Este febrero, en Malvestida queremos hablar de diferentes formas de querer y querernos. Hoy te contamos qué es la responsabilidad afectiva y cómo la puedes aplicar a todas tus relaciones, no solo a las románticas.
Deconstruir el amor romántico es una batalla diaria de autoconocimiento, aceptación de una misma y de sanación constante. Para formar relaciones libres de violencia, de miedo y cuidar nuestro corazoncito es necesario hablar de la ética en los vínculos que establecemos no solo con nuestros ligues, parejas sexuales o cualquier tipo de relación que tengamos (poliamorosos, monógamos, etc.), sino también con nuestras amistades y/o círculo social.
Para nosotras es súper importante enunciar algunas cosas que hemos ido aprendiendo en esta búsqueda por sentirnos libres en nuestras relaciones, salirnos de la heteronorma y poder disfrutar mucho los vínculos que formamos con otras personas. Todas estas parten de la responsabilidad afectiva.
¿Qué es la responsabilidad afectiva?
Había escuchado sobre responsabilidad afectiva, pero la verdad es que la primera vez que me metí más al tema fue cuando escuché el podcast de El Deseo de Pandora, una sección de Revista Anfibia que desde 2018 aborda temas sobre feminismo, encontrar nuevas formas de amar y desnaturalización del amor romántico.
En esa emisión la pregunta central era ¿Qué pasa con el amor cuando nos decidimos feministas?.
La feminista argentina Luciana Peker explica que la responsabilidad afectiva es un concepto que surge porque “en algún momento, se pasó a la idea de que el amor libre implica que el otro no importa”.
Pero para Luciana, aunque las relaciones sean momentáneas, casuales o efímeras, se debe de respetar a la otra persona y ser responsable desde la afectividad y como seres deseantes que somos todes.
La escritoria cuenta que la primera vez que escuchó sobre este tema fue por el libro Ética promiscua de Dossie Easton y Janet W.Hardy, que habla sobre la ética posible en las relaciones que van más allá de la monogamia y la heterosexualidad obligada.
Por lo que hay que cuestionar sobre los vínculos que nos inculcaron socialmente, respetar a las otras personas y cuidar todas nuestras emociones.
Aquí te decimos algunos puntos que aprendimos de Peker.
1. Acuerdos previos
Amigue, aunque sea una sola noche la que vas a compartir con una o varias personas, es importante que establezcas acuerdo previos sobre lo que te gusta a ti y las expectativas que tienes sobre ese momento que compartirás.
Escúchate y también escucha. Para Luciana Peker es necesario construirnos desde la otredad y entablar todos diálogos posibles: “cuando no hay un diálogo posible se produce el dolor, la frustración”
Esto te ayudará a conocer tus límites y saber el límite de lxs demás; podrás evitar que en las relaciones que formamos haya un abuso de poder y aunque Luciana considera que no hay una pareja equitativa, siempre hay una forma de que exista una reciprocidad horizontal.
2. Hazte cargo de tus emociones
Muchas veces cargamos con sentimientos y emociones que nos impactan por el contexto que vivimos a diario, pero es necesario asumirlas e interiorizar sobre ellas para no atribuirlas a la otra persona.
O sea, no echarle la culpa a las personas con las que nos relacionamos (pareja, amigos, compañerxs) sino hacer trabajo en nosotras mismas y, si es algo que nos afecta frecuentemente, ir a terapia.
Además, en esta búsqueda de entablar relaciones en donde cada vez nos sintamos mejor con nosotras mismas, tenemos que darnos cuenta del papel que cada persona tiene en ellas.
Y sí, sabemos que es difícil salir de esa alienación, por eso es importante acudir y formar nuestra propia red de apoyo.
3. Practica la empatía
Ponte en el lugar de las otras personas. Si dijiste o hiciste algo que pudo dañar a tu pareja, amiga o compañerx (o la persona con la que te relaciona te hizo sentir mal), es importante que se lo comuniques, y que en consecuencia te pongas en su lugar.
A lo mejor para ti no es grave o lo tienes normalizado, pero todas las personas somos diferentes y las cosas nos impactan de forma distinta.
Luciana Peker habla de la cooperación, pero no como una idea de cárcel y de clausura, sino en la idea de pensar en el otro; mirar a las otredades y practicar esta ética del cuidado. Cuidar al otre y a ti también. Ser libre, pero no individualista.