Es probable que todos conozcamos a alguien vegano, pero, ¿conoces el origen del veganismo?
En 1944 Donald Watson utilizó por primera vez el concepto sin imaginar que se convertiría en algo del mainstream en el siglo XXI. Actualmente, sociólogos reconocidos –como es el caso de Nina Gheiman egresada de Harvard– lo estudian como un movimiento político detonador de grandes transformaciones en la conciencia, los hábitos y la forma en que las personas se relacionan con su entorno.
Este estilo de vida rechaza todas las formas de violencia animal, sin embargo, existen otras tendencias similares que incluyen algunos derivados de los animales. Tal es el caso del vegetarianismo o simplemente las personas que restringen su consumo de carne.
¿El veganismo es difícil?
A veces la desinformación sobre el veganismo termina generando malas experiencias, dificultad, problemas a la salud y, lo que es peor, han hecho parecer al veganismo más complicado o riesgoso de lo que es.
Así que ¡no te asustes! Si quieres cambiar tu estilo de vida, pero no sabes por dónde comenzar; si decidiste ser vegano, pero no te ha resultado del todo bien; o si sólo estás interesado en el tema, no pares de leer.
Te cuento lo que he aprendido en mi experiencia como vegana…
1. Tómatelo en serio
Dijimos que el veganismo forma parte del mainstream del siglo XXI, sin embargo, no es lo mismo ajustar tu ropa a la nueva tendencia en el mundo de la moda que cambiar tu estilo de vida.
Renovar tus hábitos alimenticios tiene impactos significativos en tu salud, por ello, debes hacerlo de manera informada, responsable y con asesoría.
Te recomiendo hacerte exámenes médicos antes de comenzar con tu dieta vegana, al cabo de seis meses y luego de manera anual. Ayuda tener un coach, pero sobre todo, alguien que sea especialista en el tema.
2. Balance y equilibrio, la clave del éxito
El veganismo rechaza la violencia animal y, por ende, el consumo animal, más no los nutrientes. Comer vegano no requiere más trabajo, sino más conciencia, equilibrio y planificación.
Procura que tu plato este conformado por 50% vegetales, 25% proteínas y 25% cereales. Así estarás incluyendo todos los nutrientes que necesitas para vivir.
3. Las proteínas de origen animal no son las únicas
Si eres deportista, amante del ejercicio o simplemente alguien que teme perder músculo, también puedes llevar una dieta vegana.
Ser vegano no es sinónimo de desnutrición. Los productos vegetales también son fuente de proteína, tal es el caso del tofu, las lentejas, el arroz, la pasta, los cereales integrales, los frutos secos y las semillas.
Si eres un deportista de alto rendimiento puedes probar con algún suplemento de origen vegetal, existen tantos que te impactarás cuando te atrevas a dejar ese mito atrás.
4. Precaución con tus niveles de B12
Una de las carencias más recurrentes de los veganos desinformados es la vitamina B12. Si tú eres vegano y sientes cansancio, tienes dificultad para concentrarte, sientes que tu memoria está siendo menos efectiva, tienes cambios de humor drásticos o sientes hormigueo en tus extremidades, es probable que tengas deficiencia de B12.
Te recomiendo que, con asesoría, comiences a tomarla en tabletas. Existen marcas especialmente pensadas para veganos, que son sublinguales y de sabores ricos.
5. La decisión es tuya
Ya sea por motivos éticos, medioambientales, de salud o lo que quieras, pero tienes que estar 100% segurx de, 1) por qué lo haces y, 2) si realmente quieres hacerlo.
El veganismo no determina si eres una buena o mala persona. Ser veganx no define si estás o no a la moda. Tampoco exime tus otras responsabilidades con la naturaleza y los seres vivos.
Ser vegano es una filosofía de vida que implica responsabilidad, conciencia y congruencia.
6. El amor propio no lo da el veganismo
En mi entorno, conozco personas que optaron por una dieta vegana con la idea de ser más delgadas, tener cuerpos «más estéticos» y un abdomen más plano.
Si optas por el veganismo para cumplir con los estereotipos de belleza, es el camino equivocado y quizá nunca lo logres. Puedes ir al gym, tomar agua y cambiar hábitos alimenticios, pero mientras no ames el cuerpo en el que vives, será difícil que aprecies la belleza que crece en ti.
Alguna vez alguien escribió:
«Hay dos tipos de belleza: la que te golpea en la cara y está pegada en las portadas de las revistas, y luego está la que crece en ti. La que no esperas, de la que escriben los poetas y los autores, la que es eterna».