su lógica de ganancia, luchamos por una soberanía alimentaria, luchamos por que la alimentación no sea un privilegio y que podamos elegir conscientemente lo que ponemos en nuestros platos, entendiendo el impacto que tiene en los animales, en las personas, en el planeta.

Reconocernos y posicionarnos como feministas antiespecistas también nos significó buscar activamente otros modos de construir en favor de una liberación absoluta de todos los animales sin importar la especie. Y bueno, nosotras también somos lesbianas y le apostamos totalmente a construir con mujeres y a reconocernos como animalas. Desde ahí es que juntas gestamos Hilos Incendiarios como un proyecto que buscar hacer red, enlazarnos, buscar modos de darle salida a la voz, de enunciarnos y resonar con las otras.

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